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17 de julio de 2013

¿Beber licor tras la comida ayuda a hacer la digestión?

  • En grandes dosis el alcohol dificulta la digestión, en bajas podría acelerarla
  • Probablemente aumenta la secreción de algunas enzimas digestivas

Tras una comida copiosa si la sobremesa se prolonga es costumbre tomar un licor para rematar. Dice la tradición que este gesto favorece la digestión. ¿Mito o realidad?

“No hay estudios concretos a este respecto, pero sobre la mesa hay algunos datos que pueden arrojar luz sobre el posible efecto digestivo del licor, extraídos de estudios científicos hechos con otra finalidad”, reconoce a RTVE.es Victoria Moreno, del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (UAM-CSIC).

“Se sabe que el alcohol (etanol), una vez absorbido en el estómago, favorece la vasodilatación. Esto aumenta la secreción de algunas enzimas digestivas, lo que podría tener como consecuencia una digestión más rápida.”, explica Moreno. Muy al contrario, en cantidades no moderadas durante la comida, “el alcohol dificulta la digestión y origina trastornos sobre el tubo digestivo, especialmente de la motilidad esofágica, aparición de reflujo, gastritis, trastornos del vaciado y diarreas”, puntualiza la experta. Además, el hígado prioriza descomponer esta sustancia tóxica y ralentiza y disminuye el aprovechamiento de otros nutrientes, como las grasas o los hidratos de carbono.

En general el organismo puede metabolizar una bebida cada 60 o 90 minutos. El nivel de alcohol llega a su máximo en sangre entre media hora y una hora después del consumo, aunque las bebidas con burbujas se absorben más rápido. Los límites que la Unión Europea consideran de menor riesgo para la salud con hasta 20 gramos en mujeres o 40 gramos en hombres por día. Es aproximadamente dos copas de vino al día.

A las mujeres les ‘sube’ antes del alcohol

El alcohol se descompone en dos órganos: el estómago y el hígado. En mujeres se descompone cerca de un 10% en el estómago y en hombres un 30%. De esta manera los hombres se emborrachan más lentamente que las mujeres.

El alcohol que no se destruye en el estómago se absorbe en el intestino delgado y llega a la sangre, que lo distribuye por todos los tejidos excepto la grasa. Las mujeres tienen más grasa que los hombres así que con la misma cantidad de alcohol se embriagan más. Una vez en la sangre y las células, el organismo continúa trabajando por eliminar la sustancia tóxica. Lo hace a través de la orina, el aliento y el hígado.

Hay sustancias que acompañan a la bebida que sí son beneficiosas si es consumido en bajas cantidades, como sucede con el vino tinto. “Mejora la calidad de la flora intestinal, aumentando la cantidad de bacterias que nos protegen de enfermedades como la obesidad, el cáncer o la diarrea”, señala Moreno. “Pero este efecto se deben exclusivamente a los polifenoles presentes en este vino”.

En definitiva, lo ideal es consumir poca bebida de manera reposada para evitar emborracharse y poder aprovechar sus virtudes además de disfrutar del producto desde el punto de vista gastronómico.

Fuente:

RTVE Ciencia
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