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23 de enero de 2018

Por qué enganchan los videojuegos

  • Millones de personas en todo el mundo están enganchadas a juegos como Apalabrados, Farmville, Angry birds, Tetris o Buscaminas. Aprovechan un hueco en su agenda personal o laboral para una partidita y se descubren una hora después todavía jugando.

El gran hobby de Teresa siempre ha sido la lectura. Cualquier tiempo muerto o de espera era bueno para sacar su libro y leer unas páginas. Eso, hasta que hace dos meses descubrió Apalabrados, el videojuego que consiste en formar palabras combinando las siete letras que se proporcionan en cada baza, a imagen y semejanza del tradicional Scrabble. Ahora, mientras se cuece la verdura para la cena, mientras espera que su hijo salga de clase o ve un programa de televisión, Teresa no puede dejar de comprobar en su móvil o en su tableta cuál ha sido la última palabra puesta por su contrincante o qué posibles combinaciones tiene para cuando llegue su turno. Y si el rival se demora en la respuesta, rápidamente inicia otras partidas en busca de nuevas opciones para combinar palabras y continuar jugando. Puede revisar tres o cuatro veces en cinco minutos si ya han movido ficha los rivales. ¡Ella, a quien no gustan los videojuegos y discute con sus hijos por el abuso de la videoconsola! Es cierto que no juega todos los días, pero si empieza… Recuerda que algo similar le ocurrió hace muchos años cuando descubrió el Tetris. “¿Qué tienen esos juegos que enganchan tanto?”, se pregunta.

Los psicólogos y quienes se dedican a crear videojuegos lo tienen muy claro: lo que determina que un juego sea más o menos adictivo (entendida esta adicción como que resulta atractivo, no como enfermedad) es, fundamentalmente, su estructura y que esta active las rutas de neuronas que transmiten dopamina de una región del cerebro a otra. “Los juegos más adictivos son los que activan la zona reptil del cerebro, la más primitiva, el mecanismo de recompensa básica que tenemos todos los animales superiores: si algo te hace sentir bien cuando lo haces y cuando recuerdas que lo hiciste, te animas a volver a hacerlo”, explica Carlos González Tardón, psicólogo especializado en videojuegos.

El director del máster en Creación de Videojuegos de la Universitat Pompeu Fabra y director de Novorama Technology, Daniel Sánchez-Crespo, enfatiza que los videojuegos estimulan los circuitos del aprendizaje, y el cerebro humano está diseñado para segregar neurotransmisores, como la dopamina, para recompensarnos cuando aprendemos algo. “Cuando dos perros se pelean de broma, sonríen porque su cerebro los recompensa una actividad que supone un aprendizaje, un entrenamiento válido para su supervivencia; cuando un niño salta a la comba se ríe porque su cerebro le está gratificando algo que le hace ganar agilidad; y lo mismo ocurre cuando juegas a un videojuego que ejercita tu mente resolviendo o previniendo problemas: el cerebro te recompensa con dopamina” y eso te hace sentir bien y querer repetirlo. Y añade que, cuanto más aprendizaje conlleve el juego, cuantas más decisiones hayas de tomar y más rápidamente, más ejercitas el cerebro, más estimulante resulta y más engancha. “El Tetris resulta tan adictivo porque estás tomando muchas decisiones en muy poco tiempo y eso al cerebro le gusta mucho, como ocurre también con otros juegos de plataforma, como el popular Mario, que te obliga a una gran gimnasia cerebral”, apunta Sánchez-Crespo.

Lea el artículo completo en:

La Vanguadia

2 de noviembre de 2012

¿Por qué el Tetris 'absorbe' nuestro cerebro?

 
  • El psicólogo Tom Stafford analiza las causas por las que el juego es tan adictivo.
  • El videojuego aprovecha la manía de nuestro cerebro por el orden.


Desde su creación en 1984 por el científico soviético Alekséi Pázhitnov, se han vendido más de 100 millones de copias de Tetris en todo el mundo y es considerado por algunos el mejor videojuego de todos los tiempos. Los efectos que produce sobre el cerebro han sido estudiados desde muchos puntos de vista, desde la forma en que se acomoda el rendimiento cerebral a medida que se aprende, hasta dar su nombre a un efecto psicológico. El conocido como "efecto Tetris", por el que  la mente del usuario continúa colocando las piezas durante el sueño, se ha utilizado incluso para mejorar la situación de las víctimas de estrés post-traumático, pero ¿dónde está el secreto de su éxito?

El psicólogo Tom Stafford, conocido por su web 'Mind Hacks', analiza en un artículo para BBC cuáles son las circunstancias que hacen de Tetris un juego irresistible para nuestro cerebro. En su opinión, el factor más importante es que Tetris "toma ventaja del placer básico que experimenta nuestra mente cuando ordena cosas, y lo utiliza contra nosotros".

Cuando lanza incansablemente fichas desde el cielo para que las coloquemos, lo que está haciendo el videojuego es crear infinitas tareas sin acabar que captan irremisiblemente nuestra atención. Cada acción del juego, explica el psicólogo, nos permite resolver una parte del puzle, llenando fila tras fila para que vayan desapareciendo, pero sigue generando nuevos problemas que nos pueden llevar horas. "La misma satisfacción que produce rascarse", asegura Stafford.

Otros videojuegos explotan la misma tendencia humana a ordenar cosas, como en el caso del billar, pero solo Tetris convierte esta labor en interminable y parcial. En los años 30 el psicólogo ruso Bluma Zeigarnik reparó por primera vez en este fenómeno al fijarse en las costumbres de un grupo de camareros de un concurrido café: eran capaces de retener hasta 12 peticiones distintas con todo detalle, pero una vez que lo habían servido lo borraban para siempre de su cabeza.

Este fenómeno, bautizado en los libros de texto como el efecto Zeigarnik, es el mismo que se produce, según Stafford, en los concursos de televisión. Uno puede no tener el menor interés sobre en qué año se fundó la BBC, pero una vez que se formula la pregunta resulta extrañamente irritante no saber la respuesta y la cuestión permanece clavada en nuestra mente hasta resolverla.

Lo que ocurre con el videojuego Tetris es que explota este fenómeno de una manera continua. Cada uno de los bloques que cae del cielo son al mismo tiempo un problema y una potencial solución, y nuestro cerebro tiene escasos segundos para decidir qué cinco teclas de los controles debe tocar para arreglarlo. Una posible explicación para el efecto Zeigarnik, razona Stafford, es que la mente está organizada para perseguir metas. Una vez que conseguidas, nuestra mente fija la atención en otro problema. Como si fuera un parásito cerebral, Tetris coloca un problema tras otro y nos hace caer en la trampa por el extraño placer que produce poner orden, aunque sepamos que el objetivo del juego no conduce a ninguna parte. 

Para saber más


Fuente:

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