A veces, a la hora de evaluar qué cosas repudiamos o hacia qué cosas sentimos asco, nuestro sentido común se equivoca. Por ejemplo, en un baño, el inodoro es uno de los lugares más higiénicos del cuarto. Sin embargo, el pomo de la puerta es un foco asombroso de gérmenes.
¿Para qué nos lavamos las manos si luego vamos a tocarlo? O peor: ¿para qué nos secamos las manos con el secador eléctrico si éste expulsa millones de bacterias cuando se enciende? No secarse las manos convenientemente también es peligroso: un 85 % de los microorganismos se trasmiten por las manos mojadas.
Tal y como señala Charles P. Gerba, de la Universidad de Arizona, uno de los mayores expertos en gérmenes del mundo que se dedicó a calcular el contenido bacteriano de diferentes habitaciones en diversas casas… el lugar más limpio de todos es el asiento del inodoro. La zona más sucia es el fregadero de la cocina, seguido muy de cerca por las superficies de la cocina. Pero el objeto más sucio es el trapo de la cocina.
Las cosas por las que debemos sentir verdadero asco, en ocasiones, no son evidentes. A continuación, una lista bastante obvia que seguramente ha pasado total o parcialmente desapercibida por muchos de nosotros.
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