Justo esta semana (noviembre de 2016) cuando el congreso votó a favor de la paralización de la Ley orgánica para la mejora de la calidad educativa (Lomce), se inicia el largo viacrucis para conseguir un pacto general entre todas las fuerzas políticas sobre esta materia. ¿Están dispuestos a alcanzarlo y sostenerlo? Más allá sobre si son o no capaces, Savater prefiere volcarse en la idea de que están obligados a hacerlo. "Ningún chico o chica que haya nacido y comenzado a estudiar en democracia ha logrado empezar y acabar sus estudios con el mismo plan educativo", alude Savater para ilustrar el uso de la educación como arma arrojadiza: de populares contra socialistas; padres contra profesores; alumnos contra docentes… De ahí que, a juicio de Savater, la huelga de los deberes sea un absoluto “disparate”.
Vinculado siempre a la vida pública, el filósofo
escritor, periodista, profesor universitario y demás frentes
intelectuales, Savater tiene una obra de más de 40 libros.
Conocido por sus duras críticas contra el nacionalismo vasco y su
compromiso con determinadas causas públicas –formó parte de UPyD y apoyó
a Ciudadanos en las elecciones vascas- la escritura de Savater
significó un punto de inflexión tanto en los lectores inexpertos como
veteranos; Ética para Amador y Política para Amador dan fe de ello. Sencillo y directo, Savater conversa con Vozpópuli sobre un tema que ya levanta polémica en la legislatura que comienza: la educación.
-Avanzar
en un pacto por la educación. Ujum. La LOMCE ha sufrido esta semana su
primer revés en el Congreso. Y piensa quien ve esto: ¿una ley más?
-El
primer problema que ha tenido España con la educación es la sucesión de
leyes. Cada vez que llegaba un gobierno al poder, se promulgaba y
aprobaba una ley distinta. Ningún chico o chica que haya nacido y
comenzado a estudiar en democracia ha logrado empezar y acabar sus
estudios con el mismo plan educativo. Esa sucesión de planes, que se han
solapado unos sobre otros, no es buena porque justamente lo que
necesita la educación es estabilidad.
-Entonces, ¿esto se perpetúa o promete resultados?
-Ese
pacto es necesario. Quienes abogan por tal cosa intentan un mínimo
común denominador. Pero uno que fuese respetado y compartido por
partidos políticos, educadores, pedagogos, padres de familia,
sindicatos. Establecer con todos ellos un punto de acuerdo, dejarlo al
margen de los vaivenes políticos, dotarlos de un presupuesto suficiente y
dar una cierta estabilidad. Eso es lo que no se ha conseguido y que
sería bueno conseguir.
-
¿De quién es la mayor cuota de responsabilidad? ¿De la administración
pública, las fuerzas políticas? ¿Hasta qué punto los padres, que ahora
riñen por los deberes, han sido pasivos?
-La
responsabilidad es de todos. Porque en lugar de abordarla como una
preocupación pública, la educación se ha convertido en una especie de
arma arrojadiza. Por eso no se ha llegado a acuerdos en casi ningún
tema. Le damos una importancia retórica a la educación, pero luego no se
concreta en un acuerdo o en la una capacidad real de llegar a un
acuerdo y mantenerlo. La educación se utiliza hace ya mucho como un
elemento para hostigar a otros, por ejemplo, en el caso de la cruzada de
los padres con el tema de los deberes, que usted menciona, es una forma
de enfrentarse con profesores.
-Pero si el rendimiento escolar ya es bajo, sin deberes y por tanto sin refuerzos, podría ser mucho peor. ¿No?
-Los
deberes han de ser racionales: no una carga abrumadora ni disparatada.
Unos deberes que permitan que haya continuidad entre la escuela y el
hogar, y no exista un divorcio. Que los deberes para completar en casa
permitan a los alumnos seguir adelantando el trabajo de la escuela. No
tiene sentido una separación entre lo que se hace la escuela y la casa,
justamente para evitar que el niño olvide lo que ha aprendido a lo largo
del día. Por eso creo que la postura de los padres de convocar una
huelga de deberes es un absoluto disparate.
-Hay
énfasis y apasionamiento en todos estos debates, pero falta
conocimiento técnico. ¿La educación está condenada a ser objeto de una
discusión catastrofista?
-Lo
realmente importante es que quienes participen en las discusiones para
una reforma educativa sean realmente quienes sepan de esa cuestión. Que
tengan alguna vinculación con la educación, que tengan un trato con sus
instituciones y cuál es la dinámica interna de los proyectos educativos.
Hasta ahora, quienes han participado en la redacción de las leyes
educativas desconocen su naturaleza técnica. Los que están en el
parlamento lo único que de verdad saben de educación es un hecho: todo
cuanto hagan en esa materia debe ser para contradecir a su oponente.
Eso, claro, no ayuda. Las personas que participan en los debates
técnicos, en lugar de tener preparación, han caído en manos de la
retórica.
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