
En los últimos años se habían venido acumulando pruebas de que tomar suplementos de antioxidantes, incluso algunos tan aparentemente inocuos y comunes como las vitaminas C y E o el beta-caroteno, no es que no fuese beneficioso para la salud, sino que incluso podía ser perjudicial, aunque la causa tras la frase “parece incrementar la mortalidad” no estaba clara
Pero, ¿por qué los antioxidantes pueden ser tan peligrosos cuando se ingieren como suplemento? Una hipótesis es que, a altas dosis, los antioxidantes pasan a ser oxidantes creando los efectos sobre el ADN y las células en general que se supone que deberían evitar. Otra hipótesis, seguramente más probable, es que estaríamos ante la versión humana de lo que se está encontrando en los ratones de laboratorio, esto es, los antioxidantes interferirían en la acción de las células del sistema inmunitario que combaten el cáncer y la infección. Efectivamente, los enemigos, los pérfidos radicales libres, realizan funciones muy importantes en el organismo. La principal, luchar contra las toxinas (los leucocitos de la sangre segregan cantidades muy grandes de radicales libres para combatir las infecciones bacterianas) y luchar contra las células cancerosas.
Cuanto más avanza la investigación más dudas aparecen sobre los beneficios de los antioxidantes, y cada vez más concretas. Veamos unos ejemplos, sin ánimo de ser exhaustivos.
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