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13 de diciembre de 2012

¿Por qué necesitamos pensar de manera científica?



Los bonobos viven una vida de despreocupación, copulan varias veces al día, y no hacen otra cosa más que disfrutar, como parece hacen las vacas en una ladera cubierta de hierba. Ambos grupos de animales viven hoy exactamente igual que lo hacían hace un millón de años. Cotillear, comer, copular, dormir, morir: ¿Qué más podemos querer? ¿Por qué no nos contentamos con una vida animal?

Esa vida deriva de su indiferencia ante la muerte.  En la vida humana la muerte de los seres queridos nos apabulla, nos fuerza a pensar.  Nuestros antepasados cazadores-recolectores llevaban, sin la menor duda, una vida individual mejor que los esclavos de las plantaciones de los estados del sur de los EEUU, o que los obreros de las primeras fábricas textiles de Manchester, en el siglo XIX.  Podíamos haber seguido como cazadores-recolectores, como los bonobos o las vacas. ¿Por qué no?

La agricultura forzó a hombres y mujeres a trabajar 12 horas al día, a vivir abigarrados en chozas con malas condiciones higiénicas, a dejar de ver amaneceres y anocheceres, a olvidar la esencia de la vida. Con la aparición de las ciudades vino la aparición de los reyes y los prelados, de los recaudadores de impuestos y de los sumos sacerdotes.

¿Cual es el progreso?¿Representó ayer  la agricultura y representan hoy la industria, la sociedad de la información,  un progreso en la vida material del ser humano individual?

La noción de progreso solo tiene sentido en el contexto social, que forzosamente incluye la historia: Solo tiene sentido si consideramos toda la sociedad de hoy y la de ayer y mañana: En las 4 dimensiones de la física: Las tres del espacio y la del tiempo.  Con este sentido el ser humano aceptó la agricultura porque era una clase novedosa de seguro de vida, un acceso al welfare-state. Aceptó la tiranía de reyes, sumos sacerdotes, dogmas e impuestos. Todo a cambio de una cierta garantía de supervivencia para él y sus familias y descendientes. Ya que la muerte individual es inevitable, se trataba de garantizar de algún modo la supervivencia de familia y grupo, ahora y a lo largo del tiempo.

Aquí, y solo aquí, aparece el concepto de 'progreso'.  El progreso no tiene nada que ver con la idea (difícil de especificar) de felicidad. El concepto de felicidad es ambiguo. En Madrid (y en Hamburgo otro, por las mismas fechas) había un hombre, con dinero, que vivía con 30 perros en medio del bulevar de Reina Victoria, esencialmente feliz. Este hombre, sin embargo, no podía garantizar la supervivencia de sus perros o de los cachorros que parían las perras del grupo.

Ni la sociedad humana ni sus miembros buscan, realmente, la felicidad, sino otras muchas cosas. Si hay breves instantes de aquella, bienvenida sea. Pero es un by-product, un añadido, no el objetivo de los seres humanos.

Aquí es donde aparece la noción de progreso. ¿Vive mejor hoy una familia que tiene la garantía de que todos los hijos sobrevivirán los 14 años? ¿Vive mejor un grupo de personas que puede conocer lo que hacen otras, ahora, o lo que han hecho antes? ¿Una persona o un grupo de personas que pueden conocer como funciona el mundo en el que viven, incluida en ese mundo su propia sociedad?

La vida sin conocimiento puede, quizás, proporcionar el olvido individual, el nirvana que preconiza el budismo más ortodoxo, la aniquilación de la mente, pero no proporciona ninguna herramienta para la vida social. Para esta vida necesitamos conocer, saber, cuanto más mejor, en todos los aspectos: La realidad, los sueños, la imaginación, la abstracción que significa todo arte y toda ciencia, y el placer que nos proporcionan, a veces, nuestros sentidos.

La ciencia es un forma de ver el mundo, incluidos nuestros propios pensamientos. La ciencia no son gadgets, no son aparatos, no son logros intelectuales, con serlo. La ciencia es un modo mental, una forma de enfocar lo que vemos (oímos, tocamos, gustamos, olemos) para tratar de entender el mundo. Su carácter esencial es su permanente evolución, su permanente cambio que va en contra de todo dogmatismo y de cualquier esquema final.

El ser humano tiene desde siempre miedo a cambiar, aunque ha sido el cambio lo que nos ha hecho sobrevivir cada vez mejor.  Pensar de manera científica, con curiosidad inagotable y con crítica incansable es una forma de empujar a la sociedad hacia ese progreso que la sociedad busca de manera constante.

Frente al dogma que dice 'Así es', la ciencia se pregunta constantemente '¿Por qué tiene que ser así? ¿No puede ser de otro modo? '  Es esa pregunta la que llevó a plantar los granos de los cereales, a buscar cómo caen los graves, a entender los límites de la energía, a las máquinas y hoy a la información.

Individualmente no hay duda de que vivimos sobre poco más o menos igual de felices que hace 100000 años. Socialmente tampoco hay duda de que vivimos inmensamente mejor que entonces.

¿Debemos seguir los dogmas o necesitamos desarrollar el pensamiento científico?

Fuente:

Blog "Clima" de El Mundo

6 de septiembre de 2011

Antropólogos piden revisar el concepto de progreso

El profesor de Investigación del CSIC Luis Díaz de Viana

Luis Díaz de Viana, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

En una sociedad como la actual, inmersa en rápidos y profundos cambios, la antropología, disciplina que gira alrededor del hombre, ha de ser capaz de dotar al ser humano de un discurso coherente del que en ocasiones carece, y que esté sostenido por planteamientos como el de que “no necesariamente lo pequeño tiene que ser lo no rentable” o “no necesariamente los conocimientos locales” de una determinada población han de estar destinados a la desaparición.

Así lo ha destacado en la capital leonesa Luis Díaz de Viana, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), previamente a su intervención en el Congreso de la Federación de Asociaciones de Antropología del Estado Español.

En un congreso celebrado en la Universidad de León (ULE) y en el que participan alrededor de medio millar de antropólogos de diversos países, Díaz de Viana ha apostado por la “rehumanización” del hombre actual y por contar con una disciplina como la antropología no sólo para “apagar fuegos” o “poner cataplasmas” en conflictos interculturales, por ejemplo, sino también para diseñar un “mundo futuro” en el que las cuestiones de identidad o las culturas populares no sean vistas necesariamente como un foco de problemas, sino como una oportunidad.

Para el antropólogo, es necesario revisar todos aquellos aspectos que el hombre tenía “delante de él”, que le enseñaban y que le encardinaban a un espacio y a un pasado, como son el tiempo, el lugar y la memoria. La triple negación de estos factores es la causa para el profesor de lo que considera la “deshumanización” del mundo.

Revisar el concepto de progreso

A la par, Díaz de Viana ha insistido en la conveniencia de modelar la concepción actual del progreso, pues es necesario que éste tenga en cuenta que a la vez que se avanza y se obtienen nuevos logros se deben conservar elementos del pasado. “Hay que revisar la idea de progreso” y la Antropología se debe esforzar para que se tenga en cuenta que con el progreso “hay que cambiar” a la vez que “conservar”, ha enunciado.

El que el hombre se aleje o rompa con sus raíces puede conllevar la pérdida de su “relato” y su “deshumanización”, pues la cultura es lo que le constituye al ser humano como tal. Para ello, el ponente ha apostado por el acercamiento a ese legado y por la construcción de un relato coherente, excluyendo del mismo todos los aspectos que se consideren execrables.

En este proceso de creación de un discurso, ha llamado a no acotar el terreno ni perder de vista la concepción tradicional del hombre. “No es tan bueno ponernos en perspectivas siderales y galácticas y dedicar tanto dinero en ver si puede haber vida en otros planetas y perder la perspectiva de lo humano. Y, sobre todo, el tamaño de lo humano”.

Díaz de Viana, que ha pronunciado una conferencia titulada Los combates de la antropología en el futuro, ha advertido además de que este desarraigo y falta de memoria hace a los seres humanos “muy manipulables”, lo que podría auspiciar, por ejemplo, que broten problemas como pueden ser movimientos políticos totalitarios.

Cambios rápidos

En una sociedad que avanza a gran velocidad y en la que se generan conflictos porque muchas veces hay unos aspectos que se desarrollan mucho más rápido que otros, el experto ha destacado que la Antropología ha de ajustarse a esas transformaciones y aprender a analizar y comprender a un hombre que hoy en día se relaciona en ocasiones más de forma virtual que física.

Aspectos que conciernen y forman parte del ser humano como su alimentación, la medicina, los espacios en los que habita, la política, la historia o la educación serán analizados desde hoy y hasta el próximo viernes en los diferentes simposios y debates que se celebrarán dentro del congreso.


vía idea de progreso.

Fuente:

Paleorama en Red

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