La solución está en que empresas que hacen negocio con la venta de comida chatarra, como McDonalds y BurguerKing, dejen de vender sus venenos a nuestros hijos. Pero esto NUNCA lo hará ningún gobierno de los EE.UU. pues para ellos el Libre Mercado está por encima de la salud de millones de niños, jóvenes y ciudadanos.
¿Cuál será la mayor amenaza para la seguridad y bienestar de los estadounidenses en la próxima década? ¿Al-Qaeda? ¿el cambio climático?
No y no. La respuesta está en cualquier parte a donde uno vaya en Estados Unidos: se vende en todas las tiendas sin receta y se consume en cantidades extraordinariamente grandes.
Los estadounidenses se están ahogando en comida insana y están luchando con la obesidad que esa comida -y la falta de ejercicio- han provocado.
Y tambaleándose junto a ese problema está un
sistema de salud que debe pagar decenas de miles de millones de dólares
cada año para tratar las enfermedades vinculadas a esa obesidad:
cardiopatías, enfermedad cerebrovascular y diabetes tipo 2.
EE.UU. es la nación industrializada más gorda del planeta.
La buena noticia es que la tendencia puede cambiarse. Para un país que no cree en la injerencia del gobierno, EE.UU. parece haber tomado muy seriamente la intervención oficial para cambiar las cosas.
En las calles que rodean al colegio Isaac Sheppard en Filadelfia hay basura tirada por todas partes, las viviendas cercanas subsidiadas por el estado están deterioradas y algunas ventanas están cubiertas con tablas.
Hay una sensación de profundo abandono. En las esquinas hay grupos de jóvenes reunidos sin propósito aparente.
El director del colegio, Jim Otto, comenta bromeando que los funcionarios del distrito escolar no visitan con mucha frecuencia el colegio. Les preocupa su seguridad física y la de sus autos.
Dentro de los salones de clase del edificio de piedra del siglo XIX se está dando una enseñanza diferente.
Se proyecta un video mientras nueve niños -una mezcla de latinos y afroamericanos- caminan o saltan en su lugar, moviendo los brazos y estirándose en una clase de ejercicios que duran unos 15 minutos.
"Ya tratamos un club para caminar" dice Otto. "Pero nos dispararon".
Es una iniciativa voluntaria que ha sido recibida con entusiasmo por el colegio.
"Nuestros niños quieren correr" dice el director a la BBC.
"Quieren jugar y competir. Pero eso no es práctico ni es posible. No es seguro hacerlo".
"Si no les damos la oportunidad de hacer esto aquí, esa oportunidad se habrá perdido".
Pero quizás las lecciones de ejercicio podrán hacerse más allá de las aulas.
"Nuestra esperanza es que los niños digan a sus padres que quieren jugar a este juego o que quieren ir al parque o que pueden caminar" afirma el director.
Lo que está ocurriendo en el Isaac Sheppard es parte de un proyecto que se realiza en toda Filadelfia dirigido por el gobierno de la ciudad, "Hagamos a Philly Sana".
En 2010 un informe del Departamento de Salud de la ciudad reveló que la obesidad se había convertido en "una norma, una crisis de salud pública" en Filadelfia, con 64% de los adultos y 57% de los niños de entre 6 y 11 años obesos o con sobrepeso.
En el norte de la ciudad, 70% de los niños eran obesos o tenían sobrepeso.
Hagamos a Philly Sana ha logrado retirar de cada colegio las máquinas para freír con aceite, las expendedoras de dulces y productos azucarados, ha construido carriles especiales en las calles para bicicletas, alentado el ejercicio en los colegios y empresas y patrocinado los frigoríficos con productos frescos y la venta de fruta en 650 tiendas en las partes más pobres de la ciudad.
Y las tasas de obesidad en la ciudad están reduciéndose. De 2006 a 2010 ha habido una disminución de 5%, con las mayores reducciones entre los niños afroamericanos y las niñas hispanas.
Es muy pronto, señala, para asociar los esfuerzos de la ciudad con la reducción en las tasas de obesidad.
"Estamos convencidos de que realmente estamos viendo una reducción en la obesidad infantil en la ciudad", dice "y creemos, aunque no lo hemos confirmado, que también estamos disminuyendo la obesidad adulta en Filadelfia".
Hay límites hasta dónde puede llegar la ciudad.
Un impuesto propuesto para las bebidas azucaradas, identificadas por el departamento de salud de la ciudad como una de las principales responsables de la obesidad, fracasó.
También hay barreras estructurales. El doctor Schwarz explica que cuando la ciudad de Baltimore trató de llevar fruta fresca a sus tiendas, la medida fracasó porque el único distribuidor que empleaban las tiendas se rehusó a hacerlo.
Según el experto, las políticas nacionales producen incentivos perversos y profundamente dañinos.
Los subsidios para el maíz que se usa en el jarabe de alta fructosa -un substituto del azúcar- han provocado una reducción en el precio de los refrigerios azucarados, mientras que los precios de la fruta han aumentado.
Al abrir diversos frentes en la lucha contra la obesidad, Filadelfia podría estar comenzando a ganar la batalla. Pero el doctor Schwarz se muestra cauteloso.
"Ésta no es una batalla", indica, "es una guerra muy larga".
EE.UU. es la nación industrializada más gorda del planeta.
La buena noticia es que la tendencia puede cambiarse. Para un país que no cree en la injerencia del gobierno, EE.UU. parece haber tomado muy seriamente la intervención oficial para cambiar las cosas.
En las calles que rodean al colegio Isaac Sheppard en Filadelfia hay basura tirada por todas partes, las viviendas cercanas subsidiadas por el estado están deterioradas y algunas ventanas están cubiertas con tablas.
Hay una sensación de profundo abandono. En las esquinas hay grupos de jóvenes reunidos sin propósito aparente.
El director del colegio, Jim Otto, comenta bromeando que los funcionarios del distrito escolar no visitan con mucha frecuencia el colegio. Les preocupa su seguridad física y la de sus autos.
Se proyecta un video mientras nueve niños -una mezcla de latinos y afroamericanos- caminan o saltan en su lugar, moviendo los brazos y estirándose en una clase de ejercicios que duran unos 15 minutos.
"Ya tratamos un club para caminar" dice Otto. "Pero nos dispararon".
Obesidad, la norma
Los niños del colegio hacen los ejercicios al menos una vez al día, algunos dos veces.Es una iniciativa voluntaria que ha sido recibida con entusiasmo por el colegio.
"Nuestros niños quieren correr" dice el director a la BBC.
"Quieren jugar y competir. Pero eso no es práctico ni es posible. No es seguro hacerlo".
"Si no les damos la oportunidad de hacer esto aquí, esa oportunidad se habrá perdido".
"Estamos convencidos de que realmente estamos viendo una reducción en la obesidad infantil en la ciudad y creemos, aunque no lo hemos confirmado, que también estamos disminuyendo la obesidad adulta en Filadelfia"Dr. David Shwarz
Pero quizás las lecciones de ejercicio podrán hacerse más allá de las aulas.
"Nuestra esperanza es que los niños digan a sus padres que quieren jugar a este juego o que quieren ir al parque o que pueden caminar" afirma el director.
Lo que está ocurriendo en el Isaac Sheppard es parte de un proyecto que se realiza en toda Filadelfia dirigido por el gobierno de la ciudad, "Hagamos a Philly Sana".
En 2010 un informe del Departamento de Salud de la ciudad reveló que la obesidad se había convertido en "una norma, una crisis de salud pública" en Filadelfia, con 64% de los adultos y 57% de los niños de entre 6 y 11 años obesos o con sobrepeso.
En el norte de la ciudad, 70% de los niños eran obesos o tenían sobrepeso.
Hagamos a Philly Sana ha logrado retirar de cada colegio las máquinas para freír con aceite, las expendedoras de dulces y productos azucarados, ha construido carriles especiales en las calles para bicicletas, alentado el ejercicio en los colegios y empresas y patrocinado los frigoríficos con productos frescos y la venta de fruta en 650 tiendas en las partes más pobres de la ciudad.
Y las tasas de obesidad en la ciudad están reduciéndose. De 2006 a 2010 ha habido una disminución de 5%, con las mayores reducciones entre los niños afroamericanos y las niñas hispanas.
Una guerra muy larga
El comisionado de salud de la ciudad, el doctor Donald Schwartz, se cuida de cantar victoria.Es muy pronto, señala, para asociar los esfuerzos de la ciudad con la reducción en las tasas de obesidad.
"Estamos convencidos de que realmente estamos viendo una reducción en la obesidad infantil en la ciudad", dice "y creemos, aunque no lo hemos confirmado, que también estamos disminuyendo la obesidad adulta en Filadelfia".
Hay límites hasta dónde puede llegar la ciudad.
Un impuesto propuesto para las bebidas azucaradas, identificadas por el departamento de salud de la ciudad como una de las principales responsables de la obesidad, fracasó.
También hay barreras estructurales. El doctor Schwarz explica que cuando la ciudad de Baltimore trató de llevar fruta fresca a sus tiendas, la medida fracasó porque el único distribuidor que empleaban las tiendas se rehusó a hacerlo.
Según el experto, las políticas nacionales producen incentivos perversos y profundamente dañinos.
Los subsidios para el maíz que se usa en el jarabe de alta fructosa -un substituto del azúcar- han provocado una reducción en el precio de los refrigerios azucarados, mientras que los precios de la fruta han aumentado.
Al abrir diversos frentes en la lucha contra la obesidad, Filadelfia podría estar comenzando a ganar la batalla. Pero el doctor Schwarz se muestra cauteloso.
"Ésta no es una batalla", indica, "es una guerra muy larga".
Fuente:
BBC Ciencia
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