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1 de julio de 2009

La historia del teclado Qwerty

Jueves, 02 de julio de 2009

Si miramos un momento la primera fila de letras del teclado que estamos usando podremos leer “qwerty”, así es como se conoce el teclado más famoso y utilizado de todos los tiempos. Aun así ha sido duramente criticado, en las siguientes líneas veremos por qué.



La creación

Seguro que muchos de los lectores se habrán preguntado alguna vez la razón de la extraña distribución de las letras en los teclados que hemos utilizado siempre. La explicación se remonta al siglo XIX, cuando se empezaban a comercializar las primeras máquinas de escribir.

El inventor del teclado Qwerty es el estadounidense Christopher Latham Sholes (1819 – 1890). Se inició en el oficio de la imprenta, trabajó como editor de algunos periódicos y llegó a ocupar un cargo público en Milwaukee pero su verdadera afición era la mecánica a la que dedicaba sus ratos libres.

Después de inventar y patentar una máquina de numerar encontró una revista especializada donde se describía el funcionamiento de una máquina de escribir inglesa. Sholes aplicó el funcionamiento de su máquina de numerar a la idea de la máquina inglesa y en 1867 creó una nueva máquina de escribir, la primera que tendría éxito en Estados Unidos.

Ni Sholes ni sus socios, Glidden y Soule, tenían los recursos económicos suficientes para comercializar su invento así que le vendieron los derechos a la empresa E. Remington & Sons en 1873. El éxito de la máquina venía dado por su tamaño y porque se escribía mucho más rápido con ella que a mano.

A pesar de ello presentaba un problema: una vez se alcanzaba cierta velocidad tecleando las varillas que imprimían los caracteres chocaban unas con otras y se atascaban ralentizando el ritmo de escritura.

En este problema reside el origen del teclado Qwerty. En la máquina original las letras estaban colocadas por orden alfabético, Sholes las redistribuyó separando las parejas o grupos de letras que suelen ir juntos en la escritura inglesa.

La idea fue elaborada con la ayuda de James Densmore. Con la técnica de mecanografía más usual para este teclado, en posición de descanso, cuatro dedos de cada mano se colocan sobre la fila central de letras, F y J tienen un distintivo al tacto para reconocerlas y teclear sin necesidad de mirar hacia el teclado.

En 1874, Remington sacaba a la venta la nueva máquina de escribir con el teclado que se convertiría en el Estándar hasta nuestros días, el Qwerty. La máquina se hizo pronto muy popular, sobretodo en aquellos gremios donde la velocidad de escritura era realmente importante. Cuando aparecen los primeros ordenadores para sustituir la máquina mecánica las oficinas no quieren perder el tiempo reacostumbrándose a otro tipo de teclado, por eso desde un principio los ordenadores han sido diseñados con Qwerty. Era lo más rentable para todos.

La fidelidad a este primer modelo de teclado alcanza también la tecla ‘Shift”. El primer teclado tan solo escribía en mayúsculas, la Remington nº 2 incorporaba la tecla Shift (to shift: desplazar), esta tecla movía el carro de las varillas y se imprimía con la minúscula. Con los nuevos modelos de máquinas de escribir, este desplazamiento ya no era necesario pero se ha respetado el nombre de la tecla para indicar el cambio de mayúsculas a minúsculas.

Las críticas

Cabe decir que durante todo el “reinado” de Qwerty han ido surgiendo teclados alternativos y movimientos críticos que han intentado desbancarlo del trono. Los principales problemas que presentaba la máquina de escribir Remington eran tres:

  • La imposibilidad de ver lo que se estaba escribiendo.
  • La lentitud en la escritura originada por la redistribución de las teclas.
  • Falta de ergonomía debido a la sobrecarga en la mano izquierda.

El primero de los problemas no fue relevante ya que lo solventó la misma empresa a finales de siglo, además no tenía que ver con el diseño del teclado sino con el de la máquina en sí misma. Los otros dos, velocidad y ergonomía si que han causado grandes discusiones.

La ergonomía de Qwerty es la característica más dudosa o criticada del invento. La distribución de las letras obliga a trabajar mucho más a la mano izquierda que a la derecha, lo cual supone un desequilibrio y un esfuerzo añadido para los diestros.

Además, también se critica el hecho de que una de las filas de letras que más trabaja es la superior, cuando la fila central es mucho más cómoda. Algunos sacan de estas características una ventaja ya que al usar mayormente la mano izquierda, la derecha queda libre para utilizar el ratón del ordenador.

Cuando aparecieron las máquinas de escribir electrónicas en 1930 y, más tarde, las computadoras las voces que criticaban la falta de velocidad de Qwerty se fueron acallando. Nunca se llegó a demostrar que hubiera otro teclado superior al original. A pesar de ello, todavía hay algunos especialistas que ponen en duda la eficiencia del teclado y han llegado a hablar del fenómeno Qwerty como una falla de mercado.

Las variantes de Qwerty

Christopher Sholes era estadounidense por lo que desarrolló un teclado acorde a su lengua natal, el inglés. Cuando el Estándar se empieza a comercializar a nivel internacional hace falta adaptarlo a otros idiomas ya que algunos necesitan diferentes caracteres, además la frecuencia de uso de cada letra es también diferente según la lengua.

Una de las variantes más conocidas es la alemana Qwertz, donde se invierte la posición de las letras “Y” y “Z”. Para el francés hacen falta más cambios, el más visible es que las seis primeras letras son AZERTY.

La versión española apenas varía en la distribución de las letras, tan solo añade la “ñ”, en cambio es diferente la colocación de caracteres como acentos, puntos, símbolos de interrogación, etc. En la mayoría de los países de habla hispana se utiliza la versión para el español de España, pero en otros países como Chile y México está más extendido el uso de la versión latinoamericana.

Es curioso el caso de Turquía y Letonia. Estos países tienen su propio diseño de teclado que encaja perfectamente con las necesidades del idioma pero está mucho más extendido entre los usuarios el Qwerty, sobretodo en Turquía.

El teclado para Bosnia, Croacia, Eslovenia y Servia tiene añadidos caracteres especiales como Č, Ć, Ž, Š y Đ. Este teclado se consolidó como el Estándar en 1980 mientras aun existía Yugoslavia. Ć y Đ no forman parte del alfabeto esloveno pero se mantiene por razones históricas.

Las lenguas no románicas son algo más complicadas de adaptar, en el caso del griego lo más usual es tener algo así como una traducción fonética de Qwerty. Lo que se hace es colocar las letras griegas en el mismo lugar que ocupa su homóloga romana en el Qwerty. Esto se hace para facilitar el uso del teclado a aquellas personas que ya están familiarizadas con el teclado americano.

Otra solución es mantener los dos alfabetos en el mismo teclado pudiendo alternar de uno a otro con una tecla especial o combinación de teclas. El alfabeto romano es necesario, por ejemplo, para acceder a algunas direcciones de Internet. Con el desarrollo de este medio de comunicación se hace prácticamente imprescindible tener un acceso rápido al alfabeto romano que es el que predomina en el lenguaje HTML y en las direcciones URL.

El caso más complicado es el teclado para lenguas asiáticas, la enorme cantidad de ideogramas que tienen el japonés y, sobretodo, el chino hace imposible poder incluirlos todos en un teclado. Han encontrado la solución con un teclado cuyo alfabeto es el románico y un software que interpreta la combinación de letras para mostrar en la pantalla los posibles ideogramas que corresponderían a lo que se ha tecleado.

El usuario escoge el carácter romano cuya fonética se parezca más al sonido del ideograma que quiere escribir. En pantalla aparecen varias posibilidades de ideogramas que se le parecen para que el usuario pueda escoger el que necesita. Es un funcionamiento similar al de los teléfonos móviles que disponen de diccionario y reduce el tiempo de escritura.

Algunos sistemas poseen una ayuda añadida, la posibilidad de escribir a mano el ideograma en un ratón especial sin necesidad de buscarlo entre las diferentes letras del teclado. Este sistema es especialmente útil cuando el usuario desconoce a que sonido pertenece el ideograma que quiere utilizar.

La alternativa a Qwerty



El único teclado que en el último siglo y medio ha llegado a competir en algún momento con Qwerty es el Dvorak. Muchos de los que critican las limitaciones de Qwerty ven en Dvorak una alternativa mejor. La discusión sobre su eficiencia ha acompañado a Qwerty desde hace muchos años y aún perdura, pero lo cierto es que por una u otra razón el estándar sigue siendo el líder.

August Dvorak patentó su teclado, Dvorak Simplified Keyboard (DSK) en 1936. Dvorak hizo un estudio sobre la frecuencia de uso de las letras y la psicología de las manos del usuario con el que desarrolló ciertas “normas” que servirían de base para distribuir las teclas.

El teclado de Dvorak colocaba las cinco vocales y las consonantes más utilizadas en la fila central en este orden: A O E U I D H T N S. Con esta disposición se pueden llegar a teclear 400 palabras (en lengua inglesa) usando tan solo la fila central mientras que Qwerty tan solo consigue 100 palabras. En porcentajes se traduce a un 70% del trabajo con Dvorak y un 32% con Qwerty.

La distribución de los caracteres del DSK, además de centrar la actividad en la fila del medio, equilibra el esfuerzo entre la mano derecha y la izquierda. El resultado es mayor comodidad y ergonomía para el usuario.

En sus inicios la rivalidad entre Dvorak y Qwerty se centraba en la ergonomía y la velocidad. El debate sobre si merece la pena cambiar a Dvorak por comodidad todavía está abierto. Respecto a cual de los dos es más rápido es muy difícil de demostrar.

Cuando en 1930 surgen las máquinas de escribir electrónicas potenciando la velocidad de escritura este argumento pierde fuerza. De todas maneras se han hecho diversos estudios en los que mecanógrafos expertos compiten utilizando diferentes teclados, pero los resultados no fueron suficiente contundentes.

Tampoco sirvió como prueba de su eficiencia que Barbara Blackburn consiguiera el récord mundial en mecanografía con un teclado Dvorak. Las conclusiones han acabado siendo que un mecanógrafo rápido escribe veloz con Dvorak y Qwerty y uno lento escribirá lento con ambos.

Hay que tener en cuenta la que comúnmente se llama memoria de los dedos. Tras haberse familiarizado con un tipo de teclado los dedos se mueven como arrastrados por un acto reflejo. El caso es que aunque Dvorak fuera realmente mejor teclado que Qwerty y además se pudiera demostrar, sustituir uno por otro significaría un esfuerzo muy grande de adaptación para los usuarios, mecanógrafos, empresas y fabricantes.

De todas maneras tanto Windows como Linux ofrecen la posibilidad de configurar el teclado como Dvorak y algunos fabricantes han sacado en alguna ocasión máquinas con teclados Dvorak.

Fuente:

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