Vamos cumplir con nuestra pequeña cuota mensual de artículos obscenos y hablemos hoy de los pedos. Concretamente, de cómo medir la velocidad a los que son expulsados por nuestro ano. Sí, habéis leído bien. Y esto no es El Hormiguero.
Como ya dejé escrito, un adulto puede expulsar a través de sus ventosidades hasta 2 litros de gases, y, en promedio, nos ventoseamos una vez cada hora. Pero un tal Graham Tattersall quiere ir un poco más lejos y nos invita a realizar el siguiente experimento (mascarilla opcional, gente impresionable fuera de la habitación).
Para hacer el siguiente cálculo necesitamos conocer dos factores: la velocidad a la que fluyen los gases y el tamaño del orificio por el que escapan. El caudal del volumen de gas se mide en litros por segundo, y se calcula midiendo el volumen de gas que se ha escapado y el tiempo que ha tardado en escaparse.
Leamos a continuación a Tattersall:
Para medir volúmenes existe un método sencillo que consiste en poner una jarra invertida en una bañera llena de agua. El tiempo se mide contando segundos. Si dividimos el volumen medido por el tiempo, tendremos el caudal con el que fluye el gas. Luego calcularemos el área de la sección del orificio. Suponiendo que el volumen es de 0,1 litros, y que el tiempo que dura el escape es de 1 segundo, y que la superficie del orificio es de 0,125 centímetros cuadrados, nos da un promedio de velocidad de fuga de gases de 8 metros por segundo, lo que equivaldría a unos 32 kilómetros por hora. Por fortuna para los testigos próximos al accidente, esa velocidad disminuye de forma muy rápida a medida que el gas se va alejando de la fuente que lo ha emitido.
Vía | Cómo los números pueden cambiar tu vida de Graham Tattersall
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