Latest Posts:

18 de febrero de 2008

"Homo Bionicus": La próxima evolución

¿Realidad o ficción? Un brazo movido por el pensamiento, unas prótesis tan eficaces o más que las propias piernas, ojos biónicos que realizarán el trabajo de las retinas dañadas... Un nuevo ser humano que los científicos anuncian para un futuro no tan lejano.




Una ínfima fracción de segundo antes de que yo mueva la mano, Daniel Pérez Marcos ya sabe que la voy a mover. Y cuando no la muevo, sino que sólo imagino que la muevo, también lo sabe. No es telepatía, sino electricidad. En estos momentos soy un sujeto de experimentación en el Instituto de Ciencias de Alicante; en concreto, en un laboratorio del Grupo de Fisiología del Córtex Cerebral que dirige Mavi Sánchez Vives. Tengo puesto un gorro de tela con pequeños agujeros redondos distribuidos a intervalos regulares, en los que hay colocados electrodos que registran la actividad eléctrica de decenas de miles de mis neuronas. Del gorro salen cables conectados a amplificadores, conectados a su vez a un ordenador. En la pantalla, un gráfico se mueve al ritmo de mis pensamientos. Por eso el investigador Daniel Pérez Marcos sabe lo que pienso.

Pienso en mover la mano. Y ahí está lo difícil: pensarlo, pero no hacerlo. ¿Lo ha probado? No es tan fácil. Hay que concentrarse; no prestar atención a los ruidos, a si hace frío o calor o a si se tiene la boca abierta o cerrada. Ni siquiera hay que esforzarse demasiado en tratar de hacerlo bien. Todas esas distracciones generan ruido mental, o sea, eléctrico, que confunde al ordenador, y el resultado es que el experimento no sale como al sujeto le gustaría. Una sensación frustrante. Sobre todo si se sabe que hay monas que han hecho pruebas parecidas, incluso mucho más sofisticadas, a la perfección.

El ejercicio consiste en mover con el pensamiento una mano; pero no la mano propia, sino una virtual. Para eso, además del gorro con electrodos, tengo unas gafas para ver en tres dimensiones, y estoy ante una gran pantalla que muestra un brazo izquierdo apoyado sobre una mesa tal como ahora lo está el mío. Lo que veo podría ser una extensión de mi propio brazo. Y debo lograr que el brazo virtual obedezca mis órdenes, unas órdenes que envío sólo con mis pensamientos. El código es: cuando pienso que muevo la mano izquierda, la mano del brazo virtual se cierra; cuando pienso que muevo los pies, se abre. ¿Cómo es posible? El área del cerebro que controla el movimiento de la mano izquierda es distinta de la que controla el movimiento de los pies; cuando las neuronas de una u otra área se activan, los electrodos lo detectan y envían la señal al ordenador, y éste, obviamente, a la mano virtual.

Bueno, abrir o cerrar una mano virtual tal vez no parezca una gran hazaña. Pero todo depende de quién la lleve a cabo. Una de las primeras frases escritas con un teclado visual por una tetrapléjica capaz de hacer un clic en cada letra con un cursor movido sólo con el pensamiento fue: “I love it” (“Me encanta”). El autor del experimento, John Donogue (Universidad de Brown, Providence, Estados Unidos) le había preguntado: “¿Te gusta esta técnica?”. Donogue es uno de los pioneros en este campo de las órdenes mentales, pero no es ni mucho menos el único. Ésta es un área en auténtica explosión. También en Europa y Asia, varios laboratorios tratan de usar el pensamiento para mover no sólo cursores, sino brazos mecánicos, sillas de ruedas, sofisticadas prótesis… Y lo más de lo más, el bucle del bucle: a uno mismo. El objetivo último es que cualquiera pueda pasearse virtualmente por un mundo digital al estilo de Second life, pero sintiéndose realmente allí. ¿Posible?

Lea el artículo completo en:

El País - Sociedad

Biónica
google.com, pub-7451761037085740, DIRECT, f08c47fec0942fa0