Uno de los compartimentos de la tumba comunal, durante la excavación. |ULB
- Muchos de los huesos pertenecen a bebés y niños enfermos
- El cementerio inca fue utilizado en torno al año 1000
- Junto con los cuerpos se han encontrados muchas ofrendas
Hace un milenio, los incas utilizaron el Santuario de Pachacamac, en la provincia de Lima, cerca del mar, como cementerio. Más de 80 esqueletos de todas las edades, entre ellos una docena de niños muy pequeños,
acaban de salir a la luz después de un milenio bajo tierra, en las
excavaciones llevadas a cabo por la Universidad Libre de Bruselas, que
lleva dos décadas trabajando en este país.
En la campaña de este año, terminada hace escasos días y dirigida por Peter Eeckhout, el equipo de Proyecto de Ychsma comenzó a excavar unos almacenes incas de los siglos XV y XVI, así como una necrópolis detectada en 2004.
Este antiguo cementerio estaba situado justo delante del Templo de Pachacamac. "En campañas anteriores ya habíamos encontrado pequeñas tumbas con dos o tres individuos, pero este año dimos con un enorme compartimento de 20 metros de largo que estaba intacto desde hace un milenio, inexplicablemente escapó del expolio", explica Eeckhout a EL MUNDO.
Esta enorme tumba ovalada estaba excavada en la tierra y cubierta con cañas y troncos de árboles tallados.
Una docena de bebés y niños estaban colocados en el perímetro, con sus cabezas orientadas hacia el interior. La parte principal estaba dividida en dos partes por una pared de ladrillos, que servían de base para otros enterramientos. En estos dos compartimentos, los arqueólogos encontraron más de 70 esqueletos y momias, muchas aún intactas y en posición fetal, tal como les dejaron los incas.
Al equipo de Eekhout le sorprendió, sobre todo, la cantidad de bebés y niños de muy corta edad que había.
Los antropólogos, bajo la dirección de Lawrence Owen, de la Universidad de Londres, creen que había una relación de parentesco entre muchos de los enterrados, debido al parecido morfológico de los esqueletos.
En un primer análisis detectaron que algunos habían sufrido lesiones mortales y otros tenían golpes o habían sufrido graves enfermedades. "Sólo hay un caso con un golpe en el cráneo que nos indica una muerte violenta", explica el arqueólogo belga.
Un trabajo anterior realizado por el mismo equipo del Proyecto Ychsma ya reveló que muchos de los esqueletos de Pachacamac pertenecieron a personas que sufrieron enfermedades. De hecho, los investigadores sugieren que podía ser el lugar al que los incas recurrían cuando estaban enfermos en busca de una cura, su santuario de sanación como lo es Lourdes para algunos católicos.
Pachacamac, como lugar de culto inca, se conoce desde que Hernando Pizarro llegó a la costa peruana.
Sus más de 400 hectáreas llegaron a ser el mayor santuario prehispánico de la costa central durante más de 1.500 años, un prestigio religioso que queda en evidencia por sus templos y la multitud de peregrinos que lo visitaban en las grandes ocasiones del calendario ritual andino. Por lo que parece, también querían pasar allí la eternidad.
Fuente:
El Mundo Ciencia
En la campaña de este año, terminada hace escasos días y dirigida por Peter Eeckhout, el equipo de Proyecto de Ychsma comenzó a excavar unos almacenes incas de los siglos XV y XVI, así como una necrópolis detectada en 2004.
Este antiguo cementerio estaba situado justo delante del Templo de Pachacamac. "En campañas anteriores ya habíamos encontrado pequeñas tumbas con dos o tres individuos, pero este año dimos con un enorme compartimento de 20 metros de largo que estaba intacto desde hace un milenio, inexplicablemente escapó del expolio", explica Eeckhout a EL MUNDO.
Uno de los esqueletos de Pachacamac.|ULB
Esta enorme tumba ovalada estaba excavada en la tierra y cubierta con cañas y troncos de árboles tallados.
Una docena de bebés y niños estaban colocados en el perímetro, con sus cabezas orientadas hacia el interior. La parte principal estaba dividida en dos partes por una pared de ladrillos, que servían de base para otros enterramientos. En estos dos compartimentos, los arqueólogos encontraron más de 70 esqueletos y momias, muchas aún intactas y en posición fetal, tal como les dejaron los incas.
Ofrendas y animales
Pertenecen a personas de ambos sexos y junto a los cuerpos había ofrendas, como vasijas de cerámica, animales (perros, gallinas de guinea), objetos de oro y cobre, máscaras de madera, calabazas, etcétera, objetos que ahora están en fase de restauración.Al equipo de Eekhout le sorprendió, sobre todo, la cantidad de bebés y niños de muy corta edad que había.
Los antropólogos, bajo la dirección de Lawrence Owen, de la Universidad de Londres, creen que había una relación de parentesco entre muchos de los enterrados, debido al parecido morfológico de los esqueletos.
En un primer análisis detectaron que algunos habían sufrido lesiones mortales y otros tenían golpes o habían sufrido graves enfermedades. "Sólo hay un caso con un golpe en el cráneo que nos indica una muerte violenta", explica el arqueólogo belga.
Un trabajo anterior realizado por el mismo equipo del Proyecto Ychsma ya reveló que muchos de los esqueletos de Pachacamac pertenecieron a personas que sufrieron enfermedades. De hecho, los investigadores sugieren que podía ser el lugar al que los incas recurrían cuando estaban enfermos en busca de una cura, su santuario de sanación como lo es Lourdes para algunos católicos.
Preguntas pendientes
Pero tanto la confirmación de esta hipótesis como otras muchas preguntas aún sin respuesta tendrán que esperar al análisis en laboratorio del material que se ha encontrado. Eeckhout quiere realizar la datación de cada uno de los individuos, secuenciar su ADN, estudiar la cerámica, los huesos de los animales y los tejidos, incluso determinar las plantas que había entonces. Los enigmas son muchos. ¿Acaso sacrificaron a los niños? ¿Enterraron los 80 cuerpos a la vez, en un entierro comunal, o fue a lo largo del tiempo? ¿Eran todos de la zona o venían de lejos? ¿Y cómo murieron?Pachacamac, como lugar de culto inca, se conoce desde que Hernando Pizarro llegó a la costa peruana.
Sus más de 400 hectáreas llegaron a ser el mayor santuario prehispánico de la costa central durante más de 1.500 años, un prestigio religioso que queda en evidencia por sus templos y la multitud de peregrinos que lo visitaban en las grandes ocasiones del calendario ritual andino. Por lo que parece, también querían pasar allí la eternidad.
Fuente:
El Mundo Ciencia