50 ideas sencillas para salvar el planeta (I)
Wangari Maathai, Nobel de la Paz en 2004: "No son las cosas grandes las que marcarán la diferencia, sino más bien los pequeños pasos que demos cada uno cada día". Es nuestra apuesta en esta nueva andadura. Cambiemos el rumbo. Está a nuestro alcance. Cada uno de nosotros, cada lector, cada periodista tiene en su mano más poder del que se imagina. Con sus pequeñas decisiones diarias -qué compra, dónde, cómo va a trabajar, cómo es su casa, a quién vota, dónde ahorra, qué come...- puede lograr que el planeta se recomponga.
Seguramente haya escuchado (probablemente también lo haya pensado): "¿Para qué cambiar nuestros pequeños hábitos de consumo, si quienes realmente ostentan el poder siguen comportándose igual?". Nos minusvaloramos. Si nosotros exigimos otros productos, otras actitudes, Gobiernos y empresas deberán adoptar otros registros. Confianza y optimismo. Otro Nobel de la Paz, Martin Luther King: "Si supiera que el mundo se ha de acabar mañana, yo hoy aún plantaría un árbol". No se piden grandes esfuerzos, ni siquiera renunciar a la comodidad. La misma recomendación sirve para las compras que para nuestra vida: rechace el exceso de envoltorios, el empaquetado superfluo; lo único que hace es complicar nuestra bolsa de la basura. E. F. Schumacher, economista: "Debemos vivir con sencillez para que otros, sencillamente, puedan vivir".
1. Otras bombillas
Cambie las bombillas incandescentes por otras de bajo consumo. Son más caras, pero duran hasta diez veces más, y gastan entre cuatro y cinco veces menos. Éste era el primer consejo de la campaña de promoción de la película Una verdad incómoda, de Al Gore. El Gobierno australiano obligó a comienzos de año a acometer ese cambio en todo el país, toda una revolución de bombillas. En España, cada hogar es responsable de producir hasta cinco toneladas anuales de CO2, principal causante del efecto invernadero. Tenemos que disminuir el consumo de energía. Nuestro comportamiento es decisivo para frenar el cambio climático, que, según los expertos, provocará este siglo un aumento de las temperaturas medias de dos a cuatro grados, una subida de las aguas de los mares de 28 a 43 centímetros y la extinción del 20% de las especies.
2. Demasiada basura
Las bolsas de basura de nuestras casas no paran de engordar. Otro síntoma más de la sociedad de consumo. En 1990, un español generaba una media de 323 kilos de residuos domésticos al año; en 2004, esta cantidad había aumentado a 524 kilos, según el Observatorio de la Sostenibilidad en España. Recuerde la triple regla de oro para gestionar bien los residuos: reducir, reutilizar y reciclar. La sociedad avanza en el reciclaje, pero no en las dos primeras opciones. Del cerca de kilo y medio de residuos que generamos cada uno al día en casa, casi medio kilo corresponde a envases y envoltorios. Estos materiales son muy voluminosos, y a menudo también superfluos e incluso complicados de reciclar. Debemos evitar comprar productos con exceso de embalaje. Si seguimos esta sencilla regla, nuestras bolsas de basura habrán solucionado buena parte de su sobrepeso.
3. El sol en casa
Las energías renovables se están implantando rápidamente. Los paisajes se han llenado de aerogeneradores (en algunas zonas hasta en exceso, con un impacto visual y auditivo sin calibrar). En poco tiempo se instalarán también en plataformas marinas. Y, según las nuevas normas de edificación, toda vivienda de nueva construcción debe incorporar unas superficies mínimas de colectores solares. Además, existen subvenciones para instalar placas fotovoltaicas; las compañías eléctricas están obligadas a comprar la energía que se genere con ellas a un precio con incentivo. A pesar de ser un país privilegiado en este sentido, a pesar del extraordinario potencial de sol con que contamos, España está muy por detrás en instalación de paneles en casas respecto a otros países, como Alemania y Austria, que soportan muchos más días nublados.
4. Un jersey y un toldo
Si tiene calefacción individualizada, instale un termostato para controlar el gasto. Antes de subir la temperatura o recurrir al aire acondicionado, probemos otras opciones que no requieran energía, como ponerse un jersey en invierno o generar corrientes cruzadas de aire en verano. Echemos mano también de toldos, persianas y ventiladores en época de calor. Y vigilemos a qué hora ventilamos las estancias. Si al final no son suficientes estas medidas, al menos habremos reducido las necesidades de calor o frío de la situación inicial. Recuerde, además, que las mejoras en el aislamiento de la vivienda permiten obtener ahorros energéticos y económicos de hasta un 30% en calefacción y aire acondicionado.
5. Desechos tecnológicos
Cuidado con la basura tecnológica; los aparatos electrónicos contienen sustancias peligrosas. Una batería de cadmio del móvil puede contaminar 600.000 litros de agua. No tire estos residuos a la basura. Llévelos a un punto limpio. Y piense dos veces antes de cambiar de aparato. Para fabricar un ordenador se han necesitado 240 kilos de combustibles fósiles, 22 kilos de productos químicos y 1.500 litros de agua. Fabricar un teléfono supone generar hasta 75 kilos de residuos contaminantes, aunque luego nos vendan como un gran adelanto su pequeñísimo tamaño.
6. Grifos en buen estado
Ojo con el agua. Revise todos los grifos de la casa. Que no goteen. Una forma de reducir el consumo es colocar difusores de caudal.
7. Vigile las facturas
Compruebe cada mes las facturas de agua y energía para llevar el control del consumo. Es más, propóngase bajarlo. Márquese un reto, un objetivo. Si lo logra, doble satisfacción.
8. Al mercadillo
Compremos muebles duraderos. Esto no quiere decir que tengan que ser nuevos, también podemos reciclar alguno o acudir a tiendas de segunda mano.
9. Gota a gota
Si tiene jardín, instale riego por goteo. Elabore su propio abono (compost) con los restos orgánicos. Y cuide mucho el uso de plaguicidas y fertilizantes químicos.
10. Cartas sin papel
Pidamos que las facturas y extractos mensuales lleguen a nuestro correo electrónico en lugar de al buzón de cartas de casa. Menos papel que tirar.
Fuente:
Diario El País