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16 de noviembre de 2011

La contaminación del Mediterráneo con metales pesados empezó hace 3.000 años

Pradera y arrecifes de Posidonia oceanica. | CSIC

Pradera y arrecifes de Posidonia oceanica. | CSIC

Los primeros vestigios de contaminación causada por el hombre sobre el Mediterráneo a causa de los metales datan de unos 2.800 años, según revela una investigación dirigida por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La fecha coincide con el desarrollo minero, metalúrgico, cultural y tecnológico de las civilizaciones humanas de los periodos griego y romano.

El trabajo analiza la concentración de residuos metálicos en los sedimentos de las praderas de 'Posidonia oceanica' de la bahía de Port Lligat (Girona). Dichas praderas se extienden unas 10 hectáreas y cubren el 69% de los fondos de la bahía. Los sedimentos estudiados alcanzan los 5 metros de espesor y reflejan 4.500 años de antigüedad.

El investigador del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes Óscar Serrano, explica: «"Estos depósitos son un registro privilegiado para la reconstrucción del pasado en la costa mediterránea, un área especialmente expuesta a las perturbaciones naturales y antropogénicas". El trabajo ha sido liderado por Miguel Ángel Mateo, perteneciente al mismo centro del CSIC.

Testigo de posidonia empleado en la investigación. | CSIC

Testigo de posidonia empleado en la investigación. | CSIC

Los resultados, que han sido publicados en la revista 'Science of the Total Environment, describen un aumento inicial en la concentración de metales hace unos 2.800 años. Posteriormente, se produce un incremento en las cantidades de zinc, plomo, cadmio, cobre, arsénico y hierro hace unos 2.500 años, especialmente durante el periodo romano.

A lo largo de los últimos 1.200 años, el Mediterráneo ha experimentado un aumento gradual en la presencia de metales que se aceleró notablemente en los últimos 350 años a partir de la revolución industrial. En esta época se aprecia especialmente el aumento del plomo, el zinc y el arsénico.

Para Serrano,«"las praderas de posidonia no sólo generan registros milenarios, sino que almacenan grandes cantidades de metales pesados que refuerzan las funciones de esta planta en la biogeoquímica costera". Frente a la «clara regresión» que están sufriendo estos ecosistemas, el investigador del CSIC considera que las praderas de«posidonia demuestran ser un gran filtro y sumidero de polución en primera línea de costa.

Fuente:

El Mundo Ciencia

3 de junio de 2011

Los fertilizantes dañan las praderas submarinas

Pradera submarina, un ecosistema de gran biodiversidad.|CSIC

Pradera submarina, un ecosistema de gran biodiversidad.|CSIC

La actividad humana en la tierra afecta también a los océanos, no sólo por la contaminación de plásticos, combustibles y otros desperdicios, sino también por los fertilizantes que se utilizan en la agricultura industrial y acaban llegando a las aguas marinas. Un estudio realizado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)y colegas estadounidenses ha revelado que estos nutrientes están destruyendo las praderas submarinas, que cumplen un importante papel biológico.

Estas praderas costeras albergan una gran diversidad de organismos (cangrejos, peces, camarones), pero además cumplen un importante papel como barrera de protección para la costa y, sobre todo, colaboran en la captación del CO2 atmosférico, produciendo oxígeno, lo que ayuda a mantener limpios tanto el aire como el agua.

La conclusión fundamental del trabajo, entre cuyos autores se encuentra el oceanógrafo Carlos Duarte, es que estas importantes praderas pueden deteriorarse con rapidez ante la masiva utilización de abonos químicos en la agricultura industrial, como acaban de publicar en la revista 'Ecological Applications'. De hecho, los nutrientes, según aseguran, "afectan a la mayoría de los beneficios que obtenemos de las praderas submarinas".

Los análisis se ralizaron en la costa de Alabama (Estados Unidos), donde ya ha detectado una gran pérdida de estas praderas por el aumento de nutrientes, un fenómeno que se conoce como eutrofización.

El experimento se realizó en pequeñas parcelas, en las que se echaron fertilizantes durante seis meses con continuidad. Al final de ese tiempo, se observó que el nitrógeno había estimulado el crecimiento del placton y las algas, hasta el punto que reducían la entrada de luz a las plantas, perjudicando a la fotosíntesis. A la vez, estas algas consumían mucho oxígeno por la noche. "Algunas llegaron a hacer un tapete que ahogaba a las plantas", explica Duarte a ELMUNDO.es

Estudios previos ya habían estimado que desde los años 50 del siglo pasado, se habría perdido casi un tercio de la superficie que ocupaban. Este deterioro, según el investigador, ha afectado negativamente a la fauna que las habitaba, casi todos consumidores primarios: organismos hervíboros que se alimentan de los detritus de las plantas. De hecho, al término del experimento, había disminuido drásticamente el número de alevines de cangrejos,peces y camarones. Incluso a simple vista se veía el agua menos transparente.

Más producción biológica

Andrea Antón, investigadora de la Universidad de Carolina del Norte(EEUU), que es la primera autora del trabajo, observa no obstante que no todos los efectos fueron negativos: "A pesar de la pérdida de este ecosistema submarino, el incremento en el uso de fertilizantes podría no afectar a la capacidad que tienen estos ecosistemas de absorber dióxido de carbono ni tampoco a su productividad de oxígeno". Al parecer, según explica Antón,tampoco afectó a la cantidad de alimento para otras especies ni para el intercambio de oxígeno y CO2 dentro de la cadena trófica.

Duarte apunta que, efectivamente, aumenta la producción biológica, y por tanto también su capacidad de sumidero de CO2, pero en vez de las plantas, lo que hay son algas, por lo que deja de ser una pradera.

La solución a este problema pasaría, explica el científico, por un mayor control de los fertilizantes por parte de los agricultores. En algunos países, como Dinamarca, ya se ha reducido obligatoriamente un 50% la cantidad utilizada, y están en vías de aumentar ese porcentaje pese a las quejas de los campesinos, dado el coste mediambiental que supone y tambiém eonómico, dado que se acaba con especies que son valiosas aa nivel comercial.

"Los estudios que se han hecho en Europa indican que los suelos está saturados de nutrientes, así que no disminuiría su productividad agrícola, pero si se evitaría un importante coste medioambiental", apunta Duarte.

Fuente:

El Mundo Ciencia

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