Las proyecciones sugieren que para el 2050 habrá 250 millones de toneladas de plástico en el mar.
*El pasado
31 de octubre, la Comisión de Economía del Congreso aprobó el dictamen
de la propuesta legislativa que promueve la reducción gradual del
consumo de bolsas de plástico. A través de un impuesto, la iniciativa
busca desincentivar su producción. Si bien aún falta que sea aprobada
por el Pleno, es un gran avance. El daño que le hacen las bolsas al
medioambiente es notable. Un claro ejemplo es nuestro litoral, en donde,
según la oceanógrafa Sara Purca, "no hay metro
cúbico que esté libre de microplásticos". Para conocer el impacto, a
continuación, publicamos la entrevista que El Comercio le hizo a la
especialista en abril de 2018.
Cada año millones de toneladas de basura ingresan al mar. En el Océano Pacífico crece una isla de basura gigante,
considerada de las mayores concentraciones de desperdicios plásticos
del mundo, que ya casi ha triplicado el tamaño de Francia. Las
consecuencias son alarmantes, la ONU prevé que para el 2050 habrá más
plásticos que peces en el mar.
El Perú no está
exento de esta problemática. Nuestro estilo de vida dependiente de los
productos sintéticos ha ocasionado que el ecosistema marino se vea cada
vez más afectado. Para comprender las consecuencias que esto acarrea
conversamos con Sara Purca, oceanógrafa peruana que desde hace más de 10
años vigila el mar de nuestro país.
Sara recibió el
“Premio Nacional Por las Mujeres en la Ciencia” organizado por L’Oréal,
Unesco, Concytec y la Academia Nacional de Ciencias, que busca reconocer la trayectoria de científicas peruanas y su valioso aporte al desarrollo del país.
El premio lo
tuvo bien merecido, ya que su labor es de vital importancia para el
futuro de todos. Ella actualmente se desempeña en el Imarpe (Instituto
del Mar del Perú) investigando la contaminación por microplásticos en
los recursos hidrobiológicos. Es decir, cómo afectan los pequeños
polímeros que se desmenuzan de la basura plástica a la salud del
océano.
¿Qué hace un oceanógrafo?
Se
encarga de medir el estado del mar. No necesariamente si está
saludable. Trata de conocer su estructura, composición y también cómo
varía su temperatura y sus corrientes. Lo que comprende toda la parte
física, química y biológica.
¿Y usted a qué se dedica?
Trabajé
en el análisis de la serie de tiempo de la temperatura superficial del
agua por casi 10 años y, como parte de mi tesis, propuse un indicador
para medir El Niño, La Niña y la variabilidad estacional del mar al que
llamé “índice de oscilación peruano”. Este índice permitió estudiar los
tres fenómenos de una mejor forma.
En 2014, cambié
al área de contaminación para dedicarme al tema de basura marina,
específicamente a la contaminación por microplásticos. Se trataba de un
nuevo proyecto de Imarpe que antes no existía como línea de
investigación.
¿Qué son los microplásticos?
Son partículas plásticas menores a cinco milímetros. Podemos hablar incluso hasta de nanómetros,
mil o un millón de veces más pequeños que el grosor de un cabello.
Según su origen, se pueden clasificar en primarios y secundarios. Los
primarios derivan de productos sintéticos como pastas dentales o
bronceadores, pero principalmente de cosméticos. Los secundarios son
partículas que se fragmentan debido a la erosión o degradación de
materiales plásticos como el tecnopor o las famosas bolsas
biodegradables.
¿Por qué son peligrosas estas partículas?
En
Estados Unidos ya han hecho pruebas que muestran, por ejemplo, cómo
personas que toman café todo los días en vasos de tecnopor desarrollan
algún tipo de cáncer. Esto debido a que al entrar en contacto con el
líquido caliente las partículas del vaso se desprenden y se van
acumulando en el organismo.
¿Y qué pasa en el ecosistema marino?
Algo
similar. Los microorganismos del mar (zooplancton) ingieren estos
polímeros plásticos, pues no saben diferenciar entre partículas de
nutrientes y partículas sintéticas. Todo este material queda atrapado en
su tracto digestivo y hace que se sientan saciados, pero no los
alimenta. Finalmente, mueren por inanición.
A su vez, los peces consumen el zooplancton contaminado y de esta manera el plástico va subiendo por la cadena alimenticia.
Y nosotros comemos esos peces...
Nosotros
no comemos las vísceras del pescado (donde se almacenan las
partículas), pero hay algunas partículas de polímeros que atraen toxinas
y metales, las cuales pueden llegar hasta el músculo del animal. Eso sí
nos puede afectar.
¿En los últimos años, cuánto ha avanzado la contaminación de microplástico en nuestro mar?
Ha avanzado al punto de que hoy no podemos encontrar un metro
cúbico de mar limpio. Haciendo muestreo hemos encontrado que, por
ejemplo, en la playa de Ventanilla tenemos 463 partículas de plástico
duro por metro
cuadrado de arena. La contaminación es tanta que se ha descubierto
microfibras hasta en la Antártida, una zona remota a la que no tiene
acceso casi nadie.
Las
proyecciones sugieren que para el 2050 habrá 250 millones de toneladas
de plástico en el mar, afectando a la pesca y a la industria alimentaria
del mundo.
¿Es posible limpiar el mar?
No
es posible limpiar los polímeros del mar. Ahora hay que centrarnos en
no producir tanto plástico y empezar a reutilizarlo más. Si bien se
trata de un material fundamental en nuestro estilo de vida, podemos
reducir su uso. A veces usamos tres, cuatro o más bolsas de plástico al
día, eso podría cambiar.
Fuente: El Comercio (Perú)