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7 de noviembre de 2014

El número de multimillonarios del mundo se ha duplicado desde el 2008 y la desigualdad alcanza niveles extremos

La organización global para el desarrollo Oxfam, advierte hoy en un nuevo informe que la creciente  desigualdad es el mayor reto social para los gobiernos.


Latinoamérica y el Caribe sigue siendo la región más desigual del mundo. Mientras los más ricos captan en promedio casi 50% de los ingresos totales de la región, los más pobres reciben solo el 5%.

Oxfam advierte hoy que la creciente desigualdad podría causar un retroceso de décadas en la lucha contra la pobreza. Sólo en Latinoamérica y el Caribe el número de ricos que acumulan más de mil millones de dólares creció en un 38% de 2012 a 2013. En ninguna otra región del mundo subió tanto este grupo.

En el informe Iguales: Acabemos con la desigualdad extrema, Oxfam revela que sólo entre 2013 y 2014, las 85 personas más ricas del planeta –quienes poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial- aumentaron su patrimonio en 668 millones de dólares al día, lo que equivale a casi medio millón de dólares cada minuto.

La desigualdad es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo

Desde el Fondo Monetario Internacional hasta el Papa Francisco, pasando por el presidente Barack Obama y el Foro Económico Mundial, cada vez existe un mayor consenso en que la desigualdad es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo y no combatirla profundiza los problemas económicos y sociales. A pesar de todas estas advertencias, no se han tomado medidas concretas. Esta falta de acción de parte de los gobiernos es inaceptable, más aún en el caso de Latinoamérica y el Caribe que sigue siendo la región más desigual del planeta.

Lanzamos nueva campaña Iguales: es hora de cambiar las reglas

Con este nuevo informe, respaldado por Kofi Annan y Joseph Stiglitz, entre otros, Oxfam lanza su nueva campaña Iguales: es hora de cambiar las reglas, cuyo objetivo es exigir a los líderes mundiales que conviertan sus palabras en hechos y garanticen un trato justo para las personas más pobres. Para ello, una de las acciones importantes que deben cumplir los gobiernos es frenar la evasión y la elusión fiscal de grandes empresas y personas adineradas. Esto para que los Estados tengan suficientes recursos para construir sociedades más justas. Los ricos latinoamericanos acumulan alrededor de 2 billones de dólares (similar al PIB de Brasil) en paraísos fiscales. Según Oxfam, las empresas en Latinoamérica y el Caribe registran niveles de evasión que van del 46% en México al 65% en Ecuador, sin suficientes sanciones.
Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam Internacional, afirma: "Lejos de fomentar el crecimiento económico, la desigualdad extrema constituye un obstáculo para la prosperidad de los habitantes del planeta. Hoy en día, el crecimiento económico sólo beneficia a los más ricos, y seguirá siendo así hasta que los Gobiernos actúen. No deberíamos permitir que las doctrinas económicas -que sólo buscan el beneficio a corto plazo-, o las personas ricas y poderosas -que sólo buscan el beneficio propio- nos cieguen ante estos hechos”.
"La desigualdad dificulta el crecimiento económico, corrompe la política, limita las oportunidades y alimenta la inestabilidad, mientras exacerba la discriminación, especialmente hacia las mujeres", subraya Byanyima.

Pequeñas acciones pueden frenar la desigualdad

Los beneficios de pequeñas acciones para frenar la desigualdad, hablan por sí solos. Un ligero aumento de 1,5% al impuesto sobre la riqueza de los multimillonarios de todo el mundo alcanzaría para que todos los niños y niñas del mundo vayan a la escuela, así como la provisión de servicios básicos de salud en los países más pobres.
Invertir en servicios públicos gratuitos es esencial para cerrar la brecha entre las personas ricas y el resto. Cada año, 100 millones de personas en todo el mundo se ven sumidas en la pobreza por tener que pagar para recibir asistencia médica. De 2009 a 2014, al menos un millón de mujeres ha muerto durante el parto debido a la falta de servicios básicos de salud.

La situación de las élites sigue siendo muy distinta

En cambio, la situación de las élites es muy distinta. Si las tres personas más ricas del mundo gastaran un millón de dólares al día cada una, les llevaría 200 años acabar todo su dinero. Esto no ocurre únicamente en los países más ricos. En México, Carlos Slim, -el más rico de todos los latinos y el segundo hombre más rico del mundo-, podría pagar sólo con sus ingresos de un año los salarios anuales de 440.000 mexicanos.

Fuente:

OXFAM

19 de junio de 2014

¿El rico es listo y trabajador y el pobre es tonto y perezoso?

Una de tantas diferencias de base sobre las ideologías de derechas y las ideologías de izquierdas reside en la posibilidad de escalar socialmente si concurre el esfuerzo y el tesón




Por un lado, los de izquierdas acostumbran a desear que las pirámides sociales sean flexibles y se propicien políticas que igualen las oportunidades, aunque admiten que esto no ocurre y la cúspide la representa una casta que no permite el acceso a extraños. Por el otro, los de derechas sostienen que mediante inventiva y sacrificio uno puede escalar lo que quiera, y en consecuencia quienes están en la base de la escala social merecen su suerte. No hay que compadecerse de ellos ni estimular políticas que los apoltronen en ese nivel social.

Estas dos posturas ideológicas representan bastante bien a Europa y a Estados Unidos. En Europa, en general, se cree que es más la suerte y las condiciones sociales de partida que el esfuerzo lo que define el éxito en la vida, y no se cree que los ricos merezcan su riqueza. Se cree que el mundo es injusto y por ello apuestan por impuestos altos y una redistribución de la renta agresiva, como ocurre, por ejemplo, en Dinamarca. En Estados Unidos se sostiene justo lo contrario. El sueño americano precisamente se nutre de esa idea. 

En parte, las estructuras laborales propician estas cosmovisiones: en Estados Unidos es más fácil escalar socialmente que en Europa, pero a la vez en Estados Unidos hay muchas mayores desigualdades sociales que en Europa. ¿A qué se debe esta diferencia? Según Eduardo Porter, en Todo tiene un precio:

Que los europeos no crean que la renta y las oportunidades se distribuyen de manera justa probablemente tiene sus raíces en su pasado feudal, cuando la prosperidad nada tenía que ver con el esfuerzo y sí mucho con los orígenes.

El hecho de que en Estados Unidos se crea que el mundo es esencialmente justo de partida motiva a que la gente trabaje más, asuma más riesgos e invierta. Esta tendencia, además, podría verse reforzada por la diversidad racial americana, tal y como sostiene el sociólogo William Julius Wilson, que afirma que en 1970 los blancos estadounidenses se rebelaron contra el estado del bienestar porque consideraron que utilizaba unos impuestos ganados con esfuerzo para ofrecer a los negros servicios que no merecían.

En Estados Unidos es útil tener una fe optimista en una economía de mercado justo, pues alienta las inversiones que con toda probabilidad conducirán al éxito. En Francia, donde los impuestos sobre las rentas altas son más elevados y las prestaciones sociales para los que tienen rentas bajas más generosas, estas presunciones serían menos provechosas.
Posicionarse en uno u otro extremo de esta balanza ideológica es muy difícil si empezamos a analizar detalles uno a uno, pues todo parece tener sus pro y sus contras. Además, ambas posturas, en su forma extrema, producen infelicidad para los ciudadanos. Tal vez el secreto resida en bascular de una a otra postura en función de las circunstancias. Tal vez una postura es ligeramente mejor que la otra. Tal vez, finalmente, escoger una u otra postura tiene más de fe que de análisis racional, de predisposición biológica que de ponderación. 

Sea como fuere, las estadísticas parecen sugerir que la visión europea produce mayor felicidad y estabilidad que la estadounidense, pues reduce la ansiedad y el miedo, y también provoca que necesitemos mucho menos prosperar materialmente para ser iguales o mejores que nuestros semejantes.

Tomado de:

Xakata Ciencia

6 de marzo de 2012

La igualdad nos hace felices


El dinero es importante para ser felices (pero solo hasta cierto nivel). Lo que resulta determinante para nuestra felicidad, sin embargo, es más bien la distancia que hay entre los nosotros y los demás: es decir, la igualdad.

Es la razón de que haya países ricos cuyos ciudadanos se declaran felices o infelices: el modo en que está repartida esa riqueza. al contrario de lo que sucede en países profundamente desiguales como Brasil, Nigeria o EEUU, en Dinamarca, Suecia o Noruega, el PIB per capita sí es indicativo de la redistribución de la riqueza, y por ello están en los primeros puestos de muchos rankings sobre el estudio de la felicidad.

También es importante la libertad, tal y como se señala en el gráfico que encabeza el artículo, donde se establece la correlación entre la felicidad y la libertad percibida por los ciudadanos de diversos países. Una vez más los países europeos, y dentro de ellos, los nórdicos, se agrupan en el vértice superior, allí donde coinciden la libertad y la felicidad.

La capacidad de adaptación en una de las razones por las cuales el dinero importa mucho menos de lo que piensa la gente. Según la leyenda literaria, F. Scott Fitzgerald señaló una vez a Hemingway: “Los ricos no son como nosotros”. Hemingway le quitó hierro al asunto: “Ya, tienen más dinero”, con lo que daba a entender que la riqueza por sí sola no cambiaba mucho las cosas. Tal y como señala el psicólogo Gary Marcus en Kluge:

La gente situada por encima del límite de pobreza es más feliz que la gente por debajo del límite de pobreza, pero los verdaderamente ricos no son mucho más felices que los simplemente ricos. Por ejemplo, un estudio reciente ha demostrado que la gente que gana más de 90.000 dólares al año no es más feliz que la gente que está en la franja entre los 50.000 y los 89.999 dólares. Un reciente artículo de The New York Times describía un grupo de apoyo para multitudinarios. Otro estudio informaba de que si bien la renta familiar media en Japón se incrementó por un factor de cinco entre 1958 y 1987, el nivel de felicidad manifestado por la población no cambió en absoluto; pese a toda esa renta de más, no hubo más felicidad.

Así que recordad. La riqueza absoluta sólo produce felicidad efímera. Y puestos a elegir, preferimos la riqueza relativa a la riqueza absoluta.

Fuente:

Xakata Ciencia

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