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9 de septiembre de 2013

Nansen y las corrientes marinas

Nansen y las corrientes marinas - Océanos de Ciencia podcast - CienciaEs.com

“Pese a todo, no consigo reconciliarme del todo con esta vida. No se trata de vida ni de muerte, sino de un estado intermedio entre ambas. Supone no estar nunca tranquilo acerca de nada ni en ningún lugar… una constante espera de lo que ha de venir, una espera en la que acaso transcurran los mejores años de la vida de un hombre” . Fridthof Nansen. Diario. Octubre de 1894.

14 años antes de la expedición de Nansen al Polo Norte…

El 28 de agosto de 1879 el Jeannette, capitaneado por George De Long, atravesó el estrecho de Bering y viró al Oeste, siguiendo la costa siberiana. El 6 de septiembre, al sureste de la Isla de Wrangell, más al Norte de lo que osaban hacerlo los avezados capitanes de los balleneros, el capitán escogió una abertura larga y navegable entre los hielos y metió al Jeannette por él. El canal se fue estrechando hasta rodear al Jeannette. Preparado para aquella eventualidad, el Jeannette llevaba en sus bodegas provisiones para tres años y, en California, los carpinteros navales habían reforzado el casco con vigas de roble. Convencido que el barco podría sobrevivir, De Long dio la orden de seguir avanzando a toda máquina, pero entrada la tarde los témpanos se volvieron impenetrables. El Jeannette se había quedado atrapado y sus treinta y tres hombres y cuarenta perros se hallaban ahora a merced de las corrientes; unas corrientes por las que nunca había navegado y cuya misma existencia había sido motivo de controversia científica. Inicialmente el barco soportó la presión de los hielos (cuyo espesor general era de 2m, llegando a más de 20m donde los témpanos se habían superpuesto) y la tripulación la carencia de luz solar, la claustrofobia y el pánico. Y así se enfrentaron al primer invierno.

En enero de 1880, cuando las temperaturas cayeron hasta los -40º, se abrió una vía de agua en el barco. El carpintero logró repararla y consiguieron achicar el agua con la bomba.; pero el incidente sería un presagio de lo que iba a suceder. En febrero el Jeannette había derivado 50 millas (unos 92 km), dando rodeos, con una derrota noroeste. Unos días avanzaba 3 millas, otros, los días con vientos más fuertes, hasta 12. Llegó el verano, subieron las temperaturas y, con ellas, las esperanzas. El capitán De Long confiaba en que el deshielo liberara al Jeannette. Pero la anhelada liberación nunca se produjo. Se abrieron multitud de grietas en el hielo circundante, pero sin que definieran en ningún caso un canal de salida. No había opción de moverse. El barco estaba firmemente encajado en témpanos azul verdoso, duros como piedra y cubiertos en muchas partes por agua helada.

Si el Jeannette sobrevivía, argumentaban el capitán y los oficiales, las corrientes del noroeste los arrastrarían al otro lado del polo, hasta el Atlántico Norte. Pero el Jeannette no sobrevivió. El 12 de junio de 1881, después de pasar 21 meses a la deriva, el hielo quebró su casco y empezó a hacer aguas. El barco se escoró y el capitán dio la orden de abandonar el barco. La noche siguiente, mientras la tripulación dormía en tiendas de fortuna instaladas en un témpano, el barco se hundió.

Tirando de trineos por el hielo, los exploradores náufragos se retiraron en dirección a Siberia. En el extremo de la banquisa abandonaron sus trineos y subieron a tres lanchas buscando tierra firme. Una de las lanchas se la tragó el mar. Otra, conducida por el teniente Dannenhower, oficial de derrota del Jeannette, con ceguera producida por la nieve, acabó por conducir a sus ocupantes a la salvación. La tercera, dirigida por el capitán De Long, encalló en unos bajos de las costas de Siberia. Cargados con las provisiones que pudieron, tuvieron que vadear las heladas aguas hasta la costa. Congelados y hambrientos, se encontraban ahora en una inhóspita costa ártica carente de vida. En aquella tundra murieron cinco de los siete hombres de la lancha de De Long, incluido este último.

Los pocos que consiguieron llegar sanos y salvos a tierra firme, llevaron consigo el testimonio de sus vivencias y las observaciones científicas realizadas. Y aquí comienza la historia que les narramos en este nuevo capítulo de Océanos de Ciencia.

REFERENCIAS

- “Hacia el Polo. Relato de la expedición 1893 a 1896”. Diario de la exploración de F. Nansen. Ed. Interfolio. 2010

- “Ocean Circulation”. E. Brown y otros. Open university 2004. – “Moby-Duck”. D. Hohn. Aguilar 2012

Tomado de:

Ciencia para Escuchar
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