Cuando vemos pasear por la playa a una chica en bikini, lo último que
se nos viene a la cabeza es una bomba atómica. O un átomo. Sin embargo,
el bikini está íntimamente relacionado con esos términos.
Desde 1946 a 1958, los estadounidenses llevaron a cabo ensayos con
bombas atómicas en el atolón de Bikini, ene el océano Pacífico. Y
precisamente en 1946, el diseñador francés Jacques Heim
diseñó un traje de baño de dos piezas al que bautizó como “átomo”. En
realidad, el nombre nada tenía que ver con las bombas atómicas, sino porque el átomo era la porción más pequeña de materia, y aquella pieza de ropa era realmente pequeña.
Si hoy en día al bikini no le llamamos átomo (lo cual sería ciertamente
divertido, y probablemente la prenda acabaría formando parte del
vestuario de cualquier geek) es porque otro modisto rival, Louis Reard, sólo tres semanas más tarde que Heim, lanzó al mercado su propia colección de bañadores de dos piezas.
Reard bautizó su ropa como “bikini” porque aquella palabra estaba de
moda en todos los titulares de prensa a raíz de las pruebas nucleares en
el atolón Bikini (después de todo, un buen geek debería amar al bikini igualmente).
Como las pruebas nucleares, la prenda de ropa también generó mucha
polémica por lo escandalosa que resultaba. Pero entre 1950 y 1960, el
bikini se fue imponiendo, sobre todo a raíz de que Brigitte Bardot lo vistiera para la película Y Dios creó a la mujer (1956). En 1962, Ursula Andress emergió de las aguas con un bikini en la primera película de James Bond, James Bond contra el doctor No, erigiéndose así en la primera chica Bond.
Por cierto, lo que todos conocen como bocadillo caliente de jamón
york y queso o sandwich mixto caliente, en Cataluña se denomina bikini,
pero nada tiene que ver con el atolón Bikini. El nombre procede de Sala Bikini,
que abrió sus puertas en 1953 en la Avenida Diagonal de Barcelona, y
que se hizo famosa por comercializar este tipo de bocadillo tal y como explica Alfred López.
Vía | Ciencia Popular
Fuente:
Xakata Ciencia