El Gobierno británico embarca a 10.000 personas en «Watermark», el mayor simulacro realizado hasta ahora para saber cómo reaccionar ante una inundación.Barrios enteros desalojados. Conductores atrapados en sus vehículos. Agua por todas partes. El Big Ben y la Torre de Londres parcialmente sumergidos. Cuando las autoridades inglesas planificaron este escenario no era más que un simulacro para calmar (o alimentar) la psicosis ante la posibilidad de que una inundación pueda llevarse por delante las principales ciudades inglesas. Tras el terremoto y tsunami de Japón, parece una advertencia del destino.
Observe atentamente la imagen. Olvídese del photoshop. Y piense en lo que podría ocurrir si lo que está viendo se cumpliese. Ni Londres ni las principales ciudades inglesas están mentalizadas para hacer frente a una inundación como ésta.
“Uno de cada seis hogares del Reino Unido corre el riesgo de ser inundado. Debemos estar preparados para el peor escenario”, advierte Lord Chris Smith, jefe de la Agencia británica de Medioambiente. El mensaje es claro para la población: también Reino Unido es un gigante con pies de barro.
Para concienciar a la población, Downing Street ha difundido estas catastrofistas imágenes y ha puesto en marcha “Watermark”, un simulacro de desbordamiento del río Támesis, el mayor realizado hasta la fecha, en el que participarán en total 10.000 médicos, bomberos, soldados, policías y hasta miembros del Gobierno Cameron o el príncipe Guillermo.
En total serán cinco días de “maniobras”, que se realizan por partes desde este fin de semana, y que han costado nada menos que 2,1 millones de euros. Por suerte o por desgracia, han coincidido con el terremoto y el maremoto que han arrasado Japón.
¿Y si la barrera del Támesis se viene abajo?
La hipótesis de trabajo es que la barrera situada en el este de Londres, que protege a la ciudad de las inundaciones, se viene abajo por las constantes lluvias, y la urbe queda a merced del agua. Todos los edificios situados a ambos márgenes del Támesis, como el Parlamento, la Torre de Londres, el O2 Arena o el Big Ben quedan anegados. Por extensión, la alarma se extiende al resto de la isla, donde el agua se lleva todo por delante.
Lo primero, según esta hipótesis de trabajo, serían las instalaciones del norte del país que proporcionan agua potable a millones de personas, que reventarían. Además de Londres, otras ciudades como Birmingham, Cardiff o Liverpool quedarían, según la Agencia de Medio Ambiente, completamente anegadas.
Para el Gobierno británico, sacudir conciencias de este modo no es exagerado: hace cuatro años, varias regiones del sur de Inglaterra quedaron anegadas por la lluvia, pero también por la deficiente actuación de las autoridades y de los servicios de emergencia.
Probar los supuestos más extremos
“No tenemos ninguna duda de que durante los próximos 10 años mucha más población sufrirá este tipo de desastres, y por eso debemos practicar incluso los escenarios más extremos", asegura a los medios ingleses Charles Tucker, jefe del organismo no gubernamental "National Flood Forum".
También están llamadas a participar cinco compañías suministradoras de agua y prácticamente todos los proveedores de electricidad para comprobar hasta qué punto están preparados para una batalla extrema contra el agua. Incluso, cuando terminen todas las maniobras se habrán desplegado helicópteros, desalojado colegios, sumergido bajo el agua vehículos y rescatado de los tejados a personas rodeadas por el agua.
Cada año, las autoridades británicas gastan ingentes cantidades de dinero en construir y conservar los diques que protegen del agua a las ciudades. Ahora, visto lo visto, cualquier protección parece poca.
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