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24 de julio de 2007

La tecnología combate el desperdicio.

El disponer de los desperdicios implica un gasto de energía adicional a la que se empleó para fabricarlos. El reciclaje permite recuperar gran parte de esta energía.

Por Tomás Unger .





A partir de la revolución industrial el término 'desperdicio' ha adquirido un nuevo significado. Los productos de la fabricación, cuando dejan de ser útiles, se convierten en un desperdicio, a menos que sean aprovechados para algo. El proceso de fabricación también produce desperdicios, frecuentemente tóxicos. La acumulación de población que acompañó a la revolución industrial ha dado lugar a la urbanización y a la concentración de desperdicios domésticos. El crecimiento poblacional y el aumento del nivel de vida han multiplicado exponencialmente el volumen de lo que llamamos basura.

BASURA Y ENERGÍA
Llamamos basura a los millones de toneladas de desperdicio que recogen los municipios cada año en el mundo. Basura se podría definir como una mezcla de cosas que, individualmente, valen menos de lo que cuesta separarlas. Esta definición lleva a la conclusión de que, si no hubieran sido mezcladas, dejarían de ser basura. Los ejemplos abundan. Restos de comida mezclados con botellas, latas, cajas vacías, papel, y envases de plástico son basura. Los componentes solos, de alguna manera, son utilizables. Para tener una idea de los volúmenes involucrados, en EE.UU. cada habitante produce 2,3 kilos de basura al día y en Europa aproximadamente 1,6 kilos.

Para disponer de estos volúmenes, que representan cientos de millones de toneladas al año, se requiere espacio y energía. El transportarlos, incinerarlos o depositarlos en un relleno consume energía y presenta además un peligro directo o potencial de contaminación. El creciente costo de la energía y el efecto de las emisiones de la combustión sobre el clima hacen cada vez más crítico disponer de la basura.

EL RECICLAJE
Desde hace miles de años se han reciclado algunos materiales. La conversión de espadas en arados y el proceso inverso en épocas de guerra son ejemplos antiguos. Además de los metales, ciertos productos como las telas se han reciclado por siglos, pero la industria moderna ha añadido una larga lista de productos que, además de requerir mucha energía para fabricarlos, necesitan energía adicional para destruirlos. La crisis energética y climática está obligando a reconsiderar nuestro manejo de estos desperdicios.

Uno de los primeros objetivos es la reducción de la energía consumida y de los gases de efecto invernadero emitidos por la incineración. Un estudio hecho en Inglaterra demuestra que incinerar un millón de toneladas de basura produce emisiones de CO2 equivalentes a las que generan 500 mil autos en un año.

Otro ahorro importante está en la energía que se puede ahorrar al reciclar un material. El ejemplo más impresionante es el aluminio, que requiere mucha energía para producirlo: el 95% de ella se ahorra al reciclarlo.

Reciclar acero y plásticos ahorra entre el 60% y el 70%. Para reciclar papel se usa aproximadamente 60% de la energía requerida para fabricarlo, pero, mucho más importante aun, se evita la necesidad de cortar árboles. Para el vidrio, cuya materia prima es barata, el 30% de la energía ahorrada en el reciclaje es importante. Un problema especial son los envases, cada vez más complicados, generalmente de diversos tipos de plástico.

LAS SOLUCIONES
A partir de los años ochenta, a medida que se ha ido creando conciencia de la crisis ambiental, diversos países han tomado medidas para reciclar los desperdicios. Esto supone separar los componentes de la basura en diversos recipientes, sistema todavía muy utilizado. Las botellas se echan en tachos separados de acuerdo con su color. Hoy Japón y Alemania, los más exitosos, reciclan cerca del 90% de su vidrio. En 1991, Alemania dio un paso importante haciendo responsables a los fabricantes del destino de sus envases. Los productos marcados con el 'punto verde' han pagado los costos de la recolección y reciclaje de los envases.

Mientras que los metales y el vidrio pueden reciclarse indefinidamente, este no es el caso del papel; se calcula que al cabo de unos seis usos ya no sale a cuenta reciclarlo. Sin embargo, el reciclaje de papel va en aumento, siendo China uno de los más grandes consumidores de papel para reciclaje.

Esto no debe sorprender en un país con una gran demanda de materia prima y mano de obra barata, hoy el principal consumidor de desperdicios reciclables.

NUEVAS TECNOLOGÍAS
No todos los países tienen la misma actitud hacia la conservación del medio ambiente y las facilidades para implementar un reciclaje efectivo. Entre los que mayor éxito han alcanzado figuran Holanda y Austria, que reciclan más del 60% de sus desperdicios municipales. Estados Unidos, que procesaba alrededor del 10% hace 20 años, hoy recicla el 32%, mientras que Francia un 30%. Ahora, con la aparición de nuevas tecnologías estas cifras aumentarán.

Un gran adelanto es un sistema que no requiere de la clasificación manual inventado por una empresa noruega. El nuevo sistema, con cilindros centrifugadores, fajas transportadoras, selectores magnéticos y sistemas de aire comprimido manejado por sensores computarizados, separa la basura. Los metales, los plásticos y el papel van cada uno por su lado. Los residuos orgánicos, si no son usados, son reciclados por la tierra. La separación de los plásticos es mucho más compleja, pero se está logrando en cada vez mayor grado.

Un problema más difícil son los artefactos eléctricos en general y los electrónicos en particular (ver esta página de fecha 12 de diciembre del 2006). El de las computadoras y aparatos electrónicos está siendo enfrentado de otra forma. Una nueva legislación europea hace responsable a los fabricantes del destino de los aparatos electrónicos. Esto ha llevado a las empresas a ofrecer recibirlos gratuitamente y encargarse de disponer de ellos.

En EE.UU., entre los fabricantes de computadoras, Hewlett- Packard ha marcado el camino instalando sus propias plantas de reciclaje. Otros están recogiendo sus máquinas desechadas sin costo para el cliente. Algo similar está sucediendo con los automóviles. Alemania es el primer país que ha establecido ciertas normas para hacer reciclable un mayor número de componentes de los autos que fabrica. En este caso el problema no es solo de materiales, sino de la mano de obra requerida para desarmar complejos mecanismos con el fin de clasificar sus componentes en función del material.

EL FUTURO
Como sucede en todo, lo que ha dado nuevo énfasis a la solución de un antiguo problema son los dos móviles más fuertes: el miedo y el dinero. El calentamiento global es una realidad y se está creando conciencia del impacto que tiene el consumo de energía sobre el clima; simultáneamente, el crecimiento de la economía en general, y de algunas de las economías en particular, ha hecho que se dispare el costo del petróleo. Dos factores que han dado un nuevo impulso a algo que debíamos venir haciendo hace tiempo: reducir los desperdicios.

Fuente:

Vida & Tecnología (El Comercio)
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