Esta tarde, leyendo Science Now descubrí el enésimo motivo por el que admirar a Nikola Tesla. En el artículo se cuenta como a raíz de una tragedia en una mina de los Estados Unidos, un ingeniero retirado de Lockheed Martin Corp (descendiente de mineros) escribió una carta a sus ex-jefes preguntándoles si conocían alguna tecnología inalámbrica que permitiese comunicarse con mineros atrapados a cientos de metros bajo la roca. (Si estáis pensando que la radio o los teléfonos móviles son la solución estáis equivocados. Estas ondas electromagnéticas no pueden atravesar la roca, arcilla o cualquier otro material que conduzca electricidad.)
Finalmente los ingenieros de Lockheed Martin encontraron una, aunque muy antigua y basada en una idea del genio serbio: un generador de ondas magnéticas.
Básicamente el dispositivo es un electroimán (activado por corriente alterna tradicional o mediante baterías) que hace correr la electricidad a través de un cable enrollado en un cilindro de metal. Esto crea un campo magnético inocuo y de baja energía que se extiende hasta 500 metros. Más que suficiente para comunicar al 85% de las minas subterráneas de los Estados Unidos con el personal de superficie (que obviamente contaría con otro aparato idéntico).
Ya en 1890 Tesla experimentó con este concepto como una posible alternativa al telégrafo sin hilos de Marconi, pero el relativamente bajo alcance de las señales y los altos niveles de ruido que generaba la máquina, lo hicieron poco práctico.
Sin embargo en las minas ese bajo alcance parece suficiente, y hoy en día los problemas de ruido han podido solucionarse gracias al software desarrollado para atenuar señales indeseadas en los teléfonos móviles.
El aparato, al que han bautizado MagneLink (y que como se puede apreciar en la foto no es precisamente pequeño) permite mediante la modulación de las ondas magnéticas transmitir mensajes de texto o de voz. Cada máquina puede operar al menos 24 horas con una pila de 12 voltios, e incluye un auricular y una pantalla para enviar mensajes. Dado el bajo nivel energético que necesita para operar, no es peligroso a la hora de producir chispas (el gran enemigo del grisú).
Ya han comenzado las pruebas en minas de carbón de Pennsylvania, y en opinión de los mineros, lo ideal sería dotar a cada galería con uno de estos aparatos para que en caso de derrumbe fluyese la información entre equipos rescatadores y trabajadores atrapados.
Algo me dice que esta vieja idea de Tesla “revisitada”, será muy bien acogida por los trabajadores de las cuencas mineras de todo el planeta.