21 de mayo de 2007

La ciencia descubre el secreto mejor guardado del mar.

Una especialista del CONICET describe el verdadero origen de las sensaciones tonificantes experimentadas frente a la orilla del mar.



La ciencia ha logrado identificar la esencia del aroma marino que parece no ser tan beneficiosa como se creía. Una especialista del CONICET describe el origen de las sensaciones tonificantes experimentadas frente a la orilla del mar.


La doctora Matilde Otero Losada, especialista en investigaciones sensoriales, sostiene que a pesar de la creencia generalizada de que aspirar el olor a ozono que desprende la orilla del mar tiene ciertas virtudes, esta idea parece no estar del todo justificada ya que el ozono no es tan beneficioso y, además, no es el responsable del particular olor de la orilla del mar que, en realidad, se debe a la inhalación de otro gas, informa el portal Universia.

La afirmación de la investigadora fue realizada en el marco del segundo ciclo de charlas organizado por el CONICET y la Fundación Ecocentro, “El mar necesita que lo miren”.

Allí, Otero Losada se refirió a las emociones y a los efectos en la salud que produce el aroma marino.

A pesar del posible desencanto de los eternos románticos, la especialista desterró el ancestral misterio que se oculta detrás de la fascinante brisa marina.

Sucede que un grupo de científicos ingleses parece haber descifrado una nueva especie de bacteria aislada en la costa de North Norfolk, en el Reino Unido, que sería la responsable de la emisión y producción de un gas fuertemente oloroso llamado dimetil sulfuro (DMS).

Es decir, con este descubrimiento se podría afirmar que el mar ha sido atrapado en un tubo de ensayo.

Los investigadores de la Universidad de East Anglia, a cargo del profesor Andrew Johnston, lograron identificar, a principios de 2007, este particular microbio en los lodos de las salinas de Stiffkey.

Esta explicación acerca del origen de la percepción olfativa del mar les valió la publicación de su trabajo en la revista Science.

Según las palabras de Otero Losada, el DMS encontrado en las aguas marinas constituye un gas fuertemente oloroso con un efecto tónico-estimulante en los seres humanos, que resulta agradable en pequeñas concentraciones y desagradable cuando se encuentra en grandes proporciones.

De hecho, es responsable del característico olor a repollo y lechugas hervidas, es otros términos, los aromas y sus componentes hedónicos varían con la concentración.

Además, este gas funciona a modo de “aroma hogareño” para las aves que sobrevuelan los océanos como, por ejemplo, las gaviotas. Así, resulta una señal que identifica sus fuentes de alimentos.

Respecto de los posibles efectos tonificantes del olor a mar, Otero Losada advierte que no se deben a las características inherentes del aroma en cuestión, sino que su estimulación energizante se remonta a conocimientos ancestrales culturalmente adquiridos y transmitidos por la humanidad de generación en generación, por lo que depende del contexto y no de la percepción aislada.

En este sentido, adquiere particular importancia la llamada dimensión antropológica del olor.

En el caso del mar, nos remite a una memoria ancestral como especie.

El mar como origen de vida, el mar reflejo del cielo, del sol (energía) y las estrellas (romance, magia, imaginación y ensueño). Nos toca con su infinitud y su fuerza. Es pura energía, dinamismo y quietud, fuerza y sutileza oscilantes, agresividad y calma?, describe la especialista.

Debido a que el olfato es un sentido emocional e intuitivo más que intelectual y lógico, agrega, no es la composición química de los olores la causa de las distintas sensaciones físicas y psicológicas que provoca, sino que se trata de la huella mnémica que ha quedado grabada como impronta genética y se transmite de generación en generación.

A su vez, esto explica, señala Otero Losada, porqué la memoria olfativa es episódica, íntimamente ligada a las emociones y en su mayor parte no conciente.

Por eso, concluye que aunque lo esencial sea invisible a los ojos, no lo es para el olfato debido a que todo el mundo que nos rodea huele y respirar, incluso un olor desagradable, es un reflejo de vida.

Fuente:

Gente de Buenos Aires