Para ello se sumergieron tablas durante más de un año, y los científicos observaron que después de ese tiempo volvieron a la superficie prácticamente intactas.
La razón, señalan los investigadores, es la ausencia en la región de una especie de moluscos que se alimentan de madera.
En cualquier otra parte del mundo estos moluscos habrían devorado rápidamente las tablas sumergidas.
Pero Adrian Glover, del Museo de Historia Natural en Londres, dice que las corrientes que circulan en el océano Antártico probablemente impiden que estos organismos se acerquen al continente.
Eso significa que los restos de antiguos barcos de madera –como el Endurace, hecho de pino y roble, que fue perforado por el hielo– podrían estar notablemente bien conservados en sus tumbas acuáticas del fondo del mar.
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BBC Ciencia