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8 de diciembre de 2012

Identifican restos de un dinosaurio que puede ser el más antiguo


Nyasasaurus parringtoni

Nuevas investigaciones sugieren que unos huesos fosilizados que se guardan en el Museo de Historia Natural de Londres desde los años 30 pueden ser los restos del dinosaurio más antiguo conocido por la ciencia.

Tras nuevas investigaciones y pruebas, científicos de Estados Unidos y Reino Unido dicen que la criatura vivió hasta unos 15 millones de años antes que sus más cercanos rivales para el título de antigüedad.

Esto retrasa la fecha en la que los dinosaurios comenzaron a deambular por la tierra hasta hace unos 243 millones de años atrás.

Los investigadores creen que la criatura tenía alrededor de 80 centímetros de altura, una cola larga y gruesa, caminaba erguida y pesaba entre 20 y 60 kilos.

Fuente:

BBC Ciencia

Lluvia fosilizada revela la atmósfera del pasado


Lluvia Foto SPL

La presión atmosférica en el pasado pudo deducirse a partir de las marcas dejadas por la lluvia.

Huellas dejadas por gotas de lluvia preservadas en rocas de 2.700 millones de años de antiguedad están permitiendo descifrar la composición temprana de la atmósfera.

Midiendo los hundimientos o marcas dejadas en las rocas por la lluvia, los científicos lograron calcular la velocidad de las gotas en el momento de impacto.

Y esa velocidad ha permitido a su vez determinar la densidad del aire.

Esta nueva técnica de "paleobarometría", presentada en el actual encuentro de la Unión Geofísica de Estados Unidos, AGU por sus siglas en inglés, en San Francisco, contribuirá a la precisión de los modelos que buscan simular las condiciones en el pasado.

Hace 2.700 millones de años, la Tierra era muy differente del planeta que habitamos actualmente.

El planeta rotaba mucho más rápido, la Luna estaba más cercana y el Sol era mucho más débil. Y no había ni plantas ni animales porque el aire no era "respirable".

"Había probablemente bastante nitrógeno en la atmósfera, como ahora, pero no había oxígeno", explicó Sanjoy Som del Centro Ames de Investigación de la NASA.

"En lugar de oxígeno había probablemente gases de invernadero como dióxido de carbono y metano".

"Mi trabajo en paleobarometría no permite determinar exactamente de qué gases se trataba, pero ayudará a quienes trabajan con modelos de composición atmosférica al darles ciertos parámetros", dijo Som a la BBC.

La clave de las gotas

Las gotas de lluvia fosilizadas fueron descubiertas en Ventersdorp, en Sudafrica en la década del 80.

Marcas en roca volcánica

Las gotas cayeron sobre ceniza volcánica cuando las condiciones en la Tierra eran muy diferentes.

Consisten en huellas en la superficie de roca que inició su vida como ceniza volcánica. La lluvia que caía sobre la ceniza dejó pequeños hundimientos, que luego fueron cubiertos por nuevos depósitos de ceniza y litificados, es decir, convertidos en piedra. Hoy en día podemos ver las marcas sólo porque la capa superior de la roca se ha erosionado.

Som y sus colegas creen que estos hundimientos contienen claves sobre la presión atmosférica en el pasado.

El diámetro de las marcas depende de la velocidad máxima de las gotas cuando impactaron el suelo. Este número –velocidad terminal- depende de la densidad del aire y en la atmósfera actual es de 9m/s.

"Si el aire fue más denso en el pasado, la gotas cayeron más lentamente y los hundimientos en la ceniza habrían sido más pequeños. Por el contrario, si el aire era menos denso las gotas habrían caído más rápido y dejado marcas más grandes", explicó el Dr. Som, quien trabaja también con el Instituto de Ciencias Espaciales Blue Marble, en Seattle.

El factor que podría alterar ese razonamiento es que las gotas de lluvia hubieran sido mucho más grandes en el pasado. Pero afortunadamente el tamaño máximo que puede alcanzar una gota es controlado por fuerzas aerodinámicas independientes de la densidad del aire.

Las gotas más "gordas" hace 2.700 millones de años habrían sido iguales a las de ahora, con un tamaño de cerca de 7 mm.

Densidad atmosférica

Som y sus colegas condujeron experimentos en los que, usando una pipeta, dejaron gotear volúmenes controlados de agua en una bandeja de ceniza volcánica desde una altura aproximada de 25 metros.

El experimento permitió a los científicos relacionar el momentum de las gotas con el tamaño de las marcas que dejaban y realizar cálculos para diferentes tamaños de gotas en distintas densidades de aire.

Los científicos concluyeron que las marcas más grandes en la roca en Ventersdorp fueron dejadas por las gotas de mayor tamaño. La densidad del aire en tiempos del Eón Arcaico (división geológica que comienza hace 3.800 millones de años y finaliza hace 2.500 millones de años) no habría sido superior al doble de la actual, "pero sabemos que las gotas de máximo tamaño no eran frecuentes".

"Si las gotas menores formaron las marcas más grandes en Ventersdorp, entonces la densidad atmosférica era probablemente similar a la nuestra, sino menor", explicó Som.

El estudio sugiere que la atmósfera temprana debe haber tenido una alta concentración de gases de invernadero.

Si la presión atmosférica era la misma o menor que la actual, no hay otra forma de explicar por qué la Tierra no estaba cubierta de nieve a pesar de un Sol más débil.

Sin mayor densidad en la atmósfera para atrapar calor, las propiedades de los gases mismos deben haber provisto una cobertura para el planeta.

Fuente:

BBC Ciencia

17 de noviembre de 2012

El instinto altruista de los primates humanos

Protesta contra los desahucios en Alicante. | Efe
Protesta contra los desahucios en Alicante. | Efe
La idea de que el hombre es un ser egoísta por naturaleza es un modelo mental que ha resurgido con fuerza en la sociedad desde que comenzó la crisis y también un debate clásico de la filosofía. Fenómenos como la corrupción, los despilfarros, las prácticas bancarias de dudosa ética, además de los desahucios y otros embargos, han fijado aún más esta idea en la mente de los españoles.

Aún siendo esto cierto, sucede que, de manera paralela, todos los días se producen movimientos sociales en dirección contraria, basados en la cooperación, el altruismo o el sentido de la justicia. Estos, desafortunadamente, pasan inadvertidos antes nuestros ojos en la mayor parte de las ocasiones.

En unos experimentos dirigidos por los psicólogos Michael Tomasello y Felix Warneken, del Instituto Max Planck, quisieron a poner a prueba la tesis del filósofo Thomas Hobbes, quien creía que el hombre es malo por naturaleza y gracias al Estado reprime su impulso egoísta. Para ello, escogieron a varios niños menores de 15 meses de edad, que por encontrarse en una fase prelingüística no estarían socializados formalmente.

En una sala, un investigador anónimo fingía necesitar ayuda en varias condiciones, como no poder abrir un armario, perder una cucharita de café o dejar caer accidentalmente una pinza de la ropa. Seguidamente, se registraba el comportamiento de los niños. Más del 95% ayudaban en al menos una de las pruebas de manera espontánea, sin recibir ningún tipo de orden o instrucción.




Estos datos, junto a resultados idénticos con los chimpancés, llevaron a estos dos científicos a concluir que los seres humanos poseemos una tendencia innata al altruismo ya presente en nuestro ancestro común, hace millones de años. Sin embargo, a partir de los tres años los niños comenzaban a ser selectivos sobre a quién ayudar y a quién no.

Cuando se les permitía elegir entre dos perfiles de personas que necesitaban ayuda, una que era altruista con otras personas y otra que había sido egoísta, los niños siempre se decantaban por ayudar al altruista. Esta excepción es fundamental, ya que seguir siendo altruista en un ambiente rodeado de explotadores pone en riesgo la supervivencia de cualquier animal. La generosidad generaba más generosidad en los pequeños. Además, lo pasaban bien ayudando a otros, ya que cuando se les recompensaba por hacerlo, perdían el interés, como sabemos que ocurre cuando se les premia por jugar.

En los últimos años, estamos siendo testigos de iniciativas de las que se destilan grandes dosis de altruismo y empatía hacia aquellos que peor lo están pasando. Acontecimientos dramáticos, como los suicidios por desahucio o los millones de personas sin empleo, han estimulado una de las grandes capacidades del ser humano: la empatía o capacidad de ponerse en el lugar del otro. Son muchas las acciones llevadas a cabo por diversas asociaciones que prestan ayuda gratuita y en los últimos días el gobierno trabaja para reducir la presión a los deudores. Pero los primates no humanos también se sacrifican por sus compañeros.



En un experimento, se colocaba a un macaco separado de otros en su jaula. Cada vez que el individuo aislado comía, el grupo vecino recibía una pequeña descarga eléctrica. Los resultados demostraron que el mono prefería quedarse sin comer varios días antes que ver a los compañeros sufrir. Estos percibían el sufrimiento ajeno y llevaban a cabo grandes esfuerzos personales por evitar el dolor de los compañeros.

El miércoles pasado, se ha producido la novena huelga general desde el comienzo de la democracia en España. En una entrevista con el primatólogo Frans de Waal, realizada por el redactor jefe de Ciencia de EL MUNDO, Pablo Jáuregui, este científico aseguró que los primates se niegan a cooperar si perciben que se está cometiendo una injusticia, por lo que se podría decir que también hacen huelga.
El experimento del que se obtuvieron estos resultados, llevado a cabo por Sara Brosnan y dirigido por el propio De Waal, en el Instituto Yerkes, consistía en intercambiar una serie de fichas de plástico por pienso con parejas de monos capuchinos. Cuando ambos se habían acostumbrado este intercambio, a uno de ellos se le daba una uva (alimento que les gusta más) mientras que al otro se le continuaba ofreciendo pienso, lo que generaba una situación de injusticia. Desde ese mismo instante, el capuchino que había sido víctima y había aceptado hasta ese momento el pienso, se negaba a continuar los intercambios con el investigador y prefería quedarse sin nada antes que aceptar un trato que consideraba injusto.





El sentido de la justicia y la moral, son mecanismos desarrollados por algunas especies de animales, que hemos encontrado en la cooperación la clave a nuestra supervivencia. Su función es evitar que los costes de la vida en grupo superen a los beneficios, limitando los excesos que algunos individuos puedan cometer. Una estrategia que regula las distintas relaciones sociales, permitiendo que estas sean viables a largo plazo.

Ésta sería la razón del desarrollo de una moral primitiva hace ya millones de años, mucho antes de que los primeros humanos poblaran la tierra. Gracias a estas reglas básicas sobre la vida colectiva, hoy seguimos viviendo en grupos cooperativos y no somos seres solitarios, como sucede en otras especies de animales.

A pesar de todos estos casos e investigaciones sobre la importancia de los comportamientos prosociales, el ser humano continúa magnificando los acontecimientos negativos y se olvida muy rápido de los positivos. Somos verdaderos expertos detectando fallos y carencias. Esta dificultad se debe a que hace millones de años habitábamos entornos donde esta actitud era muy útil para evitar peligros que amenazaban nuestra supervivencia. Los grupos en los que vivíamos eran muy pequeños y era muy adaptativo desconfiar de bandas vecinas.

Pero ocurre que esta mirada paranoica, no es útil por más tiempo en las sociedades del siglo XXI, donde nos necesitamos los unos a los otros más que nunca desde los orígenes de nuestra especie. Por muchas noticias negativas que aparezcan en televisión, la cooperación, el altruismo y la moral, forman parte de lo más profundo de nuestro cableado humano. Iniciativas sociales, como el apoyo a los desfavorecidos, el banco de alimentos o la plataforma 'Stop desahucios', son algunas evidencias de que los primates humanos, además de ser individualistas, también poseemos tendencias muy poderosas que nos impulsan a ayudar a otros de manera desinteresada.

Fuente:

16 de noviembre de 2012

Descubiertas en Sudáfrica las lanzas de piedra más antiguas

Las piedras descubiertas en el yacimiento de Kathu Pan en Sudáfrica. | Jayne Wilkins

Las piedras descubiertas en el yacimiento de Kathu Pan en Sudáfrica. | Jayne Wilkins

Hace medio millón de años, nuestros antepasados ya cazaban con afiladas lanzas de piedra. Esto es lo que acaba de comprobar un equipo de científicos liderado por Jayne Wilkins, de la Universidad de Toronto, al descubrir que estas armas prehistóricas se usaban 200.000 años antes de lo que se pensaba hasta ahora.

 Wilkins, la firmante principal de estudio recién publicado en 'Science', junto con investigadores de la Universidad de Arizona y de Ciudad del Cabo, han llegado a esta conclusión tras analizar piedras del yacimiento de Kathu Pan en Sudáfrica. Las rocas fueron recogidas durante las excavaciones realizadas por el arqueólogo Peter Beaumont entre 1979 y 1982.

El equipo corroboró la función de lanza de estas piedras comparando su desgaste con el deterioro en armas más modernas utilizadas para cazar gacelas.

"Esto cambia el modo en que pensábamos acerca del surgimiento de capacidades humanas antes del origen de nuestra propia especie", explica Jayne Wilkins. "Aunque tanto los neandertales como los humanos usaban lanzas con punta de piedra, ésta es la primera evidencia de que esta tecnología se originó antes de la divergencia entre las dos especies", explica Wilkins.

Estas armas eran comunes en la Edad de Piedra, hace unos 300.000 años. Sin embargo, este nuevo hallazgo muestra por primera vez que fueron usadas en el Pleistoceno Medio, un periodo asociado con el Homo 'Heidelbergensis', el ancestro común de los neandertales y los humanos modernos. "Hasta el momento era discutida la sofisticación cultural del 'Homo Heidelbergensis' que nosotros habíamos descubierto en la Sima de los Huesos. Este hallazgo termina de confirmar esa complejidad", asegura Jose María Bermúdez de Castro, codirector de Atapuerca, a ELMUNDO.es

Este descubrimiento hace que "algunas de las características que asociamos con los humanos modernos y nuestros parientes más cercanos se remontan más atrás en nuestro linaje", comenta Wilkins.

La fabricación de estas puntas de lanza de piedra (conocidas como enmangamiento) fueron un avance importante en los métodos de caza los primeros humanos. Esto requería un mayor esfuerzo y mayor habilidad y a su vez incrementaba las posibilidades de matar a las presas.

El hallazgo, por tanto, "corrobora que la complejidad tecnológica no es sólo propia de los neandertales", dice Bermúdez de Castro. Cada vez son más comunes las descubrimientos "sobre herramientas complejas progresivamente más antiguas".

Fuente:

El Mundo Ciencia
 

2 de noviembre de 2012

Libro: "Pequeña gran historia de los dinosaurios"

Cómo y cuándo aparecieron los dinosaurios, qué comían, si rugían, mugían o trinaban o si inventaron ellos las flores son algunas de las cosas que todo buen "dinomaníaco" debería conocer, cuestiones que trata de responder el paleontólogo José Luis Sanz en su nuevo libro "Pequeña historia de los dinosaurios".

[foto de la noticia]

Un "dinomaníaco" es una persona que siente especial atracción por el mundo de estos animales, "no muy distinta socioculturalmente" a los seguidores o "maníacos", por ejemplo, de las estrellas del deporte o del cine, señala José Luis Sanz en una entrevista con Efe.

Sanz, quien admite ser un "friki perdido" de los dinosaurios, aunque "los hay peores", explica que "afortunadamente" hay muchos aficionados a estos animales, "un tema ideal para interesarse por la ciencia".

A su juicio, una de las principales razones de esta fascinación es que el dinosaurio ha sustituido al mito del dragón en las sociedades actuales. Editado por Espasa y con ilustraciones de Luis Doyague, este libro de 190 páginas está dividido en 24 capítulos escritos con un lenguaje coloquial, con expresiones como "alucinando pepinos" o "fliparías", pensando sobre todo en los jóvenes de entre 8 y 15 años.

Steven Spielberg y los dinosaurios

Sanz hace comparaciones constantes con elementos fuera de la ciencia, como la literatura, los cómics, el cine o internet, con el objetivo de favorecer el acercamiento de la ciencia a los jóvenes porque, insiste, ésta y la paleontología en concreto "pueden ser divertidas".

El libro comienza con el capítulo "el estudio de los fósiles descubre mundos inesperados", en el que se podrá aprender por ejemplo que los dinosaurios más antiguos y primitivos que se conocen aparecen en el Triásico de Argentina, hace unos 230 millones de años.

A este le sigue el capítulo titulado "Steven Spielberg se une a los paleontólogos". Y es que este director de cine fue el primero en tratar a los dinosaurios como animales y no como monstruos.

Según Sanz, la interpretación de los dinosaurios como monstruos a destruir y no como seres vivos reales que tienen sus derechos ha sido constante en el relato de ciencia ficción.

No son monstruos, sino animales normales

Estas ideas tienen mucho que ver con la paleontología de cada momento histórico, las cuales han cambiado radicalmente desde 1970. El nuevo paradigma (conclusiones ampliamente aceptadas por los científicos), en el que todavía estamos, los interpreta como animales normales, no monstruos, y el cine ha absorbido esta idea.

Cuando Spielberg abordó, según Sanz, la realización de 'Parque Jurásico' señaló algo así como que quería hacer una película de animales, no de monstruos como Godzilla o Gorgo.

Hay un "antes y un después" con este director de cine, aunque, incluso, Parque Jurásico se permite "algunas licencias". Para Sanz, el cine de dinosaurios no supone ninguna agresión a la ciencia paleontológica, pero una cosa es la ciencia y otra el cine.

Este profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, quien apunta que conoce entre 150 y 200 películas de dinosaurios, dedica un capítulo a los dinosaurios 'españoles': "Españoles con tronío".

En él dice que la paleontología española se "tomó su tiempo", 163 años, para participar en la carrera de descubrir estos animales (de los aproximadamente 600 géneros de dinosaurios conocidos en el mundo, 14 están en España). Desde entonces se ha aprovechado el tiempo, afirma este investigador, quien no obstante alerta de que los nuevos recortes en ciencia pueden provocar un retroceso, como en muchas áreas del conocimiento científico.

Fuente:

El Mundo Ciencia

30 de octubre de 2012

Espectacular: Hallazgo de 1 800 tortugas jurásicas

Sitio en el noreste de China, en la provincia de Xinjiang, donde fueron hallados los fósiles

La región árida donde fueron hallados los fósiles tenía vegetación frondosa, lagos y ríos hace 160 millones de años. Fotos: Museo de Historia Natural de Berlín

Uno de los hallazgos más espectaculares de fósiles de tortugas del período Jurásico tuvo lugar en el noroeste de China.

Fósiles de tortugas hallados en Xinjiang, en el noroeste de China

Cerca de 1.800 tortugas se habían juntado en espera de lluvias, que llegaron demasiado tarde.
Ampliar imagen 
 
"Huesos apilados, unos encima de otros. No podíamos creer lo que estábamos viendo", dijo el paleontólogo Oliver Wings.

En total, cerca de 1.800 fósiles de tortugas fueron encontrados en el sitio, en la provincia de Xinjiang, en el noroeste de China.

Wings, investigador del Museo de Historia Natural de Berlín, Museum für Naturkunde, había estado trabajando en el lugar durante varios años junto al experto en tortugas fósiles, Walter Joyce, de la Universidad de Tubinga, y colegas chinos.

Los científicos creen que las tortugas se habían reunido hace unos 160 millones de años en espera de lluvias durante un período de sequías severas, pero las precipitaciones llegaron demasiado tarde.

Congregadas

Aunque hoy es una de las zonas más secas del mundo, hace 160 millones de años Xinjiang era una región con vegetación frondosa, lagos y ríos.

Oliver Wings cortando rocas

Oliver Wings venía buscando fósiles en el lugar desde 2007 junto a otros investigadores.

Los científicos han demostrado, sin embargo, que incluso entonces, las condiciones no siempre fueron ideales y hubo épocas de sequía.

Fue durante uno de esos períodos que una gran cantidad de tortugas se habría congregado en uno de los pocos pozos de agua existentes, en espera del regreso de las lluvias.

Hoy en día, por ejemplo, las tortugas en Australia tienen un comportamiento similar.

Para las tortugas de Xinjiang, desafortunadamente, las precipitaciones llegaron demasiado tarde. Los científicos creen que muchas de ellas ya estaban muertas cuando las lluvias regresaron con gran intensidad.

Un río de lodo habría arrastrado las tortugas desde su refugio junto a grandes cantidades de sedimento, depositándolas en un único lugar, según los paleontólogos.

Comparaciones

"Este sitio ha permitido probablemente más que duplicar el número de fósiles de tortugas del Jurásico", dijo Joyce.

"Algunas de las caparazones estaban apiladas unas sobre otras en la roca".

Wings, Joyce y sus colegas han completado numerosas expediciones a la misma región árida desde 2007. 

Los investigadores han hallado fósiles de tiburones, cocodrilos y varios esqueletos de dinosaurios, entre otros restos.

El numero elevado de fósiles permitirá a los científicos realizar un análisis estadístico de tortugas asiáticas durante el período Jurásico.

Su muerte simultánea y preservación permitirá hacer comparaciones en materia de crecimiento y diferencias morfológicas entre especies.

Los resultados del hallazgo acaban de ser publicados en la revista Naturwissenschaften

Fuente:

BBC Ciencia

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29 de octubre de 2012

París se transforma en un 'Parque Jurásico'

Fémur de saurópodo. | Museo de Historia Natural de París Vea más fotos aquí)
Fémur de saurópodo. | Museo de Historia Natural de París Vea más fotos aquí)
Hace 140 millones de años los saurópodos eran los reyes de la selva. Su tamaño hace insignificante al más grande de los elefantes: podían llegar a medir hasta 40 metros y pesar hasta 90 toneladas. En los yacimientos de Agneac, en Charente (Francia), se hallaron en 2010 fósiles de algunos de los saurópodos más grandes del mundo.

Estos hallazgos se exponen ahora en el Museo de Historia Natural de París. Un fémur, varias vértebras, dientes y otros restos que permanecían ocultos y que han sido recuperados gracias a estas excavaciones. En total se han encontrado cerca de 2.000 piezas en esta zona, pero en la exposición parisina se exponen solo algunos ejemplares.

Bajo el título 'Dinosaures, la vie en grand', la exhibición trata de explicar cómo vivían estos gigantes herbívoros: se explora su biología y se recrea su hábitat a través de dispositivos interactivos y didácticos que permiten, por ejemplo, tocar los dientes de uno de estos colosos.

Un grupo de paleontólogos, botánicos, nutricionistas y biólogos se han encargado de recrear este parque Jurásico, que permite conocer, por ejemplo, qué comían y donde encontraban su alimento estos animales. No era una labor fácil pues necesitaban 100.000 calorías diarias para mantenerse en pie y no podían correr más allá de los 40 kilómetros por hora debido a su peso.

600 litros de sangre

Además, por sus venas circulaban hasta 600 litros de sangre y cada vez que respiraban a sus pulmones llegaban 75 litros de aire. Sus huevos tenían el tamaño de un balón de fútbol y al nacer, las crías pesaban alrededor de 5 kilos, aunque multiplicaban su peso por 10.000 en la edad adulta.

En la exposición se muestra, por ejemplo, la reproducción de un dinosaurio de 18 años, que mide más de tres metros de altura y 18 de largo y cuya cola es tan larga como la mitad de su cuerpo. También se ha incluido una maqueta a tamaño real de una pierna de uno de estos ejemplares, de 5 metros de altura.

Además, un fresco de siete metros de largo recrea con detalle el entorno del citado yacimiento de Angeac hace 130 millones de años. Este es el único terreno en Francia en el que se sabe que vivieron estos colosos de la naturaleza.

Fuente:

El Mundo Ciencia

24 de octubre de 2012

¿Por qué no existen insectos de tamaño humano?

Un clásico de las películas de terror de los años 50 eran los insectos gigantes, como en Them! (La humanidad en peligro, 1954) del director Gordon Duglas. Ahora se está por filmar la historia del super héroe Ant-Man (el hombre hormiga), por lo que vendría bien una revisión evolutiva de por qué es que no existen insectos gigantes.

Them!, 1954. hormigas gigantes

Al parecer, el director Edgar Wright, conocido por la magnífica Shaun of the Dead (2004), donde toma al subgénero de los zombies para la comedia, pero sin dejar de respetar a rajatabla las “reglas” de los zombies establecidas por George Romero. Ahora se meterá en el universo de Marvel, que en el cine se ha vuelto famosa por la saga de los Avengers, con las películas de Iron Man, Thor y Hulk. En la película que está planeando Wright podremos ver hormigas gigantes, ya que el protagonista, el hombre hormiga, tiene la capacidad de reducirse hasta el tamaño de un insecto, a la vez que puede comunicarse con sus compañeras. Ahora, ¿qué pasaría si uno de esos insectos pudiese crecer hasta un tamaño humano, o mayor, como pasaba en las películas clase B de los años 50 y 60?.
Ant-man 
Si no existen es por una razón simple, no presenta un beneficio evolutivo el ser gigante para los insectos. Generalizando, el tener un tamaño enorme no es beneficioso para ningún ser vivo que camine por la Tierra. Se requiere de mucha energía para mantener vivo y para movilizar a un ser descomunal. Pero yendo al caso particular de los insectos, el tener un tamaño similar al nuestro podría les resultaría casi imposible.

Esto es porque la principal característica de los insectos es que no tienen un esqueleto interno ni columna vertebral como nosotros, sino que tienen lo que se conoce como exoesqueleto. Es el integumento que recubre todo el cuerpo de los insectos, formado por capas, que suelen ser de quitina, cera, melanina y esclerotina, esta última siendo rígida como para proteger al insecto y también para brindar un apoyo a los músculos. No tienen piel, los insectos, sino que estas capas de exoesqueleto son las que los protegen de las inclemencias del clima. Gracias a esta característica, es que los insectos han colonizado casi cada sector del planeta.

ant-man El problema es que si llevásemos a un insecto hasta el tamaño humano, su exoesqueleto no podría ser lo suficientemente fuerte como para que se mueva o siquiera para que sobreviva, ya que para poder servirle debería ser muy grueso. Como el exoesqueleto es rígido, los insectos necesitan mudarse de ropa cuando crecen, por lo que se deshacen de la vieja capa dura y protectora, y luego les crece una nueva. Un insecto de tamaño humano, sería muy vulnerable en esa etapa, sin su exoesqueleto protector. Cuanto más grande, más apetitoso resulta para los depredadores.

En paleontología se ha podido ver que el tamaño de las moscas ha ido reduciéndose a lo largo de los millones de años a medida que las aves fueron evolucionando. Esto indica que los insectos grandes son más apetitosos para su enemigos los reptiles, las aves y los mamíferos. Otro tema sería el de su sistema circulatorio, que es abierto. La sangre y los fluidos corporales no circulan en vasos como nuestras venas y arterias, sino que están sueltos dentro del cuerpo del insecto. Si tuviésemos una hormiga de un metro ochenta de altura, le sería muy difícil movilizar sus fluidos corporales por culpa de la gravedad, que los llevaría siempre hacia abajo.

Pero el enemigo máximo contra la posibilidad de insectos gigantes es oxígeno. Una de las principales fuentes de energía de casi todos los seres vivos no es el alimento, sino el oxígeno. Los insectos no respiran como nosotros, sino que obtienen el oxígeno a través de diminutos tubos llamados tráqueas, que transportan el oxígeno de forma pasiva de la atmósfera hacia las células corporales. Una vez que los insectos alcanzan un cierto tamaño, requerirían más oxígeno del que las tráqueas podrían obtener. Un insecto humanoide necesitaría ser casi todo tráquea, sin lugar para otros órganos vitales.

Hace unos 300 millones de años existían insectos muy grandes, como alguaciles del tamaño de un halcón, con alas de un metro ochenta, y hormigas del tamaño de un colibrí. Pero esto ocurrió porque por aquellos tiempos el oxígeno en la atmósfera era muy superior al de estos tiempos. Así es que, la única posibilidad para la existencia de insectos humanoides sería en un mundo con mucho más oxígeno, y menor gravedad.


Tomado de:

Las abuelas aumentaron la esperanza de vida humana

Nuevas simulaciones informáticas señalan además que potenciaron un tipo de crianza y pasaron sus genes de longevidad a otras generaciones.

La llamada “hipótesis de la abuela” defiende que los humanos evolucionaron hacia una mayor esperanza de vida que otros primates porque las abuelas de nuestra especie alimentaron a sus nietos. Nuevas simulaciones informáticas respaldan ahora esta propuesta, al demostrar que, con el cuidado de sus abuelas, los chimpancés evolucionarían hasta tener la misma esperanza de vida que nuestra especie en menos de 60.000 años. Las simulaciones mostraron, además, que las abuelas ancestrales propiciaron un modo de crianza distinto y aumentaron nuestra dependencia social.

 
Kristen Hawkes. Fuente: Universidad de Utah.
 
Kristen Hawkes. Fuente: Universidad de Utah.
 
Una serie de simulaciones informáticas desarrolladas por investigadores de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, han proporcionado un nuevo apoyo a la llamada “hipótesis de la abuela”, que defiende que los humanos evolucionaron hacia una mayor esperanza de vida que otros primates porque las abuelas de nuestra especie alimentaron a sus nietos.

A raíz de estos resultados, la principal autora de la investigación,
Kristen Hawkes, profesora de antropología de dicha Universidad ha afirmado que "las abuelas fueron el primer peldaño hacia el desarrollo de lo que somos actualmente”.

Según publica la Universidad de Utah en un
comunicado, las simulaciones realizadas indicaron que con solo un poco de cuidado de las abuelas, animales con una esperanza de vida similar a la de los chimpancés evolucionarían en menos de 60.000 años hasta tener la misma esperanza de vida que los humanos.

Más concretamente, entre 24.000 y 60.000 años después de que las abuelas pasasen a cuidar a sus nietos, las criaturas de la simulación llegaron a vivir hasta 49 años tras alcanzar la edad adulta, igual que los humanos.

Detalles de la hipótesis

A medida que nuestros ancestros humanos evolucionaron en África, durante los últimos dos millones de años, su entorno fue cambiando para volverse más seco y con menos bosques (en los que, antes, los niños recién destetados podían recoger y comer frutas carnosas por su cuenta).


"Así que las madres tuvieron dos opciones: seguir a los bosques en su retirada -ir allí donde los alimentos para los pequeños estaban al alcance de estos- o seguir alimentando a las crías tras el destete. Pero esto suponía un problema para las madres, porque significaba que no podían mantenerse con sus hijos mientras les buscaban el alimento”, explica Hawkes.


En este momento entran en juego las abuelas: de esta situación surgiría la necesidad de que las pocas hembras cuya edad reproductiva estaba terminando pasasen a intervenir y a ayudar, por ejemplo desenterrando tubérculos similares a la patata o rompiendo para sus nietos la dura cáscara de algunos frutos secos.


Cuando las abuelas comenzaron ayudar a alimentar a sus nietos tras el destete de estos, sus hijas pudieron producir más hijos en intervalos más cortos, los niños empezaron a ser destetados antes y tardaron más en poder alimentarse por sí mismos y en alcanzar la edad adulta.


Por último, unas pocas hembras ancestrales que vivieron el tiempo suficiente para llegar a ser abuelas pasaron sus genes de longevidad a más descendientes, que ganaron en consecuencia una mayor esperanza de vida.


Aquellos primates que empezaron a explotar recursos alimenticios que las crías no podían manejar por si solas y que necesitaron la ayuda de las abuelas evolucionaron hasta convertirse en los seres humanos actuales.

La abuela antes que el aumento del cerebro

Esta 'hipótesis de la abuela' fue propuesta formalmente por Hawkes en 1997, y ha sido objeto de debate desde entonces. Para tratar de darle una consistencia matemática, Hawkes realizó esta investigación con el biólogo matemático
Peter Kim, de la Universidad de Sydney, y con James Coxworth, un estudiante de antropología de la Universidad de Utah.

De esta simulación se ha desprendido otro aspecto interesante: Dado que esta no tuvo en cuenta ciertas variables -como el tamaño del cerebro de las criaturas de la simulación o el efecto de la actividad de la caza en su evolución- ha servido para constatar que la prolongación de la vida de dichas criaturas pudo darse gracias al papel de las abuelas, e independientemente de otras variables.


En este sentido, Hawkes cree que el cambio hacia una vida adulta más larga propiciado por el cuidado de las abuelas habría sido “lo que subyació a posteriores transformaciones en la evolución humana, incluido el hecho de tener un cerebro cada vez mayor”.


Por último, la investigadora señala que el “cuidado de las abuelas nos dio el tipo de crianza que nos ha hecho más dependientes los unos de los otros socialmente y propensos a llamar la atención de los demás”: gracias a ellas las madres ancestrales tuvieron más hijos, y ellos tuvieron que compartir su atención con sus hermanos, algo que no hicieron las crías de otros primates. Los resultados de esta investigación han aparecido detallados en la revista
Proceedings of the Royal Society B.

Fuente:


7 de octubre de 2012

El Hombre descubrió el fuego hace 790.000 años

El-Hombre-descubrió-el-fuego-hace-790000-años.jpg

La hipótesis sobre la evolución del hombre que sostiene la migración de los primeros Hombres desde el continente africano hacia el europeo, es uno de los temas más debatidos en el ámbito de las ciencias, especialmente en el de la Arqueología del siglo XX. Si bien se le atribuye el protagonismo de este hecho a homo erectus, las rutas aún están muy poco claras, y todavía no se sabe con certeza cuál fue la fecha precisa en la que ocurrió este acontecimiento, tan pero tan significativo para la historia de la humanidad.

Hallazgos e indicios sobre el uso y el control del fuego

Esta vez, el fuego, uno de los descubrimientos más trascendentales en la historia de nuestra especie, parece enseñarnos las pautas necesarias para conocer algunas características fundamentales en cuanto al ingreso del erectus al territorio europeo. Es sabido que hace ochocientos mil años, el hombre no sólo conocía el fuego sino que era capaz de transportarlo mediante antorchas cuando éste surgía espontáneamente en puntos aleatorios del territorio.

Nuevas pistas a orillas del río Jordán nos brindan las herramientas necesarias para conocer detalles sobre la migración del homo desde África hacia Europa, y más aún: conocer las primeras manifestaciones del control sobre el fuego. Arqueólogos de la Universidad Hebrea de Israel encontraron a orillas de este río (uno de los puntos claves por los que pasó el erectus en su migración hacia Europa) doce capas estratigráficas con elementos que hacen pensar que estos individuos, de hace 790.000 años de antigüedad, controlaban el fuego. Esto les habría posibilitado migrar con mayor facilidad.
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Los elementos hallados (entre ellos sílex quemado) analizados en su contexto, dan cuenta de un uso y un control del fuego que no se ha comprobado en poblaciones anteriores. Las doce capas estratigráficas demuestran una correlación en este aspecto, lo cual no deja dudas para Nira Alperson-Afil (directora del grupo de arqueólogos que han trabajado en este sitio) de que estos homo erectus, ya controlaban el fuego en gran medida.

El fuego y la supervivencia de los primeros hombres

Esto además les habría permitido trasladarse con mayor facilidad sobre el continente. Al controlar el fuego y no depender de su generación espontánea, los homo podrían haber migrado con mayor facilidad, protegiéndose así de depredadores y entonces provistos de calefacción, lo cual les habría permitido abrir nuevas puertas y encontrar nuevos destinos en los que habitar con mayor comodidad.

Muy interesante ¿no lo crees? ¿Cómo imaginas tú que este control sobre el fuego habrá incidido en las formas en las que para entonces, los primeros hombres subsistían? 

Tomado de:

Ojo Científico

4 de octubre de 2012

Los primeros homínidos carnívoros

Fragmento del cráneo descubierto con evidencias de anemia. | Manuel Domínguez-Rodrigo
Fragmento del cráneo descubierto con evidencias de anemia
Un equipo del Instituto de Evolución en África (IDEA) ha descubierto en la Garganta de Olduvai, en Tanzania, (conocida como la Cuna de la Humanidad), los restos fósiles de un niño que padecía anemia hace 1,5 millones de años. Este hallazgo aporta luz sobre un comportamiento desconocido hasta el momento: estos homínidos ya dependían del consumo regular de carne para su supervivencia.

Los investigadores explican en su trabajo cómo la anemia de este niño apoya la hipótesis de que la fisiología humana adaptada al consumo frecuente de carne, como el de nuestra especie Homo sapiens, habría surgido por lo menos hace 1,5 millones de años.

Según explican los científicos, la anemia que sufría el niño, de menos de dos años, se entiende como el resultado de la falta de consumo de las vitaminas B9 y B12, que se obtienen a través del consumo de carne en las sabanas modernas africanas.

Los restos óseos del niño (un fragmento craneal) del que se desconoce el sexo, indican que probablemente murió durante el periodo de destete, cuando los alimentos sólidos comenzaban a incluirse en su dieta y cuando todavía dependía de la leche materna. En este caso, y según el citado artículo, esa leche era nutricionalmente deficiente debido a la falta de consumo de carne por parte de la madre.

El estudio ha sido publicado en PLOS ONE y ha sido liderado por Manuel Domínguez-Rodrigo, profesor de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid junto a Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico.

Animales muertos

El hallazgo, además, apoya la hipótesis de que los humanos primitivos fueron cazadores activos en lugar de carroñeros como muchos expertos sostienen hasta ahora.

Efectivamente, los primeros descubrimientos de consumo de carne (hace 2,5 millones de años) no servían para especificar si era habitual o esporádico y por ello los investigadores argumentaban que los primeros seres humanos carroñeaban los restos de animales muertos. Defendían además que era un consumo marginal, de reserva.

En contraste, otros investigadores defienden que los homínidos eran cazadores y conseguían los animales antes que otros carnívoros. De esta manera, la carne era un elemento esencial de la dieta de nuestros ancestros hace casi dos millones de años.

Hoy la carne es un componente esencial en la dieta humana moderna y es básica para nuestra supervivencia. Otros primates, como los chimpancés, no tienen esa dependencia, y por ello consumen carne esporádicamente.

Algunos arqueólogos han argumentado que precisamente llegamos a ser humanos cuando nos convertimos en carnívoros-omnívoros. La pregunta pendiente era cuándo en nuestra historia nos convertimos en dependientes de la carne, algo que el hallazgo del ‘niño anémico’ de Olduvai ayuda a revelar.

Fuente:

El Mundo Ciencia

20 de septiembre de 2012

El 'reciclaje' en la Edad de Piedra

El reciclaje no es solo un asunto propio del hombre moderno. Una reciente investigación ha hallado evidencias de que el ser humano reciclaba sus artefactos de piedra en el Paleolítico.

Los equipos de investigación de la Universitat Rovira i Virgili y el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) han analizado artefactos quemados encontrados en el yacimiento de Molí del Salt en Tarragona.

Los resultados del estudio indican que el reciclaje de utensilios fue un fenómeno habitual durante el Paleolítico superior, hace 13.000 años. El hecho de que estén quemados es esencial a la hora de valorar el posible reciclaje de las herramientas. "Escogimos estos artefactos quemados porque pueden demostrar de forma sencilla si se ha producido una modificación posterior a la exposición al fuego", explica a SINC Manuel Vaquero, investigador en la Universitat Rovira i Virgili.

Los arqueólogos encontraron un alto porcentaje de restos quemados en el yacimiento de Molí del Salt, que corresponden al Paleolítico superior final.

Reciclar para satisfacer necesidades inmediatas

Sin embargo, esta práctica no se documenta de la misma manera en todas las clases de artefactos. Por ejemplo, el uso de herramientas recicladas es más común en el caso de las actividades domésticas y parece asociado a necesidades inmediatas.

El reciclaje se asocia a un comportamiento expeditivo, a una forma fácil y rápida de disponer de un utensilio cuando surge la necesidad. Las herramientas utilizadas en la caza, como las puntas de proyectil, por ejemplo, no fueron casi nunca fabricadas a partir de artefactos reciclados. En cambio, los artefactos dobles –los que combinan dos herramientas en una misma pieza– se reciclaron más.

Según Vaquero, "esto es importante sobre todo desde el punto de vista del valor cultural de los objetos, especialmente en periodos como el Paleolítico Superior, en los que se tiende a asumir que la forma es siempre el reflejo de una imagen mental bien definida".
El reciclaje pudo haber sido determinante en las poblaciones cazadoras y recolectoras del Paleolítico, si se toma como referencia el comportamiento de los indígenas actuales.

"Tiene importancia económica, ya que incrementa la disponibilidad de los recursos líticos, especialmente en contextos de escasez. Además, es un factor relevante en la interpretación de los yacimientos porque se convierten, no solamente en territorios donde se puede vivir, sino también en lugares de aprovisionamiento de recursos", subraya el investigador.

Esta investigación es importante dada la escasez de estudios sobre reciclaje de herramientas durante la Prehistoria. Los resultados, publicados en 'Journal of Archaeological Science', por tanto arrojan luz sobre un tema desconocido: los hombres ya reciclaban en la Prehistoria.

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El Mundo Ciencia

5 de septiembre de 2012

El Homo antecessor de Atapuerca comía niños

antecessor2Desde hace años se sabe que el Homo antecessor, una especie homínida que vivió hace unos 800.000 años en Atapuerca (Burgos), practicaba el canibalismo, pero hasta ahora se desconocía por qué lo hacía. Un estudio publicado en el Journal Human Evolution sugiere que el infanticidio y el canibalismo se practicaron por la defensa y ampliación de un territorio rico en recursos, una conducta que se observa actualmente en los chimpancés.

Para llegar a estas conclusiones, un equipo de investigación liderado por el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) ha comparado el canibalismo practicado por chimpancés, los humanos modernos y casos arqueológicos con las evidencias del nivel TD6 del yacimiento de la Gran Dolina (Sierra de Atapuerca) para "explorar las posibles causas que motivaron esta conducta en el Pleistoceno inferior", según indica Palmira Saladié, autora principal del estudio e investigadora del IPHES.

De acuerdo con el trabajo, no se observan diferencias en el tratamiento de la carne de las carcasas o de los huesos de Homo antecessor con el de otros animales. Los investigadores compararon las marcas de corte y fracturas de los huesos de estos homínidos para el consumo del tuétano (sustancia blanca en el interior de los huesos) con las localizadas en otros animales. "Las modificaciones encontradas en Homo antecessor y los huesos de otros animales indican que el proceso de carnicería fue el mismo sobre las diferentes especies y que los restos una vez consumidos se descartaban sobre el suelo de hábitat de la misma manera", apunta Saladié.

El trabajo confirma que los homininos que utilizaron Gran Dolina como campamento cazaban y consumían individuos de otros grupos de manera recurrente, incluyendo esta conducta en su sistema cultural. Los homininos consumidos eran sobre todo individuos inmaduros, entre los que se encuentran varios niños, "lo que indica el consumo de individuos relacionados con un menor riesgo para el agresor durante su captura". La 'caza' se podría haber producido en un intento de proteger el territorio de grupos de vecinos o de nuevos grupos entrantes en la misma zona. "En el momento del asalto, los atacados probablemente pudieron ser pocos individuos, incluidos niños y adolescentes, acompañados de machos y hembras adultos", señala la científica. La distribución de edades de los homininos canibalizados es similar a los perfiles de edad que se observan en el canibalismo asociado con la agresión intergrupal en los chimpancés.Según los investigadores, el canibalismo se realizó entre sociedades productivas, estructuradas y jerárquicas, y con cargas simbólicas muy compl


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Muy Interesante

28 de junio de 2012

Descubrimiento: Los dinosaurios eran animales de sangre caliente

Reconstrucción del ambiente en Las Hoyas (Cuenca). | Raúl Martín
Reconstrucción del ambiente en Las Hoyas (Cuenca). | Raúl Martín
  • Este método permite mejorar las estrategias de conservación de especies.
En una de las primeras apariciones de un dinosaurio en la película 'Jurassic Park' de Steven Spielberg, uno de los protagonistas toca un ejemplar recreado a partir del ADN preservado en ámbar y exclama algo así como: "¡En efecto! Tenían sangre caliente".

En la comunidad científica ha habido durante cuatro décadas un encendido debate sobre si los dinosaurios eran o no de sangre caliente. Pero en los últimos años, el análisis de unas estructuras de los huesos parecidas a los anillos de crecimiento de los árboles en dinosaurios ha hecho que durante mucho tiempo predominase la hipótesis de que estos animales fueron reptiles de sangre fría (ectotermos), es decir, que necesitan energía del exterior para realizar sus funciones vitales de la misma forma que los lagartos o serpientes actuales que necesitan del calor del Sol para vivir.

Sin embargo, algunos investigadores de prestigio como Jack Horner, que sirvió de asesor a Spielberg para la película, tenían sus argumentos para seguir pensando que los dinosaurios eran animales de sangre caliente (endotermos). Pero les faltaba un argumento lo suficientemente sólido como para derribar la hipótesis dominante de que tenían sangre fría.

Análisis de huesos de mamíferos actuales

Ahora, una investigación realizada en España acaba de desmontar esta hipótesis y devuelve el debate al mismo punto en el que se encontraba hace 40 años. Pero, para lograrlo, los científicos, pertenecientes al Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP), no han tenido que tocar ni un solo resto de dinosaurio.

Hace años, un grupo de investigadores comenzó a estudiar estos anillos de crecimiento en los restos de huesos de algunos dinosaurios encontrados en yacimientos paleontológicos. Estas estructuras son en realidad lo que los investigadores llaman líneas de parada del crecimiento (LAGs), que se producen cuando el crecimiento del animal se detiene o ralentiza debido a condiciones ambientales desfavorables, como el invierno o las estaciones secas.

Corte del hueso de un cérvido. | Nature
Corte del hueso de un cérvido. | Nature

Estas líneas, que sí se habían encontrado en animales de sangre fría, nunca había sido vistas en mamíferos o en animales de sangre caliente (salvo algunas excepciones, como los osos, que fueron achacadas a los ciclos vitales con ralentizamiento del metabolismo durante la estación fría). En aquellas investigaciones, los investigadores encontraron estas LAGs en las muestras de dinosaurios. De forma que se convirtió rápidamente en uno de los principales argumentos que sustentaban la hipótesis de que los dinosaurios eran animales de sangre fría.

Sin embargo, la investigación española recién publicada en la revista 'Nature' ha ahondado en el estudio de estos anillos de crecimiento en mamíferos y ha demostrado su existencia en una gran variedad de especies de sangre caliente. "La creencia de que no había LAGs en los huesos de animales endotermos era el argumento principal que sostenía la hipótesis de la ectotermia de los dinosaurios. Nosotros hemos desmontado este argumento", explica a ELMUNDO.es Xavier Jordana, uno de los autores de la investigación y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Herramienta para la conservación de la biodiversidad

"El estudio que hemos hecho es muy potente, por la cantidad de material y la diversidad de especies con las que hemos trabajado, pero no lo diseñamos para encontrar la respuesta a la termofisiología de los dinosaurios. Nosotros pretendíamos conocer mejor la fisiología de los mamíferos actuales y queríamos entender cómo el ambiente los afecta: cómo cambia su crecimiento en función de la temperatura exterior, de las lluvias o de la disponibilidad de alimentos y agua", explica Meike Köhler en un comunicado remitido por el ICP.

Köhler y sus colaboradores han analizado más de un centenar de rumiantes. En total han analizado hasta 115 fémures derechos de especies de 36 localidades diferentes en África y Europa, que en su conjunto cubren casi la totalidad de los regímenes climáticos actuales.

Las muestras provienen de Hamburgo (Alemania) y pertenecen a una completísima colección de animales salvajes elaborada hace más de 60 años por la exploradora Marguerite Obussier. En aquel entonces aún no había impedimento legal en ir de safari a África, matar los ejemplares que deseases, documentarlos y llevarlos a Europa para formar parte de una colección zoológica. Ahora, esas muestras han servido para que el equipo de Köhler y Jordana haya podido obtener las conclusiones publicadas en 'Nature'.

Para ello, los científicos tuvieron que cortar los fémures, incluirlos en una potente resina y pulirlos hasta dejar una muestra de 0,1 milímetros de espesor. Luego, esas láminas fueron observadas al microscopio óptico de luz polarizada para estudiar sus LAGs.

Pero la investigación no se queda solo en el debate sobre la termoregulación de los dinosaurios, sino que tiene también una clara aplicación directa en los estudios de conservación de la biodiversidad actual de nuestro planeta. "Podemos conocer detalles de la edad a la que ha muerto un individuo, a qué edad maduró sexualmente y cómo le están afectando cambios como los derivados del cambio climático", explica Jordana. "Esto es muy importante para evaluar el estado de conservación de una especie determinada".

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El Mundo Ciencia

12 de junio de 2012

Personajes: Phillip V. Tobias, rastreador de las raíces humanas

Estudió, basándose en los restos del ‘Homo habilis’ hallado por los Leaky, el surgimiento de la conciencia y el habla. 

 

El paleoantropólogo sudafricano Phillip V. Tobias, fotografiado en su laboratorio en 1995. / ADIL BRADLOW (AP)

En las historias míticas el nacimiento de un niño viene anunciado por algún acontecimiento que determinará el curso de su vida futura. Phillip V. Tobias, fallecido el pasado jueves a los 86 años, nació en Durban (Sudáfrica) en el año 1925, el mismo en el que se dio a conocer el descubrimiento, en ese mismo país, de otro niño, pero este de dos millones de años de antigüedad, que pasaría a la historia como el Niño de Taung. Fue el primero de los australopitecos y desde entonces se buscan en África las raíces de la humanidad. Y efectivamente, como en las viejas leyendas, Tobias dedicaría su vida a desenterrar esas raíces. Fue el anatomista Raymond Dart el descubridor del Niño de Taung, y andando el tiempo Tobias le sucedería en la cátedra.

La carrera científica, como paleoantropólogo, del profesor Phillip V. Tobias se desarrolló sobre todo en el yacimiento sudafricano de Sterkfontein, una cueva que ha proporcionado fósiles maravillosos de australopitecos de unos dos millones y medio de años de antigüedad. El último de los grandes hallazgos producidos allí ha sido el de un esqueleto completo (apodado Pie Pequeño) que un día de estos, cuando se complete su restauración, saltará a la fama.

En los años cincuenta la geometría de la evolución humana se consideraba lineal y sencilla. Tres especies puestas en fila: Australopithecus africanus, Homo erectus y homo sapiens. Se trataba de una lógica reacción frente a la proliferación de nombres que había caracterizado la etapa anterior. Casi cada yacimiento tenía un nombre específico propio y a veces dos. Esta poda del árbol genealógico se consideraba más acorde con los nuevos principios de la moderna biología evolutiva que estaba haciendo su entrada en la Paleontología Humana.

En el año 1959 el matrimonio Leakey desenterró un cráneo en la barranca de Olduvai (Tanzania) y las miradas se dirigieron entonces hacia el este de África. Un año más tarde, en la misma garganta, los Leakey encontraron parte de un cráneo, una mandíbula y un puñado de huesos de la mano de un individuo que no era en absoluto como el anterior. El primero tenía un enorme aparato masticador y una cresta ósea en la parte alta del cráneo. Las muelas del segundo, en cambio, eran más pequeñas, y el cráneo carecía de esa cresta. Además, el tamaño de su cerebro, por lo que se podía intuir, era mayor que el de los australopitecos. 

Más tarde, en 1964, Louis Leakey, Tobias y John Napier decidieron, a partir del nuevo fósil de Olduvai, añadir un nuevo eslabón a la cadena evolutiva y lo llamaron Homo habilis. Era un eslabón intermedio entre el Australopithecus africanus y el Homo erectus y representaba la aparición de un fenómeno nuevo en la historia de la vida: la encefalización y quién sabe si la conciencia. Había sido el Homo habilis también (lo decía su mano) quien primero habría tallado la piedra. Más aún, el estudio de la forma del cerebro de los fósiles de esta especie le llevó a Tobias a defender que ya podía hablar.

Tobias vivió en su país los años más duros del apartheid, ideología a la que detestaba y combatía. En el membrete de su universidad, la de Witwatersrand en Johanesburgo, se decía explícitamente que allí no se practicaba la segregación. Afortunadamente vivió también el nacimiento de la nueva república democrática. 

El profesor Tobias era miembro de las dos sociedades científicas más prestigiosas en el mundo: la Royal Society de Londres y la Academia de Ciencias de Estados Unidos.

Tobias fue un gran amigo de España, que visitó varias veces, y de los investigadores españoles. Lo recuerdo en algunas de esas oportunidades. Examinando y evaluando los primeros hallazgos de Atapuerca en compañía de su amigo Emiliano Aguirre, como él nacido en el año de Taung. Charlando hasta altas horas de la madrugada (porque era un magnífico y ameno conversador). Escuchando a unos jóvenes y entusiastas científicos que se iniciaban entonces en la investigación paleoantropológica, en la que él era el maestro. 

También abriendo de par en par las puertas de su departamento universitario para que pudiéramos estudiar los fósiles que allí custodiaba. Pero sobre todo, lo recuerdo sosteniendo en su mano, con la mirada brillante y orgullosa, al Niño de Taung.


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El País Ciencia

3 de abril de 2012

Un fósil colombiano revela la serpiente gigante que acechó la Tierra

Serpiente gigante

El reciente descubrimiento de una monstruosa serpiente prehistórica ofrece respuestas sobre el pasado y plantea preguntas para el futuro.

Hace unos 58 millones de años, una víbora gigante se deslizó a través de las selvas pantanosas de América Latina y comenzó un reinado de terror.

Con un peso de más de una tonelada y 14 metros de largo, esta culebra gigante era capaz de tragarse a un cocodrilo entero sin mostrar siquiera un bulto.

Hace unos años, sin embargo, los científicos ni siquiera sabían de su existencia.

"Uno no espera encontrar una boa de 14 metros ni en los sueños más arriesgados. La serpiente más grande de hoy representa la mitad de ese tamaño", dice Carlos Jaramillo, científico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y miembro del equipo que realizó el descubrimiento.

Un mundo de reptiles perdidos

Se cree que la serpiente bautizada con el nombre de "Titanoboa" era pariente lejana de la anaconda y la boa constrictor, y no era venenosa (no necesitaba serlo).

En su lugar, aplastaba a su presa con una fuerza de constricción de más de 180 kilos por pulgada cuadrada: el equivalente al peso de un puente de Brooklyn y medio.

El Cerrejón, Colombia

El Cerrejón, la mina de explotación de carbón a cielo abierto, en donde fueron hallados los fósiles.

Los fósiles quedaron expuestos por la excavación en la enorme mina de carbón a cielo abierto de El Cerrejón, en el norte de Colombia. En 2002, científicos habían descubierto en ese lugar los restos de una selva tropical de la era del Paleoceno; tal vez la primera del planeta.

Así como hojas y plantas fosilizadas, desenterraron reptiles tan grandes, que desafiaban a la imaginación.

"Lo que encontramos fue un mundo gigantesco de reptiles perdidos; tortugas del tamaño de una mesa de cocina y los cocodrilos más grandes en la historia de los registros fósiles", dice Jonathan Bloch, un experto en la evolución de los vertebrados en la Universidad de Florida.

También hallaron las vértebras de una serpiente colosal.

"Después de la extinción de los dinosaurios, este animal, la titanoboa, fue el depredador más grande en la superficie del planeta durante al menos 10 millones de años", afirma el Dr. Bloch. "Este fue un animal importante en todo sentido de la imaginación".

Búsqueda de calaveras

Pero los científicos necesitaban el cráneo de la serpiente para llevarse una idea total de cómo lucía, qué comía y cómo podría relacionarse con especies modernas. El año pasado, un equipo se propuso encontrarla, con pocas expectativas de éxito. Debido a que los huesos de la calavera de una serpiente son tan frágiles, pocos sobreviven.

"A diferencia de nuestras calaveras, las de las serpientes no están fusionadas. En cambio, están conectadas con tejido", señala el Dr. Jason Head, especialista estos reptiles de la Universidad de Nebraska.

"Cuando el animal muere, el tejido se decompone y todos los huesos individuales generalmente se dispersan. Son muy delgados y frágiles también y con frecuencia son destruidos. Gracias a que la titanoboa es tan enorme y los huesos de la calavera tan grandes, se trata de una de las pocas serpientes que llegan al registro fósil".

Para su asombro, el equipo recuperó los restos de tres calaveras, con los cuales el reptil pudo ser reconstruido con exactitud por primera vez.

Lea el artìculo copmpleto en:

BBC Ciencia

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Los restos de la hoguera más antigua

Restos de un hueso quemado en la cueva Wonderwerk. | P. Goldberg

Restos de un hueso quemado en la cueva Wonderwerk. | P. Goldberg

Nuestros antepasados ya usaban el fuego en sus hogares hace un millón de años. Un equipo internacional de arqueólogos ha encontrado en Sudáfrica los que probablemente son los restos más antiguos de una hoguera en una cueva. Se trata de plantas y de huesos quemados que sugieren que hace un millón de años ya se cocinaban los alimentos. Los detalles de esta investigación se publican esta semana en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).

Según explica a ELMUNDO.es Francesco Berna, autor principal del artículo, "las pruebas halladas en la cueva Wonderwerk concuerdan con la teoría de que el 'Homo erectus' era ya capaz de alimentarse de alimentos cocinados, aunque será necesario llevar a cabo más estudios. Por ejemplo, no podemos descartar que consumieran la carne cruda y que, posteriormente, los huesos fueran dispuestos en el fuego".

Aunque aún no se han encontrado restos de homínidos en la cueva, Berna señala que "las pruebas del fuego se asocian a las primeras herramientas de piedra de la industria achelense [también denominada de Modo 2]. Datan de hace un millón de años, por lo que el mejor candidato es el 'Homo erectus'".

Restos más antiguos de fuego

Existen restos de pruebas de uso de fuego más antiguos que los de esta cueva de Sudáfrica (de hasta 1.500.000 años), pero los paleontólogos no pueden garantizar que estos restos procedan de incendios naturales.

Según explica Berna, hay otros sitios arqueológicos de la industria achelense, como Koobi Fora (Kenia), Swartkrans (Sudáfrica) y Gesher Bnot Ya'akov (Israel), que tienen una antigüedad de entre 1.500.000 y 750.000 años. Pero todos están en yacimientos al aire libre. Los de la cueva de Wonderwerk serían por tanto los restos más antiguos procedentes del fuego controlado.

"Se trata de las pruebas arqueológicas más tempranas que muestran con seguridad el uso del fuego", afirma a ELMUNDO.es Michael Chazan, coautor del artículo e investigador de la Universidad de Toronto (Canadá).

El descubrimiento del fuego

Los paleontólogos creen que nuestros antepasados comenzaron a utilizar el fuego mucho antes, aunque aún no hayamos encontrado pruebas que lo demuestren. "[El antropólogo británico] Richard Wrangham sugiere que el uso del fuego se remonta a los orígenes del 'Homo erectus', hace 1.800.000 años. Creo que probablemente está en lo cierto y ahora estamos buscando pruebas más antiguas en Wonderwerk, que debió estar habitada en aquella época", señala Michael Chazan. "La otra gran cuestión por resolver es cómo el 'Homo erectus' usaba el fuego, si era capaz de hacerlo él mismo o lo aprovechaba [de la naturaleza], y si lo utilizaba para cocinar".

Jordi Rosell, investigador del Instituo Catalán de Paleoecologia Humana y Evolución Social (IPHES), recuerda que "hasta hace poco, las primeras evidencias del uso controlado del fuego se situaban en Europa durante el Pleistoceno medio y se asociaban a contextos achelenses posteriores a los 500.000 años. Yacimientos como Schöningen y Bilzingsleben, en Alemania, Menez-Dregan y Terra Amata en Francia, Vértesszölös en Hungría o Beeches Pit en Inglaterra, así parecían demostrarlo".

"En los últimos años, el yacimiento israelí, Gesher Benot Ya’aqov, parecía retrasar la cronología hasta los 700.000 años. Aunque nadie pone en duda abiertamente el uso del fuego en este último yacimiento, los autores indican serios problemas de conservación, lo que les lleva a catalogarlos dentro de la categoría de 'Phantom hearths' (hogares fantasmas). Ha habido autores que sugirieron hace décadas la existencia de hogares en yacimientos africanos más antiguos del millón de años, pero estos fueron desestimados hace tiempo por falta de evidencias claras", afirma a este diario.

Des este punto de vista, por tanto, "la cueva de Wonderwerk podría representar el caso más antiguo del uso del fuego". Sin embargo, según el paleontólogo "parece que se trata de un hecho aislado en el contexto del Pleistoceno inferior de África. Si se tratara de un uso controlado del fuego regular y sistematizado, lo normal sería encontrar hogares en buena parte de los yacimientos de esa cronología o posteriores. En África, los hogares más antiguos, si se exceptúan estos, tienen una cronología de 200.000 años o menos". Sin embargo, Rosell aclara que "aunque no se niega la existencia de hogares en Wonderwerk, "a la espera de más datos tampoco se puede considerar que los homínidos de hace más de un millón de años en el África subsahariana usaran el fuego de manera habitual como lo hicieron los homínidos del Pleistoceno medio tardío".

Reunidos en torno al fuego

Pese a que los antepasados del hombre utilizan el fuego desde hace cientos de miles de años, tardaron mucho más en generarlo por si mismos. Seguramente lo aprovechaban de la naturaleza, por ejemplo, cuando se originaba por la caída de un rayo o por un incendio forestal. Por ello, aprender técnicas para conservarlo debió ser una preocupación crucial. Tardaron mucho más en desarrollar técnicas para generarlo, como rotando una punta de palo sobre la madera o produciendo chispas frotando piedras que tuvieran pirita de hierro.

Controlar el fuego no sólo permitió a los homínidos ver en la oscuridad, defenderse de depredadores, fabricar utensilios más sofisticados y cocinar alimentos.

Gracuas al fuego comenzaron a establecer estructuras parecidas a los hogares. Además fomentó que se cultivaran las relaciones sociales, pues, aunque no fueran capaces de hablar, lo más probable es que se sentaran alrededor del fuego para preparar alimentos y comer, construir herramientas e intercambiar costumbres.

Fuente:

El Mundo Ciencia

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