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2 de junio de 2010

La increíble historia del robo del cerebro de Einstein

Miércoles, 02 de junio de 2010

La increíble historia del robo del cerebro de Einstein que reveló el misterio de su inteligencia


El robo del cerebro de Einstein permitió descubrir la clave de su inteligencia. | Ampliar imagen

A 55 años de la muerte de Albert Einstein, muchos científicos han tratado de averiguar qué hizo que fuera tan inteligente. Pero nadie se ha esforzado más que un patólogo llamado Thomas Harvey, que perdió su trabajo y su reputación en la búsqueda para descubrir los secretos del genio de Einstein. Harvey nunca encontró la respuesta. Pero, a través de una secuencia probable de los acontecimientos, su investigación ayudó a transformar nuestra comprensión de cómo funciona el cerebro.

¿Cómo lo logró? Es una extraña historia que involucra a un genio muerto, un cerebro robado, un científico bribón y una idea loca que resultó no ser tan loca.

Einstein murió el 18 de abril 1955, en el Hospital de Princeton en Princeton, Nueva Jersey (EE.UU). En cuestión de horas, la tranquila ciudad se convirtió en un hervidero de periodistas y luminarias científicas, y de gente que simplemente quería estar cerca del gran hombre por última vez, dice Michael Paterniti , un escritor que investigó los hechos de ese día. "Fue como la muerte del profeta", dice Paterniti.

Las cosas se pusieron especialmente locas cuando Thomas Harvey, que realizó la autopsia de Einstein, durante el procedimiento, quitó el cerebro al cadáver para examinarlo, un procedimiento de rutina. Pero en lugar de colocar de nuevo el cerebro en el cráneo, Harvey lo puso en un frasco con formaldehído, revela Paterniti.

"Después se retiró con el cerebro, y fue bajo circunstancias un tanto dudosas", dice Paterniti.

Aunque es famoso por sus contribuciones a la ciencia, las facetas rebeldes y excéntricas de Albert Einstein fueron también muy conocidas. Los biógrafos escribieron que fracasó en la escuela, y que su negativa a usar calcetines se convirtió en una anécdota muy divertida.

Harvey dijo más tarde que el hijo mayor de Einstein, Hans Albert, le había dado permiso para tener el cerebro. Pero la familia de Einstein lo negó. Perdió su trabajo y fue denunciado por muchos colegas. Sin embargo, siguió con el cerebro. Su justificación, dice Paterniti, que fue el sentido del deber con la ciencia.

"Creía que su papel era preservar este cerebro y ponerlo en manos de algunos líderes neuroanatomistas, que podrían ser capaces de averiguar la clave de la genialidad de Einstein", relata.

Paterniti contactó a Harvey 40 años después, cuando el escritor empezó a interesarse por la historia del cerebro de Einstein. Por teléfono, los hombres tramaron un plan para devolver el cerebro a la nieta de Einstein, Evelyn, que vivía en Berkeley, California...

Lea la historia completa en:

Contexto (Tucuman)
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