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13 de agosto de 2022

Crean un parche que convierte el sudor en electricidad ilimitada

El dispositivo podría suministrar energía constante a una amplia variedad de aparatos electrónicos alimentándose de la transpiración humana.


Investigadores de la Universidad de Massachusetts Amherst han diseñado un biofilm que recolecta la energía de la evaporación, concretamente de sudor, y la convierta en electricidad.

Este biofilm —un parche que se adhiere a la piel—, que se anunció en Nature Communications, tiene el potencial de revolucionar el mundo de la electrónica portátil, alimentando todo, desde sensores médicos personales hasta dispositivos electrónicos.

“Esta es una tecnología muy emocionante”, dice Xiaomeng Liu, estudiante graduado en Ingeniería Eléctrica e Informática en la Facultad de Ingeniería de UMass Amherst y autor principal del artículo. “Es energía verde real y, a diferencia de otras fuentes llamadas de ‘energía verde’, su producción es totalmente verde”.

¿Cómo funciona?

Este biofilm, una lámina delgada de células bacterianas del grosor de una hoja de papel, es producido naturalmente por una versión modificada de la bacteria Geobacter sulfurreducens.

Se sabe que G. sulfurreducens produce electricidad y se ha utilizado anteriormente en “baterías microbianas” para alimentar dispositivos eléctricos. Pero tales baterías requieren que dicha bacteria se cuide adecuadamente y se alimente con una dieta constante.

Por el contrario, esta nueva biofilm, que puede proporcionar tanta energía como una batería de tamaño similar, funciona continuamente porque la bacteria G. Sulfurreducens está muerta y, debido a eso, no necesita ser alimentada.

“Es mucho más eficiente”, dice en un comunicado Derek Lovley, profesor distinguido de Microbiología en UMass Amherst y uno de los autores principales del artículo. “Hemos simplificado el proceso de generación de electricidad al reducir radicalmente la cantidad de procesamiento necesario. Cultivamos de manera sostenible las células en una biopelícula y luego usamos esa aglomeración de células. Esto reduce las entradas de energía, simplifica todo y amplía las aplicaciones potenciales”.

Una matriz de bioparches alimenta una pequeña pantalla LCD.

El secreto detrás de esta nueva biopelícula es que genera energía a partir de la humedad de la piel. Aunque todos los días leemos historias sobre la energía solar, al menos el 50% de ella que llega a la Tierra se destina a la evaporación del agua.

“Esta es una enorme fuente de energía sin explotar”, dice Jun Yao, profesor de Ingeniería Eléctrica e Informática en UMass, y el otro autor principal del manuscrito. Dado que la superficie de nuestra piel está constantemente humedecida con sudor, la biopelícula puede “enchufarse” y convertir la energía atrapada en la evaporación en energía suficiente para alimentar pequeños dispositivos.

“El factor limitante de la electrónica portátil —dice Yao—, siempre ha sido la fuente de alimentación. Las baterías se agotan y deben cambiarse o cargarse. También son voluminosos, pesados e incómodos”. Pero un biofilm transparente, pequeño, delgado y flexible que produce un suministro continuo y constante de electricidad y que se puede usar, como una tirita, como un parche aplicado directamente sobre la piel, resuelve todos estos problemas.

Lo que hace que todo esto funcione es que G. sulfurreducens crece en colonias que parecen esteras delgadas, y cada uno de los microbios individuales se conecta con sus vecinos a través de una serie de nanocables naturales. Luego, el equipo recolecta estos tapetes y usa un láser para grabar pequeños circuitos en las películas. Una vez que se graban las películas, se intercalan entre los electrodos y finalmente se sellan en un polímero suave, pegajoso y transpirable que se puede aplicar directamente sobre la piel. Cuando esta pequeña batería se “enchufa” aplicándola a su cuerpo, puede alimentar dispositivos pequeños.

“Nuestro próximo paso es aumentar el tamaño de nuestros parches para alimentar dispositivos electrónicos más sofisticados que se pueden llevar en la piel”, refiere Yao; y Liu señala que uno de los objetivos es alimentar sistemas electrónicos completos, en lugar de dispositivos individuales.

Fuente:

La República (Perú)

27 de noviembre de 2019

¿Por qué los pies huelen mal?

Algunos cambios hormonales, el estrés, la alimentación o la presencia de hongos o de humedad hacen que se activen las glándulas sudoríparas.


Los pies no tienen por qué oler mal

Los pies no tienen por qué oler mal si se mantienen limpios y sanos. Pero todos sabemos que muchos pies huelen mal ¡o muy mal! Y es que sucede que algunos cambios hormonales, el estrés, la alimentación o los hongos o la humedad hacen que se activen unas glándulas que hay en ellos (las glándulas ecrinas y aprocrinas). Se trata de glándulas sudoríparas, es decir, poros por los que el sudor sale al exterior. Estas glándulas están en la piel de todo el cuerpo, no solo de los pies. El líquido que segregan, el sudor, no huele mal, es inodoro, y está formado por proteínas, ácidos grasos y esteroides.

Pero entran en escena las bacterias
 
Pero además, nuestra piel está totalmente cubierta por bacterias. Y esas bacterias se alimentan de este líquido, de esas proteínas, esos ácidos grasos y esos esteroides. Al consumir este producto de nuestro cuerpo, las bacterias inician una ruta metabólica, es decir una serie de reacciones químicas que a partir de los productos iniciales provocan la aparición de otros compuestos. Y entre esos productos puede haber algunos compuestos volátiles que son los que llegan a nuestra nariz, a nuestros receptores olfativos que mandan una señal a nuestro cerebro, y eso es lo que nos hace percibir un olor. Y en el caso de los pies, por lo general es un mal olor.

Compuestos activos y no activos

Un compuesto volátil es una molécula orgánica de bajo peso molecular y de bajo punto de ebullición. Pero tienes que saber que no todos los compuestos volátiles tienen olor, por eso decimos que algunos son activos y otros no son activos. Los que son activos son los que percibimos como un olor. Los compuestos volátiles activos más habituales que se han identificado en los pies son: el ácido isovalérico que tiene olor a queso, fecal, a fruta podrida, a rancio; y otros ácidos de cadena corta como el ácido propanoico al que se describe con olor a grasa, a rancio, a soja, a agrio y el ácido butírico que tiene olor a mantequilla, a queso rancio y a ácido. Estos tres son los principales compuestos que se han identificado en los pies.

Pero no son nuestras secreciones las que los contienen, sino que son las bacterias presentes en los pies las que al alimentarse de nuestro sudor segregan estos compuestos malolientes.

El que ocurra más habitualmente en los pies se debe al tipo de bacterias que viven en ellos. Algunas de esas bacterias aisladas en los pies son Brevibacterium linens y Bacillus subtilis que segregan estos compuestos. Por ejemplo, en el codo no tenemos este tipo de bacterias así que no se generan esos compuestos volátiles por lo que el codo no huele mal. Aunque no ocurra en ciertas partes del cuerpo como los codos, no sucede solo en los pies. También puede aparecer mal olor en las axilas, en el cuero cabelludo, etc… y el mecanismo porque el que aparece es el mismo que en los pies.

Percibimos el olor de distintas maneras

Sobre el mal olor debo decirte también que no todas las personas lo percibimos de la misma manera. No solo por el umbral de percepción que hace que algunas personas seamos más sensibles a los olores, o a ciertos olores, que otras, sino porque intervienen la experiencia previa y la memoria de cada individuo. Por ejemplo, puede que alguien haya olido un queso de Cabrales y que no le guste y le huela mal y eso queda como experiencia previa, entonces cuando huela a pies lo va a asociar, lo va a identificar con aquello anterior que no le gustó. Sin embargo, es posible que a otra persona a la que le guste ese tipo de queso y tolere esos olores, el de los pies no le parezca tan malo. Eso varía muchísimo entre los diferentes seres humanos.

Fuente:

El País (Ciencia)
 

28 de agosto de 2015

¿Por qué se origina el olor de los pies?

Esta es la ciencia que hay detrás de unos pies apestosos.

Las altas temperaturas que estamos sufriendo los últimos días pueden convertir tus preciados pies en la cosa menos sexy del mundo a consecuencia de su mal olor. Ahora, un nuevo vídeo realizado por la Sociedad Americana de Química explica la ciencia que se esconde tras unos pies apestosos e incluso ofrece algunas soluciones para luchar contra este problema que "podría hacerte temblar de vergüenza en el control de seguridad de un aeropuerto".


Aunque gráficamente el vídeo es muy explicativo, para los que no piloten el idioma anglosajón les resumimos el misterio de este desagradable tufillo. Las bacterias que habitan en tu piel y, concretamente, en tus zapatos, se alimentan de tu sudor, produciendo varios compuestos que apestan. Según explica, "algunas zonas de nuestro cuerpo tienen una mayor concentración de glándulas sudoríparas. Y los pies son el número uno de esa lista".

Las tres principales reacciones que forman las bacterias son el metanotiol (un compuesto orgánico), el ácido propanoico y el ácido isovalérico. El primero es el que produce el famoso olor a 'queso' y se forma gracias a las células de piel muerta. El propanoico ayuda a que ese olor sea más agrio y rancio, al igual que el ácido isovalérico. Los zapatos y los calcetines aumentan el problema, ya que no deja que los pies respiren, permitiendo que las bacterias se queden dentro y hagan de las suyas. "Estas bacterias celebran un gran festín en el interior de nuestro calzado y emiten estos olores tan desagradables. Son las culpables principales de los pies apestosos", explica el vídeo.

Además, los científicos han descubierto que el mal olor de pies atrae de forma irremediable a los mosquitos.

Para evitar este vergonzoso aroma en tu cuerpo los químicos recomiendan utilizar jabón antibacterial, eliminar la piel muerta con una piedra pómez, llevar calcetines de algodón finos, dejar los zapatos en algún lugar para que se ventilen y pulverizar desodorante en los pies".
Tomado de:
QUO

17 de octubre de 2013

¿Por qué se pega la piel al metal congelado?

Si uno pone la lengua en un metal congelado, la alta conductividad del metal le quita el calor a la lengua más rápido de lo que el cuerpo lo puede suministrar.

Eso hace que el agua en la saliva se congele muy rápido.

El hielo crea lazos de hidrógeno entre el metal y la piel, como lo hace el agua líquida, sólo que en este caso toda la superficie se pega.

Lo mismo pasa con los dedos pues las puntas proveen algo de aspereza y la piel usualmente tiene una pequeña cantidad de humedad por el sudor.

Pero la piel muy tersa y seca no se pega.

Fuente:

BBC Ciencia

1 de octubre de 2013

¿Por qué tenemos cejas?

Originalmente, para evitar que la lluvia y el sudor entrara en los ojos. Como especie, los humanos confiamos en nuestra vista más que en cualquier otro sentido, y el agua puede empañar seriamente la visión.

Además, las cejas también pueden desviar los residuos y proteger nuestros ojos de la luz del Sol.

De modo que, aunque la tendencia evolutiva es ir perdiendo la mayor parte del vello corporal, las pestañas y las cejas se mantienen.

Una mujer pinta sus cejas.

Las cejas, no obstante, también cumplen otra función: comunicar.

La expresión facial transmite emociones de un modo que es difícil de falsificar; y las cejas exageran las expresiones.

Incluso en los dibujos animados, una simple línea sobre los ojos es suficiente para denotar enfado, miedo o sorpresa en la cara.

Existen experimentos que muestran que reconocemos una cara familiar con mayor facilidad cuando son los ojos los que están cubiertos y no las cejas.

Si está pensando en rediseñar sus cejas afeitándolas o depilándolas, recuerde sus múltiples usos.

Fuente:

BBC Ciencia

22 de marzo de 2012

El agua fría tras un ejercicio físico intenso: verdades y mitos

Especial: Día del Agua


Agua fria ¿Quién no ha oído alguna vez, justo después de haber hecho una actividad física importante, la archiconocida frase "No bebas agua fría, que es malo" o la variante "No bebas agua fría, que hubo un rey que se murió por eso"? Es una de las frases más típicas referidas al agua, aunque sin llegar al nivel supremo de "Tienes que esperar x horas para bañarte, que estás haciendo la digestión" (pocas órdenes han puesto a prueba la paciencia de tantos niños como la obligación anterior).

El famoso rey que, supuestamente, murió por beber agua fría tras haber realizado ejercicio físico (concretamente, tras jugar a la pelota) es, ni más ni menos, que Felipe I el Hermoso. Sin embargo, pese a que la cultura popular atribuye claramente al agua fría como la causa del fallecimiento, lo cierto es que las circunstancias de su muerte, cinco siglos después, siguen siendo un misterio. Las crónicas de su vida relatan que murió días después del suceso del partido de pelota, con una "recia calentura" esa misma noche tras el partido y un empeoramiento progresivo. Esto ha llevado a que diversos investigadores planteen como causa de la muerte el envenenamiento o la peste.

Imaginemos, por un momento, que realmente Felipe el Hermoso murió por haber bebido agua fría tras jugar a un partido de pelota, ¿cómo pudo desencadenarse la muerte por algo, en principio, tan anodino? Las dos principales hipótesis serían:

-La muerte fue desencadenada por una hidrocución (mal llamado corte de digestión). El agua fría, al entrar en contacto con el cuerpo del rey (caliente tras el ejercicio físico) provocaría un potente reflejo cardiovascular de causa nerviosa (parasimpática) que llevaría a una alteración del ritmo cardíaco, con un súbito descenso de la frecuencia o incluso con una parada cardíaca.

-La muerte se produjo por una hiponatremia. El monarca fue perdiendo de forma severa líquidos y sales a través del sudor como consecuencia del partido de pelota. Cuando llegó el momento de beber agua, lo hizo con tanta ansia que, aunque se rehidrató muy bien, no repuso de igual manera las sales y provocó una alteración en la concentración de éstas en sangre (con el sodio bajo como principal peligro). Esto llevaría inicialmente a mareos, vómitos, aletargamiento, confusión, calambres, etc... Si la hiponatremia fuera a más podría darse el coma y la muerte poco tiempo después.

Ambas situaciones pueden darse en la realidad. La hidrocución por el contacto por agua fría, especialmente por sumergirse en agua muy fría tras haber hecho ejercicio físico intenso, está bien estudiada y se estima que un amplio porcentaje de los ahogamientos que se producen en el mundo puede deberse a esta causa. Es muy difícil conocer el alcance real, puesto que puede pasar desapercibida en las autopsias.

Mucho más rara y rocambolesca sería la muerte por la ingesta de una bebida fría tras haber realizado ejercicio físico ya que la superficie del cuerpo que está expuesta al frío líquido es pequeña comparada con una inmersión, lo que limita la potencia del reflejo parasimpático. Pese a todo, existen casos documentados de muerte súbita tras la ingesta de bebidas frías. Eso sí, hay que tener muy mala suerte. Porque la persona tendría que ser especialmente susceptible a este reflejo y porque, además, tendría que tener detrás un trastorno cardíaco que le volviera vulnerable ante la más mínima perturbación. En personas normales se produciría como máximo un síncope (pérdida de conocimiento) y de forma muy poco frecuente.

Sobre la hiponatremia, causada por reponer líquidos y no sales tras haber sudado en abundancia, es algo que ocurre con cierta frecuencia entre practicantes de deportes de larga duración, especialmente entre corredores de maratón. De hecho, se plantea que entre el 10 y el 40% de deportistas en disciplinas de muy larga duración (3-4 horas) desarrollan hiponatremia.

Volviendo a nuestro monarca, ni la hidrocución ni la hiponatremia coinciden con la descripción de su muerte. La hidrocución, de producir una muerte, sería fulminante. La hiponatremia aguda, por otro lado, produciría un rápido empeoramiento del monarca, en cuestión de horas y, de producirse la muerte, ésta sería rápida y no llegarían a pasar varios días. Además, está el detalle de la fiebre, que descarta (de nuevo) la hidrocución y vuelve mucho más improbable la hiponatremia.

Entonces ¿qué es más probable, la peste o el envenenamiento? Es difícil decirlo con tan pocos detalles de los síntomas previos a su muerte. La peste cursa con fiebre y en el envenenamiento también puede darse. Además, ambos pueden provocar la muerte en el periodo de tiempo comentado. Tendremos que confortarnos, por el momento, con conjeturas.

Así pues, el consejo de no tomar bebidas frías tras haber hecho ejercicio físico tiene cierta base rocambolesca detrás (especialmente para cardiópatas). Como precaución, es recomendable beber agua templada o ligeramente fría tras haber hecho ejercicio físico intenso. Lo que no se sostiene es que Felipe el Hermoso muriera por beber agua fría (salvo si ésta estaba envenenada, claro está). Habrá que buscar otro ejemplo mejor...

Fuente:

Blogs de El País (España)

14 de abril de 2010

Nos pusimos de pie ¡y se nos cayó el pelo!

Miércoles, 14 de abril de 2010

Nos pusimos de pie ¡y se nos cayó el pelo!

(Evolucionar nios costó sudar la gota gorda)



En el número de este mes de Investigación y Ciencia, Nina G. Jablonski, Directora del Departamento de Antropología de la Universidad Estatal de Pensylvania, presenta un interesante artículo sobre un tema que los biólogos llevan discutiendo durante decenios: ¿porqué somos el único primate sin apenas pelo corporal?. La autora repasa las distintas hipótesis ofrecidas hasta ahora para concluir que el sudor y la optimización de la regulación de temperatura puede ser la clave de nuestra desnudez.

Todos nuestros parientes cercanos, desde los monos aulladores hasta los orangutanes, presentan el cuerpo cubierto de un denso pelaje protector. Sin embargo, en algún momento tras nuestra separación del linaje del chimpancé, la línea evolutiva humana perdió el pelo. No sabemos exactamente en que momento, dado que el pelaje no fosiliza, resultando muy difícil saber si otras especies de Homo eran tan inusualmente lampiños como nosotros.

Todos los mamíferos presentan pelaje corporal en mayor o menor abundancia, aunque la mayoría poseen una densa capa en todo el cuerpo. Precisamente, lo primero que se preguna Jablonski es sobre la utilidad del mismo, clave para comprender su pérdida. El pelo representa una valiosísima protección ante rasguños, radiación solar, parásitos y microorganismos; y especialmente, constituye un aislante frente a la humedad, el calor y el frío.

Sin embargo, algunos mamíferos -además de nosotros mismos- han reducido su pelaje corporal en respuesta a determinadas condiciones del medio: ciertas especies endógeas han perdido el pelo como adaptación a la vida subterránea; algunos mamíferos marinos como ballenas y delfines presentan la piel desnuda para facilitar la natación y la fricción. Por otro lado, los grandes hervíboros como elefantes, rinocerontes e hipopótamos han perdido el pelo corporal debido a que presentan un riesgo constante de sobrecalentamientod, dada su masa corporal (y reducida superficie disipadora de calor) y su vida en climas cálidos.

Ninguno de estos es el caso del ser humano. No somos organismos subterráneos ni acuáticos, y no tenemos una gran masa corporal comparada con la superficie disipadora de calor. ¿Porqué compartimos entonces desnudez con ratas topo, ballenas y elefantes?. Algunos especialistan han visto como única explicación el que nuestra línea evolutiva haya atravesado en algún momento del pasado, por una forma de vida donde el pelo fuera una desventaja, y ese carácter se habría mantenido hasta la actualidad.

La hipótesis más representativa de este tipo de explicación es la que ofreció en 1960 el zoólogo inglés Alister Hardy, que vino a denominarse la hipótesis del Mono Acuático. Según Hardy, entre hace cinco y siete millones de años, nuestros antepasados sufrieron un cambio climático que les obligó a adoptar una vida semiacuática -probablemente en regiones pantanosas del actual valle del Rift- durante cerca de un millón de años. Este tipo de vida habría favorecido la reducción del pelaje, como les ha ocurrido a otros mamíferos. Reestablecidas las condiciones ambientales, los humanos habrían retornado a una vida terrestre, manteniendo el caracter adquirido. La hipótesis del Mono Acuático nunca ha tenido mucha aceptación, y hoy día se encuentra prácticamente abandonada.

Sangre, sudor y lágrimas

Jablonski centra el artículo sobre un aspecto que hemos mencionado antes de pasada: los problemas de regulación de temperatura de los mamíferos. No solamente los grandes hervíboros deben preocuparse de mantener un equilibrio térmico; todos los animales deben hacerlo, y el ejercicio resulta una actividad peligrosa por el riesgo que supone de calentamiento. Muchos mamíferos de distinto tamaño han tenido que desarrollar estrategias para evitar el sobrecalentamiento: el jadeo de los perros o la poca actividad diurna de los felinos son dos remedios para el mismo problema.

En el caso de los primates, aunque lo compartimos con otros mamíferos, el mecanismo principal es la sudoración. Al sudar, la piel se recubre de un líquido que al evaporarse la refresca, incluyendo los numerosísimos capilares que la recorren por debajo a muy poca distancia. Todos los primates sudan, pero no de la misma manera. Existen tres tipos de glandulas productoras de sudor: sebáceas, sudoríparas apocrinas y sudoríparas ecrinas. La mayor parte de los animales presentan sobre todo glándulas sebáceas y apocrinas, situadas en la base de los folículos pilosos. Así, el sudor producido por estas -de naturaleza oleosa- inpregna los pelos y al producirse la evaporación los refresca. El problema es que tras un tiempo, el pelo se enmaraña y empapa de sudor, perdiendo el sistema mucho de su eficacia.

Por el contrario, el ser humano presenta una gran cantidad de glándulas ecrinas, que producen una gran cantidad de sudor más acuoso (hasta 12 litros diarios). Además de no tener tanto pelo corporal, las glándulas ecrinas humanas no se sitúan en la base de los folículos, sino que vierten directamente en la superficie de la piel. De esta forma, la evaporación puede realizarse de forma constante y muchísimo más efectiva.

Evolucionar sudando

Para Jablonski, la clave de la pérdida del pelaje en el ser humano es una adaptación al ejercicio. Los cambios de hábitos que llevaron a nuestros antepasados a abandonar los bosques cerrados y colonizar la sabana les obligaron, por un lado, a enfrentarse a una mayor cantidad de radiación solar y, por otro, a adoptar un tipo de vida múcho más activo, donde la carrera -tanto de persecución como de huída- y el recorrido de grandes distancias, se convirtieron en factores determinantes de la supervivencia.

Esto favoreció varias de las adaptaciones que nos hacen humanos: el alargamiento de los miembros, el bipedalismo, y la pérdida del pelo corporal. Pero Jablonski va más lejos, y afirma que la ausencia de pelo pudo conllevar profundas repercusiones en otras fases posteriores de la evolución humana. La capacidad de disipar una mayor cantidad de calor permitió el incremento del cerebro, que es el órgano más termosensible. De igual forma, la ausencia de pelo ha influenciado las relaciones sociales, especialmente desarrollando sistemas de comunicación puramente “epidérmicos”, como el rubor, las expresiones faciales o -entrando en el desarrollo cultural- la pintura, los cosméticos y los tatuajes.

La autora resume esta idea en una reflexión final: la piel desnuda no sólo nos refrescó, sino que también nos hizo humanos.

Referencias.

Jablonski, Nina G. 2010. El origen de la piel desnuda. Investigación y Ciencia, 403 (Abril, 2010): 22-29. [Resumen]

Fuente:

La Ciencia y sus Demonios

23 de septiembre de 2009

Pican, pican los mosquitos... ¿a quién?


Miércoles, 23 de septiembre de 2009

Pican, pican los mosquitos... pero ¿a quién?

¿Cómo eligen los mosquitos a sus víctimas? ¿Quizás prefieren picar a aquellos consangre más dulce? ¿O depende del color de la piel? Ni una cosa ni la otra. Según explican científicos españoles en un nuevo estudio publicado en la revista Plos One, si nos pican los mosquitos es, fundamentalmente, porque “olemos a queso o a sudor".


En concreto, a estos insectos les atrae la temperatura corporal y la ropa húmeda, especialmente si está empapada en sudor. Por otra parte, a los mosquitos Anopheles gambiae les agrada el olor de un queso llamado Limburguer cheese, ya que la bacteria implicada en su producción está emparentada con otra que vive en los pies humanos.

Para llegar a estas conclusiones, Jordi Figuerola y su equipo ha aplicado una 
novedosa técnica de identificación de especies que utiliza el ADN de la sangre de las “víctimas” de los mosquitos contenida en el aparato digestivo de estos insectos, y que podría permitir desarrollar políticas de control ante enfermedades de las que ejercen como transmisores principales, como el dengue

Según Figuerola, "las nuevas técnicas moleculares servirían para determinar, por ejemplo, si 
tener animales de compañía sirve para que los mosquitos piquen menos a las personas y más al perro, al gato o al canario". Y sobre lafiebre amarilla, que se transmite a través de mosquitos a primates y humanos, este método permitirá enteder si los brotes epidémicos se deben a cambios en los patrones de alimentación de los insectos, o qué especies actuarán con más facilidad como puente entre monos y humanos. 

De momento los investigadores han identificado que algunas especies de 
mosquitos se alimentan de vacas, pero también de ciervos, gamos, jabalíes, gatos, perros, caballos y hasta tortugas. Otros, sin embargo, prefieren animales con pluma, como el Culex modestus, una especie que abunda en el Delta del Ebro. 



Fuente:

Muy Interesante
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