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25 de diciembre de 2015

El semen del chimpancé es más fuerte que el humano



El cromosoma Y en chimpancés ha evolucionado para priorizar la producción de esperma de calidad.

El primer análisis en detalle del cromosoma masculino Y de los chimpancés acaba de desvelar una evolución vertiginosa que diferencia al hombre de su pariente vivo más cercano, según desvela hoy un estudio en Nature. El trabajo echa por tierra las teorías que asumían que este paquete de ADN sufre una lenta pero constante pérdida de genes que hará que el sexo en humanos se determine de una forma distinta a la actual en unos 14 millones de años, un parpadeo en la evolución. 

"Creemos que esa teoría no se sostiene", explica a Público Jennifer Hughes, investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts y coautora del estudio. Su equipo acaba de demostrar que el cromosoma Y humano no ha perdido ni un solo gen desde que la especie se separó de los chimpancés en el árbol de la evolución, hace unos seis millones de años. También demuestran que los chimpancés sí han perdido muchos de esos genes hasta quedarse con un cromosoma Y muy diferente al de los hombres. Esto implica un cambio evolutivo en tiempo récord, mucho más rápido que el del resto de los genomas de ambas especies, muy similares.

Cambios evolutivos

La mayor parte de los cambios evolutivos encontrados se encuentran en zonas cuya función es producir esperma. Aunque los autores aún ignoran porqué, aventuran que gran parte podría deberse a los diferentes usos de apareamiento de monos y humanos.

Los chimpancés tienen un sistema de apareamiento en el que muchos machos copulan con la misma hembra receptiva, explica Hughes. "Esto significa que la competición es intensa y sólo el macho que produce más y mejor esperma conseguirá fertilizar el óvulo y pasar su legado a la siguiente generación", detalla. A esto se suma que el cromosoma Y siempre tiene que bailar solo, pues es el único que no intercambia fragmentos de su ADN con otros cromosomas y sólo se renueva remezclando y duplicando fragmentos propios. El resultado, especulan los autores, es que, al priorizar la producción de esperma, los chimpancés han perdido genes que se han conservado en el hombre. A cambio, el cromosoma Y humano "tal vez esté más expuesto a cambios que borran genes de la fertilidad masculina", comenta Hughes. Su equipo analizará el cromosoma Y de otros primates como el macaco en busca de nuevas diferencias.

Un cromosoma que no es tan decadente

Algunos estudios señalan que el cromosoma Y humano sufre una lenta decadencia y pierde más de cuatro genes cada millón de años.

Esto supondría que los humanos desarrollarían un nuevo sistema para determinar su sexo en unos 14 millones de años.

El nuevo estudio lo niega, tras comparar en detalle a humanos y chimpancés.

La investigación demuestra que el hombre no ha perdido ni un solo gen desde hace seis millones de años.

El trabajo añade que el cromosoma Y ha evolucionado mucho más rápido que los demás hasta ser muy diferente en ambas especies

Fuente:

Publico

4 de mayo de 2015

Varones: ¿Les gustan los culos grandes de las mujeres?, eso tiene una explicación científica

En los últimos tiempos, no pasa una semana sin que la enésima imagen del voluptuoso trasero de Kim Kardasian se convierta en un fenómeno viral en las webs de todo el mundo. ¿Por qué fascina tanto? ¿Cuáles son las raíces de semejante obsesión planetaria?
Con los culos y las tetas, nos pasa un poco como cuando preguntas quién ve La 2. La gente dice lo que cree que debería ser y no lo que realmente es. Unos estudios antropológicos con culturas de todo el mundo, realizados hace más de una década, revelaron que a la mayoría de los hombres nos gustan las mujeres gorditas, con muchas curvas y senos grandes. Todo lo contrario del ideal televisivo o de Hollywood.
Existen universales compartidos por personas del mundo que son contradictorios con los que nos presentan las grandes casas de moda en las pasarelas: mujeres con poco pecho y muy delgadas. Un físico que, en principio, es menos eficaz para procrear. Así que, aunque sea sólo por una vez, vamos a a ser sinceros y arrojemos un poco de luz científica en este tema: ¿por qué a los hombres nos gustan que estas partes del cuerpo sean grandes? 
La hipótesis tradicional, desde la biología evolutiva, siempre especuló sobre la idea de que una mujer con caderas anchas es más fértil y además tendrá partos más sencillos. De esta manera se incrementan las posibilidades de supervivencia de la progenie. La misma lógica siguen el tamaño de los senos y la consecuente capacidad de producir alimento para el bebé. Desde la primatología se añade un elemento mas: los culos grandes recuerdan al hinchazón del trasero que experimentan algunas hembras de primate cuando están celo. Del mismo modo, los labios carnososo pintados de rojo recuerdan ese estado.
El artículo completo en:

30 de julio de 2014

Cine y ciencia: El planeta de los (falsos) simios


Un experimento genético con grandes simios les convierte en inteligentes pero también genera un virus que acaba con la mayor parte de los ciudadanos de Estados Unidos. Los simios, huyen al bosque en busca de un hogar y construyen allí su ciudad o fortaleza. Los humanos, atrincherados entre ruinas, buscan la manera de poner en marcha una presa hidroeléctrica, cuya central se ubica en el bosque donde habitan los simios. El conflicto está servido sobre la mesa. 


Recreación de El planeta de los simios. Belén de Benito y Pablo Herreros


Para muchos lectores, la película El planeta de los simios resultará entretenida y de calidad. Todos tendrán buenos argumentos para pensarlo, pero la crítica desde la primatología debe ser otra porque comete muchos errores y cae en algunos tópicos intencionados que conviene aclarar para que no pase lo que ocurrió con King Kong hace décadas. El mítico largometraje trasladó al público una imagen terrorífica de los gorilas que no se corresponde en absoluto con la realidad, ya que estos grandes simios ni cazan ni comen carne porque son herbívoros. Tampoco lo hacen los orangutanes excepto en raras ocasiones, presentes en la película también y caracterizados como unos seres curiosos, con inclinación por adquirir conocimientos. Estas últimas características, según mi experiencia personal son ciertas, aunque en un grado menor al mostrado por el director Rupert Wyatt. Los orangutanes manipulan todos los objetos continuamente, llegando a desmantelar las jaulas de los zoológicos donde habitan con sus manos, les gusta curiosear todo cuanto acontece y copian por observación acciones tan complejas como manejar una barca y remar. 

El artículo completo en:

El Mundo (Ciencia)

18 de junio de 2014

Los chimpancés vences a los humanos en un juego matemático

Los simios demostraron una habilidad impresionante en un experimento en el que debían predecir la estrategia de un rival.



Una pareja de chimpancés juega al «juego de Inspección»

¿De verdad somos los más listos? ¿En todo? Los seres humanos tenemos que agachar la cabeza ante algunas de las habilidades mentales de nuestros primos más cercanos, los chimpancés, que además de tener una mejor memoria a corto plazo, cosa que ya habían demostrado en experimentos anteriores, resulta que son mejores en un juego matemático en el que se trata de burlar a la competencia. Estos simios han salido sorprendentemente triunfantes en unas pruebas extraídas de la teoría de juegos y llevadas a cabo por investigadores de Caltech.

En el estudio (puedes consultarlo aquí), realizado con chimpancés del Instituto de Investigación de Primates de la Universidad de Kyoto, se pedía a los animales practicar un juego sencillo al que los investigadores llamaron el «juego de Inspección». En la partida, dos jugadores (ya sea un par de chimpancés o un par de seres humanos) se colocan espalda con espalda, cada uno frente a una pantalla de ordenador. 

Para comenzar el juego, cada jugador empuja un círculo en la pantalla y luego selecciona una de las dos cajas de color azul que encuentran en la parte izquierda o derecha de la pantalla. Después de que ambos jugadores hayan elegido, el ordenador muestra a cada jugador la elección de su oponente. Esto continúa hasta 200 veces por partida. Según el rol que tengan en cada momento, el objetivo de los jugadores es elegir la misma selección que su rival o evitar que el rival coincida en la elección. Los ganadores reciben un premio: un trozo de manzana para los chimpancés o algo de dinero para los seres humanos. Si los jugadores quieren ganar, tienen que predecir con exactitud lo que su oponente va a hacer la próxima vez, anticipando su estrategia.

El juego, aunque sencillo, replica una situación que es común en la vida cotidiana. Por ejemplo, un empleado que solo trabaja cuando su jefe está mirando y prefiere jugar con un videojuego cuando no es observado. Para ocultar mejor su secreto, el empleado debe aprender los patrones de comportamiento del empresario, saber cuándo está cerca. Por el contrario, el jefe que sospecha que su empleado está haciendo el vago, tendrá que ser impredecible, apareciendo de forma aleatoria para sorprenderle.


El Juego de Inspección modela este tipo de situaciones y proporciona métodos para cuantificar las opciones de comportamiento. Sin embargo, por muy inteligentemente que usted juegue, si su oponente también es un buen estratega, hay un límite en la frecuencia con la que se puede ganar. Ese límite es conocido como el equilibrio de Nash, llamado así por el matemático John Nash, ganador del Premio Nobel de Economía en 1994, cuya vida inspiró la película«Una mente maravillosa».
 
En la primera parte de este estudio, los investigadores compararon el juego de seis chimpancés comunes (Pan troglodytes) y 16 estudiantes japoneses (cada especie compitió entre sí). Los seres humanos se comportaron como se esperaba sobre la base de experiencias anteriores; jugaron bastante bien -poco a poco aprendieron a predecir las opciones del oponente-, pero no de manera óptima. 

Sin embargo, el rendimiento de los chimpancés fue «mucho más impresionante», según explican los investigadores de Caltech en un comunicado. Aprendieron el juego rápidamente y casi alcanzaron las predicciones del teorema de Nash para el juego óptimo. Continuaron haciéndolo incluso cuando los investigadores introdujeron cambios en el juego, como el cambio de roles (elegir lo mismo que el compañero o evitar que el compañero elija lo mismo que uno) o de las recompensas. 

Lea el artículo completo en:


15 de junio de 2014

La rebelión de los primates indignados



Los líderes de Podemos, celebrando su triunfo electoral. | Sergio Enriquez-Nistal


Según Christophe Boesch, Director del Departamento de Primatología del Instituto Max Planck en Leipzig (Alemania), las conductas políticas básicas no sólo están están fijadas genéticamente, sino que han condicionado la propia naturaleza y evolución humana mediante la existencia de fuerzas anti-jerárquicas, incluso desde antes que nos adentráramos en la sabana, es decir, en lo más profundo de la selva. 

Entonces, ¿qué información sobre nuestro pasado arbóreo y mono interior podemos extraer de los resultados obtenidos por los distintos partidos políticos en las últimas elecciones europeas? Para empezar, se percibe una resistencia de la población española en contra del poder hegemónico o bipartidismo. Se trata de un esfuerzo de la "manada" por no seguir apoyando a los más poderosos. Es decir, hay un deseo de restarles la cuota de la legitimidad mediante la cual ejercían la dominancia y cometían delitos con impunidad. Básicamente, es la misma estrategia que emplearía un chimpancé en su comunidad frente a la existencia de un alfa autoritario o violento. 

Lo interesante es que tanto en primates humanos como en no humanos, los líderes autocráticos, a medio o largo plazo consiguen el efecto contrario al deseado. En vez de unir al pueblo a su alrededor, unen a la sociedad en su contra. El comportamiento de algunos políticos invita a ello. En la selva, cuando un individuo monopoliza el poder en exceso, ocurre que otros chimpancés se unen para contrarrestarlo ejerciendo una verdadera oposición. De esta manera se equilibran las posiciones. ¿Será ésta la razón de que las opciones políticas se hayan atomizado en los últimos años? La aparición de partidos como PODEMOS, Ciudadans, UPyD o EQUO es posible que respondan a estas necesidades del grupo. 

De repetirse los resultados en las próximas elecciones generales, el poder estaría repartido entre muchos partidos que representan a diversos sectores de la sociedad. Pero ninguno sería capaz de controlar la totalidad porque no alcanzaría la mayoría. Los equilibrios entre diferentes coaliciones pueden ser las raíces biológicas de la división de poderes propuesta hace siglos por Montesquieu. El pensador francés propuso un modelo en el que nadie podía controlar el poder por sí solo. Ese era el objetivo y por eso se dividieron los órganos legislativo, judicial y ejecutivo hasta entonces acaparados todos por un gran soberano. 

Boesch cree que la democracia nació en la selva porque los primates, además de poseer una fuerte tendencia a usar el poder para intimidar o forzar a compañeros a hacer cosas que no quieren, de manera simultánea emplean estrategias para generar contrapoderes. El objetivo es influir en miembros que no están controlados por los miembros alfa y unirlos a todos en su contra. Esta dinámica de oposición al poder está presente tanto en los patios de los colegios como en los despachos de la Casa Blanca. 

En algunas especies de primates, el método que emplean para que un individuo o grupo no cometa excesos es la cooperación de los subordinados en contra del poder. Por ejemplo, cuando un líder de chimpancé asciende a lo más alto de la jerarquía, de manera inmediata comienzan movimientos en el grupo que en poco tiempo resultarán en alianzas que frenan su violencia, ejerciendo una fuerza opuesta. De esta manera cuestionan la autoridad de los más poderosos en todo momento. A largo plazo, los líderes, cuanto más autoritarios e inflexibles, más resistencia y alianzas generan en el resto. 

Los primates necesitamos equilibrio entre los diversos poderes de la sociedad para que nadie los use en nuestra contra. Porque la igualdad no nace de la ausencia de jerarquías, sino que se basa en las fuertes tendencias antijerárquicas que todos los grandes simios poseemos.

Fuente:

Yo Mono (El Mundo)

25 de mayo de 2014

'Homo Futbolensis': A los primates nos gusta jugar

  • Conecta con 'nuestro pasado más tribal' y llena el vacío de las guerras

  • Viaje a la antropología del fútbol por el autor de 'Yo, mono'

  • Nos gusta mirar para tomar partido por una manada

  • Entre los cazadores, los ronaldos, messis y diegos costas, se llevaban a las más bellas






Un amigo de la infancia de Charles Darwin contaba que cuando los niños invitaban a jugar al fútbol al futuro padre de la Evolución, prefería explorar por su cuenta en el bosque. Pero a principios del siglo XIX todavía no existía la pasión actual por este deporte. Hoy la fiebre futbolera sin duda hubiera llamado la atención del naturalista británico, ya que los comportamientos y actitudes que mostramos en los encuentros deportivos son universales. La histeria colectiva que desatan en todo el planeta partidos como la final de la Champions que enfrentará al Real Madrid con el Atleti nos lleva a pensar en sus orígenes biológicos, hundiendo sus raíces en el pasado hace cientos de miles de años.


El fútbol fue introducido en España a finales del siglo XIX por inmigrantes británicos que vinieron a trabajar en las minas. Estos obreros formaron los primeros equipos para pasar las horas muertas jugando entre ellos. Rápidamente se extendió por el resto de la población española debido a la facilidad con la que se puede practicar. A diferencia de otros deportes que requieren complejos equipamientos e instalaciones, en el fútbol sólo es necesario un balón. Pero según los antropólogos, la época en que emerge no es casualidad. En Europa, el fútbol se hace popular al mismo tiempo que desaparece la importancia de la caza para el sustento, es decir, cuando comienza la Revolución Industrial. Desde aquellos años, el fútbol se ha convertido en el deporte más extendido, practicado o seguido en los cinco continentes por cientos de millones de personas. 

Entonces, ¿esta pasión universal es producto de la casualidad o es consecuencia de alguna necesidad adaptativa? Desde la ciencia creemos que su éxito se debe a que el fútbol posee características que conectan con nuestro pasado más tribal, así como también con el desarrollo de las capacidades necesarias para ser un buen cazador y guerrero. Por esta razón, el fútbol -aunque también otros deportes de equipo como el rugby, el béisbol o el baloncesto- son los que más éxito han tenido en las sociedades contemporáneas, precisamente las que han sustituido el modo de vida del cazador-recolector por el trabajo asalariado y la industria. Pero también en las que el número de hombres que van a la guerra es mínimo comparado con tiempos anteriores. El deporte vendría a llenar ese vacío. 

La relación que existe entre la lucha y el deporte es patente. Perseguir, golpear objetivos con proyectiles o acechar a los enemigos son exigencias que encontramos en ambas actividades. Por ello, otros ven las raíces del deporte en las batallas bélicas. Una evidencia de la conexión entre la guerra y el deporte la encontramos en los Juegos Olímpicos de la antigüedad, que se celebraron durante más de 400 años en la ciudad griega de Olimpia. En ellos era costumbre llegar a una tregua que permitiera concentrarse y diera libertad de movimiento a los deportistas. Se enfrentaban varias ciudades independientes, muchas de las cuales estaban en guerra entre sí. Las disciplinas consistían en correr, saltar, luchar, lanzar jabalinas y competir en carreras de cuadrigas. Todas las pruebas ensalzaban virtudes que eran imprescindibles para los guerreros de entonces.

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

10 de mayo de 2014

Los macacos pueden aprender a sumar

Un experimento realizado durante tres años revela que estos primates son capaces de aprender a sumar, demostrando que no es una habilidad exclusiva de los seres humanos.

Los monos macacos comparten con los seres humanos el 97,5% de sus genes, un porcentaje que baja al 93% si se comparan las secuencias de ADN en común. Un parecido genético bastante similar al que guardan humanos y chimpancés, que hace unos seis millones de años se separaron evolutivamente de nuestros ancestros, frente a los 25 millones de años transcurridos desde que los macacos siguieron una evolución distinta.

La secuenciación de sus genomas ha mostrado científicamente un parecido que etólogos y neurobiólogos comprueban día tras día en sus laboratorios con los variados y cada vez más complejos experimentos de comportamiento a los que someten a estos animales. Cuanto más se observan, más sorprendentes son los resultados, como los obtenidos por un nuevo estudio que muestra habilidades aritméticas de los macacos hasta ahora desconocidas.

Anteriores investigaciones habían sugerido que las operaciones matemáticas no son exclusivas del hombre, sino resultado de los procesos evolutivos. Se comprobó, por ejemplo, que los macacos pueden aprender a contar, descartando así que la comprensión de conceptos numéricos dependa de la adquisición del lenguaje humano.

La nueva investigación, publicada esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), demostró que cuando son entrenados a largo plazo, estos monos son capaces de sumar cifras y realizar cálculos sencillos para estimar qué cantidades son mayores, pues elegir la cifra mayor suponía que su recompensa también lo era.

«Diseñamos este experimento para explorar el papel del aprendizaje en la organización del cerebro. Ellos desarrollan regiones especializadas como hacemos nosotros en el lóbulo temporal», explica a EL MUNDO a través de un correo electrónico Margaret Livingstone, profesora de Neurobiología en la Facultad de Medicina de Harvard (EEUU).

El estudio se realizó con tres ejemplares adultos jóvenes de macacos Rhesus (Macaca mulatta). Estos animales han protagonizado todo tipo de estudios de comportamiento animal, como un experimento que reveló que eran capaces de reconocer su imagen en un espejo, y hasta han participado en misiones espaciales de la NASA y la agencia rusa en los años 50 y 60.


Un mono señala en la pantalla táctil la suma de dos cifras en lugar de un número.

El artículo completo en:

16 de marzo de 2014

Somos una especie evolucionada... ¡porque somos ociosos y vagos!

Los humanos, y nuestros parientes primates, somos muy diferentes del resto de los animales en muchas cosas. Somos más inteligentes, más visuales, mucho menos especializados desde el punto de vista corporal. Tendemos a ser mucho más generalistas en nuestra alimentación y a tener un tamaño relativamente pequeño (excepto chimpancés, orangutanes y gorilas, nuestros más cercanos parientes vivos). Pero algunas de las diferencias biológicas clave son menos visibles: los primates tendemos a tener pocas crías a las que cuidamos mucho (una estrategia ‘k’, se le llama en ecología), a diferencia de otros animales que tienen mucha descendencia que luego dejan a su suerte (con lo que muchos mueren). Además vivimos más años que los animales de nuestro tamaño, y crecemos mucho más despacio, alcanzando la edad adulta más tarde. Según un estudio recientemente publicado esto tiene una razón de ser: con la excepción del lémur ratón, uno de los más pequeños, el resto de los primates gastamos hasta un 50% de energía menos que animales de sus respectivos tamaños. Básicamente le debemos nuestra longevidad y algunas de nuestras características biológicas clave a nuestra parsimonia energética; o por decirlo de otra forma, a que somos unos vagos.

Schimpanse_Zoo_Leipzig

Y la diferencia no es pequeña. Si comparamos a los humanos con animales de tamaño parecido haría falta que corriésemos una maratón diaria para alcanzar los mismos niveles de gasto energético. Casi todos los primates tenemos metabolismos leeeeeentos, lo cual explica esa tendencia a la pereza y la modorra que compartimos con orangutanes, chimpancés e incluso gorilas, muy dados a pasar largas horas básicamente haciendo nada. Ese reducido gasto energético nos permite vivir más tiempo con un menos consumo de alimentos, lo cual hace más probable sobrevivir a los malos tiempos. A cambio el crecimiento se ralentiza y las crías han de ser cuidadas durante un periodo más largo, lo cual hace posible crear tradiciones culturales y educarlas en ellas, algo que hacen numerosos primates. El origen de este rasgo tan peculiar podría ser precisamente facilitar la supervivencia en épocas de hambruna, al permitir estirar las reservas durante más tiempo. Lo que parece cierto es que la pereza y el reducido gasto energético son rasgos fundamentales de nuestro grupo. Recuérdelo la próxima vez que alguien le regañe por querer echarse una siesta: dígale que se trata de un imperativo biológico.

Fuente:

RTVE Blog de Ciencias
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