Parece
ciencia ficción pero no lo es, según Vinoth Ranganathan. En un simposio
celebrado hace una década por la Sociedad de Neurociencia de Estados
Unidos, este investigador de la Fundación Clínica de Cleveland, en
Estados Unidos, dio a conocer un experimento que probaba que los
individuos sanos pueden aumentar significativamente la fuerza de los
músculos abductores de los dedos y de los músculos flexores del codo a
través del entrenamiento mental. Es decir, pensando en el ejercicio sin llegar a practicarlo físicamente.
En sus ensayos, treinta voluntarios sanos con edades comprendidas entre los 20 y 35 años se concentraron en aprender de qué forma funcionaban sus músculos durante un entrenamiento físico con máxima fuerza. A continuación, realizaron contracciones mentales del abductor del meñique o de los músculos flexores del codo durante 15 minutos al día, 5 días a la semana, durante 12 semanas. Para comprobar que no movían realmente los músculos, los científicos usaron la electromiografía. Tras los experimentos, la fuerza de abducción del dedo aumentó más de un 35 % y que la fuerza de flexión del codo se incrementó un 13,5 % en el grupo que realizó los ejercicios "imaginarios", en comparación con el grupo de referencia. Además, en las resonancias magnéticas funcionales de sus cerebros realizadas tras entrenar se observó una actividad mayor y más concentrada en la corteza prefrontal en comparación con las imágenes previas al entrenamiento.
En sus ensayos, treinta voluntarios sanos con edades comprendidas entre los 20 y 35 años se concentraron en aprender de qué forma funcionaban sus músculos durante un entrenamiento físico con máxima fuerza. A continuación, realizaron contracciones mentales del abductor del meñique o de los músculos flexores del codo durante 15 minutos al día, 5 días a la semana, durante 12 semanas. Para comprobar que no movían realmente los músculos, los científicos usaron la electromiografía. Tras los experimentos, la fuerza de abducción del dedo aumentó más de un 35 % y que la fuerza de flexión del codo se incrementó un 13,5 % en el grupo que realizó los ejercicios "imaginarios", en comparación con el grupo de referencia. Además, en las resonancias magnéticas funcionales de sus cerebros realizadas tras entrenar se observó una actividad mayor y más concentrada en la corteza prefrontal en comparación con las imágenes previas al entrenamiento.