La Unión Europea ha dotado al Human Brain Project con 1.000 millones de euros para los próximos 10 años. Este proyecto estrella es denominado flagship,
buque insignia. El proyecto es colosal y ha despertado una gran
controversia. Es calificado como una simulación del cerebro ya que es el
heredero del Blue Brain Project. Sin embargo, es mucho más que eso. Es el esfuerzo más ambicioso para descifrar los enigmas del cerebro.
A menudo se califica a la Unión Europea como un monstruo burocrático con escaso valor. El Human Brain Project demuestra como es posible emprender proyectos de ámbito europeo que den auténtico valor. La dotación de la empresa es fabulosa: 1.000 millones de euros en 10 años. Así, la UE pretende ser pionera un área de absoluta actualidad y de enorme beneficio para los ciudadanos: la comprensión del cerebro. Es de destacar que el país líder, Suiza, ni siquiera pertenece a la UE y que otros países no europeos como EE.UU, Argentina o Japón también intervienen.
Henry Markram es el padre de la empresa. Durante años ha estado trabajando en su predecesor, el Blue Brain Project. De Markham se ha dicho que es un encantador de serpientes: alto, de buena voz, con un discurso seductor, ha destacado por encima del trabajo callado de muchos neurocientíficos. Y que ha conseguido convencer a las autoridades europeas para invertir una suma tan enorme.
Las críticas al proyecto son varias, la mayoría provenientes del mundo anglosajón y notablemente de EE.UU. Un proyecto así, dicen, deja sin recursos a muchos pequeños proyectos también importantes. La simulación del cerebro no es posible, al menos por ahora, dicen otros. Aunque algo de razón puedan tener las críticas están en esencia equivocadas.
Europa carece de planes e instituciones para grandes proyectos. Pero en EE.UU muchas organizaciones gubernamentales apoyan grandes proyectos. Por ejemplo DARPA o los Institutos de Salud NHI. Uno de tales proyectos es el Conectoma. Otro es SyNAPSE para desarrollar un chip neuromórfico en el que interviene IBM. La Agencia de Energía Nuclear promueve el uso de la supercomputación. Y así un largo etcétera.
El Human Brain Project no es una aventura de simulación del cerebro humano, aunque este sea uno de sus objetivos. La meta es comprender el cerebro y encontrar aplicaciones a este conocimiento.
La investigación en neurociencia está muy fragmentada. Y el cerebro es muy complejo. Se puede estudiar desde muchos niveles de organización, desde la genética hasta la conducta. El objetivo del proyecto es lograr la integración de todos estos conocimientos. Y para ello hace falta un modelo. Con un buen modelo, podremos incorporar los datos de todas las investigaciones.
En el lugar más bajo, nos encontramos con los datos moleculares. Cientos de experimentos prueban moléculas que intervienen en el funcionamiento del cerebro. De estas investigaciones salen medicamentos que pretenden aliviar las enfermedades mentales. Pero, desgraciadamente, el avance es muy lento, en buena medida porque no sabemos en qué sitios y de qué forma actúan los medicamentos. Un modelo del cerebro es imprescindible.
Con un buen modelo, podemos realizar una simulación, y es aquí donde encaja la tan cacareada simulación cerebral. Pero el objetivo primero es incorporar todos los datos de las muy diversas investigaciones que se relizan hoy en día así como plantear nuevas investigaciones.
Quizá copiando el modelo de SyNAPSE, el Human Brain Project también quiere desarrollar la supercomputación y la creación de nuevos chips inspirados en la neurociencia. Chips que superen la arquitectura Von Neumann. La apuesta europea se llama Facets mientras que la americana, liderada por IBM es el chip neurosinaptico ya en fase beta.
La dimensión del proyecto es colosal no solo por el dinero. Más de 80 partners intervienen. Decenas de universidades europeas, entre ellas varias españolas con la Universidad Politécnica de Madrid y el Instituto Cajal a la cabeza, así como varias instituciones argentinas. Los gigantes informáticos IBM, SAP o Cray. La nómina de neurocientíficos es notable como el Premio Nobel Torsten Wiesel que deslumbró al mundo con su investigación de la corteza visual del gato o Stanislas Dehaene que estudia la conciencia entre otras cosas.
La principal dificultad estará en la coordinación del enorme equipo. Pero la ambición es imprescindible si se quiere desvelar el órgano más complejo del universo conocido: el cerebro humano.
A menudo se califica a la Unión Europea como un monstruo burocrático con escaso valor. El Human Brain Project demuestra como es posible emprender proyectos de ámbito europeo que den auténtico valor. La dotación de la empresa es fabulosa: 1.000 millones de euros en 10 años. Así, la UE pretende ser pionera un área de absoluta actualidad y de enorme beneficio para los ciudadanos: la comprensión del cerebro. Es de destacar que el país líder, Suiza, ni siquiera pertenece a la UE y que otros países no europeos como EE.UU, Argentina o Japón también intervienen.
Henry Markram es el padre de la empresa. Durante años ha estado trabajando en su predecesor, el Blue Brain Project. De Markham se ha dicho que es un encantador de serpientes: alto, de buena voz, con un discurso seductor, ha destacado por encima del trabajo callado de muchos neurocientíficos. Y que ha conseguido convencer a las autoridades europeas para invertir una suma tan enorme.
Las críticas al proyecto son varias, la mayoría provenientes del mundo anglosajón y notablemente de EE.UU. Un proyecto así, dicen, deja sin recursos a muchos pequeños proyectos también importantes. La simulación del cerebro no es posible, al menos por ahora, dicen otros. Aunque algo de razón puedan tener las críticas están en esencia equivocadas.
Europa carece de planes e instituciones para grandes proyectos. Pero en EE.UU muchas organizaciones gubernamentales apoyan grandes proyectos. Por ejemplo DARPA o los Institutos de Salud NHI. Uno de tales proyectos es el Conectoma. Otro es SyNAPSE para desarrollar un chip neuromórfico en el que interviene IBM. La Agencia de Energía Nuclear promueve el uso de la supercomputación. Y así un largo etcétera.
El Human Brain Project no es una aventura de simulación del cerebro humano, aunque este sea uno de sus objetivos. La meta es comprender el cerebro y encontrar aplicaciones a este conocimiento.
La investigación en neurociencia está muy fragmentada. Y el cerebro es muy complejo. Se puede estudiar desde muchos niveles de organización, desde la genética hasta la conducta. El objetivo del proyecto es lograr la integración de todos estos conocimientos. Y para ello hace falta un modelo. Con un buen modelo, podremos incorporar los datos de todas las investigaciones.
En el lugar más bajo, nos encontramos con los datos moleculares. Cientos de experimentos prueban moléculas que intervienen en el funcionamiento del cerebro. De estas investigaciones salen medicamentos que pretenden aliviar las enfermedades mentales. Pero, desgraciadamente, el avance es muy lento, en buena medida porque no sabemos en qué sitios y de qué forma actúan los medicamentos. Un modelo del cerebro es imprescindible.
Con un buen modelo, podemos realizar una simulación, y es aquí donde encaja la tan cacareada simulación cerebral. Pero el objetivo primero es incorporar todos los datos de las muy diversas investigaciones que se relizan hoy en día así como plantear nuevas investigaciones.
Quizá copiando el modelo de SyNAPSE, el Human Brain Project también quiere desarrollar la supercomputación y la creación de nuevos chips inspirados en la neurociencia. Chips que superen la arquitectura Von Neumann. La apuesta europea se llama Facets mientras que la americana, liderada por IBM es el chip neurosinaptico ya en fase beta.
La dimensión del proyecto es colosal no solo por el dinero. Más de 80 partners intervienen. Decenas de universidades europeas, entre ellas varias españolas con la Universidad Politécnica de Madrid y el Instituto Cajal a la cabeza, así como varias instituciones argentinas. Los gigantes informáticos IBM, SAP o Cray. La nómina de neurocientíficos es notable como el Premio Nobel Torsten Wiesel que deslumbró al mundo con su investigación de la corteza visual del gato o Stanislas Dehaene que estudia la conciencia entre otras cosas.
La principal dificultad estará en la coordinación del enorme equipo. Pero la ambición es imprescindible si se quiere desvelar el órgano más complejo del universo conocido: el cerebro humano.
Fuente:
ALT1040