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18 de febrero de 2011

La "increíble pieza mecánica" de una planta carnívora subacuática



Los ingenieros mecánicos podrían aprender de la utricularia carnívora, una planta de agua dulce que utiliza una trampa de succión para engullir a sus presas en un instante y luego digerirlas lentamente.

Utilizando cámaras de alta velocidad y simulaciones cibernéticas, un equipo de científicos en Francia mostró exactamente cómo funciona la trampa.


El equipo, dirigido por Philippe Marmottant, de la Universidad de Grenoble, sostuvo que la planta podría proporcionar ideas para diseñar dispositivos médicos de miniatura capaces de realizar pruebas de diagnóstico en la sangre.

Los especialistas informan sobre sus hallazgos en la revista especializada Proceedings of the Royal Society B.

Cientos de veces

La trampa de succión que usa la utricularia es mucho más rápida y eficiente de lo que los científicos creían.

Le basta sólo una milésima de segundo para abrir y cerrar.

"Tiene una especie de puerta, que actúa como una válvula flexible", explicó Marmottant a la BBC.

Esa especie de válvula la posibilitan glándulas en la planta que bombean agua continuamente creando un vacío en el interior de una bolsa pequeña.

Cuando una criatura pasa cerca de la planta y estimula unas estructuras microscópicas, de alta sensibilidad, esa trampilla se abre y succiona el agua con todo lo que contiene.

Cuando las enzimas digestivas trabajan en disolver la carne y consumir los nutrientes, el agua vuelve a inflar la trampa y cierra la puerta.

"La trampa puede disparar cientos de veces", añadió Marmottant. "Es una increíble pieza de mecánica."

Fuente:

BBC Ciencia

27 de enero de 2011

¿Sabías el mecanismo de las trampas para mosquitos?

Desde los tiempos ya primitivos del papel “pegamoscas”, cuyo funcionamiento básico consistía en dejar pegados a todos los insectos que tuvieran la mala suerte de tropezarse con él, las trampas para mosquitos se han ido haciendo más sofisticadas y actúan sobre el principio básico de atraer a los insectos hacia ellas.



Los moquitos hembra (recordemos que los machos no pican) deben conseguir sangre para reproducirse y para ello disponen de sensores que les ayudan a localizar a sus víctimas. Pueden detectar el dióxido de carbono de la respiración, el calor y, a veces, incluso el sudor.

Un método muy usado desde hace unos años son los aparatos que mezclan dióxido de carbono y octenol para provocar una nube de gas que los mosquitos encuentran irresistible.

El funcionamiento es bien simple: un sistema difusor esparce una nube compuesta por octenol y dióxido de carbono; el primero simula los productos químicos de las plantas y el segundo es la principal guía de olfato de los mosquitos hembra cuando buscan sangre humana para chupar.

El gas resultante de esta mezcla atrae a los mosquitos en un área que depende de la potencia de la máquina, pero suele ser suficiente para cubrir un jardín de tamaño medio.

Cuando los insectos se dirigen a la fuente del gas son absorbidos por una boquilla succionadora hasta un recipiente donde mueren por deshidratación.

Algunos modelos más avanzados se ponen en marcha automáticamente al amanecer y al atardecer, las horas del día en que estos chupadores de sangre proliferan más.

Fuente:

Xataca Ciencia
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