Un grupo de científicos ha encontrado evidencias de que hay agua debajo de la superficie de la luna helada de Júpiter, Europa.
El análisis que realizaron de la superficie de la luna sugiere que existen depósitos de agua más caliente por debajo de su capa de hielo, lo que provoca el deshielo y la fractura de las capas externas.
Los resultados, que se publicaron en la clic revista Nature, predicen que estos pequeños lagos están a tan sólo 3 kilómetros de profundidad.
Y la presencia de agua representa un hábitat potencial para la vida.
Por el estudio de las fuerzas magnéticas y las imágenes de su superficie, los científicos han sospechado durante muchos años que en Europa hay un océano gigante a aproximadamente 160 kilómetros de profundidad, que se encuentra entre 10 y 30 kilómetros bajo la corteza de hielo.
Y eso ha hecho que muchos astrónomos y biólogos sueñen con seguir los pasos de David Bowman, el personaje de ficción de la novela de Arthur C. Clarke Odisea Dos, que descubre formas de vida acuática en el profundo mar de Europa.
Perforar agujeros en las capas superficiales, gruesas y heladas de la luna de Júpiter ha parecido siempre imposible.
Pero este descubrimiento del equipo de científicos estadounidense hace más realista una misión espacial para obtener agua de Europa.
Mares superficiales
Galileo Galilei descubre en enero de 1610 Europa junto con otros tres satélites.
La luna helada está a más de 560 millones de kilómetros de la Tierra, y es uno de los 64 satélites de Júpiter.
Europa tiene un núcleo pequeño y metálico (azul claro), rodeado por una capa mayor de roca naranja).
Se cree que la superficie es un océano (azul) cubierto por una gruesa capa de hielo.
La existencia de lagos poco profundos significa que las aguas superficiales están probablemente mezcladas con aguas más profundas.
Los remolinos helados podrían transferir nutrientes entre el agua superficial y la profundidad de los océanos.
"Esto podría hacer a Europa y a su océano más habitable", afirmó uno de los autores del estudio Britney Schmidt, de la Universidad de Texas en Austin, que analizó las imágenes obtenidas por la nave Galileo, que se lanzó en 1989.
Los expertos estudiaron la superficie de Europa durante muchos años para tratar de descubrir qué provocó las señales y fracturas de su corteza.
Por ello, analizaron la superficie de la Antártida, que tiene características similares (glaciares y capas de hielo), para tratar de deducir algunos de los procesos que tienen lugar en Europa, explicó Martin Siegert, de la Universidad de Edimburgo.
El científico aseguró que este nuevo estudio refleja cómo las corrientes de aguas más calientes provocan el derretimiento de la superficie del hielo y provoca grietas.
"Hay agua helada entre las grietas... por lo que el hielo existente se mezcla con el hielo nuevo que se forma (...) La parte inferior se congela de nuevo y provoca que vuelva a subir. Es bastante claro", sostuvo en declaraciones a la BBC.
Tanto Estados Unidos como Europa están trabajando en el lanzamiento de misiones a Europa y las otras lunas de Júpiter que esperan que se lancen a finales de esta década o a principios de la próxima.
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