El fenómeno de El Niño, que puede provocar sequías e inundaciones, ya está en camino en el Océano Pacífico.
Eso dicen los científicos. Pero el año pasado anunciaron lo mismo, en algún momento llegaron a darle un 70% de probabilidades, y no se produjo.
En la Oficina Meteorológica de Australia advierten este año de un fenómeno "sustancial". En Japón fueron los primeros en reportarlo y, desde marzo, científicos estadounidenses ya están hablando de la llegada del El Niño.
¿Cómo pueden estar tan seguros? En realidad no lo están.
Las predicciones las hacen a partir de un sistema de boyas marinas equipadas con sensores para medir temperaturas, corrientes y vientos.
Así tratan de detectar un fenómeno que surge de las variaciones en la temperatura del Océano Pacífico.
Esos datos se suman con otros recogidos por satélites y estaciones de observación meteorológica, y se cruzan con complejos modelos computarizados diseñados precisamente para predecir El Niño.
Sin embargo, esos modelos todavía no son capaces de predecir su intensidad y duración, o las áreas que van a ser afectadas. Y como vimos el año pasado, tampoco predice si realmente se va a materializar.
Eso sí, una vez ha empezado, los modelos pueden predecir cómo se va a desarrollar en los siguientes seis a nueve meses, con una razonable precisión.
El Niño consiste en un calentamiento de las corrientes oceánicas como parte de un complejo ciclo que vincula la atmósfera y el océano.
El fenómeno altera los patrones climáticos en todo el mundo y puede hacer desde que el invierno del suroeste de Estados Unidos sea más húmedo hasta provocar sequías en el norte de Australia.
Entonces generó una pobre temporada de lluvias monzónicas en el sureste asiático, sequías en el sur de Australia, Ecuador y Filipinas, tormentas de nieve en Estados Unidos, olas de calor en Brasil e inundaciones en México.
Se esperaba que volviera El Niño el año pasado, pero no llegó a materializarse.
Uno de los vídeos más virales de la última semana es este, que nos trae 10 experimentos muy sencillos y con materiales fáciles de obtener, pero que nos brindan resultados espectaculares, bien sin más preámbulos los dejo con el vídeo, PERO RECUERDE: SI ES MENOR DE EDAD DEBE DE HACER ESTOS EXPERIMENTOS SIEMPRE BAJO LA SUPERVISIÓN DE UN ADULTO:
Conocer Ciencia: Ciencia sencilla, ciencia divertida, ciencia fascinante... Leonardo Sánchez Coello Director del Proyecto "Conocer Ciencia"
Refrigeradores, aires acondicionados, sistemas de enfriamiento de cuanto aparato eléctronico exista... Aunque a veces no somos conscientes de su existencia, en el siglo XXI es difícil imaginar la vida sin el frío artificial.
Pero todo empezó hace 200 años con unos cubos gigantes de hielo. Esta es la escalofriante -por sorprendente- historia de los hombres que cambiaron el planeta para siempre, bajándole la temperatura.
1. El terco mercader que quería venderle hielo al Caribe
A comienzos del verano de 1834, un barco de tres mástiles llamado Madagascar entró al puerto de Río de Janeiro, con la carga más inimaginable: un lago congelado de Nueva Inglaterra.
El Madagascar y su tripulación trabajaban para un empresario innovador y testarudo de Boston: Frederic Tudor.
Como dignos representantes de la clase acomodada bostoniana, la familia Tudor había disfrutado del agua congelada del estanque de su casa de campo, Rockwood, no sólo por su belleza estética, sino también por su capacidad para mantener las cosas frías.
Los Tudor almacenaban bloques de agua congelada -enormes cubos de 90 kilos de peso- en habitaciones especialmente acondicionadas, donde se mantenían hasta que llegaba el verano y comenzaba un nuevo ritual: cortar rebanadas de los bloques para enfríar bebidas, hacer helado o refrescar el agua del baño durante alguna ola de calor.
Cuando tenía 17 años, el padre de Frederic lo mandó de viaje por el Caribe.
Sufrir la inescapable humedad del trópico vestido con todos los trapos que correspondían a un caballero del siglo XIX le dio una idea radical: si pudiera transportar de alguna manera el hielo del norte helado a las Indias Occidentales, encontraría un enorme mercado.
En noviembre de 1805, Frederic Tudor envió a su hermano William a Martinica con su fría carga.
"No es broma", reportó el periódico Boston Gazette:
Un barco con 80 toneladas de hielo ha dejado el puerto con destino a Martinica. Esperamos que no se trate de una especulación resbalosa"
El escarnio del Gazette terminó estando fundamentado, aunque no por las razones que uno pudiera esperar.
A pesar de retrasos relacionados con el clima, el hielo sobrevivió al viaje notablemente bien.
El problema resultó ser uno que nunca se le cruzó por la cabeza a Tudor.
Los residentes de Martinica no estaban interesados en su exótico cargamento congelado. No tenían idea de qué hacer con él.
Aún peor, William no pudo encontrar un lugar adecuado para almacenar el hielo. Sin comprador y sin almacén, el viaje fue un rotundo fracaso.
Pero los Tudor no se rindieron. Después de todo, el negocio tenía sus ventajas.
Los barcos tendían a dejar Boston vacíos, para ser llenados en el Caribe.
Eso significaba que podían negociar precios más convenientes para transportar su hielo en unos barcos que, de otro modo, no llevarían nada a bordo.
Por otro lado, el hielo era básicamente gratis.
Sólo tenía que pagarle a los trabajadores para que lo sacaran de los lagos congelados.
La economía de Nueva Inglaterra generaba otro producto de costo cero: aserrín, el prinicipal desperdicio de las compañías madereras.
Después de experimentar por años, Tudor descubrió que era un excelente aislante para su hielo.
Esta fue su combinación genial: tomó tres cosas que no costaban nada -hielo, aserrín y barcos vacíos- y los convirtió en un negocio floreciente.
En cuanto al problema del almacenamiento, Tudor jugó con múltiples diseños, hasta que se decantó por una estructura de doble carcaza que usaba el aire entre dos paredes de piedra para mantener el aire frío adentro.
Quince años después de haber tenido la idea de venderle hielo a Sudamérica, comenzó a producir ganancias. Hacia 1820 ya lo había llevado a casi todos los rincones de ese continente, mientras que en ciudades como Nueva York, dos de cada tres casas recibían hielo a domicilio diariamente.
Al momento de su muerte, en 1864, había amasado una fortuna equivalente a más de US$200 millones de hoy.
El agua congelada en esta forma había pasado de ser una curiosidad a una necesidad en menos de un siglo.
Pongámonos en situación: la cena de Nochebuena ha terminado y los que
quedáis en casa queréis tomaros una bebida o un combinado para
continuar la velada pero, ¡vaya! No hay ningún refresco frío en la nevera.
Circunstancia
equivalente a estar de camping, en la playa o en una excursión
campestre y encontrarnos con el mismo problema: todas las latas de
refrescos están a temperatura ambiente. No hay fallo. Sólo hace falta un poco de hielo y sal para enfriar tú bebida en tan sólo dos minutos.
Necesitarás
un recipiente o bol para poner los hielos, añadir una cucharada sopera
de sal y, a continuación, meter dentro uno de los refrescos. Tan sólo
habrá que dar un par de vueltas a la lata para que la sal se disuelva y esperar dos minutos. ¡Bajarás su temperatura ambiente en más de 15 grados! Como explican en este vídeo
de Upsocl, la segunda ley de la termodinámica establece que “dos
sustancias con diferentes temperaturas alcanzan el equilibrio térmico
entre ellas”. Química pura y dura. La mezcla de la sal y el agua produce
una reacción endotérmica –que absorbe energía– de tal forma que, una vez disuelta, la sal absorberá el calor de la lata de tal forma que el frío de los hielos pasará más rápido al recipiente que está a temperatura ambiente. En tan sólo 120 segundos.
Bueno, digámoslo de esta forma: si metes una taza de
café humeante en el refrigerador, no se enfriará de inmediato. De la
misma manera, si el Sol se 'apagara' (lo que es físicamente imposible), la Tierra seguiría caliente -al menos en comparación con el universo que la rodea- durante algunos millones de años más.
Pero nosotros, los habitantes de la superficie, sentiríamos el frío mucho antes.
En una semana, la temperatura global de la superficie de la Tierra bajaría hasta los -17,8 ºC. En un año, hasta los -129 ºC.
Las capas superiores de los océanos se congelarían pero, como si fuera
una ironía apocalíptica, el hielo asilaría las aguas profundas y
evitaría que los océanos se congelaran por completo durante cientos de
miles de años.
Millones de años después, nuestro planeta estaría muy cerca del cero absoluto, a unos estables -240 ºC.
A esa temperatura, el calor que desprendería el núcleo del planeta
sería el mismo que la Tierra irradiaría al espacio, explica David
Stevenson, profesor de ciencia planetaria en el Instituto de Tecnología de California.
Fenómeno se registró entre mayo y junio de este año, afirma Senamhi
Especialistas en el estudio del clima afirmaron que si bien se ha
descartado la presencia de un Fenómeno de El Niño extraordinario,
sucesos como el calentamiento del mar, como el que se registró entre
mayo y junio pasado sí genera un impacto negativo en la población.
Al respecto, en declaraciones a la Agencia Andinala directora de Climatología del Senamhi, Grinia Ávalos Roldán, citó como ejemplo que de cierta manera dicho calentamiento, que duro entre 8 y 9 semanas, limitó la afloración del mango en el norte del país.
Además, afirmó, el recurso hidrobiológico se profundizó y se trasladó a otros lugares afectando a los pescadores."Han
sido muy elocuentes las imágenes difundidas por varios medios de
comunicación sobre el hallazgo de aves muertas a lo largo del litoral
porque no encontraban alimento", puntualizó.
La especialista remarcó la importancia del
tema de la gestión de riegos no tiene que centrarse solamente en
eventos ya conocidos como el Fenómeno El Niño, pues el clima en su
mayor variabilidad puede generar escenarios cálidos que produzcan
impactos desfavorables en la gente.
"Ante
esta situación nuestra necesidad de informar y monitorear se acrecienta
y, sin ser alarmistas, debemos decir lo que está pasando", enfatizó.
Por este motivo, la funcionaria anunció que el 30 de octubre próximo en el Cusco, el Senamhi
desarrollará el Primer Foro Climático Regional. Agregó que con las
autoridades cusqueñas han coordinado mucho y los pobladores están bien
sensibilizados al respecto. "Tenemos muchos proyectos ejecutados en esta
parte del territorio nacional", comentó.
Plas Newydd era un edificio histórico muy contaminante, calefaccionado con una caldera de petróleo.
Una de las mansiones más bellas de Gales, en Reino Unido, es pionera en uso de una nueva tecnología para obtener calor del mar.
Plas Newydd, tal es el nombre galés de la
construcción del siglo XVIII, tiene vistas espectaculares de Snowdon, la
montaña más alta de Gales, desde la costa de la isla de Anglesey.
Y a partir de ahora, una bomba de
calor se ocupará de templar sus grandes salones y su colección de
antiguos uniformes militares.
Este proyecto pone en práctica una forma de calefaccionar edificios sin necesidad de gas o petróleo.
Se basa en un intercambiador de calor, un
dispositivo que usa un sistema parecido a la refrigeración para
amplificar el calor desde las tuberías en el mar.
La mansión está ubicada cerca del mar en la isla galesa de Anglesey.
El equipo de calor marino de 300kW ha costado
£600.000 (más de U$1 millón) a la Fundación Nacional para los Lugares de
Interés Histórico (National Trust) de Reino Unido, y se espera que
ahorre alrededor de £40.000 (unos U$67.400) por año en costos
operativos.
Las ganancias serán destinadas a la conservación
del lugar, que alberga reliquias de la Batalla de Waterloo y un mural
del artista Rex Whistler.
Es probable que las bombas térmicas como esta
sean cada vez más comunes en Reino Unido ya que el país intenta
descarburar sus sistemas de calefacción que son, a diferencia de la
electricidad, casi totalmente dependientes de combustibles fósiles.
Este método usa un compresor y un intercambiador para extraer calor del aire, el suelo, o en este caso el agua.
El intercambiador y la bomba funcionan con
electricidad, y sólo es eficiente si el calor final se usa a temperatura
relativamente baja.
En Plas Newydd alcanzará sólo 55ºC, pero esto es
perfecto para mantener el edificio con una calidez estable necesaria
para su conservación.
El edificio alberga una colección de reliquias históricas miltares.
"Con el mar irlandés a solo un paso, una bomba
térmica de fuente marina es la mejor opción para nosotros", dijo Adam
Ellis-Jones, del National Trust.
La miel es una solución supersaturada de glucosa
y fructosa. Esto es inherentemente inestable y por lo tanto, con el
tiempo, tiende a cristalizarse de forma natural. La glucosa es menos soluble que la fructosa así que se cristaliza primero. La miel hecha de flores con contenido más alto
de glucosa en su néctar, incluidos el diente de león y la colza, se
cristaliza más rápido. La miel comercial es calentada y filtrada para
retirar los pequeños cristales y granos de polen que actúan como
semillas para el crecimiento de cristales, así que éstas pueden
permanecer líquidas por más tiempo. La temperatura de almacenamiento también es un factor. La miel se cristaliza más rápidamente a entre 10º C y 15º C. Fuente: BBC Ciencia
Como reflejan cuadros, crónicas y hechos históricos, Europa vivió entre los siglos XIV y XVIII una concatenación de crudísimos inviernos que arruinó cosechas y extendió el hambre entre sus habitantes. De hecho, a esta época se la conoce como “Pequeña Edad de Hielo”. Una investigación publicada por la revista Nature Geoscience refuerza la hipótesis de que el máximo responsable fue el Sol, que experimentó una acusada caída en su actividad durante aquella época. Dirigidos por Paola Moffa-Sánchez, científicos de la Universidad
de Cardiff (Gran Bretaña) y Berna (Suiza) han llegado a esta conclusión
tras analizar microorganismos fosilizados en el fondo marino al sur de
Islandia.
“Analizando la composición química de estos vestigios, que vivieron
en la superficie del océano, podemos reconstruir la temperatura y la salinidad del agua en los últimos 1.000 años”, ha declarado Moffa-Sánchez.
De ese modo han podido cotejar los cambios ambientales del Atlántico Norte con el registro de manchas solares, que son un indicador del humor de nuestra estrella: a menos “pecas” en su superficie, menos actividad. Tras introducir todos los datos en modelos climáticos computerizados, el escenario resultante es que el
enfriamiento del Sol generó una zona de altas presiones junto a las
islas británicas, barrera que cortó el paso a los suaves vientos del
oeste. Y sin el contrapeso de estas corrientes calefactoras, el aire gélido del Ártico campó a sus anchas durante los inviernos de la Pequeña Edad de Hielo, algo parecido a lo ocurrido en 2010 y 2013. Fuente: Muy Interesante
En el último mes se han batido récords de temperaturas altas y bajas en diversos puntos de ambos hemisferios y los científicos apuntan al cambio climático,
Este pasado 2013 ha sido el más cálido en todo el planeta
desde que se comenzaron a tomar datos en 1880. Si vamos más allá de la
singularidad y buscamos la tendencia histórica, nos encontramos con que de los 10 años más cálidos de este periodo de 134 años, nueve corresponden al siglo XXI. Y
el que queda descolgado del milenio, 1998, tampoco quedó precisamente
lejos de sus colegas. Con estos datos del Instituto Goddard de la NASA,
no queda mucho margen para el escepticismo sobre el calentamiento global.
Un aumento de la temperatura del planeta que Christopher Field,
director del Departamento de Ecología Global de la Carnegie Institution
for Science y catedrático de la Universidad de Stanford (EE.UU.),
advierte que provocará un «incremento del riesgo de padecer fenómenos extremos». Algo que este convulso invierno va confirmando.
Desde que el solsticio llegó, los fenómenos y calamidades meteorológicas
se han sucedido a lo largo y ancho del planeta. Y ha dado lo mismo que
se tratase del hemisferio norte, que del sur. Cuando ni siquiera ha
llegado a su ecuador, este invierno que sufrimos ya se ha ganado su
capítulo en los libros de registros «históricos».
Las sucesivas «ciclogénesis explosivas»
originadas en el Atlántico Norte -«Dirk» y «Erich»- han dejado
inundaciones en todo el sur del Reino Unido «como no se habían sufrido
en más de dos décadas»; en España hemos visto «olas gigantes» que rompían «récord históricos de los últimos quince años» y en Francia han soplado vientos huracanados sobre los Pirineos Atlánticos de casi 230 kilómetros por hora, que en Bretaña y Normandía dejaron a 240.000 personas sin suministro eléctrico.
En el otro extremo del termómetro, los moscovitas han disfrutado de un inicio del invierno «como no recordaban».
Las temperaturas sobre cero que se han vivido en la parte europea de
Rusia hicieron temer incluso por la nieve de los Juegos Olímpicos de
Sochi y se enviaron camiones gigantes a las cumbres circundantes para
recogerla. El Servicio Meteorológico de Rusia aseguró que con la que ha
caído habrá suficiente nieve el 7 de febrero. Por si acaso, las
autoridades han almacenado 16 millones de metros cúbicos del imprescindible elemento.
Vórtice polar
Al otro lado del Atlántico, el comienzo del invierno ha
sido también extremo e histórico. El primer aviso lo dio justo antes de
la Navidad una tormenta de hielo
sobre la ciudad de Toronto, al sur de Canadá -no al norte- que los
diarios regionales calificaron «como la peor de toda su historia», y que
dejó a 250.000 personas sin electricidad. Y solo fue el inicio de una
secuencia de olas de frío «históricas». Porque el 1 de enero, «Hércules»
desplomaba el termómetro en esa misma ciudad hasta los 29 bajo cero y apenas una semana después le seguía el «vórtice polar»,
desplazado desde el Polo Norte por un frente de altas presiones del
Pacífico que habitualmente nunca sobrepasaba Alaska, pero que en esta
ocasión le abría el camino al ciclón ártico hacia el sur de Canadá y norte de Estados Unidos.
A su paso, todo el Medio Oeste y la región de los Grandes
Lagos -cataratas del Niágara incluidas- quedaban convertidos en un
gigantesco carámbano. Nueva York registraba temperaturas «nunca vistas en 118 años» y en zonas de Dakota del Norte y Minessota el frío y el viento dejaban sensaciones térmicas de 50 grados bajo cero.
Más de 200 millones de norteamericanos se veían afectados por una
secuencia gélida que el meteorólogo Ryan Maue presentaba bajo la
afirmación de que «los que tengan menos de 40 años no habrán visto nunca
una igual».
Tampoco está en la memoria de ninguno de los californianos
un invierno como el que están viviendo. «Desde hacía un siglo», en este
Estado de 40 millones de habitantes no se padecía una sequía como la que sufren;
tanto que el gobernador, Jerry Brown ha declarado el estado de
emergencia. Y estamos hablando de la temporada de lluvias, que aunque
parezca increíble es en la que se encuentran. Cuando la época supuestamente «fresca y lluviosa»
termine, y la primavera dé paso al verano, habrá que buscar un topónimo
aún más siniestro para renombrar al infierno del «Valle de la Muerte».
El horno del cono sur
Pero si descontrolado anda el tiempo en el hemisferio norte, no están mejor las cosas al sur del ecuador. En Brasil, a la presidenta Rousseff le costaba esta pasada Navidad contener las lágrimas al observar desde el helicóptero la catástrofe de las inundaciones de los estados de Espíritu Santo y Minas Gerais, donde 50.000 personas tuvieron que abandonar sus casas por las «peores inundaciones de los últimos 90 años».
Y cuando dejó de llover, fue para dar paso a unas temperaturas
sofocantes. En Río de Janeiro la llegada del nuevo año trajo una ola de calor que
provocó sensaciones térmicas de 50 grados; encontrar una ducha libre en
las playas de Ipanema y Copacabana era poco menos que tarea imposible.
Más al sur del continente, el mazazo ardiente sufrido por los argentinos se ganó igualmente a pulso el calificativo de «histórico». En Buenos Aires, si el año 2013 se despidió con la ola de calor «más
duradera de los últimos 107 años», este recién iniciado 2014 va ya por
la tercera, y con sensaciones térmicas de 43,5 grados este pasado
jueves. Pero peor ha sido en Santiago del Estero, al norte del país,
donde se han alcanzado temperaturas de 50 grados,
que es lo que suele medirse en los desiertos del Sahara o del Gobi. Al
lado de estos registros, hablar del quinto año de sequía consecutivo de
Chile y de las decenas de incendios que padece las regiones de Bío Bío y Maule, que han consumido 40.000 hectáreas, parecen algo normal. Pese a que el humo haya cubierto ya Santiago de Chile, la capital del país, y el presidente Santiago Piñera haya tenido que declarar la alerta sanitaria.
También en Australia están conociendo un invierno inolvidable. Melbourne padece la segunda ola de calor «más
duradera desde 1830», Adelaida ha sufrido la segunda «más extrema desde
1939» y esta pasada semana todavía se luchaba contra incendios que han
devorado en el Estado de Victoria 130.000 hectáreas, elevando lenguas de fuego por encima de los 40 metros,
que viene a ser un edificio de quince plantas. Es probable que cuando
los rescoldos se enfríen y se haga revisión de los datos, haya que
cambiar lo de «segunda».
Cielo nuboso en Galicia tras la entrada de un temporal en diciembre.
EFE
Las temperaturas medias globales aumentarán por lo menos 4° C para el año 2100 y, potencialmente, más de 8° C para 2200 si las emisiones de dióxido de carbono no se reducen, según una nueva investigación publicada en la revista Nature.
Los científicos hallaron que el climático global es más sensible al
dióxido de carbono de lo que se señala en la mayoría de las estimaciones
previas. Esta nueva investigación también parece resolver uno de los grandes temas desconocidos de la sensibilidad climática, el papel de la formación de nubes
y si esto va a tener un efecto positivo o negativo sobre el
calentamiento global. La clave para esta estimación se puede encontrar
en las observaciones en el mundo real de todo el papel del vapor de agua
en la formación de nubes. "Anteriormente, las estimaciones de la sensibilidad de la
temperatura global a una duplicación del dióxido de carbono oscilaron
entre 1,5° C y 5° C. Esta nueva investigación habla de que las temperaturas medias globales aumentarán entre un 3° C a 5° C,
con una duplicación del dióxido de carbono", dijo el autor principal,
Steven Sherwood, del Centro de Excelencia para el Clima de la
Universidad de Nueva Gales del Sur. Las observaciones muestran que cuando el vapor de agua es absorbido
por la atmósfera a través de la evaporación, las corrientes ascendentes
pueden elevarse a 15 kilometros para formar nubes que producen lluvias
intensas o se elevan a pocos kilómetros antes de regresar a la
superficie sin formar nubes de lluvia. Fuente: El Mundo Ciencia
Según acaba de identificar un estudio científico, su cifra récord de grados Celsius fue registrada el 10 de agosto de 2010. Y los investigadores responsables creen que este
es sólo un número preliminar: es probable, dicen, que cuando refinen la
información obtenida por varios sensores térmicos espaciales deban
agregar algún otro grado bajo cero. El récord previo alcanzaba un mínimo de -89,2ºC y también había sido medido en Antártica, en la base rusa Vostok en 1983.
En Antártica se registran temperaturas 50 grados más bajas que en Alaska o en Siberia.
"Estas temperaturas tan bajas son difíciles de
imaginar" dijo Ted Scambos, del Centro Nacional de Datos de Nieve y
Hielo de EE.UU. en Boulder, Colorado. Para dar una idea, Scambos explicó a la BBC que
el frío es casi tan extremo bajo cero como lo es el calor del punto de
ebullición del agua sobre cero (casi 100ºC). "Este nuevo mínimo es 50 grados más frío que
temperaturas en Alaska o Siberia, y alrededor de 30 grados más frío que
las temperaturas más bajas de Groenlandia”. "El golpe de frío que ahora mismo se siente en
algunos lugares de América del Norte parece anodino en comparación",
dijo el científico.
Bolsones helados
Scambos participa estos días en San Francisco de
la reunión de otoño de la Unión de Geofísicos de Estados Unidos (AGU,
por sus siglas en inglés), la más grande convención anual de expertos en
ciencias de la Tierra.
Él y sus colegas han estado examinando los datos recogidos en 30 años por satélites orbitales polares. Los científicos observaron que los momentos más
fríos en la Antártica ocurren durante los meses de invierno en lugares
elevados, donde el aire extremadamente claro y seco permite que el calor
sea irradiado al espacio muy eficientemente. Muchos de estos puntos súper fríos son como "las
perlas" de un collar formado por las crestas montañosas que unen las
zonas altas en el interior del continente polar. No están justo en los bordes de esas cimas, sino un poco más atrás y pendiente abajo. "El aire helado cerca de la superficie fluye
cuesta abajo porque es más denso, y llega hasta estos pozos topográficos
poco profundos", detalló Scambos. "Si uno está parado en uno de esos lugares, es
difícil que pueda notar que se trata de un bajío, ya que la pendiente es
muy suave y muy superficial. Pero es suficiente para atrapar este
aire”. "Una vez en estos terrenos bajos, el aire puede
enfriarse aún más y llegar hasta estos tres o cuatro grados menos que el
récord previo de Vostok". Los bolsones fríos se ubican en una línea que
recorre cientos de kilómetros entre la meseta conocida como Domo Argus y
la de Domo Fuji. En todos ellos se alcanzan las mismas temperaturas tan
bajas de entre -92C y -94C.
Las mesetas antárticas están conectadas por crestas montañosas casi imperceptibles.
Los -93,2C fueron registrados en un punto ubicado a 81,8 grados de latitud sur y a 59,3 grados de longitud este.
Calor en Irán, frío en la Luna
Uno de los instrumentos espaciales utilizados
para este estudio es el Sensor Térmico Infrarrojo que forma parte del
satélite Landsat-8, recién lanzado al espacio. Este sensor tiene una gran resolución, pero los
científicos dicen que como es tan nuevo necesitan más tiempo para
calibrar y entender sus datos. "Yo advertiría a Guiness que no incluya aún este
resultado en su libro de récords mundiales porque creo que los números
se ajustarán durante el próximo año", dijo Scambos a la BBC. "Sin embargo, ahora estoy seguro de que sabemos dónde están los lugares más fríos del planeta y por qué están allí". Como dato comparativo, el punto más caluroso de
la Tierra fue registrado – también gracias a un sensor satelital– en el
desierto de Lut en el sudeste de Irán, donde se llegó a los 70,7C en
2005.
Y mirando mucho más lejos, en el Sistema Solar,
es probable que el sitio más frío esté en un oscuro cráter de algún
cuerpo planetario sin atmósfera apreciable. En la Luna se han detectado
temperaturas de -238C. Fuente: BBC Ciencia
Un estudio de 1997 de la Escuela de Medicina de
Yale encontró que la acción de tomar sacía más la sed que hidratarse a
través de una sonda nasogástrica.
Eso se debe a que la sensación física de tomar le dice al cerebro que te estás hidratando. Esa sensación se intensifica si la temperatura
de la bebida es más caliente o más fría que la boca o la garganta,
porque los nervios sensores de la temperatura se estimulan como los del
tacto. El frío también reprime la sensación de dulzura por lo que al tomar algunas bebidas tibias pueden parecer demasiado dulces. Fuente: BBC Ciencia
Las mentas contienen el químico mentol, que se
vincula a los canales TRP (Receptores de Potencial Transitorio) de la
piel que perciben el frío. La temperatura no cambia sino que el mentol hace que se envíe una señal falsa al cerebro.
Si se le añade algo como el helado, que de por sí es frío, se aumenta el número de receptores que envían la señal. Una reacción similar la provoca el chile, que activa los receptores del calor. Fuente: BBC Ciencia
Se está terminando el verano, y con él, el ansia por las bebidas heladas.
Pero incluso en invierno nos gusta poner hielo en algunas bebidas. Y en
invierno, ¿por qué nos produce tanto frío el hielo en las ventanas? Frío y calor son conceptos físicos, pero también sensaciones humanas. El catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá Antonio
Ruiz de Elvira nos lo explica frente a un enorme bloque de hielo en Cosmocaixa Barcelona, el museo de la ciencia de la Obra Social La Caixa.
Un objeto enfría a otro si el primero absorbe la energía que el
segundo tiene. Cuando echamos cubitos de hielo en un vaso de bebida, las
moléculas del whisky (agua, alcohol y unas trazas de aromas) se mueven
deprisa, tienen energía elevada, o al menos más elevada que las
moléculas de agua en los cubos de hielo que le echamos, que se mueven a
baja velocidad vibrando en la red cristalina de éste.
Los colores que vemos en las llamas dependen de los elementos que los componen. Cuando los átomos se calientan en la llama, se excitan, lo que lleva a una emisión de fotones. Los distintos anchos de banda de esta luz
producen varios colores. Por ejemplo, el cobre da lugar a una llama
verde, mientras que el potasio a una lila. Fuente. BBC Ciencia
En general, no hay ninguna diferencia. Cualquier agua que bebamos será absorbida por
los intestinos, independientemente de su temperatura inicial. Si no se
absorbe, provocará diarrea. Las bebidas frías o calientes, obviamente,
tienen un efecto temporal en la temperatura de su cuerpo, pero cuál es
mejor dependerá de si usted necesita calentarse o recibir un poco de
frío. Sin embargo, hay algunas investigaciones que demuestran que una bebida caliente es mejor cuando se tiene un resfriado. Los estudios se remontan a 1979 cuando
descubrieron que el vapor de una bebida caliente aumenta la "velocidad
de la mucosa nasal". A pesar de que suena desagradable, una mucosa
más fluida es mucho mejor, ya que impide que la nariz se bloquee por
completo, lo que podría conducir a una sinusitis. La sopa de pollo funciona incluso mejor, ya que el aroma de la sopa aumenta el flujo sanguíneo a las fosas nasales. Fuente: BBC Ciencia
Energía
química La
humanidad ha utilizado desde su existencia reacciones químicas para producir
energía. Desde las más rudimentarias, de combustión de madera o carbón, hasta
las más sofisticadas, que tienen lugar en los motores de los modernos aviones o
naves espaciales. Las
reacciones químicas, pues, van acompañadas de un desprendimiento, o en otros
casos de una absorción, de energía. ¿Cuánta energía puede producir una reacción
química? ¿De dónde procede esa energía? ¿Cómo puede medirse y calcularse? Energía química almacenada La energía es una propiedad inherente a
la materia. La materia posee energía almacenada que se debe, por una parte, a
la posición o a la altura de un cuerpo (energía cinética) y, por otra, a la naturaleza o las
sustancias de que esté hecho el cuerpo al que se hace referencia, ya que a cada
elemento o compuesto le corresponde cierta cantidad de energía química
almacenada a la que se le denomina contenido energético. Cuando se lleva a cabo un fenómeno
químico, éste va acompañado por una manifestación de energía, ya sea que haya
absorción o desprendimiento de ella, debido a la energía química que almacenan
las sustancias Lo anterior significa que, cuando la
energía química almacenada de los reactivos es mayor que la energía de los
productos, hay un excedente de energía que se libera, pues la energía se
mantiene constante, es decir, no se crea ni se destruye. Por ejemplo, al
reaccionar metano (gas combustible) con el oxígeno (gas comburente), hay
desprendimiento de energía como producto, porque el contenido energético del
metano y del oxígeno es mayor al que posee el dióxido de carbono y el agua, que
son las sustancias que se forman durante la reacción:
Por lo tanto, si, al reaccionar, una o
varias sustancias producen otras con mayor contenido energético, habrá
absorción de energía por parte de los reactivos, como lo muestra la siguiente
reacción de fotosíntesis:
Las sustancias de gran contenido
energético se utilizan como combustible, ya que al reaccionar con el oxígeno se
genera una gran cantidad de energía en forma de luz y calor. Alimentos Los alimentos también almacenan energía
química y mediante éstos los organismos obtienen la energía necesaria para
vivir, es decir, para formar y renovar tejidos, mantener su temperatura,
realizar trabajo muscular, etcétera. Los alimentos contienen nutrientes tales como los carbohidratos, los lípidos (grasas), las proteínas y las
vitaminas, a los cuales se les denomina biogenésicos (por ser de origen orgánico); otros nutrimentos de origen inorgánico son el
agua y los minerales como el sodio, el fósforo, el azufre, el cloro, el
cobalto, el manganeso y el zinc. Los organismos utilizan los alimentos
para obtener de ellos energía y nutrimentos; estos últimos son descompuestos
para ser utilizados en el crecimiento y restauración celular. A este proceso de
transformación se le denomina metabolismo. La energía que se puede metabolizar a
partir de los carbohidratos es de 4 kcal por gramo;
de los lípidos, de 9 kcal por gramo y, de las
proteínas, de 4 kcal por gramo. Se recomienda que en
una dieta adecuada se ingieran alimentos que proporcionen
aproximadamente 3.000 kcal por día (según la actividad física que se
desempeñe), que contengan, de manera balanceada, todos los
nutrimentos. Por
ejemplo:
75 g
de proteínas,
80 g
de lípidos y de
400 a
500 g de
carbohidratos. Además, se debe considerar que el agua es muy importante como
nutrimento y que los seres humanos necesitan de
2 a
2,5 litros por día, aunque los alimentos también
proporcionan una cantidad proporcional de ella que se conoce como agua
metabólica. Es necesario recordar que los
organismos obtienen energía a través de un mecanismo autotrófico o
heterotrófico. El mecanismo autotrófico es
propio de las plantas, algas y cianobacterias que, a partir de dióxido de
carbono y energía luminosa del Sol, producen oxígeno y glucosa. De esta última
se forman moléculas más complejas. El mecanismo heterotrófico es
propio de organismos como los de los animales; éstos ingieren el alimento
previamente elaborado (carbohidratos, lípidos, etcétera), sus células lo oxidan
mediante la respiración y con ello producen CO2, vapor de agua y otras
sustancias de desecho. Eficiencia de un motor de combustión
interna Las reacciones químicas de combustión de compuestos
de carbono con oxígeno para liberar energía son bien conocidas por todos.
Ocurren, por ejemplo, al quemar madera o gas en el horno o bien cuando la bencina
de un auto proporciona la energía necesaria para su funcionamiento. Estas
reacciones son demasiado violentas y poco controladas para que los organismos
vivientes las puedan usar dentro de una célula. Para que un motor funcione, éste
requiere de combustible que, al reaccionar, desprende energía. En el caso del
motor de combustión interna, la energía del combustible se transforma en potencia
y movimiento, de tal forma que la fuerza producida sirve para hacer funcionar
un autobús, una hélice y un generador, entre otras cosas. El motor de cuatro tiempos es el motor de combustión interna más
conocido, y su funcionamiento se lleva a cabo en cuatro etapas, las cuales son: Primer tiempo (admisión): tiene lugar la penetración
de una mezcla de combustible y aire a la válvula de admisión, al bajar el
pistón. Segundo tiempo (compresión): el pistón sube y
comprime la mezcla al reducir el volumen. Tercer tiempo (explosión): al encender la bujía,
ésta provoca la explosión de la mezcla; en este momento el pistón es empujado y
baja. Cuarto tiempo (expulsión): los gases producidos por
la explosión son expulsados a través de la válvula de expulsión; en este
momento el pistón baja.
Representación esquemática del
funcionamiento de un motor de cuatro tiempos.
La combustión La combustión es una oxidación
violenta, la cual, a su vez, desprende energía en forma de calor y luz. Los
principales productos de ella son: el CO2, el vapor de agua y la energía. Ejemplos de este proceso son la
combustión del gas de la estufa, de la leña, y del carbón. En todos estos
fenómenos se presenta una oxidación y, por lo tanto, también tiene lugar
una reducción, ya que cuando se produce la combustión de una de estas
sustancias, el oxígeno se reduce ganando electrones y el elemento que se oxida
los pierde. En el organismo de los seres vivos
existen procesos de "combustión orgánica", los cuales se denominan
así por la similitud que guardan con los productos obtenidos. Sin embargo, no
son propiamente combustiones, pues no son, oxidaciones violentas. Un ejemplo de éstas es la degradación
de la glucosa que, durante la respiración celular, produce CO2, H2O y energía,
de acuerdo con la siguiente reacción:
En esta ecuación se observa que cada
átomo de oxígeno "gana" 2 electrones (se reduce) y el carbono
"pierde" 4 electrones (se oxida).
La oxidación del gas butano es una
combustión inorgánica, ya que no se efectúa en los seres vivos. Su reacción es
la siguiente:
Energía química en el organismo Las células requieren energía para llevar a cabo la
mayoría de los procesos biológicos. La energía proviene de los alimentos que
ingerimos. El oxígeno presente en el aire que respiramos se
combina con los átomos de carbono e hidrógeno presentes en las moléculas de los
alimentos liberando energía y formando después de numerosos pasos dióxido de
carbono y agua. La fuente original de alimentos son las plantas
verdes. Estas son capaces de utilizar la energía solar, dióxido de carbono del
aire y agua para crear moléculas orgánicas complejas formadas mayormente por
carbono, hidrógeno y oxígeno y ricas en energía. Estas
moléculas son de tres tipos básicos: carbohidratos, lípidos y proteínas.
Cualquiera de estos grupos puede combinarse con oxígeno y generar la energía
necesaria para la vida. Los animales no pueden generar carbohidratos,
lípidos o proteínas a partir de las simples moléculas de dióxido de carbono,
agua y usando la energía solar. En cambio, se alimentan de plantas que ya han
hecho este trabajo o de otros animales que ya se han devorado plantas. Bioquímica de la respiración celular La conversión de los nutrientes en energía ocurre
durante los llamados procesos de catabolismo. La moneda fundamental de energía
dentro de las células es una molécula denominada ATP. La estructura de esta
molécula es tal que contiene uniones químicas capaces de liberar mucha energía
al partirse.
Dos ejemplos fundamentales de catabolismo son: 1. Fermentación. 2. Respiración. La fermentación es un proceso de generación de
energía que no depende de la presencia de oxígeno. Los productos finales del
proceso son moléculas orgánicas pequeñas como el etanol. Este es el proceso
mediante el cual se generan las bebidas alcohólicas. La respiración es un proceso que sí requiere de
oxígeno y que genera mayores cantidades de energía mediante una oxidación
completa liberando dióxido de carbono y agua. La energía proviene en definitiva
de los alimentos que comemos. Estos son sometidos a diversos procesos
enzimáticos que los convierten en moléculas más pequeñas que forman la base de
los mecanismos generadores de energía. Tomado de: Profesor en Línea