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2 de agosto de 2017

¿Qué le sucede al cerebro masculino cuando va a ser padre?

Aunque sea un hijo muy buscado, el mundo de las preocupaciones se puede despertar y tiene su momento más álgido entre la cuarta y sexta semana después de conocer la noticia, según un estudio realizado en Australia en más de 200 parejas.
Las preocupaciones de los futuros papás giran en torno a tres ejes: la relación de pareja, el trabajo y cómo no, el sexo (y ya no hablemos si no fuera deseado, que posiblemente las preocupaciones se convertirían en angustia). Como además, cada persona expresa lo que le inquieta de un modo distinto, no es de extrañar que al principio del embarazo el hombre se pueda mostrar más distante o más ensimismado, dándole vueltas a la cabeza. No es que no le ilusione (que en algunos casos puede que sea así), sino que sencillamente, la química le lleva a ello.

Durante el embarazo el mundo de las preocupaciones continúa, pero la química se encarga de reducir el interés sexual en un momento en el que la fecundación no es posible. Todo ello lo hace a través de dos hormonas, fundamentalmente: la testosterona y la prolactina. La testosterona es la hormona reina del hombre, que le lleva a la fuerza, al dominio y a la agresividad. Cuando la pareja está embarazada, esta hormona desciende y tiene su nivel más bajo durante las tres semanas previas al parto, que llega a ser hasta un 33 por ciento menos. Por el contrario, la prolactina aumenta hasta un 20 por ciento en el mismo periodo de tiempo. Gracias a ella, le ayuda a desarrollar nuevos instintos paternales como agudizar el oído cuando el bebé llore o a disminuir el instinto sexual durante los meses de gestación. Es también la responsable de que algunos padres, sobre todo primerizos, sufran el síndrome de Couvade o “embarazo empático” y que aumenten de peso como si ellos también estuvieran embarazados (si eso te ha ocurrido, al menos, ya tienes la explicación: la prolactina). Pasado un tiempo, las dos hormonas se reajustan, curiosamente, después de la cuarentena y cuando el hijo camina es cuando regresan a su nivel original, tal y como explica Louann Brizendine en su libro “el cerebro masculino”.

La química del cerebro del hombre también le lleva a despertar el instinto protector con su hijo y la sensación de satisfacción. Cuando el bebé sonríe a su padre al cambiarle el pañal o al hacerle una carantoña, el circuito de recompensa del hombre se activa, le hace sentirse muy bien y, sobre todo, le refuerza su lazo de unión con su hijo. Por eso, es muy importante que haya un contacto diario del padre con su hijo y que la mujer le deje ser parte de dicho cuidado desde el primer momento, aunque alguna crea que su pareja no es tan ducho en la materia y alguno prefiera escaquearse de ciertas rutinas. Todo ello tiene ventajas muy considerables, una de ellas para el padre, que le ayuda a desarrollar oxitocina, la hormona del placer y que le hace sentirse muy bien consigo mismo. También tiene ventajas para el niño o la niña. El papel coprotagonista del padre ayuda a que el pequeño gane más confianza en sí mismo. Igualmente, la forma de jugar del padre, que suele saltarse algunas reglas o que es bien distinta a la de la madre, es un estímulo para el aprendizaje del hijo. La ventaja del coprotagonismo durante los primeros meses es también para la pareja. Aunque un bebé es un factor de estrés para una relación (no nos engañemos), al menos si el padre se involucra desde el primer momento y la madre no critica lo que él hace, se refuerzan los lazos como pareja. Por todo ello, vale la pena intentarlo.

En definitiva, nuestro cerebro nos ha permitido llegar hasta aquí como especie. Por ello, no es de extrañar que las reacciones químicas del hombre comiencen cuando conoce la noticia de su paternidad y duren toda la vida. El objetivo es la crianza, pero el hecho de ser padre también tiene un beneficio personal para el hombre, que le ayuda a acceder a nuevos registros emocionales donde hay más cariño y más disfrute de las pequeñas recompensas.

Fuente:

El País

1 de junio de 2014

Cinco maneras de saber si una mujer tuvo sexo recientemente

Quizá leer a lo hombres siempre ha sido más fácil que leer a las mujeres, sobre todo cuando se refiere al sexo. Es bastante obvio saber cuando un hombre finalmente se acostó con alguien, si llevaba algún tiempo sin hacerlo. La liberación de tensión sexual puede hacer que se mueva mucho más ligero, que silbe o cante, que se vea, a todas luces, satisfecho. Pero con las mujeres es distinto. La misma actitud puede ser producto de un sinnúmero de eventos, y en general son mucho menos obvias que los hombres. Entonces, ¿cómo puedes saber si una mujer que ves diario en el trabajo, o en el gimnasio, o incluso si tu pareja acaba de tener sexo? De acuerdo a recientes estudios, de las siguientes 5 maneras. Advertimos que estas son algunas pistas que podrían revelar reciente actividad sexual, pero existen otras causas y de ninguna manera son inequívocas; igualmente, muchos de estos estudios, aunque encuentran patrones interesantes, tienden a ser reduccionistas, por lo que si ves a tu novia feliz, ruborizada y más ligera no la acuses inmediatamente de haber tenido sexo.

Te sientes más atraído hacia ella:

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Entre más activa es la vida sexual, el cuerpo libera más feromonas; mensajeros químicos que tu sentido del olfato traduce en atracción. Un estudio publicado en Journal of Advanced Research hizo un metanálisis de una serie de estudios sobre las feromonas y encontró que pueden aumentar la excitación y el ánimo en el sexo opuesto. En otras palabras, si estas al lado de ella y te sientes inusualmente atraído hacia ella, es probable es que haya tenido sexo recientemente.

Se ve más feliz:

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Investigaciones de la Universidad de Colorado muestran que la frecuencia en la actividad sexual aumenta la felicidad. El estudio encontró que, en un 55%, las personas que tienen más sexo reportan mejores niveles de felicidad y ligereza que las que pasan mucho tiempo sin sexo. Quizá la clave este en la ligereza.

Se ve más linda de lo normal:

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Durante el sexo, nuestro cuerpo pasa por muchos cambios. El Programa de Sexualidad Humana de la Universidad de Minnesota encontró que, principalmente, “dos cosas suceden cuando tenemos sexo. La primera tiene que ver con la tensión muscular y la segunda con el incremento de flujo sanguíneo a todas las áreas del cuerpo”. Un rostro levemente sonrojado indica mejor salud y mayores niveles de estrógeno, hormona vinculada a la fertilidad percibida en mujeres. Así, entre otras cosas, las mejillas sonrojadas le indican a tu cerebro que ella es más atractiva sexualmente.

Durmió delicioso:

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Las mujeres que llegan al orgasmo tienen un incremento del 30 por ciento en la hormona prolactina, inmediatamente después del sexo, y luego otra vez al siguiente día. Investigaciones del Oxford Journal of Human Reproduction apuntan que, en conjunto con otras funciones, la prolactina también es una de las hormonas que causan mareo y pueden ayudar a fomentar un sueño profundo que asociamos con un buen descanso. Así, cuando enfatice en que “durmió delicioso” y sea vea radiante y ligera, podría ser porque tuvo buen sexo la noche anterior.

Le interesa menos la atención:

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El acto y la actividad sexual liberan oxitocina, una hormona que, entre otras cosas, ayuda a las personas a congeniar. Esta necesidad de congeniar se ve bastante satisfecha con la oxitocina, por lo cual cualquier persona que incremente sus niveles no requerirá de mucha atención por parte de los otros. Estará bien y completa por sí misma.

Tomado de:

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