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6 de febrero de 2013

A más horas de TV menos conteo de esperma


Espermatozoides

La calidad del semen disminuye con el sedentarismo, según los especialistas.

No importa si usted es delgado u obeso, si pasa al menos 20 horas a la semana sentado en un sofá mirando la televisión, su conteo de esperma puede reducirse casi a la mitad.

Esta fue la conclusión a la que llegaron científicos del Harvard School of Public Health (HSPH) en Estados Unidos, quienes investigaron si la calidad humana disminuye con la vida sedentaria.

"Descubrimos que quienes miraron más televisión, su conteo de esperma era 44% menos, en comparación con quienes realizaban al menos 15 horas de actividad física a la semana, que registraron un incremento del 73%", le explico a BBC Mundo Audrey Gaskin, jefa del estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine

Por "actividad física" la especialista aclaró que lo definió como "cualquier actividad moderada a vigorosa que genere sudor".

"Tenemos muy poco conocimiento sobre cómo el estilo de vida puede impactar en la calidad del semen y la fertilidad masculina en general", señaló Gaskin. "Ahora sabemos que dos factores potencialmente modificables verdaderamente tienen un impacto en el conteo de esperma".

Teorías varias

Existen varias hipótesis que podrían explicar este fenómeno. Una de ellas puede ser la temperatura que puede alcanzar el escroto tras prolongadas sesiones de televisión.

"Pero no todo el mundo comparte esta teoría", aclara la especialista. "También hay quienes piensan que la vida sedentaria incrementa el estrés".

Los investigadores revisaron si la masa de grasa corporal influía en el conteo de esperma y descubrieron que no hay mucha diferencia entre un hombre obeso y uno delgado.

Si los dos pasan el mismo tiempo al frente del televisor, la calidad del semen disminuirá.

"Se trata de estar en forma, y hay gente con sobrepeso que lo está y hombres delgados que no", aclaro Gaskin.

"La mayoría de los estudios anteriores están enfocados a profesionales como maratonistas o ciclistas, quienes alcanzan unos niveles físicos muy difícil de igualar por otras personas", explicó por su parte Jorge Chavarro, profesor de nutrición y epidemiología del HSPH.

Con este estudio, Gaskin y sus colegas pudieron examinar una variedad de actividades físicas más relevantes a la población masculina general.

Fuente:

BBC Ciencia


23 de octubre de 2012

El ejercicio detiene el encogimiento del cerebro

Hombre en bicileta

El ejercicio puede evitar el encogimiento cerebral que se experimenta con la edad.

El ejercicio regular puede ayudar a evitar el encogimiento cerebral y otros signos vinculados a la demencia, revela un estudio.

La investigación de la Universidad de Edimburgo, Escocia, involucró a 638 personas de 70 años que fueron sometidos a escáneres cerebrales. 

Los resultados mostraron que quienes eran más activos físicamente tenían una menor reducción del volumen cerebral que quienes no se ejercitaban.

Y el ejercicio que realizaban, dicen los investigadores, no era vigoroso. Incluso salir a caminar varias veces a la semana ayudó a lograr este efecto.

Por otro lado, quienes llevaban a cabo actividades de estimulación mental e intelectual, como crucigramas, leer un libro o socializar con amigos, no mostraron efectos beneficiosos en el tamaño del cerebro, dice el estudio publicado en la revista Neurology.

Deterioro cerebral

Se sabe que la estructura y funcionamiento del cerebro se deterioran con el paso de los años.
También se ha demostrado que el cerebro tiende a encogerse y ese encogimiento está vinculado a una pérdida de memoria y capacidades cerebrales.

Los estudios han mostrado que las actividades sociales, mentales y físicas pueden tener un rol protector para prevenir este deterioro.

Sin embargo, hasta ahora no se habían llevado a cabo estudios amplios con escáneres cerebrales para observar estos cambios en la estructura y volumen cerebral.

Para el estudio de tres años, el doctor Alan Gow y su equipo pidieron a los participantes que llevaran un registro de sus actividades diarias.

Al final de ese período, cuando los participantes tenían 73 años, se les sometió a escáneres de imágenes de resonancia magnética para analizar los cambios en su cerebro.
"Las personas en sus años 70 que participaban en más ejercicio físico, incluida una caminata varias veces a la semana, mostraron menos encogimiento cerebral y otros signos de envejecimiento del cerebro que aquéllos que eran menos físicamente activos"
Dr. Alan Gow

Después de tomar en cuenta factores como la edad, género, estado de salud e inteligencia, los resultados mostraron que la actividad física estaba "significativamente asociada" con menos atrofia cerebral.

"Las personas en sus años 70 que participaban en más ejercicio físico, incluida una caminata varias veces a la semana, mostraron menos encogimiento cerebral y otros signos de envejecimiento del cerebro que aquéllos que eran menos físicamente activos", dice el doctor Gow.

"Por otra parte, nuestro estudio no mostró ningún beneficio real en el tamaño del cerebro con la participación en actividades mental y socialmente estimulantes, según lo observado en los escáneres de resonancia magnética, durante los tres años de estudio", agrega.

Según el investigador, la actividad física también resultó vinculada a un incremento en el volumen de materia gris.

Esta es la parte del cerebro donde se originan las percepciones y emociones y en estudios pasados se ha visto asociada a una mejora en la memoria de corto plazo.

Cuando los científicos analizaron el volumen de la materia blanca, la encargada de transmitir mensajes en el cerebro, encontraron que los individuos más activos físicamente tenían menos lesiones en esta área que los menos activos.

Causas

Aunque estudios en el pasado han mostrado los beneficios del ejercicio para evitar o retrasar la demencia, hasta ahora no se sabe con claridad por qué.

Los investigadores creen que los efectos beneficios del ejercicio podrían deberse a que éste incrementa el flujo de sangre, oxígeno y nutrientes al cerebro.

Pero otra teoría es que como el cerebro de la gente se encoge con la edad, estas personas tienden a ejercitarse menos y por lo tanto a obtener menos beneficios.
"Este estudio vuelve a poner de manifiesto que realmente nunca es demasiado tarde para beneficiarse del ejercicio"
Dr. James Goodwin

Cualquiera sea la explicación, dicen los expertos, los resultados muestran que el ejercicio beneficia la salud.
"Este estudio vincula la actividad física a menos signos de envejecimiento del cerebro, lo que sugiere que es una forma de proteger nuestra salud cognitiva" afirma el doctor Simon Ridley, de la organización Alzheimer's Research UK.

"Aunque no podemos decir que la actividad física es el factor causal en este estudio, sí sabemos que ejercitarse en la mediana edad puede reducir el riesgo de demencia más tarde en la vida".

"Será importante seguir a estos voluntarios para ver si estas características estructurales están asociadas con un mayor deterioro cognitivo en los próximos años".

"También será necesario realizar más investigaciones para conocer con más detalle porqué la actividad física está teniendo este efecto beneficioso", añade.

Por su parte, el profesor James Goodwin, de la organización Age UK, que financió la investigación, expresa que "este estudio vuelve a poner de manifiesto que realmente nunca es demasiado tarde para beneficiarse del ejercicio, así sea una caminata vigorosa a las tiendas, hacer el jardín o participar en carreras de diversión".

"Es crucial que, si podemos hacerlo, nos mantengamos activos a medida que envejecemos" agrega

Fuente:

BBC Ciencia

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14 de octubre de 2012

¿Sin 'tele' antes de los tres años?

Dos niños pegados a una pantalla de televisión.| El Mundo
Dos niños pegados a una pantalla de televisión.| El Mundo
  • Un psicólogo británico sugiere limitar las pantallas a los niños más pequeños
  • Además del sedentarismo advierte de problemas en su desarrollo
  • Otros especialistas sugieren que los padres les acompañen ante la pantalla
Los niños de hoy en día conviven en casa con al menos cinco pantallas, sumando televisiones, ordenadores, videojuegos, teléfonos de última generación y tabletas. Con toda esta tecnología a su alcance, un especialista británico acaba de abrir el debate sugiriendo que los padres deberían limitar el uso de estos aparatos en la infancia e incluso prohibírselos antes de que cumplan los tres años.

En las páginas de 'Archives of Disease in Childhood', el mediático Aric Sigman, un asiduo de los medios de comunicación británicos cuando se trata de hablar de psicología infantil, ha sugerido que demasiados padres utilizan la televisión como "niñera electrónica", lo que podría estar causando problemas en el desarrollo de los niños.

Según las estadísticas que cita Sigman, los adolescentes británicos (aunque los datos españoles no son muy diferentes) pasan una media de seis horas diarias viendo la televisión; "aunque está demostrado que los problemas de obesidad y de corazón derivados del sedentarismo comienzan sólo a las dos horas". Ya no es extraño que los pequeños visualicen al mismo tiempo la televisión y el ordenador, o que tengan un aparato de televisión en su propia habitación, "y esta práctica comienza cada vez antes en la vida".

Además de los problemas físicos, el psicólogo británico alerta de los perjuicios para el desarrollo infantil en una etapa en la que los niños deberían, sobre todo, jugar con sus padres e interaccionar cara a cara, no con una pantalla.

A su juicio, las autoridades europeas deberían tomar medidas restrictivas, o al menos recomendaciones que desaconsejen el uso de la televisión entre los más pequeños, "como ya han hecho países como EEUU, Australia o Canadá". Los pediatras canadienses, por ejemplo, aconsejan a los padres que no pongan una televisión en el cuarto de los niños; mientras que sus colegas estadounidenses recuerdan que no hay ningún beneficio conocido derivado de ver la televisión antes de los dos años.

Y es que, según este último informe, ya no es sólo una cuestión de sedentarismo, ni siquiera del contenido televisivo; sino del propio acto de ver la televisión en sí; y cómo esta actividad pasiva puede dañar el desarrollo social de los niños en una etapa clave en la formación de su cerebro. Incluso a partir de los tres años, Sigman recomienda limitar a media hora diaria el contacto con la 'caja tonta' y sólo una a partir de los siete años.

A pesar de que existe cierto acuerdo entre la comunidad científica sobre los peligros de la televisión y el sedentarismo de los espectadores más pequeños, la prohibición que sugiere Sigman no ha estado exenta de polémica. En declaraciones al diario 'The Guardian', algunos psicólogos infantiles recuerdan que Sigman no tiene formación específica en el tema y sus comentarios no están basados en una investigación propia, sino que se trata de un comentario basado en diversas publicaciones previas sobre el tema.

"Es importante poner esta actividad en el contexto del resto de la vida del niño", tercia con cautela Louise Arsenault, del Instituto de Psiquiatría; "y tener en cuenta el 'consumo' de pantallas cuando se enmarcan dentro de otros hábitos de vida poco saludables".

Para Lynne Murray, de la Universidad de Reading, por ejemplo, los efectos perjudiciales de la televisión pueden mitigarse si los padres interactúan con los niños y ven con ellos la televisión de una manera activa.

Fuente:

El Mundo Ciencia

3 de junio de 2012

Levántate del sofá para dejar de comer papitas fritas

Un joven recostado en un sofá. | Joel Calheiros
Un joven recostado en un sofá.
No sólo es posible atajar más de un problema a la vez, sino que es beneficioso. Un estudio de la Universidad de Northwestern (EEUU) muestra que animar a las personas con unos hábitos poco saludables a que aumenten su consumo de fruta y verdura y a que pasen menos tiempo sentados en el sofá es una intervención exitosa que provoca, además, otros efectos positivos como la disminución en la ingesta de grasas. Según los autores, cuanto menos tiempo pasas delante de la televisión, menos metes la mano en la bolsa de patatas.

"Haciendo simplemente dos cambios en el estilo de vida se logra un efecto grande y las personas no se ven sobrepasadas", señala Bonnie Spring, profesora de Medicina Preventiva en la universidad americana y autora principal del estudio. En él, pusieron a prueba dos intervenciones, una en la que se emplazaba a los participantes a disminuir el consumo de grasas y a aumentar la actividad física, y otra en la que se proponía aumentar la ingesta de fruta y verdura y pasar menos tiempo en el sofá.

Los cerca de 200 participantes, adultos entre 21 y 60 años con malos hábitos, utilizaron un asistente personal digital para controlar ellos mismos sus objetivos y para registrar sus progresos. Durante las tres primeras semanas, recibieron un incentivo de hasta 175 dólares por hacerlo. Después, los investigadores les informaron de que ya no estaban obligados a seguir con el programa si no querían, pero recibirían entre 30 y 80 dólares por seguir registrando lo que hacían, aunque no cumplieran con las metas.

Reacción en cadena

La intervención que promovía el consumo de frutas y verduras (un mínimo de cinco al día) y reducía a menos de 90 minutos diarios el tiempo de sofá fue más exitosa que la segunda. Y tuvo además un efecto colateral muy positivo: la reducción en la ingesta de grasas. Como era de esperar, los resultados fueron mejores durante las primeras semanas pero durante los meses posteriores, a pesar de que no había incentivo económico, también se observaron beneficios.

"Desde el inicio hasta el final de las tres primeras semanas y durante los cinco meses de seguimiento, respectivamente, las raciones de fruta diarias pasaron de 1,2 a 5,5 y 2,9, los minutos de inactividad pasaron de 219,2 a 89,3 y 125,7, y las calorías al día procedentes de grasas saturadas, del 12% al 9,4% y 9,9%", señala el trabajo publicado en 'Archives of Internal Medicine'.

"Alrededor del 86% de los participantes dijo que una vez que habían cambiado, trataron de mantenerlo. Había algo en aumentar el consumo de fruta y verdura que les hizo sentirse capaces de cambiar cualquier cosa", explica Spring en una nota de prensa. "Áumentó mucho su confianza".

El otro elemento positivo de esta investigación es el mecanismo de control empleado: una herramienta digital autogestionada, que podría extenderse a los móviles. "La ubicuidad del uso de los teléfonos móviles permite ahora a los investigadores y médicos conducir sus estudios y suministrar las intervenciones de formas que anteriormente no se podía", señala un editorial que acompaña al trabajo.

En la actualidad, existen varias aplicaciones dirigidas a mejorar los hábitos de vida, una opción que parece dar sus frutos.

Fuente:

El Mundo Ciencia

3 de agosto de 2011

Una vida poco saludable encoge el cerebro

Precisamente ayer dialogaba sobre el concepto de evolución y el concepto psiquiátrico de involución, y recordaba como me impresionó descubrir este último concepto, el de involución. Es decir un ser humano puede sers cada día más humano (evolución) o menos humano (involución); y precisaba que las grandes ciudades deshumanizan a las personas, o sea las hacen involucionar. Ahora descubro este artículo que le da mayor consistencia a mis declaraciones y nos deja una moraleja: O cambias tus estilos de vida sedentarios o MUERE (o vive, pero como una m...)

Reuters

Reuters

  • Los malos hábitos incrementan el riesgo de demencia
  • Las medidas preventivas a partir de los 50 reducen el peligro

Hace poco nos enteramos de que el cerebro humano es el único que pierde volumen con los años. Otros primates no sufren este efecto, pero proporcionalmente viven bastante menos que nosotros. Puede ser que el tributo por tener una vida más larga sea que nuestro órgano pensante encoja y padezcamos enfermedades neurodegenerativas. Es nuestro destino y no lo podemos modificar... o tal vez sí. Un nuevo estudio revela que ciertos cambios cerebrales asociados a la demencia se producen con más frecuencia en las personas que fuman, tienen hipertensión arterial, son obesas o sufren diabetes. Estos factores de riesgo pueden controlarse y, con ello, reducir el riesgo de males como el Alzheimer.

Todos esos hábitos y patologías dañan los vasos sanguíneos, produciendo lo que se conoce como enfermedad vascular. Ésta es la causante de los infartos de miocardio y los accidentes cerebrovasculares, pero también está muy relacionada con el deterioro de las funciones cerebrales que conducen a la demencia. Así lo han demostrado diversos estudios. El último de ellos, publicado en la revista 'Neurology', aporta datos clave sobre cómo evoluciona el cerebro de los individuos de mediana edad según el tipo de vida que lleven y las patologías que padezcan.

Un equipo de investigadores liderados por Charles DeCarli, de la Universidad de California (EEUU), estudió a más de 1.300 personas sin demencia cuya edad media rondaba la cincuentena. Se evaluaron los factores de riesgo de todos estos individuos y se les hicieron escáneres cerebrales mediante resonancia magnética. También se les realizaron test para analizar sus funciones cognitivas.

Transcurrida una década, se observó que las personas con factores de riesgo vasculares presentaban una pérdida de volumen cerebral general más acusada, así como una reducción de la zona del hipocampo, que es la más susceptible al Alzheimer. Además, se apreció un aumento de las lesiones de la denominada sustancia blanca, que también pueden ser indicativas de deterioro cognitivo. En las pruebas de habilidades cognitivas se observaron problemas en cuestiones como la toma de decisiones.

Curiosamente, no todos los factores producían el mismo efecto. Mientras que la hipertensión arterial estaba más relacionada con las lesiones de la sustancia blanca, la diabetes y el tabaquismo iban asociados a una mayor pérdida de volumen en el hipocampo. Finalmente, los obesos presentaban una reducción del tamaño del cerebro en su conjunto. Se trata, no obstante, de matices. Lo fundamental es que todos estos signos de una vida poco sana acababan dejando una huella potencialmente dañina.

Estudios como este alientan la posibilidad de prevenir la enfermedad de Alzheimer. "Empezamos a tener datos fehacientes de que un cambio de hábitos de vida a partir de los 50 años puede reducir el riesgo de padecer demencia a los 70", asevera Pablo Martínez-Lage, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología. Esa apuesta por la salud neurológica se traduce, en la práctica, en los mismos consejos que se dan para evitar los infartos de miocardio o los ictus: dejar de fumar, evitar exceso de peso con una dieta equilibrada y ejercicio físico...

Esto no significa que una persona que siga a rajatabla esas recomendaciones se vaya a librar definitivamente del Alzheimer. El desarrollo de la enfermedad depende de más factores. Pero la adopción de hábitos saludables puede ayudar a los sujetos más predispuestos a padecerla a compensar el daño cerebral que produce y frenar o retrasar su aparición.

Martínez-Lage precisa que aún no se conocen bien los mecanismos por los que peligros como el tabaco o la obesidad provocan neurodegeneración. Mientras que los problemas cardio y cerebrovasculares se producen por roturas u obstrucciones de los vasos sanguíneos, las demencias se generan por procesos más sutiles. "Es un daño que se detecta más a nivel celular y a lo largo de mucho tiempo", señala el neurólogo. "Lo que ocurre es que los vasos pequeños del cerebro dejan pasar la sangre, pero no cumplen adecuadamente la función de llevar oxígeno y nutrientes a las células nerviosas", añade. El resultado final es la muerte neuronal.

Fuente:

El Mundo Ciencia

24 de julio de 2010

Estar sentado 6 horas seguidas, puede matar

Sentarse suprime a las hormonas que regulan la producción de triglicéridos y colesterol, lo que a su vez puede desencadenar problemas cardíacos, revela estudio

El pasar sentado más de seis horas diarias aumenta el riesgo de mortalidad sobre todo en el caso de las mujeres, algo que no cambia incluso si éstas hacen ejercicio físico tras el periodo sedentario, dice un nuevo estudio.

El estudio, que aparece en la página de internet de la Sociedad Estadounidense de Cáncer, siguió a 123.216 personas durante un periodo de 14 años.

Los investigadores concluyeron que las mujeres que aseguraron pasar sentadas más de seis horas diarias tenían un 37 por ciento más de probabilidades de morir en el periodo estudiado (1993-2006) que las que permanecían sentadas durante menos de tres horas.

En el caso de los hombres sedentarios el riesgo de mortalidad era un 18 por ciento mayor.

Esos porcentajes permanecieron prácticamente sin cambios una vez incorporado el nivel de actividad física.

Claro que el no hacer ejercicio complica las cosas todavía más, ya que las mujeres y los hombres que están más tiempo sentados y son menos activos físicamente tienen un 94 y un 48 por ciento más probabilidades de morir que los que son más activos.

El sentarse, dice el estudio, suprime a las hormonas que regulan la producción de triglicéridos y colesterol, lo que a su vez puede desencadenar problemas cardíacos.

El informe hace hincapié en que los individuos sedentarios se levanten de su silla en la oficina o en casa con frecuencia y caminen aunque solo sea un rato.

Fuente:

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