Es un fenómeno bien conocido y frecuentemente explotado en publicidad.
Aunque no sea racional elegir la marca de papel higiénico porque a uno le gustan los cachorritos, las publicidades emocionales funcionan.
Hay una explicación evolutiva obvia, la misma que explica por qué nos enternecen los humanos más jóvenes: hay que cuidarlos o nuestra especie se extinguirá.
¿Pero qué más hay? ¿Por qué sentimos esas emociones tan fuertes por la mayoría de los mamíferos bebés?
Truco de la evolución
El académico austríaco ganador del premio Nobel Konrad Lorenz (1903-1989), quien estudió la importancia evolutiva y adaptativa de los comportamientos humanos (etología humana), señaló que muchos animales –por razones que no tienen ninguna relación con la necesidad de ser protegidos por los hombres– poseen ciertos rasgos también compartidos por los bebés humanos, pero no por los adultos: grandes ojos, narices chatas, frente abultada y mentón pequeño.
Lorenz creía que somos víctimas de un truco de la respuesta evolutiva a los pequeños humanos y que transferimos nuestra reacción al mismo conjunto de rasgos en otros animales.
Por su parte, el antropólogo Andrew Marlow argumenta que esta reacción se origina en el modo en que nosotros, como humanos, nos desarrollamos.
Él sugiere que el impulso de crianza se dispara muy fácilmente en los humanos porque los bebés están muy mal preparados para sobrevivir y necesitan una enorme cantidad de cuidados.
"Esta es en parte una batalla evolutiva entre la pelvis y el cráneo", dice Marlow.
"Pero la contrapartida es que para acomodar nuestro bipedalismo, la pelvis se ha movido de posición y se ha estrechado".
"Una mujer moderna no es físicamente capaz de dar a luz nada que sea más grande que la cabeza de un bebé".
"Por lo tanto el cerebro humano tiene que desarrollarse mucho después del nacimiento, no en el útero".
"Por eso los bebés humanos son muy vulnerables".
Ojos negros e implorantes
Según Lorenz, juzgamos la apariencia de otros animales, incluso si no son mamíferos, con el mismo criterio con el que juzgamos la nuestra – aunque el juicio puede ser totalmente inapropiado en un contexto evolutivo.Por ejemplo, un pollito recién nacido –a pesar de las apariencias– probablemente no esté anhelando un abrazo.
Incluso algunas criaturas acuáticas nos provocan esta respuesta: muchos creen que los delfines, con su frente abultada y su rostro sonriente son "lindos".
Por el contrario, un tiburón parece tener una boca cruel y ojos malignos.
"Es nuestra respuesta la que así lo interpreta. Si los bebés comenzaran a nacer con largas narices y cabezas estrechas, incluso con cuernos, comenzaríamos a ver esos rasgos como bellos".
"De manera más concentrada, esta es la razón por la que los padres tienden a creer que sus propios retoños son más atractivos que otros bebés".
"Hay un instinto inherente para preservar nuestro propio linaje. Con un foco más concentrado, significa nuestro propio y específico ADN".
"Un foco más amplio, supone todos los jóvenes humanos. Y un foco aún más amplio incluye a todos los jóvenes mamíferos".
El artículo complwto en:
BBC Ciencia