Latest Posts:

Mostrando las entradas con la etiqueta anecdotas. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta anecdotas. Mostrar todas las entradas

18 de abril de 2017

La historia de Mileva Maric, la primera esposa de Albert Einstein

Comienza sus estudios a la edad de diez años (1886) en un colegio para niñas. Posteriormente, estudia en el instituto de educación de Sremska Mitrovica. Este centro disponía de un magnifico laboratorio de Física y Química. 

Mileva nace el 19 de diciembre de 1875 en la ciudad de Titel situada en la provincia de Vojvodina, que por aquel entonces formaba parte del Imperio Austrohúngaro y que actualmente forma parte de Serbia. Su familia era acomodada y es la mayor de tres hermanos.

Comienza sus estudios a la edad de diez años (1886) en un colegio para niñas. Posteriormente, estudia en el instituto de educación de Sremska Mitrovica. Este centro disponía de un magnifico laboratorio de Física y Química.

Mileva se gradúa en el año 1890, obteniendo la máxima calificación en Física y Química. Es aceptada como estudiante privada en el Colegio Real de Zagreb, con una dispensa especial, pues el centro sólo admitía hombres. Es en la universidad de Zagreb donde entabla amistad con otro genio de la física y matemáticas, como era Nikola Testa, que tuvo un gran reconocimiento académico.






En el verano de 1896, Mileva comienza sus estudios de medicina en la universidad suiza de Zúrich, pero solo sigue estos estudios seis meses y a finales de 1896 comienza sus estudios de física y matemáticas en el Instituto Politécnico  de Zúrich. Este centro otorgaba una titulación que permitía dedicarse a la docencia de la física y las matemáticas.

El Instituto Politécnico de Zúrich era uno de los pocos centros europeos de enseñanza superior que admitía mujeres. Mileva era la quinta mujer  en ser admitida en dicho centro en toda su historia y la única que había en su clase, que sólo tenía once alumnos, entre los que se encontraba Albert Einstein.

Mileva tenía un carácter poco sociable y presentaba una cojera muy ostensible, debido a una artritis congénita, que le hacía tener una autoestima muy baja a pesar de su brillante inteligencia y su gran formación académica.

Mileva y Albert Einstein iniciaron una relación sentimental muy fuerte. Mileva era cuatro años mayor que Albert. La madre de Einstein, que era alemana, nunca vio con buenos ojos el matrimonio de su hijo con Mileva. La definía de la siguiente forma ”ella es un libro, igual que tú… Pero deberías tener una mujer. Cuando tengas treinta años. Ella será una vieja bruja”.

En el año 1900, Einstein escribe a Mileva  lo siguiente “estoy solo con todo el mundo, salvo contigo.  Qué feliz soy por haberte encontrado a ti, a alguien igual a mí en todos los aspectos, tan fuerte y autónomo como yo”.

Queda embarazada en 1901 sin estar casados, lo que provoca una situación social muy difícil de soportar en aquellos momentos históricos. Esta situación le lleva a abandonar sus estudios a pesar de que sólo le faltaba superar el examen final.


Albert Einstein y Mileva Maric de jóvenes

Mileva se refugia en casa de su hermana en Novi Sad en la actual Serbia, dando a luz en 1902 a una niña Liesert, que cuando cumple un año es dada en adopción. Einstein nunca llevó bien el ser padre de Liesert y nunca informó a su familia de que era padre.
 
El seis de enero de 1903 es cuando Einstein y Mileva se casan en la capital suiza, Berna. Tenía Einstein entonces veinticuatro años y ya había terminando sus estudios, consiguiendo inmediatamente su primer trabajo como técnico de la Oficina de Patentes de Berna.

En 1904, tienen un nuevo hijo Hans Albert y es cuando Mileva decide sacrificar  todas sus posibilidades profesionales y de investigación para dedicarse al cuidado de su familia. Ya entonces Mileva tenía una gran preparación académica. Había desarrollado investigaciones sobre la teoría de los números, cálculo diferencial e integral, funciones elípticas, teoría del calor y electrodinámica.

Se piensa, que los conocimientos matemáticos que tenía Mileva, fueron indispensables para que Einstein pudiera desarrollar sus teorías. Los años más creativos de Einstein fueron aquellos en los que compartió sus investigaciones con ella, de ahí la injusticia que se comete con Mileva.


Albert Einstein y Mileva Maric

El año  1905 fue el de los grandes logros  de Albert Einstein, publicando cuatro grandes artículos, y uno de ellos incluía la teoría de la relatividad, que revolucionaron el mundo científico y que le convertirían en un genio. Es revelador, que Mileva en una carta escrita a una amiga le decía “hace poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famosos a mi marido”.

Lea el artículo completo en:

Nueva Tribuna

9 de mayo de 2016

Algo espeluznante sucedió en el Apolo 10, pero no fue ninguna música

La semana pasada se habló mucho de esa 'extraña música' que oyeron los tripulantes del Apolo 10 en la vecindad de la Luna y que el programa Los Archivos no Explicados de la NASA del canal de televisión Science Channel quiso destacar como un pasaje espeluznante en esta misión cuyo origen presentaron como desconocido, dando así pie a especulaciones de índole alienígena.

Como expliqué en mi anterior entrada, tal suceso nunca fue un misterio; sin embargo, en el Apolo 10 hubo un pasaje que sí que fue realmente espeluznante. Se trata del momento en el que Tom Stafford y Eugene Cernan experimentaron cómo el módulo lunar que tripulaban comenzó a girar sin control y sin causa aparente cuando estaban solos en la vecindad de la Luna, a 380.000 km de la Tierra.

El módulo lunar, bautizado como Snoopy, se encontraba descendiendo hacia la superficie lunar en su objetivo de sobrevolarla a una altitud mínima de unos 15 km. Ambos astronautas estaban configurando la nave para llevar a cabo la separación de la etapa de descenso y el encendido del motor de la etapa de ascenso para volar al encuentro del módulo de mando y servicio tripulado por John Young, que los esperaba en órbita alrededor de la Luna.




Etapas de descenso y ascenso en un módulo lunar.


Cuando estaban a unos 50 km de altitud, ya próximos a iniciar estas maniobras, Stafford advirtió que la nave se desviaba ligeramente de la orientación deseada. Uno de los giróscopos -el sensor que mide la velocidad angular de la nave- estaba mostrando valores erróneos. Durante las tareas involucradas en la diagnosis y en la reacción ante el problema presentado por el giróscopo, Stafford, según reconoció él mismo más tarde, cambió de forma involuntaria uno de los interruptores relacionados con el control de la orientación del módulo lunar y, de repente, Snoopy comenzó a girar sobre sí mismo de forma caótica.

El efecto del cambio inadvertido que Stafford había dado al interruptor era el de comandar a la nave para que buscara al módulo de mando y servicio con su radar, y que se orientara hacia él de una manera específica de forma automática. Snoopy no podía encontrar al módulo de mando y servicio porque su orientación de partida era muy diferente de la requerida, pero giraba sin control en su intento por encontrarlo. "Estamos en problemas", anunciaba un Stafford que no se había percatado de haber cambiado ese interruptor, por lo que la tripulación no conocía en ese momento la razón del giro descontrolado de su nave. 




El horizonte lunar se mueve bruscamente en el campo de visión de la ventanilla indicando el giro descontrolado que realiza la nave. Secuencia de 4 segundos.


En vista de la situación, Stafford y Cernan trataron de controlar el módulo lunar mediante el encendido directo de los pequeños motores de orientación, alojados en la etapa de ascenso. Sin embargo, el sistema de control no tenía en ese momento la capacidad de controlar semejante giro de la nave pues ya estaba configurado para controlar solamente la etapa de ascenso -de menor masa-. Ante esta circunstancia, y dado que estaban a 5 segundos del momento planeado para separar la etapa de descenso, Stafford la eyectó en medio del giro, cuando advirtió que estaban en una orientación segura.

Durante el episodio, Stafford se percató también de que la orientación de la nave se aproximaba a una condición de bloqueo llamada gimbal lock. Así lo decía la luz ámbar del indicador de gimbal lock que acababa de encenderse. Esta condición se daba cuando los ejes de los giróscopos de la plataforma inercial se orientaban de una cierta manera en la que el sistema de navegación no podría resolver la orientación de la nave en el espacio.

Recobrar dicha capacidad involucraba que la tripulación se viera inmersa en un proceso tedioso que consumía bastante tiempo; faltaban apenas unos minutos para que llegara el momento de ejecutar la inserción de ascenso (el encendido del motor de la etapa de ascenso que les llevara de regreso al módulo de mando y servicio), de manera que el momento no podía ser menos oportuno para un bloqueo de la navegación. Afortunadamente, Stafford y Cernan pudieron evitar entrar en gimbal lock comandando el cabeceo directo de la nave a través de los pequeños motores de orientación, que ahora afectaban a una etapa de ascenso de menor masa.




Una de las patas del módulo lunar recorre el campo de visión a través de la ventanilla durante la separación de la etapa de descenso mientras la nave continúa girando. Secuencia de 4 segundos.


Hasta ese momento, el módulo lunar había estado usando el sistema secundario de guiado (AGS, Abort Guidance System) en lugar del primario (PGNS, Primary Guidance and Navigation System) ya que uno de los objetivos de esta misión era precisamente poner a prueba el desempeño del sistema secundario, más simple y de menor capacidad que el primario. Durante el giro, y dado el fallo anterior en el giróscopo, Stafford pensó que la anómala situación podía deberse a algún error en el sistema secundario, de modo que pasó a desactivarlo y a activar el primario, momento en el que se pudo detener finalmente el giro de la nave.

Fuente:

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

15 de abril de 2015

¿Por qué no existe el premio Nobel de matemáticas?

Los premios Nobel se entregan a personas que han sobresalido en ciertos campos realizando aportaciones lo suficientemente importantes a la sociedad. Se entregan anualmente el 10 de diciembre (fecha en la que murió Alfred Nobel) en Estocolmo y los campos en los que se otorgan son Física, Química, Medicina, Literatura, Paz y Economía. Por tanto, como podréis ver, no hay premio Nobel de Matemáticas….¿por qué?.


Alfred Nobel... y el susodicho

Existen un par de leyendas para explicar este tema. Una de ellas dice que cuando Nobelpensó en los premios pidió consejo a especialistas sobre quién podría merecer cada uno de ellos. En la categoría de Matemáticas le informaron que Mittag-Leffler, un matemático sueco, sería idóneo para recibirlo. Pero Nobel se llevaba mal con él, y prefirió no entregar premio en esta rama para no dárselo a él. Y la otra es aún más rosa: se dice que el talMittag-Leffler tenía amoríos con la mujer de Nobel y por ello no instauró el premio para esta ciencia.
Pero son sólo eso: leyendas. No se tiene constancia de que Nobel tuviera referencias de este matemático sueco, de hecho parece ser que apenas lo conocía, por tanto no podría llevarse mal con él. La otra historia se desmonta de forma sencilla: Nobel nunca estuvo casado.
La razón por la cual no hay premio Nobel de Matemáticas es que Nobel no consideró esta ciencia como importante para la vida en el sentido práctico y eligió para los premios ramas que sí consideró importantes para el avance de la sociedad. Como todos sabemos evidentemente se equivocó en ese razonamiento ya que las Matemáticas son esenciales en nuestra vida. Pero Nobel no la consideró así.
Con todo y con esto ha habido matemáticos que han sido merecedores del premio Nobel en alguna de las categorías en las que se entregan. Un par de ejemplos son John Forbes Nash, premio Nobel de Economía y José Echegaray, premio Nobel de Literatura.
Pero los matemáticos no estamos exentos de premios específicos para nosotros. Como ya comenté en este post existe un premio, digamos, equivalente al Nobel destinado a matemáticos: la medalla Fields, que se entrega cada cuatro años a uno o varios matemáticos sobresalientes en ese período y que cumplan la condición de que no superen los 40 años de edad. Es el mayor galardón que puede recibir un matemático y el próximo, como ya comenté, será Grigori Perelman.
Fuente:

2 de octubre de 2014

¿Por qué no pensamos ni sentimos con el corazón? La primera evidencia, por Galeno (s. 2 DC)

¿Alguna vez has tenido “el corazón en un puño”, o has sentido una “corazonada”? ¿Nunca has oído en boca del consejero emocional de turno esa frase que sintetiza milenios de  sabiduría popular y que reza “escucha y obedece a tu corazón”? Estas expresiones seguramente contribuyen o, más bien, reflejan una creencia bastante general y sin embargo falsa sobre nuestra psicobiología: que el corazón es el órgano donde residen algunas de nuestras facultades mentales más elevadas, especialmente el sentimiento. Para ser justos, esta opinión es de algún modo razonable porque resulta intuitiva. ¿Quien no ha sentido la presión en el cuello ante una desgracia cercana, o el cosquilleo interior al enamorarse? Amor, tristeza, alegría y muchas otras emociones y sentimientos se perciben internamente como experiencias intensas que parecen tener lugar dentro del cuerpo en algún lugar entre las entrañas y la garganta. Por esto, puede parecer intuitivo tener la impresión de que esas emociones, y en general el pensamiento o el conjunto de las funciones mentales, dependan de ese órgano vital llamado corazón.


 Pero no es así como sucede. Hoy en día, los científicos tienen bastante claro que el pensamiento, el sentimiento y todas las funciones mentales no residen en el corazón sino en el cerebro. Curiosamente, en el pasado esto no era en absoluto evidente. Se trata de hecho de un debate muy antiguo y que dio luz accidentalmente a uno de los experimentos más famosos de la historia de la neurociencia (donde se encontró por primera vez evidencia de que la conducta depende del cerebro). La historia se remonta, nada más y nada menos, a los pensadores de la Grecia clásica. En el siglo 4 AC, los filósofos hipocráticos y el mismísimo Platón proponían un papel hegemónico al cerebro en la sensación, movimiento y el pensamiento (una idea que ya habían planteado dos siglos antes los médicos y filósofos pre-socráticos). A pesar de su acierto, esta idea  quedó en el olvido durante mucho tiempo debido a las ideas contrarias de un pensador muy influyente en la época. Contemporáneo del siglo 4AC, Aristóteles defendía que el corazón era el órgano donde residía la mente. Esta postura dominó el debate durante siglos, hasta tal punto, que cuando Galeno mostro 400 años después la primera evidencia en su contra, muchos de los allí presentes no pudieron aceptar lo que sus propios ojos estaban viendo.

El experimento del cerdo chillón


 Galeno fue un famoso médico en la época del imperio Romano. Hizo los primeros estudios sistemáticos de anatomía donde describió por primera vez la estructura general de muchísimos órganos y sistemas corporales. Galeno conocía la organización general del sistema nervioso central, formado por el cerebro y la médula espinal, del que emanan los numerosos nervios del sistema nervioso periférico que se extienden hacia casi todas las partes del cuerpo. También conocía el ordenamiento de lo que hoy conocemos como sistema vascular con el corazón en un lugar central del que salían arterias y al que llegaban venas. Con todo, desconocía muchísimas cosas. No sabía por ejemplo que el corazón bombeaba sangre y ni por asomo podía imaginar de qué forma el corazón o el cerebro podía dar lugar a nuestra capacidad de reflexionar y pensar sobre nosotros mismos. En aquella época, esta discusión entre cerebro y corazón era un tema abierto. Un día y por accidente, en el transcurso de uno de sus numerosos estudios anatómicos, Galeno encontró algo que le llevo a decidirse.

Casi siempre en cerdos, Galeno hizo muchos experimentos para identificar cuáles eran los nervios que controlan la respiración. En uno de estos experimentos, por accidente seccionó los nervios laríngeos recurrentes (unas fibras nerviosas que transcurren por la garganta, y que transportan información sensorial sobre la temperatura de lo que tenemos en la boca y también comandos motores para mover las cuerdas vocales). El resultado no pasó desapercibido a  Galeno: el cerdo siguió forcejeando como de costumbre, pero dejó de gritar. Se quedó mudo (el cerdo, aunque me imagino Galeno también). Sorprendido (Galeno, tal vez también el cerdo) por esta observación, Galeno continúo sus estudios sobre este nervio laríngeo. Primero analizó en detalle la trayectoria que siguen estos nervios hasta el cerebro (descubrió su origen en el nervio vago que se extiende hacia abajo más allá de la laringe y entonces rodea la arteria aorta -en la izquierda- o subclaviana -en la derecha- para después volver a la laringe). A continuación, reprodujo su experimento anterior en muchos animales distintos (vacas, leones, cabras y otros) y en todos observo que un corte de este nervio laríngeo consistentemente dejaba mudos a los animales, confirmando así su observación anterior.



Entusiasmado por este descubrimiento, el patrón de Galeno en Roma, Boethus, organizó una demostración pública de este experimento para una prestigiosa audiencia compuesta de políticos e intelectuales. Galeno comenzó su discurso explicando la morfología del nervio laríngeo y las consecuencias de su interrupción. En sus propias palabras: “hay un par de nervios con forma de pelo en ambos lados de la laringe, que si son ligados o cortados dejan al animal sin voz sin afectar su vida o actividad funcional”. Ya en ese punto algunos miembros del público exclamaron su asombro e indignación. Antes siquiera de que Galeno pudiera comenzar la cirugía, un conocido filosofo aristotélico llamado Damascenus le interrumpió: “aunque nos muestres que la sección de estos nervios en animales los deja sin voz, no necesariamente lo mismo tiene por que suceder en lo seres humanos. Y en cualquier caso, no me lo creería”. De algún modo, esta opinión reflejaba un escepticismo general sobre el valor que la información sensorial en contraposición a la lógica y la geometría tenían a la hora de establecer pruebas, así como la visión Aristotélica de que el pensamiento y por tanto el lenguaje debían estar  controlados por el corazón y no por el cerebro.


El cerebro pensante en la actualidad
 
 Con el tiempo y el paso de los años, el experimento del cerdo chillón de Galeno ha llegado a ser uno de las demostraciones fisiológicas más famosas de todos los tiempos. Algunos historiadores de la neurociencia consideran este experimento como la primera evidencia empírica a favor del cerebro pensante, es decir que el cerebro (y no el corazón) es el principal órgano donde se produce el control del comportamiento. También sabemos hoy que cambios en la actividad cardiaca tienen influencia en el comportamiento, pero esto ocurre debido a que afectan el funcionamiento del cerebro.


Evidentemente, el experimento de Galeno queda todavía lejos de demostrar que el pensamiento se produce en el cerebro. Hoy entendemos que aquello representa la primera evidencia experimental de esta idea del cerebro pensante porque sabemos que los nervios motores (como el nervio laríngeo que Galeno interrumpió) transportan los comandos del cerebro hasta los músculos de la periferia para realizar las acciones que en el cerebro se computaron. Pero nada de esto se conocía en aquella época, seguramente de ahí la resistencia a aceptarlo. Lo que hoy si tenemos es una gran colección de evidencias de personas con lesiones en distintos lugares del cerebro que manifiestan incapacidades en aspectos concretos de la mente, el pensamiento o la emoción. Por ejemplo, los pacientes de Alzheimer, o el más extremo caso de las personas en estado de coma que no pueden hablar ni seguramente reconocer ningún estimulo pero que mantienen sus constantes vitales y el corazón intactos. Y con todo, para ser precisos, todavía estamos lejos de entender con detalle de qué manera la actividad en el cerebro da lugar al proceso de pensar.


Referencia


Fuente:

Neuro Enredos

30 de enero de 2014

Conozca a la mujer más besada de toda la historia


Resusci Anne

Millones de personas alrededor del mundo han aprendido reanimación cardiopulmonar o RCP en un maniquí conocido como Resusci Anne. ¿Quién era esa bella mujer del siglo XIX que sirvió de modelo?

El taller Lorenzi es un pequeño refugio de paz y de la antigüedad en el concurrido suburbio parisiense de Arcueil. Y es el último de su tipo. Abajo, los mouleurs o fabricantes de máscaras, crean figuras, bustos y estatuas vertiendo yeso en moldes de la misma manera en que lo han hecho desde que empezó este negocio familiar en la década de 1870.

Pero para estar cara a cara con la historia, hay que subir por unas escaleras de madera polvorientas y llegar a un cuarto sobre el taller.

Es una experiencia inquietante. Colgando en el estrecho ático hay máscaras de poetas, artistas, políticos y revolucionarios: Napoleón, Robespierre, Verlaine, Victor Hugo… la cara robusta, impaciente en vida de Beethoven así como el cetrino y disminuido rostro en la máscara de la muerte del compositor.

Sin embargo, sorprendentemente, de todos los grandes personajes expuestos en el ático de Lorenzi, la máscara más popular es la de una joven. Tiene una cara agradable y atractiva, con la insinuación de una sonrisa en sus labios. Sus ojos están cerrados, pero parece como si tal vez se fueran a abrir en cualquier momento. Es la máscara de alguien sin nombre. Se le conoce sencillamente como la Inconnue, la desconocida del Sena.

Esta es su historia

Resusci Anne

Su rostro ha inspirado muchas historias.

En algún momento de finales del siglo XIX, el cuerpo de una joven que se había ahogado fue recuperado del río Sena. Como era costumbre en aquellos días, su cuerpo fue expuesto en la funeraria de París, con la esperanza de que alguien la pudiera reconocer e identificar. Al patólogo de turno le fascinó tanto el rostro de la chica de la sonrisa enigmática que le pidió a un fabricante de máscaras que hiciera un molde de yeso de la cara.

Poco después, la máscara empezó a aparecer a la venta y la cara de la joven se convirtió en una musa para artistas, novelistas y poetas, todos ávidos de tejer identidades imaginarias e historias alrededor de la misteriosa mujer, la Mona Lisa ahogada.

A lo largo de los años el poeta y novelista austríaco Rainer Maria Rilke, el francés Louis Aragon, el artista estadounidense Man Ray y el novelista ruso Vladimir Nabokov cayeron bajo el hechizo de la Inconnue sucesivamente y en un momento no había salón europeo a la moda que estuviera completo sin una máscara de la Mona Lisa ahogada en la pared.

Una de las primeras historias en la que aparece es la novela de 1899 "El adorador de la imagen” de Richard le Gallienne, que retrata la máscara como una fuerza malévola que hechiza y finalmente destruye a un joven poeta.

Otros autores han sido más amables. Muchos de ellos narran la historia de una joven inocente del campo que llega a París, es seducida por un amante rico y luego abandonada cuando queda embarazada. Sin nadie a quien recurrir, se tira a las aguas del Sena, como una Ofelia moderna. En la funeraria, su rostro hermoso, ahora pacífico en la muerte, se conserva para siempre con un molde de yeso.

Pero hay otra historia

Siga leyendo en:

BBC Sociedad y Cultura

17 de enero de 2014

La muerte (poco heroica) de algunos científicos


Hay científicos que han muerto probando sus experimentos en sí mismos; otros lo han hecho tras un empacho al celebrar algún hallazgo; otros murieron por su exceso de confianza; otros por pura mala suerte.

Sea como fuere, a continuación os mostramos algunos casos de científicos que murieron de forma, digamos, indigna, impropia, poco heroica. De una forma que posiblemente los interfectos habrían preferido que no se aireara en un artículo como éste. Al estilo Humayun, el emperador indio al que se le enredó la túnica en el pie, cayó por las escaleras de su templo y se partió la crisma.

Empédocles se quemó

Al menos la leyenda nos cuenta que Empédocles (490-430 a. JC), el filósofo griego, saltó en secreto a un volcán en busca de preguntas acuciantes sobre su funcionamiento interno. El problema es que desapareció sin dejar rastro.

Celebrándolo hasta reventar

El filósofo y médico francés Julien Ofray de la Mettrie (1709-1751) estaba muy contento y ufano por haber curado a un paciente. Tanto que, en la fiesta que el propio paciente había celebrado en su honor, el médico murió por comer demasiado paté de trufa.

Transfusión de malaria y otras enfermedades

Alexander Bogdanov (1873-1928) fue un físico ruso que murió tras realizarse una autotransfusión de sangre… infectada de malaria y tuberculosis. Al mismo estilo cafre que Nicholas Chervin, de Gibraltar, que en el siglo XIX comió el “vómito negro y sanguinolento” de víctimas de la fiebre amarilla para dejar paladina constancia de que la enfermedad no se transmitía mediante contacto humano. Y el cirujano del siglo XVIII John Hunter, se infectó con “material venéreo” para comprobar si la sífilis y la gonorrea son la misma enfermedad.

Y En 1900, en Estados Unidos, durante el estudio de la transmisión de la fiebre amarilla en Cuba, el doctor William Lazear dejó que mosquitos infectados le picaran sin comunicarlo. Murió con 34 años y, posteriormente, su investigación fue reconocida como incalculablemente valiosa para el tratamiento de la enfermedad.

El abrigo paracaídas

Franz Reichelt (1879-1912), además de sastre, había hecho sus pinitos como inventor. Tanto es así que mezcló sus pasiones en un mismo objeto: un abrigo paracaídas. Lo probó él mismo saltando desde el primer piso de la Torre Eiffel, y ya nunca más lo contó.

Sadomasoquismo científico

El siguiente científico, finalmente, no murió, pero habida cuenta de todo lo que “sufrió”, podría haberlo hecho. A finales del siglo XIX, el doctor Hildebrandt puso a prueba la eficacia de la anestesia espinal permitiendo que su colega le sometiera a diversos actos de sadismo muy gráfico, tal y como explicita Ian Crafton en Historia de la ciencia sin los trozos aburridos:
permitiendo que lo quemara, le acuchillara el muslo, le oprimiera los testículos y le golpeara las espinillas con un martillo; de este modo demostró sin lugar a dudas que no podía sentir nada de cintura para abajo.

Tomado de:

Xakata Ciencia

27 de diciembre de 2013

Un sistema binario inventado en Polinesia siglos antes de Leibniz

Los nativos de Mangareva desarrollaron este método para contar pescados, frutas, cocos, pulpos y otros bienes de diferente valor.


El genial matemático Gottfried Leibniz (1646-1716) no fue el primero en inventar el sistema binario que ahora utilizan nuestros ordenadores y teléfonos. Los nativos de Mangareva, una pequeña isla polinésica, se le adelantaron en varios siglos. Los mangareveños no tenían la menor intención de inventar la computación digital, pero se dieron cuenta de que el sistema decimal —como el nuestro— que habían heredado de sus ancestros resultaba demasiado engorroso para hacer los cálculos en el mercado, y le superpusieron un sistema binario que facilita mucho las operaciones aritméticas más comunes. También Leibniz arguyó que su sistema binario servía para simplificar las cuentas, aunque nadie le hizo mucho caso.

No se trata del primer sistema binario conocido de la era preLeibniz –los mismos hexagramas del I-Ching que inspiraron al gran matemático alemán constituyen un sistema binario y tienen casi 3.000 años—, pero Andrea Bender y Sieghard Beller, del departamento de ciencia psicosocial de la Universidad de Bergen, en Noruega, muestran ahora cómo los habitantes de Mangareva no solo inventaron el sistema para contar pescados, frutas, cocos, pulpos y otros bienes de diferente valor en sus transacciones comerciales, sino también cómo esto les condujo a una aritmética binaria que habría merecido la aprobación de Leibniz por su sencillez y naturalidad. Los autores creen que su trabajo revela que el cerebro humano está innatamente capacitado para las matemáticas avanzadas. Publican los resultados en PNAS.

Entender el hallazgo requiere un somero repaso del álgebra elemental. El sistema decimal al que estamos habituados, y que es el más común en todo tipo de culturas humanas por basarse en los diez dedos de las manos, lleva implícitas las potencias de diez en la posición de las cifras: en el número 3.725, se entiende que el 5 va multiplicado por 1 (10 elevado a 0); el 2 va multiplicado por 10 (10 elevado a 1); el 7 va multiplicado por 100 (10 elevado a 2); y el 3 va multiplicado por 1.000 (10 elevado a 3).

En un sistema binario solo hay dos símbolos (convencionalmente 0 y 1, pero también pueden ser dos estados de magnetización, como en los ordenadores), y las potencias implícitas por la posición no son las de 10, sino las de 2. Por ejemplo, en el número binario 111, se entiende que el último 1 va multiplicado por 1 (2 elevado a 0), el segundo por 2 (2 elevado a 1) y el primero por 4 (2 elevado a 2); equivale al siete del sistema decimal.

Bender y Beller no han descubierto nada parecido a un pergamino polinesio densamente cubierto de ceros y unos, ni mucho menos una cinta perforada. Lo que han hecho es analizar el lenguaje de Mangareva —uno de los cientos de idiomas de la familia austronesia habladas en las islas del Pacífico— en el contexto de su modo tradicional de vida y las características de sus bienes más preciados de consumo y sus transacciones comerciales, ofrendas, fiestas y demás. Esta forma de vida está en acelerado proceso de extinción, y con ella el sistema aritmético y la propia lengua de los mangareveños, de la que solo quedan ahora unos 600 hablantes en la isla.

Una evidencia del uso de las potencias de 2 —es decir, del sistema binario— en el comercio tradicional de Mangareva son los valores (o taugas) asociados a los bienes más valorados en la isla: tortugas (1 tauga), pescado (2), cocos (4) y pulpo (8). Otro producto valioso es el fruto del árbol del pan (Artocarpus altilis), llamado en inglés breadfruit (fruto del pan). Los frutos del pan de segunda fila valían lo que un coco (4), pero los mejores igualaban al pulpo (8). Recuerden que 1, 2, 4, 8, … son las potencias de 2.

Otro ángulo por el que asoman esas mismas potencias, aunque más indirecto —y combinado con el sistema decimal al que los mangareveños nunca renunciaron del todo— son las palabras (numerales) de uso más común en el rango de las decenas: takau (10), paua (20), tataua (40) y varu (80). Vuelven a aparecer las potencias de dos (1, 2, 4, 8), aunque esta vez multiplicadas por 10, para cubrir otro abanico de tamaños. Las demás decenas no son palabras nuevas, sino combinaciones gramaticales de las anteriores.

La ventaja de este sistema es que facilita mucho las opèraciones aritméticas fundamentales. Mientras que en el sistema decimal sumar de cabeza (sin contar) requiere memorizar más de 50 cancioncillas (como 4+7=11), en el sistema de Mangareva basta con saber que varu es el doble de tataua, que a su vez es el doble de paua, que a su vez es el doble de takau. Lo demás emerge de un modo muy natural y fácil de utilizar.

Con otras palabras, se trata esencialmente del mismo argumento que utilizó el gran Leibniz. Los demás seguimos contando con los dedos.
Tomado de:

16 de diciembre de 2013

Las apuestas de Stephen Hawking

Stephen Hawking, en Los Simpsons (fuente)

El físico inglés Stephen Hawking es uno de los científicos más importantes y famosos de la actualidad. No sólo por su trabajo en cosmología, estudiando el Big Bang y los agujeros negros, sino también por su labor divulgativa; sus libros han vendido millones de ejemplares en todo el mundo. La imagen de Hawking, que está postrado en una silla de ruedas y habla a través de un ordenador desde hace décadas, es ya un icono popular que ha trascendido de los círculos científicos.

Lo que no es tan conocido es que a Hawking le encanta hacer apuestas con sus colegas sobre asuntos científicos, aunque a la vista de los resultados hay que reconocer que no se le da tan bien como la física teórica. Ya en 1975, Hawking apostó contra Kip Thorne que la fuente de rayos X Cygnus X-1 no contenía un agujero negro. En caso de ganar, Thorne conseguiría una suscripción anual a la revista Penthouse, mientras que si Hawking tenía razón obtendría una suscripción a la revista satírica Private Eye durante cuatro años. En esta ocasión podríamos decir que Hawking se cubrió las espaldas. Como él mismo explica en su famoso libro Historia del Tiempo, sería una desgracia para él si los agujeros negros no existiesen, después de todo el tiempo que les ha dedicado. En tal caso, al menos tendría el consuelo de ganar la apuesta y disfrutar de Private Eye. La apuesta todavía tiene que resolverse, aunque los científicos están seguros al 99 por ciento de que Cygnus X-1 contiene un agujero negro.

El original de la apuesta sobre Cygnus X-1 (fuente)

De nuevo Thorne, junto con John Preskill, fue el protagonista de la siguiente apuesta de Hawking en 1991. Hawking aseguraba que nunca podríamos observar directamente un agujero negro, porque nada puede escapar de él, ni siquiera la luz. Sin embargo, en 1997 se demostró matemáticamente que, bajo determinadas circunstancias concretas y muy improbables, seríamos capaces de ver el corazón de un agujero negro, un punto infinitamente pequeño con una densidad infinitamente grande. Esto es lo que se conoce en el argot como una singularidad desnuda. Hawking aceptó a regañadientes que había perdido y pagó los 100 dólares a sus colegas. También tuvo que imprimir camisetas con un eslogan admitiendo la derrota. Hawking escogió “La Naturaleza aborrece las singularidades desnudas”, lo que en parte también era una reivindicación de su punto de vista.

Representación artística de un agujero negro (fuente)

Ese mismo año, Thorne cambió de bando y se alió con Hawking, apostando ambos contra Preskill que un agujero negro destruye para siempre toda la información que cae en él. Preskill, en cambio, creía que existe un mecanismo por el que esa información sí se podría recuperar. Por increíble que resulte, se ha demostrado que Preskill tenía razón: existe un proceso, que irónicamente el propio Hawking demostró, por el cual un agujero negro se evapora muy lentamente, y al hacerlo emite parte de esa información que se daba por perdida. En 2004 Hawking hizo entrega de su regalo a Preskill, una enciclopedia de béisbol. Según el contenido de la apuesta, “el perdedor debía pagar su deuda con la enciclopedia que eligiera el ganador, de la que la información se puede recuperar cuando se desee”.

Preskill, recogiendo su enciclopedia de béisbol (fuente)

Hace algo más de una década, en 2000, Hawking se jugó cien dólares con el físico estadounidense Gordon Kane a que nunca se encontraría el bosón de Higgs, la elusiva partícula del modelo estándar que daría masa al resto de partículas elementales. Después de años de búsqueda, el LHC del CERN confirmó oficialmente su descubrimiento el verano de 2012. Poco después, Hawking admitía su derrota con un lacónico “parece ser que he perdido 100 dólares”, a la vez que felicitaba a los científicos del CERN

Fuente:

La Aventura de la Ciencia

13 de diciembre de 2013

España: El hombre que vivió 12 años entre lobos

Otros casos conocidos

John Ssabunnya
  • Rochom Pngieng: hallada en 2007 en una localidad remota del noroeste de Camboya. Cuando la encontraron andaba desnuda, con el pelo largo y en cuatro patas. Se cree que pudo haber pasado 18 años en la selva.
  • John Ssabunnya (en la foto): vivió desde los dos años en la selva de Uganda, criado por monos. Fue encontrado en 1991 cuando tenía 14 años. A John le gusta cantar y practicar deportes.
  • Vicente Caucau: hallado en el sur de Chile en 1984, cuando tenía unos 10 años. Se cree que vivía entre pumas.
  • Víctor de Averyron: encontrado en Francia en 1799. El médico Jean Marc Gaspard Itard intentó enseñarle a hablar y a desarrollar una conducta social sin éxito. Su historia fue llevada al cine por François Truffaut.

Marcos Rodríguez Pantoja

Marcos no tiene animales en su casa porque es muy pequeña pero tiene
un patio lleno de flores y plantas.

La primera vez que Marcos Rodríguez Pantoja se sentó frente a un plato de sopa no supo qué hacer. Lo miró detenidamente, ahuecó la palma de su mano y la introdujo en él. El contacto con el líquido hirviendo le hizo pegar un salto y el plato acabó hecho trizas en el suelo.

Corría el año 1965 y él tenía 19 años, pero hacía más de una década que no se sentaba frente a un ser humano que le ofrecía algo para comer.
Venía de pasar 12 años solo en medio de la sierra, con lobos, cabras, serpientes y otros animales como única compañía.

"Los animales eran mi familia, mis amigos, todo"

Cuando era pequeño –"yo tendría unos 6 o 7 años", recuerda- su padre, que se había vuelto a casar, lo vendió a un cabrero que se lo llevó a Sierra Morena, un lugar agreste y de difícil acceso en el sur de España, para ayudar a un viejo pastor a cuidar su rebaño.

Al poco tiempo el pastor murió y Marcos se quedó solo. Más asustado de la gente -después de años de maltratos y golpizas que le propinaba su madrastra- que de la soledad del monte, Marcos nunca intentó regresar, hasta que lo encontró la Guardia Civil en el 65 y se lo llevó por la fuerza a Fuencaliente, un pequeño pueblo a los pies de Sierra Morena.

Aunque ya han pasado casi 50 años, Marcos todavía recuerda vívidamente su paso por la sierra y el impacto que le produjo el regreso.

En el monte


"Al principio yo lo pasé muy mal. No sabía qué comer, le tenía miedo a los animales y al viejo. Pero después nos hicimos amigos y con los bichos también. Y así fue como empecé a sentirme muy bien. ¡Me sentía estupendamente!, le dice Marcos a BBC Mundo.

"Para mí aquello era la gloria porque ya no me pegaban palizas", añade.

Lo poco que le enseñó el pastor antes de morir fue suficiente para que no pasase hambre. Aprendió a cazar conejos y perdices con trampas hechas de palillos y hojas, y a despellejar a los animales para aprovechar su carne y su piel.

Casa de Marcos

Marcos hizo pintar esta leyenda en la entrada de su casa.

"Para comer me guiaba por los bichos. Lo que comían ellos lo comía yo", cuenta. "Los jabalíes comían unas patatas que estaban enterradas. Las encuentran porque las huelen. Cuando iban a desenterrarlas yo les tiraba una piedra, ellos se escapaban y entonces yo me robaba las patatas".

Librado a su suerte, Marcos estableció un vínculo especial con los animales.

"Un día me metí en una lobera a jugar con unos cachorritos que vivían allí y me quedé dormido. Cuando desperté, la loba estaba cortando carne de ciervo para los cachorros. Yo traté de quitarle un pedazo, porque también tenía hambre y me pegó un zarpazo", dice imitando el gesto de la loba.

"Cuando terminó de alimentar a sus cachorros, me miró y me tiró un trozo de carne. No quería tocarlo porque pensé que me iría a atacar, pero me lo fue acercando con el hocico. Lo cogí, lo comí y ella se me acercó. Pensé que me iba a morder, pero sacó la lengua y me empezó a lamer. Después de eso, ya era uno más de la familia. Íbamos a todos lados juntos", recuerda.

Marcos cuenta además que tenía una serpiente como compañera.

El artículo completo en:

BBC Ciencia

12 de diciembre de 2013

Panofsky: el hombre que fabricaba premios Nobel

Te diré algo sobre mi carrera, nunca fue deliberada, me resulta gracioso cuando hablo con mis hijos y están muy preocupados por el futuro y el “¿qué deberíamos hacer?” y yo siempre fui de un sitio a otro de forma natural, sin planearlo, sin pensar acerca de lo que significaba. [...] No recuerdo ningún momento en mi vida en el que tomara la decisión de convertirme en físico, o en un determinado tipo de físico [...]. En primer lugar, decidí cursar asignaturas técnicas porque traté de imaginar como podía salir adelante a pesar de mi clara incapacidad para escribir cualquier documento en inglés. Simplemente me divertía.
Wolfgang K.H. Panofsky
Wolfgang K. H. Panofsky, Pief para los amigos, nació en Berlín en el año 1919. Hijo de dos licenciados en Historia del Arte, pasó su niñez y adolescencia en Hamburgo, donde su padre tenía un puesto de profesor en la universidad. La formación que recibían en la familia era totalmente dirigida a las letras, pero un juguete cambiaría su vida.

marklin

Pequeño set de piezas Märklin de la década de 1910.

Con su gigantesco set de piezas Märklin, Wolfgang y sus hermanos construían toda clase de objetos. Llegaron a hacer una máquina que, tras introducir una moneda, servía cigarrillos y chocolatinas. Su padre agradeció enormemente el dispositivo, ya que siempre se quedaba sin cigarrillos en mitad de los seminarios de arte que impartía en casa.

La inventiva del joven Panofsky llegó al punto de poner su vida en peligro. Cuando visitaban Berlín, los enchufes funcionaban a 220V en lugar de los 120V de Hamburgo. El joven Pief fabricó un divisor de tensión casero para poder hacer funcionar los motores de su set Märklin en ambos lugares. Años más tarde Panofsky se dio cuenta de lo peligroso que era el dispositivo que había fabricado, pero por suerte nunca hubo un accidente.

La familia Panofsky no era religiosa, pero el hecho de ser judíos provocó que su padre fuera despedido de su puesto como profesor en la Universidad de Hamburgo. La Alemania nazi comenzaba su época de terror y la familia decidió emigrar al completo a EEUU. Era el año 1934.

Lea el artículo completo en:

31 de octubre de 2013

¿Por qué el número 1.729 aparece en tantos episodios de Futurama?

El número de Hardy-Ramanujan se encuentra en varios episodios de la comedia animada de ciencia ficción.


Quizá una de las referencias más sutiles e interesantes de Futurama debe ser su extendido tributo a lo largo de numerosos episodios a un legendario matemático indio mediante repetidas referencias a la cifra 1.729 pero, ¿que significa este número?

Para descubrirlo debemos remontarnos al Raj británico (nombre que se le daba a los actuales países de India, Pakistán y Bangladés cuando eran colonia británica) en el año 1887 cuando nació Srinivasa Aiyangar Ramanujan, un matemático que aprendió de forma autodidacta a través de un libro de matemática de 1886 que tenía 6.000 teoremas pero sin ninguna demostración.

Srinivasa_Ramanujan_-_OPC_-_1[1]

Ramanujan investigó cada uno de esos teoremas usando solo una pizarra y una tiza, recurriendo a sus codos como borrador, y usando una notación propia. Cuando tenía 25 años sus cercanos lo animaron a que intentara comunicarse con matemáticos de renombre, por lo que Ramanujan se puso a enviarle cartas a destacados académicos en todo el mundo con sus fórmulas y teoremas, los que eran bastante complejos y sin demostraciones.

De todos los profesores universitarios de matemática, solo el inglés Godfrey Harold Hardy de la Universidad de Cambridge le puso atención a las cartas de Ramanujan, descubriendo a un genio matemático con un potencial sin igual. Según Hardy:
Los límites de sus conocimientos eran sorprendentes como su profundidad. Era un hombre capaz de resolver ecuaciones modulares y teoremas de un modo jamás visto antes, su dominio de las fracciones continuas era superior a la de todo otro matemático del mundo. Ha encontrado por sí solo la ecuación funcional de la función zeta y los términos más importantes de la teoría analítica de los números; sin embargo no había oído hablar jamás de una función doblemente periódica o del Teorema de Cauchy, y poseía una vaga idea de lo que era una función de variable compleja.
_70477655_805b7125-cf5e-4e62-9c59-52543b3beb59[1]

Lamentablemente, Ramanujan falleció cuando solo tenía 32 años, privándonos de una genialidad cuya quizá mejor anécdota es la que da origen a la referencia en Futurama a la cifra 1.729, más conocida como el número de Hardy-Ramanujan. Según cuenta Hardy, una vez fue a visitarlo a un hospital en 1918 y en sus palabras:
Lo fui a visitar cuando estaba enfermo en Putney. Tomé el taxi número 1.729 y le dije al llegar que me parecía un número poco interesante y que ojalá no fuese un mal augurio. 'No', me refutó. 'Es un número muy interesante. Es la cifra más pequeña que puede expresarse como la suma de dos cubos de dos formas distintas'.
O en términos más simples: 1.729 = 1³ + 12³ = 9³ + 10³

Esta cifra se repite en varios episodios y momentos relevantes de Futurama. Por ejemplo, cuando los personajes viajan a dimensiones paralelas en el episodio "The Farnsworth Parabox" visitan el Universo 1.729; cuando Bender recibe una postal navideña en el episodio "Xmas Story", se refieren al robot como la unidad #1.729; la nave espacial Nimbus de Zapp Branigan es BP-1729.

Finalmente, otra referencia extremadamente interesante a Ramanujan es el número del taxi que aparece en la película Bender's Big Score, 87539319, el que también es el número más pequeño que puede expresarse como la suma de dos números al cubo de tres formas diferentes: 87.539.319 = 1673+4363 = 2283+4233 = 2553+4143

ku-xlarge[1]

Links:
- BBC News
- Gaussianos

Fuente:

FayerWayer

13 de octubre de 2013

¿Es cierto que las zanahorias ayudan a ver en la oscuridad?

Zanahoria rara

Sí y no. Las zanahorias contienen vitamina A, o retinol, y eso es lo que el cuerpo requiere para sintetizar rodopsina, que es el pigmento de los ojos que opera en condiciones de baja luz.

Si uno tiene una deficiencia de vitamina A, desarrolla nictalopía o ceguera nocturna.

Comer zanahorias corregiría eso y mejoraría la visión nocturna, pero sólo hasta el mismo punto que el de una persona sana: no es que permitiría ver en la oscuridad completa.

La idea de que podría hacerlo se debe a un mito que empezó en el Ministerio del Aire de Reino Unido en la Segunda Guerra Mundial.

Para evitar que los alemanes supieran que Reino Unido estaba usando radares para interceptar bombarderos durante los ataques nocturnos, se distribuyeron informes de prensa que aseguraban que los pilotos británicos estaban comiendo muchas zanahorias para tener una visión nocturna excepcional.

Tanto el público como los altos comandos alemanes se lo creyeron y nació una leyenda urbana.

Fuente:

BBC Ciencia

25 de septiembre de 2013

La idea matemática que hizo volar al Voyager



Michael Minovitch

Michael Minovitch solucionó el "problema de los tres cuerpos" en 1961, e impulsó la misión del Voyager.

La sonda espacial Voyager ha cautivado al mundo con su proeza en los confines del Sistema Solar, pero su lanzamiento en 1977 sólo fue posible gracias a las ideas matemáticas y la persistencia de un estudiante de doctorado que descubrió cómo catapultar sondas al espacio.

En 1942, por primera vez en la historia un objeto creado por el hombre cruzó la invisible línea de Karman, que marca el borde del espacio. Sólo 70 años después, otra nave espacial viaja hasta la última frontera del Sistema Solar.

La sonda Voyager 1, 35 años después de haber despegado, está a 18.400 millones de kilómetros de la Tierra y a punto de cruzar el límite que marca el alcance de la influencia del sol, donde el viento solar se encuentra con el espacio interestelar.
Así contado parece fácil, pero la puerta al más allá del Sistema Solar permaneció cerrada durante los primeros 20 años de la carrera espacial.

El problema de los tres cuerpos

Computadora IBM

Minovitch utilizó la computadora más potente del momento. 

Desde 1957, cuando el Sputnik 1 se convirtió en la primera obra de ingeniería que pudo orbitar sobre la Tierra, la ciencia comenzó a mirar cada vez más allá en el cosmos.

Se enviaron naves a la Luna, a Venus y a Marte. Pero un factor crucial impedía alcanzar distancias más lejanas.

Para viajar a los planetas exteriores hace falta escapar de la fuerza gravitacional que ejerce el Sol, y para eso es necesaria una nave espacial muy grande.

El viaje hasta Neptuno, por ejemplo, a 2.500 millones de kilómetros, podría llevar fácilmente 30 o 40 años debido a esa fuerza.

En su momento, la Nasa no podía asegurar la vida útil de una sonda por más tiempo que unos meses, así que los planetas lejanos no estaban dentro de las posibilidades.

Hasta que un joven de 25 años llamado Michael Minovitch, entusiasmado por la nueva computadora IBM 7090, la más rápida en 1961, resolvió el problema más difícil de la ciencia mecánica celeste: el de "los tres cuerpos".

Se refiere al Sol, un planeta y un tercer objeto que puede ser un asteroide o un cometa viajando por el espacio con sus respectivas fuerzas de gravedad actuando entre ellos. La solución establece con exactitud cómo afectan la gravedad del Sol y la del planeta a la trayectoria del tercer objeto.

Sin amilanarse por el hecho de que las mentes más brillantes de la historia -la de Isaac Newton entre ellas- no lograron resolver esta incógnita, Minovitch se concentró en despejarla. Su intención era usar la computadora para buscar la solución a través de un método de repetición.

Verano de 1961

Planeta lejano

Los cálculos de Minovitch permitieron la exploración de los planetas del Sistema Solar más lejanos.

En su tiempo libre, mientras estudiaba un doctorado en el verano de 1961, se puso a programar series de ecuaciones para aplicar al problema.

Minovitch llenó su modelo con datos de las órbitas planetarias, y durante una pasantía en el laboratorio de propulsión de la Nasa (Jet Propulsion Lab) obtuvo información más exacta sobre las posiciones de los planetas.

El joven estudiante demostró así que si una nave pasa cerca de un planeta que orbita alrededor del Sol puede apropiarse de parte de la velocidad orbital de ese astro y acelerar en dirección opuesta al Sol sin utilizar el combustible de propulsión de la nave.

Sin financiamiento para continuar con sus pruebas en la computadora, y en un intento por convencer a la Nasa de la importancia de su descubrimiento, dibujó a mano cientos de trayectorias de misiones teóricas al espacio exterior. Entre ellas había una ruta de vuelo específica que se convirtió en la trayectoria de las sondas Voyager.

Pero en 1962 el Jet Propulsion Lab estaba ocupado con el Proyecto Apolo, y nadie hizo mucho caso al hallazgo de Minovitch.

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia

5 de septiembre de 2013

¿Improvisó Luther King su famoso discurso 'I have a dream' ("Tengo un sueño")?

El 28 de agosto de 1963, Martin Luther King, tras una marcha multitudinaria y pacífica que concentró a 250.000 personas en la capital estadounidense, pronunció su discurso "I have a dream" (Yo tengo un sueño) en las escalinatas del monumento a Abraham Lincoln. En él expresaba sus anhelos de igualdad de derechos en Estados Unidos y el deseo de acabar con la discriminación por el color de la piel. "América ha dado al pueblo negro un cheque que ha sido devuelto con la marca 'sin fondos'", lamentaba Luther King en su disertación. "Pero nos negamos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota. Nos negamos a creer que no hay fondos suficientes en las grandes arcas bancarias de las oportunidades de esta nación", añadía con esperanza de futuro.

Tenía como modelo el discurso de Gettysburg de Lincoln. Pero lo que había redactado con su abogado y escritor de discursos Clarence Jones al final no coincidió con las palabras pronunciadas, según declaraba hace poco Jones en una entrevista con la agencia Reuters. King había hablado previamente sobre tener un sueño para sus hijos y para Estados Unidos, pero la frase nunca caló realmente en la audiencia y la idea fue descartada para el texto del discurso de ese día. Sin embargo, en el último momento, King decidió ser espontáneo e inició varias frases con la expresión "Tengo un sueño...". Entre ellas esta: "Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel sino por su carácter."

Fuente:

Muy Interesante
google.com, pub-7451761037085740, DIRECT, f08c47fec0942fa0