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En concreto, cuando cualquier mamífero se encuentra herido, ha sido agredido o está enfermo, su cerebro está programado para responder positivamente a los estímulos táctiles, liberando neurotransmisores asociados al bienestar y el placer. Por el contrario, cuando estamos de buen humor, los estímulos visuales nos proporcionan más placer que los que experimentamos a través del resto de los sentidos. Y por lo tanto, en un estado de felicidad disfrutamos mucho más de una visita a un museo de arte. Fuente: Muy Interesante |