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23 de junio de 2010

Si tú miras por la ventana... ¡todos miramos por la ventana!

Miércóles, 23 de junio de 2010

Si tú miras por la ventana... ¡todos miramos por la ventana!

El experimento psicológico de Milgram

Por muy muy independientes o autónomos que nos consideremos, lo cierto es que todos nos fijamos en los demás a fin de fijar nuestros valores sobre las cosas, lo que es importante o no, lo que gusta y no gusta, etc.

Para constatar hasta qué punto lo que hacen los demás determina lo que hacemos nosotros (más allá incluso de su manifestación más superficial: las modas), en 1968 se realizó el célebre experimento del psicólogo Staley Milgram.

Dos frías tardes de ese invierno, en una acera de Nueva York, Milgram observó el comportamiento de 1.424 viandantes mientras paseaban por un tramo de acera de 15 metros. En cierto modo, era como la versión científica de aquella obra literaria de George Perec en la que el autor se limita a describir todo lo que pasa en una plaza minuto a minuto, todo lo cotidiano, lo que pasa cuando no pasa nada, sin más: Tentativa de agotar un lugar parisino.

Milgram había situado a grupos de personas que trabajaban para él, de hasta 15 individuos, que, siguiendo sus indicaciones, se detenían de repente y miraban hacia una ventana del sexto piso de un edificio cercano durante un minuto exactamente.

En la ventana no había nada interesante, tan sólo estaba otro de los ayudantes de Milgram.

El experimento fue registrado en video y lo que allí apareció fue sorprendente. Tras contar el número de personas que se paraban y miraban adonde miraban los integrantes del grupo de Milgran, descubrieron que el 4 % de los viandantes se detenía y miraba a aquella venta cuando un solo ayudante de Milgran lo hacía.

Pero si eran 15 ayudantes de Milgran los que se paraban en la acera y miraban aquella ventana en la que no pasaba nada… entonces imitaban el comportamiento hasta el 40 % de los viandantes.

Un porcentaje aún mayor de peatones imitó la acción del grupo de forma incompleta: miraron adonde estaba mirando el grupo de estímulo, pero no se detuvieron. Si la mirada de una persona modificó la del 42 % de los viandantes, la mirada de 15 personas modificó la del 86 %.

El dato más interesante es que los grupos de estímulo de sólo 5 personas estimulaban tanto a los viandantes como el grupo de 15. Es decir, a partir de 5 personas podemos crear un estímulo suficientemente poderoso en la gente. Un estímulo que probablemente esté detrás de muchos comportamientos colectivos, la histeria de masas o hasta la identificación positiva de ovnis y otros fenómenos sobrenaturales.

O dicho de otro modo: para ciertos asuntos, fiarse de muchas personas es equivalente a fiarse de una sola, lo cual relega a los testimonios de cualquier índole a una categoría muy poco relevante a la hora de conocer la verdad. Tenedlo en cuenta la próxima vez que alguien os cuente una historia que desafía las leyes de la naturaleza, por mucho que reciba el apoyo de muchas otras personas.

Vía | Conectados de Nicholas A. Christakis y James H. Fowler

Tomado de:

Gen Ciencia

17 de abril de 2010

La obediencia a la autoridad


Sábado, 17 de abril de 2010

La obediencia a la autoridad

El experimento psicológico de Milgram

¿Quién es Stanley Milgram?

Stanley Milgram (Nueva York, 1933 - † Nueva York, 1984) fue un psicólogo graduado de la Universidad de Yale que condujo los experimentos del mundo pequeño (la fuente del concepto de los seis grados de separación) y el Experimento de Milgram sobre la obediencia a la autoridad.

Aunque se lo considera uno de los más importantes psicólogos del siglo XX, Milgram nunca estudió psicología durante sus estudios de ciencias políticas en Queens College, Nueva York, donde se graduó en 1954. Se presentó a un postgrado en psicología social en la Universidad de Harvard y fue rechazado inicialmente a causa de falta de estudios de psicología. Fue aceptado en 1954 después de tomar seis cursos de psicología y se graduó en 1960.

Murió en 1984 de un ataque al corazón a la edad de 51 años en su ciudad de nacimiento, Nueva York.


Experimento realizado por el psicólogo social Stanley Milgram, sobre hasta que punto está dispuesto el ser humano a realizar cualquier cosa, obedeciendo ordenes de una persona autoritaria.

¿Seriamos capaces de llegar a torturar por el simple hecho de cumplir órdenes?
En la recreación de este experimento que se llevó acabo en EEUU está la respuesta.

Fuente:

Blog El Poder de la Mente

Si el hombre común y corriente puede llegar a torturar a sus semejantes. Pero esta es sólo una resouesta parcial. Los psucólogos sociales van más allá y se preguntan hasta qué punto las sociedades deshumanizan a las personas, al punto de convertirlas en personas ciegas que sólo obedecen lis instructivos del stablishment.

Ya tocamos este tema con anterioridad en un program de televisión. Este es el resumen de este programa emitido en mayo de 2008 por EconoCable Plus.



Si lo des también puede ingresar a los archivos de Conocer Ciencia:

El ser humano obedece ciegamente a las órdenes de hacer daño

Saludos


Leonardo Sánchez Coello
conocerciencia@yahoo.es

4 de marzo de 2009

El ser humano obedece ciegamente a las órdenes de hacer daño

La repetición del experimento de Milgram confirma que todavía la autoridad subyuga a la moral. Interesante artículo tomado de Tendencias 21.

En los años 60 del siglo XX, el psicólogo Stanley Milgram realizó un controvertido experimento con el que demostró que la obediencia a las órdenes de una autoridad está por encima de la moral de casi cualquier individuo. Personas normales que creían estar aplicando dolorosas corrientes eléctricas a otras personas (en realidad actores que fingían estar sufriendo) no se detuvieron, y siguieron haciendo daño hasta que se les ordenó. Ahora, un experimento similar acaba de arrojar resultados similares: en cincuenta años, apenas nada ha cambiado en este sentido, aún “la férrea autoridad se impone a los fuertes imperativos morales de los sujetos de lastimar a otros”. Por Yaiza Martínez.

Experimento de Milgram: El investigador (V) persuade a L para que dé lo que éste cree son descargas eléctricas dolorosas a S,  que en realidad es un actor. Fuente: Wikiemedia.

En los años 60 del siglo pasado, un psicólogo de la prestigiosa Universidad de Yale llamado Stanley Milgram realizó un controvertido experimento que fue bautizado como Experimento de Milgram.

El fin de la prueba era medir la buena voluntad de un participante para obedecer las órdenes de una autoridad, incluso cuando dichas órdenes entrasen en conflicto con su conciencia personal.

Los experimentos comenzaron en julio de 1961, un año después de que Adolf Eichmann fuera juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el régimen nazi en Alemania.

Milgram estaba intrigado acerca de cómo un hombre completamente normal, e incluso aburrido, y que no tenía nada en contra de los judíos había podido ser un activo partícipe del Holocausto.

La curiosidad de Milgram

La curiosidad obligó a este psicólogo a llevar a cabo un experimento, en el que los participantes creyeron que estaban probando los efectos del castigo en el aprendizaje.

El Experimento de Milgram consistió en que un voluntario debía infringir daño a otro voluntario, que en realidad era un actor compinchado con el investigador y que simulaba dolor, sin que el otro voluntario fuera consciente del engaño.

Situado el actor en un módulo de cristal visible para el primer participante, se le colocaban electrodos a través de los cuales el primer voluntario debía enviar corrientes eléctricas al actor, corrientes que supuestamente eran extremadamente dolorosas. Estas corrientes iban aumentando de intensidad, mientras el actor hacía que sentía cada vez más dolor.

Los participantes se iban poniendo nerviosos de ver sufrir al otro, pero seguían obedeciendo al investigador, al menos hasta cierto punto.

Hagamos un paréntesis para conocer un poco más sobre el experimento de Milgram en esta presentación de Conocer Ciencia:




Ahora, casi medio siglo después de que se desarrollara este experimento, otro psicólogo de la Santa Clara University, de Estados Unidos, ha descubierto que nada ha cambiado: la gente sigue dispuesta a hacer daño a otros, si se lo ordena una figura autoritaria.

Obediencia universal

Según la American Psychological Association, Jerry M. Burger repitió el Experimento Milgram demostrando que las tasas de obediencia ciega a la autoridad –por encima del dolor que esté sintiendo la otra persona- son tan sólo ligeramente más bajas que hace cincuenta años.

Por otro lado, la investigación demostró que no había diferencias en el grado de obediencia entre hombres y mujeres.

En la revista especializada American Psychologist, que pertenece a la American Psychological Association, ha aparecido un artículo en el que se explican estos resultados.

Según Burger, la copia del experimento ha demostrado que los mismos factores de situación que afectaban a la obediencia en el Experimento de Milgram siguen funcionando en la actualidad.

Milgram descubrió que, tras escuchar los primeros gritos de dolor del participante (actor) al aplicarle corrientes de 150 voltios, el 82,5% de los participantes seguían administrando descargas. Y de ese porcentaje, el 79% continuó haciéndolo, hasta los 450 voltios. En la réplica experimental de Burger, los porcentajes fueron similares, aunque las corrientes fueron aplicadas sólo hasta los 150 voltios.

Variaciones en la prueba

Las técnicas de Milgran fueron muy debatidas al publicarse los resultados de su experimento. Como resultado, existe actualmente un código ético para la experimentación psicológica, y ningún estudio utilizando procedimientos idénticos a los de Milgram había sido publicado en más de tres décadas, según Burger.

Este investigador introdujo una serie de variables en la prueba para lograr la aprobación institucional para su trabajo: la limitación a 150 voltios de las descargas (en lugar de hasta 450 voltios) fue una de ellas. Ese punto en las descargas es el más crítico, porque es cuando comienzan a aparecer más resistencia por parte de los participantes.

Además, en el estudio de Burger, se les repitió a los participantes que podían abandonar el experimento en cualquier momento, y que recibirían el dinero aunque lo dejasen a la mitad.

Por último, para que los voluntarios creyesen que las descargas eléctricas eran reales, se les suministró una descarga de 15 voltios (en el Experimento de Milgram las descargas “cebo” fueron de 45 voltios). A pesar de los cambios, las pruebas demostraron que la bondad no gana aún a la obediencia.

Resultados similares en experimento virtual

El Experimento de Milgram ha sido tan controvertido que se han llegado a realizar simulaciones virtuales de él. Tal y como explicamos hace un tiempo en Tendencias21, el University College de Londres repitió en un entorno virtual dicho experimento con personajes reales y virtuales.

En este caso, los voluntarios sabían que los que sufrían las descargas eléctricas eran personas irreales. Una parte de ellos se comunicó con los personajes virtuales a través de un interfaz textual, y un segundo grupo fue introducido en un entorno gráfico, en el que podían ver a su interlocutor: la representación tridimensional de una mujer.

Los resultados, publicados en PlosOne fueron los siguientes: en el primer grupo todos los participantes administraron las 20 descargas eléctricas que se les pidió. En el segundo, tres personas aplicaron 19 descargas, mientras que otras tres provocaron, respectivamente 9, 16 y 18.

La mitad del segundo grupo admitió que había deseado detenerse, pero, de nuevo, la autoridad venció a sus propios impulsos. Aunque la finalidad de esta prueba era probar si es útil la realidad virtual para la investigación psicológica, de nuevo se recogieron resultados similares a los informados por Milgram y Burger.

Según lo describió Milgram, la férrea autoridad se impone a los fuertes imperativos morales de los sujetos de lastimar a otros y, aún con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los participantes, la autoridad subyuga con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento de estos experimentos.

Ya lo decía el político revolucionario Lenin "Salvo el Poder todo es Ilusión". Las personas que toman el poder en las sociedades actuales, de corte capitalista, tienen intereses concretos: eternizar el sistema establecido, y para ello, como es bien sabido aplican todo tipo de métodos, sin caer en razones éticas y morales. Nuestras sociedades modernas viven bajo el influjo de las personas e instituciones que detentan el poder, y que detentan múltiples recursos disuasivos y coercitivos para imppner su voluntad. No es sano vivir en estas sociedades, el ejemplo anterior es una clara muestra de ello, las sociedades capitalistas enferman mentalmente y deshumanizan, llegando a los extremos mencionados.

Por ende se requiere de nuevas sociedades que liberen al hombre, liberación en todos sus aspectos y dimensiones. Pero para ello se requiere tomar el poder. Con personas conscientes al mando es posible cambiar las estructuras sociales y generar individuos sanos, libres y felices.


Fuente:

Tendencias 21
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