Rinotilexomanía es el nombre que recibe la desagradable costumbre de hurgarse compulsivamente la nariz.
Aunque según un estudio llevado a cabo en Wisconsin (EE UU) hace
algunos años, esta modalidad de trastorno obsesivo compulsivo solo
afecta a un 1% de la población, que normalmente acaba dañándose la
mucosa nasal, el resto de los seres humanos también lo hacemos
ocasionalmente. Más del 90 % de los encuestados por los
investigadores de Wisconsin confesaron que introducían de vez en cuando
el dedo en la nariz, sobre todo en la oficina y en el coche
(por sentirse menos observados). Y un estudio posterior realizado en
Reino Unido sugería que un tercio de la población practica este hábito más de 5 veces al día.
La cuestión clave es: ¿se trata de una práctica buena o mala para la
salud? Según el médico austríaco Friedrich Bischinger, especialista en
salud pulmonar, los dedos son mejores que los pañuelos y ayudan a
mantener la nariz más limpia. Sin embargo, otro estudio holandés
dirigido por el microbiólogo Heiman Wertheim indica que al hurgarnos la
nariz introducimos en las fosas nasales una bacteria, Staphylococcurs aureus,
lo que nos convierte en portadores nasales del patógeno. Este microbio
provoca desde afecciones superficiales de la piel hasta patologías
severas como neumonías, meningitis, intoxicaciones alimentarias, shock
séptico y desórdenes autoinmunes.