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7 de octubre de 2010

¿La homosexualidad tiene un origen genético?

Primera Parte:

Existe una fuerte reticencia, sobre todo entre creyentes de orientación conservadora y algunos otros en el extremo de la derecha política, hacia cualquier investigación que sugiera que la orientación sexual tiene un componente biológico, sea éste de orden genético o epigenético, o guiado por señales biológicas que no están determinadas genéticamente como, por ejemplo, los niveles de hormonas en el feto. Para ellos, la orientación sexual surge de la educación o de las influencias externas.

Por el contrario, los activistas del movimiento homosexual y buen parte de la izquierda política prefieren creen que la orientación sexual es como el color de los ojos: un rasgo con el que se nace y no una opción que se escoge.

¿Quién tiene razón?

Primero analicemos objetivamente las pruebas que existen hasta el momento.

Desde un punto de vista estadístico, el hecho de tener un hermano homosexual aumenta de manera drástica la probabilidad de ser homosexual. Al parecer, en torno al un 15 por ciento de las hermanas de mujeres lesbianas son también lesbianas (comparadas con el 2 por ciento de la población general), y el 25 por ciento de los hermanos de hombres gais son también homosexuales (comparados con el 4 por ciento de la población general). Resulta interesante señalar que el hecho de tener un hermano gay no hace aumentar las probabilidades de que una mujer sea lesbiana ni viceversa.

Sin embargo, de estas estadísticas no debemos inferir que la homosexualidad es heredable per se, porque los hermanos también comparten educación y entornos similares. Así que hay que recurrir a pruebas más convincentes, como las llevadas a cabo con gemelos monocigóticos (idénticos) y dicigóticos (fraternales).

Al parecer, en el caso de los hombres, tener un hermano gemelo monocigótico homosexual hace que aumente en torno a un 30 por ciento la probabilidad de ser homosexual (una probabilidad similar a la que hay de serlo cuando se tiene un hermano homosexual no gemelo). Un estudio similar realizado con mujeres demostró que el hecho de tener una hermana gemela monocigótica lesbiana confiere un 40 por ciento de probabilidades de que sea también lesbiana, en tanto que con una gemela dicigótica lesbiana ese porcentaje se reducía al 16 por ciento (de nuevo, un valor similar al que se obtenía en el caso de tener una hermana no gemela lesbiana).

¿Qué conclusión, pues, debemos extraer de estos estudios? Al menos que un significativo número de casos, las parejas de gemelos monocigóticos son discordantes: uno es homosexual, y el otro es heterosexual. Eso indica que, a diferente del color de ojos, la homosexualidad no se hereda al cien por cien. Sin embargo, los estudios también sugieren que una parte de la orientación sexual está genéticamente determinada.

Pero debemos preocuparnos por las limitaciones que afectan a los estudios de gemelos que se han criado juntos: si los gemelos monocigóticos son criados de una forma más similar que los gemelos dicigóticos, esto podría contribuir a fomentar una mayor incidencia de la homosexualidad entre los primeros. Un mejor estudio, sin duda, analizaría el caso de gemelos que han sido criados por separado (en el momento de cerrar la edición de este volumen se están llevando a cabo trabajos en este sentido).
Vía Gen Ciencia


Segunda Parte:


¿Entonces, la parte genética de la homosexualidad a qué gen en concreto se debe? El comportamiento humano complejo no puede atribuirse a un único gen sino a muchos genes sino a un factor poligénico: la variación en múltiples genes es la responsable del componente heredable del rasgo. Esto también ocurre con la orientación sexual.

Con todo, el peso de la herencia materna en la homosexualidad masculina hace que sea razonable buscar en el cromosoma X uno o más genes que podrían influir en ella.

Dean Hamer y sus colegas de los Institutos Nacionales de Salud examinaron el ADN de un grupo de gais y lesbianas que por lo menos tenían un hermano homosexual del mismo sexo, así como el de un grupo de control formado por hombres y mujeres heterosexuales. Lo hicieron analizando tramos de ADN en posiciones espaciadas de forma aproximadamente regular en todo el cromosoma X. Hallaron que una región particular de este cromosoma, la denominada Xq28, tenía una tendencia significativa a diferir entre los hombres heterosexuales y los homosexuales, pero no así en las lesbianas comparadas con las mujeres heterosexuales.

La variación genética puede que no sea suficiente para explicar todo el componente biológico de la orientación sexual. Hay que sumar los factores epigenéticos, como el estrés materno o el estado inmunológico durante el embarazo, así como los efectos hormonales derivados de la presencia de hermanos en el útero.

Cabe suponer que los hombres homosxuales tienen cerebros parecidos a las mujeres heterosexuales, y que las mujeres lesbianas tienen cerebros parecidos a los hombres hetersoexuales. Algo que trató de constatar en 1991 Simon LeVay, del Salk Institute, midiendo el volumen de núcleo hipotalámico INAH3 en muestras de tejidos post mórtem procedentes de hombres hetero y homosexuales, así como de mujeres heterosexuales.

LeVay se dio cuenta de que el volumen del INAH3 era entre 2 y 3 veces mayor en el caso de los hombres heterosexuales que en el de las mujeres heterosexuales.

El hallazgo realmente interesante fue que el volumen medio del INAH3 en los varones homosexuales eran similar al de las mujeres heterosexuales, es decir, entre dos o tres veces menor que el de los hombres heterosexuales. Estas diferencias en los núcleos hipotalámicos contiguos, que no son dimórficos desde un punto de vista sexual en personas heterosexuales, por ejemplo, el INAH 1, 2 y 4.

La comisura anterior también es amyor en las mujeres que en los hombres, y otro estudio liderado por Laura Allen y Roger Gorski, en UCLA, se dedicaron también a medir el área transversal de este fajo de axones que conectan los hemisferos derecho e izquierdo del cerebro. Los resultados fueron parecidos: los cerebros homosexuales se parecían más a los cerebos del sexo hacia el que se inclinaban.

Debemos tener en cuenta que estos estudios sólo son correlacionales, y no demuestran de ninguna manera que la orientación sexual esté determinada genéticamente. Todos los estudios fueron de cerebros muertos, y no sabemos cómo son los cerebros de las personas homosexuales cuando nacen o poco después de venir al mundo, antes de que los factores socioculturales tengan ocasión de ejercer mayor influencia. Así pues, parece claro que hay componentes genéticos y culturales en la orientación sexual, pero no se pueden establecer porcentajes aún: quedan muchos estudios por llevarse a cabo. Una falta de estudios que debería evitar que nos inclinimos hacia una u otra posición del espectro político.

Vía: Gen Ciencia

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