Cuando
te dicen que puedes alcanzar tus sueños si pones en ellos todo tu
empeño, ¿te están animando o te están hundiendo? Si, al cabo del
tiempo, tu esfuerzo ha dado los frutos esperados, se lo agradecerás
a quienes te impulsaron y a quienes te alentaron por el camino. Si no
se cumplen tus expectativas, no podrás regresar al momento inicial y
querrás asumir tu error, no sin algún resquemor a terceras
personas. Pero, de ahí a que todo el Universo conspire para
ayudarte a conseguir una cosa que quieres realmente...
NASA: Andrómeda |
Miles
de personas que aspiraron a tener una vivienda y ahora están en la
calle, y sin trabajo. Miles de personas que quisieron curarse de su
enfermedad y murieron antes de conseguirlo. Miles de artistas que
dejan su vocación pictórica, literaria, teatral o musical cuando es
tarde para salir de la indigencia. Cientos de investigadores a los
que se les cierran las puertas y deciden emigrar, no volver o cambiar
de actividad. Cientos de empresarios que apenas lograron mantener
unos meses sus iniciativas.
No,
el Universo no conspira a favor de los sueños de cualquiera.
Libros
como El Alquimista o El Secreto se han vendido como churros y han
contribuido a cumplir los sueños de sus autores, pero no a los de
todos sus lectores. Y no porque no se entregaran a sus sueños con
total amor, perseverancia, ilusión o confianza, sino porque en el
Universo, el resto de las variables humanas aspiran a cosas
similares. A deseos comunes en muchos casos: sólo hay una campeona
del mundo en gimnasia rítmica.
No
trato de demonizar el ansia del resultado, porque no siempre basta
con haberlo intentado. Pero la mayoría de las veces basta con
haberlo intentado, porque, en el fondo, la vida no parece otra cosa
que un camino de intentos, con sus logros y sus fracasos.
No
es de justicia reírse de las personas que te ayudan a cumplir tus
sueños. Es inmoral y repudiable aprovecharse de ellos creándoles
expectativas de triunfo y logro ante cualquier cosa. Pero, además,
es pernicioso para el resto, quienes no conocen los contenidos de
esos libros y se encuentran con lectores ambiciosos que les miran por
encima del hombro. Como si ellos hubieran dispuesto que todo el mundo
(o, aún más, el Universo) tuviera que estar a su servicio.
No,
no es así, el Universo es desconocido, nuestra mente es desconocida
y podemos elucubrar lo que queramos sobre nuestros poderes, pero no
tenemos acceso a todo. Estamos conectados, tenemos cosas en común,
pero desconocemos cómo funcionan esas conexiones. Cada cual es libre
de creerlo, pero no tiene fundamento. Y la engañifa de los santones
tiene que ser al menos advertida.
Ése
ha sido el propósito de esta entrada, si no es de vuestro agrado,
que el Universo me castigue y conspire contra mí.
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