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2 de junio de 2023

Siete de los nueve umbrales que permiten la vida humana sobre la Tierra ya han sido sobrepasados

Un informe cuantifica los límites climáticos, naturales y de contaminantes que aseguran el mantenimiento seguro y justo de la civilización.


Un amplio grupo de científicos identificó en 2009 nueve límites que los humanos no deberían sobrepasar si quieren que la Tierra siga siendo acogedora para la civilización. Ahí estaban, entre otros, el agua dulce disponible, el área natural que se conserva, los niveles de contaminación, la capa de ozono y, cómo no, el cambio climático. Ahora, un nuevo informe publicado en Nature cuantifica por primera vez los umbrales para cada uno de estos problemas que no deberían sobrepasarse para que el sistema terrestre sea seguro para los humanos. Siete de ellos ya han sido sobrepasados en todo o en amplias zonas del planeta. La imagen apocalíptica la suaviza el hecho de que de la lista se ha caído el agujero en la capa de ozono troposférico: la humanidad fue capaz de resolver el problema a tiempo.

El informe identificó aquellos límites para que el sistema Tierra, entendido como un ecosistema global, fuera sostenible y seguro. Se escribió entonces que, si se pasaban de forma generalizada, se sucederían una serie de cambios catastróficos. Pero desde entonces, a la seguridad se le ha unido otra idea: el sistema Tierra no será seguro si no es también justo. Es una de las aportaciones de este nuevo informe, la cuantificación de la justicia entre los humanos, el resto de los seres vivos y las futuras generaciones.

“Los seres humanos somos parte del sistema Tierra. Somos gran parte del problema y tenemos que ser gran parte de la solución”, resume Noelia Zafra, coautora del trabajo. “Pero los problemas y las soluciones no afectan a todos por igual y existen algunos seres humanos que asumen las inconveniencias de sostener el sistema Tierra, mientras que otros mayormente se benefician. También ocurre que unos pocos generan problemas para muchos”, añade esta investigadora del BC3, el centro vasco de investigación sobre el cambio climático.

Es el caso, por ejemplo, de las emisiones que están provocando ese cambio climático. Su aumento se remonta al inicio de la Revolución Industrial y sus principales protagonistas, Europa y América del Norte, son sus mayores responsables. Incluso ahora, que los países emergentes como China comienzan a tener gran cuota de responsabilidad, la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero proceden del 10% más rico de la población. “No podremos actuar juntos para afrontar la crisis climática y de biodiversidad si no partimos todos de la misma situación y existe conflicto entre nosotros”, añade Zafra.

El artículo completo en: El País (España)

 

21 de junio de 2022

"Perdiendo la Tierra" o el Apocalipsis Climático

En el año 1967, un satélite soviético -la sonda espacial Venera 4- envió la primera señal a la Tierra. Las altas temperaturas del planeta Venus eran causadas por el dióxido de carbono con el que estaba compuesta su atmósfera. Por eso, la vida en Venus es imposible. Si alguna vez la hubo, se perdió a medida que la luz del sol fue aumentando y las aguas se evaporaron. Con el ejemplo de Venus empezaron las predicciones poco favorables para el planeta Tierra. Desde ese momento ya estaba comprobado: de seguir con el uso indiscriminado de combustibles fósiles, acabaríamos sin origen ni destino, como los protagonistas de una novela distópica.

La voz de alarma llegaría tras la primera Conferencia Mundial sobre el Clima, celebrada en Ginebra en 1979. Entonces se supo que cuando duplicásemos la cantidad de dióxido de carbono, el mundo aumentaría tres grados centígrados su temperatura. Pero no sirvió de mucho la advertencia. Es más, cada vez que surgía alguna voz crítica ante la creatividad destructiva de nuestra especie, la persona portadora de la denuncia quedaba marcada como aguafiestas o fatalista. Porque si se cuantificaba el grado de incertidumbre de tales afirmaciones, se llegaba a la conclusión de que existía una previsibilidad imperfecta de los hechos.

Poco después de la citada conferencia, en 1981, cuando Ronald Reagan fue elegido presidente de los Estados Unidos, la producción de carbón en el suelo norteamericano se incrementaría. Cuando desde el Consejo de Calidad Ambiental se realizó un informe para alertar al presidente de que los combustibles fósiles podrían alterar la atmósfera de la Tierra hasta convertirla en el erial de un mal sueño, el presidente Reagan consideró la posibilidad de eliminar el Consejo de Calidad Ambiental.

De esta manera, como si la realidad hiciese trampas, Reagan siguió jugando con políticas  destructivas, no sólo medioambientales sino también económicas. Pero lo que más irrita ahora es saber que el desastre se pudo haber evitado, que hubo un momento de nuestra historia en el que estuvimos a tiempo para librar a nuestros herederos del apocalipsis climático. Sí.

Estas cosas las recoge el escritor estadounidense Nathaniel Rich en su ensayo Perdiendo la Tierra, recientemente publicado por Capitán Swing. Aunque se trata de un libro de historia y denuncia ecológica, hay veces que Nathaniel Rich parece operar desde la ficción, desde una de esas novelas apocalípticas que ya forman parte de un género bautizado como Ficción Climática (Cli-Fi) y donde siempre aparece el cadáver de un mundo en el que los perros ladran en señal de duelo.


 

28 de enero de 2020

Nuestro sistema solar tuvo tres planetas habitables

Un hecho fascinante es que nuestro sistema solar quizás tuvo en sus orígenes no uno, sino tres mundos habitables al mismo tiempo. Claro está, hablamos de Venus, la Tierra y Marte, que, no solo estaban en la zona habitable del Sol, sino que probablemente tenían agua líquida en su superficie y que, por tanto, satisfacían el laxo criterio de habitabilidad de los astrónomos (recordemos que el que un planeta sea «habitable» no implica necesariamente que esté «habitado»). Hoy en día, de los tres solamente queda uno que siga siendo habitable, nuestro planeta. La incógnita es cuándo dejaron de ser habitables Venus y Marte y, por supuesto, si estuvieron alguna vez habitados.
¿Tuvieron Venus y Marte océanos durante el comienzo del sistema solar? (NASA).
La habitabilidad del sistema solar interior depende de dos factores: el comportamiento del Sol y el tamaño y composición de los propios planetas. Desde que el sistema solar se formó hace unos 4600 millones de años, el Sol ha visto aumentar su luminosidad en un 30%. Este hecho ha provocado que el límite interior de la zona habitable se haya ido desplazando progresivamente hacia el exterior, lo que ha dejado fuera a Venus y ha colocado a la Tierra cerca del borde interno. De hecho, el Sol seguirá aumentando su luminosidad y, en unos mil millones de años, la Tierra quedará fuera de la zona habitable y los océanos se evaporarán para siempre. Curiosamente, aunque el Sol primitivo era menos luminoso, sabemos que Marte fue habitable durante cientos de millones de años, como mínimo. Es lo que se conoce como la «paradoja del Sol joven», y que también es un problema a la hora de explicar las condiciones de la Tierra primitiva.

Zona habitable de las estrellas en función de su temperatura superficial. En la actualidad solo la Tierra y Marte están dentro de la zona habitable (Chester Harman/NASA).
Si Venus dejó de ser habitable principalmente por culpa del comportamiento del Sol, en cambio Marte ya no lo es por sus particularidades como planeta. Marte siempre fue el menor de los tres planetas potencialmente habitables del sistema solar debido a la acción gravitatoria de Júpiter, cuyas migraciones hacia el interior del sistema provocaron que el planeta rojo tuviese una masa menor de la que le correspondía. Con un tamaño más pequeño, el calor interno y, por tanto, su actividad interna siempre fue menor que la de la Tierra o Venus. Esto provocó que los volcanes marcianos no fuesen capaces de aportar suficientes volátiles para compensar la pérdida de la atmósfera provocada por una menor gravedad. El menor tamaño también fue el causante de que Marte no retuviese una dinamo interna que crease una magnetosfera potente para proteger la atmósfera del viento solar. Precisamente, aunque el Sol primigenio era más débil, la emisión de partículas de viento solar y la actividad en rayos X y en el ultravioleta era mayor que la actual, lo que aceleró el proceso de pérdida atmosférica de Marte.
Interacción entre el viento solar y Marte. Sin una magnetosfera potente, Marte ha perdido y sigue perdiendo su atmósfera por culpa del viento solar (NASA).
Hasta hace unos años existía un acalorado debate sobre si la mayor parte de la atmósfera marciana se había perdido al espacio o, si por el contrario, quedó almacenada en el suelo forma de depósitos de carbonatos, hielo de agua y hielo de dióxido de carbono. Ahora, gracias sobre todo a la misión MAVEN de la NASA, tenemos la total seguridad de que Marte perdió la mayor parte de su atmósfera por acción del viento solar. En la actualidad, la atmósfera de Marte es tremendamente tenue, de tan solo 6 milibares de presión y está formada exclusivamente por dióxido de carbono. Si se sublimasen los depósitos de hielo de dióxido de carbono que se hallan en los polos marcianos solo lograríamos aumentar la presión hasta los 50 milibares (malas noticias para los futuros ingenieros planetarios que quieran terraformar el planeta). 

Lea el artículo completo en: Eureka
 

6 de enero de 2020

¿Quiéres conocer el lenguaje de las nubes?

¿Sabías que las nubes de agua, de momento, solo existen en el planeta Tierra?

Otros planetas también presentan nubes, pero son nubes diferentes: Venus, por ejemplo, está cubierto de densas nubes de dióxido de carbono que ocultan su superficie; y Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno tienen nubes compuestas por hidrógeno y helio.

Formadas por diminutas partículas de agua líquida y hielo, las nubes de la Tierra se generan cuando el vapor que emana de ríos y mares se enfría y se condensa al llegar a las capas más altas y frías de la atmósfera. A partir de ahí, su forma y su historia toma caminos muy diferentes:

El químico inglés Luke Howard (1772–1864), a comienzos del siglo XIX, fue el primero en clasificar las nubes. Considerado el padre de la meteorología, dividió las nubes en cuatro grandes categorías (cirriformes, estratiformes, nimbiformes y cumuliformes) y arrancó una carrera científica para aprender a leerlas, usando su variada y sugerente apariencia para predecir qué cambios meteorológicos.

Cirriformes: rizos de cabello que tapizan el cielo

Con forma de cabellos rizados, pero compuestos por cristales de hielo, los cirros son las nubes más representativas de esta categoría. Pueden tapizar el cielo entre los 5 y los 15 kilómetros de altura. Son nubes altas, claras, tenues y delicadas que frecuentemente anuncian un cambio meteorólogico a peor, en general precipitaciones y bajadas de temperatura en las 24 horas siguientes a su aparición.


 

Cuando la luz interacciona con los cristales de hielo que forman los cirros, pueden producirse fenómenos ópticos tan insólitos como el parhelio, la aparición simultánea de imágenes del Sol reflejadas en las nubes, y el halo, cerco de color pálido alrededor de los discos del Sol o de la Luna.

Estratiformes: cama de nubes

Son nubes amplias y de contornos difusos que se desarrollan de forma horizontal, por lo que se extienden como si fueran una cama o capa. Dentro de esta categoría están, en función de su altura, los estratos, los altostratos, los cirrostratos y los nimbostratos. Estas últimas, a diferencia de las anteriores, también tienen desarrollo vertical e impiden totalmente el paso de la luz solar, por lo que son nubes muy oscuras. Los nimboestratos siempre producen precipitaciones que suelen ser continuas y no muy intensas.



Hasta bien entrado el siglo XX, la formación de las nubes se entendía como una fase avanzada de la niebla y se consideraba a la nube como una niebla a mayor altura. El astrónomo francés Camille Flammarion (1842–1925), en su tratado La Atmósfera, afirma que «aún cuando no hay diferencia esencial entre las nieblas y las nubes (… ). La primera es inmóvil, la segunda móvil». En la actualidad, se considera a la niebla un tipo nuboso de base sobre el suelo, o cercana a él, con poco desarrollo vertical y forma parte de las nubes del género estratiforme.

Nimbiformes: los yunques de la tormenta

Del latín nimbos, que significa tormenta, este tipo de nubes es el que genera la mayoría de precipitaciones. En esta categoría están los cumulonimbos, la nube más grande y poderosa que se puede contemplar y que hasta los aviones deben evitar. La “reina de las nubes” tiene fuertes corrientes en su interior con vientos impredecibles, que desplazan violentamente el aire de arriba a abajo y de abajo a arriba. Estas nubes suelen generar lluvias intensas y tormentas eléctricas, asociadas a granizo, mangas de agua y tornados. El agua que contiene un cumulonimbo medio podría llenar 7 piscinas olímpicas.


 

Con una base situada sobre los 1.000 metros de altura, la cima de los cumulonimbos puede alcanzar los 20 kilómetros. Su desarrollo vertical solo se interrumpe cuando llega a la tropopausa, el límite superior de la troposfera, la capa más interna de la atmósfera que va desde el suelo hasta la estratosfera. Los cumulonimbos totalmente desarrollados tienen forma de yunque.

Cumuliformes: montañas de algodón

Son nubes aisladas con forma de montaña o cúpula de algodón, que tienen un contorno bien definido y muestran una gran variedad de tamaños y espesores. Los cúmulos, las nubes más características de esta categoría, aparecen sobre todo en épocas calurosas del año y pueden ocupar un espacio que va entre los 500 y los 6.000 metros de altura. Con un importante desarrollo vertical, pueden generarse aisladamente o asociadas a otras en hileras o en grupos. Según los factores atmosféricos que las rodeen, como la humedad, los cúmulos pueden dar lugar a cumulonimbos.


 

Poco después de la II Guerra Mundial comenzó a teorizarse sobre la idea de lo que hoy se conoce como “siembra de nubes”. Este proceso consiste en utilizar yoduro de plata, hielo seco o dióxido de carbono congelado para condensar de forma artificial el vapor. Estas sustancias se asocian con las moléculas de agua y favorecen su precipitación. Lo habitual es rociarlas sobre nubes cumuliformes desde avionetas o cohetes. En febrero de 2018, por primera vez, un grupo de investigadores de la Universidad de Wyoming (EE.UU) logró sembrar nubes para generar nieve y monitorizar todo el proceso, desde la formación de los cristales de hielo en la atmósfera hasta su precipitación.

Estratocúmuliformes: globos en capas

Además de las cuatro categorías originales de Luke Howard, el actual sistema internacional de clasificación de nubes reconoce una quinta división, las estratocúmuliformes. Son nubes globulares que pueden desarrollarse en capas. En esta categoría están, de menor a mayor altura, los estratocúmulos, los altocúmulos y los cirrocúmulos. Un estratocúmulo es una nube baja grande de formas redondeadas, mientras que los altocúmulos y los cirrocúmulos son como estratocúmulus pequeños distribuidos en grupos y alineados.


A partir de altocúmulos se pueden formar algunas de las nubes más raras y extravagantes. Las lenticulares, por ejemplo, tienen forma de platillo volante y se suelen formar en zonas montañosas. Las mammatus, asociadas a tornados, presentan aspecto de bolsas que cuelgan, como la ubre de una vaca, de la parte inferior de la nube.

Bajas, medias y altas

En 1956, la Organización Meteorológica Mundial publicó el Atlas Internacional de las Nubes, en el que definieron las 10 formas básicas que acabamos de revisar, a partir de la clasificación de Howard y en función de la altura que alcanzan en el cielo. Así, las nubes bajas, que se encuentran por debajo de los 2.000 metros, son los estratos y los estratocúmulos.



Las nubes medias son las que se generan entre los 2.000 y los 7.000 metros, aquí se encuentra los altoestratos, los altocúmulos y los nimbostratos.

Las nubes altas, que se forman por encima de los 6.000 metros, son los cirros, los cirrocúmulus y los cirrostratos. Los dos últimos tipos son los cúmulos y los cumulonimbos, con su imponente desarrollo vertical que las sitúa desde nubes bajas a altas.

Muchas formas y tamaños para un espectáculo de pase diario que flota, prodigioso, sobre nuestras cabezas.

Cortesía de: Open Mind

26 de diciembre de 2019

Cambio climático: los 9 puntos de no retorno que ponen en peligro a la humanidad

Hace ya dos décadas que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) advirtió sobre la existencia de puntos críticos o "puntos de no retorno" que podrían ser devastadores.

Esos puntos de inflexión, como la destrucción de la Amazonia o la pérdida del hielo en Groenlandia, son umbrales que una vez superados desatarían cambios irreversibles, con una dinámica destructiva propia que ya no se puede frenar.

Son además fenómenos interconectados, por lo que uno de ellos puede generar una cascada de eventos que se suceden como fichas de dominó.

El IPCC señalaba que esos puntos de no retorno podrían alcanzarse si la temperatura del planeta aumentaba cinco grados centígrados respecto a los niveles preindustriales (año 1780).

Pero los científicos afirman, según un artículo publicado en noviembre de 2019 en Nature, que no solo los nueve de los puntos de no retorno identificados por el IPCC pueden superarse con solo un aumento de la temperatura de entre 1 y 2 grados centígrados

También señalan que esos nueve puntos críticos ya están "activos".

¿Cuáles son los 9 puntos de no retorno activos?

Los nueve puntos críticos o zonas de riesgo se consideran activos porque están mostrando evidencia de cambio, en muchos casos acelerado, en la dirección equivocada, además estos nueve puntos están interconectados.

La lista incluye: el hielo marino del Ártico,el permafrost o capa del suelo permanentemente congelada, el sistema de circulación de corrientes del Atlántico, la selva amazónica, los corales de aguas cálidas, el hielo en el oeste de la Antártica y en partes del este del mismo continente.

Lea el artículo completo en: BBC Mundo
 

30 de noviembre de 2019

Incendios en el Amazonas: gran parte de la Amazonía puede transformarse en sabana

¿Qué sucede cuando un organismo vivo, en este caso el mayor bosque tropical del planeta, es sometido a presiones nunca antes vistas?


Los recientes incendio que sucedieron en la Amazonía se suman a un incremento marcado en la desforestación.

Y si la destrucción de bosque sobrepasa cierto límite, la selva amazónica podría cambiar de forma abrupta.

Eso es lo que sostiene el científico brasileño Carlos Nobre, investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Sao Paulo, quien trabajó durante 35 años en el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE).

Nobre advirtió que si se llega a un determinado nivel de desforestación, la Amazonía puede alcanzar un punto de transformación sin retorno, un fenómeno llamado tipping point en inglés.

El experto brasileño publicó su advertencia el año pasado, junto al científico estadounidense Thomas Lovejoy, en un artículo en la revista Science Advances.

"Nuestros cálculos muestran que si desaparece entre un 20 y 25% del bosque amazónico, aumentará la duración de la estación seca y la temperatura, y eso puede llevar a que el bosque tropical dé lugar a una vegetación diferente, de sabana", le señaló a BBC Mundo Nobre.

En las últimas décadas, la desforestación ya alcanzó según el experto entre el 15 y el 17% de la Amazonía.

"Un tipping point es un cambio abrupto, una transformación abrupta en un sistema que va para otro estado completamente diferente", le explicó Nobre a BBC Mundo.

Si la desforestación continúa aumentando al ritmo actual, Nobre estima que podría llegarse al punto de no retorno en un período de "entre 15 y 30 años".

Con información de: BBC Mundo


26 de noviembre de 2019

2019: los gases de efecto invernadero marcan un máximo histórico

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advierte de que la concentración de dióxido de carbono (CO2) es la más alta desde hace tres millones de años.


La humanidad suma otra página para la crónica del desastre: la concentración en la atmósfera de los principales gases de efecto invernadero —dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O)— marcó un nuevo récord durante 2018. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha recordado este lunes (25 de noviembre de 2019) que en el caso del CO2, el principal de estos gases responsables del calentamiento global, hay que retroceder al menos tres millones de años para encontrar una concentración tan grande en la atmósfera. Y en aquel momento —en el que ni siquiera existía el ser humano—, la temperatura era entre dos y tres grados más cálida que ahora y el nivel del mar entre 10 y 20 metros mayor, ha advertido la organización. La OMM, un ente dependiente de la Naciones Unidas, ha presentado este lunes su boletín anual de concentración de gases de efecto invernadero, el decimoquinto que realiza.

Estos gases siempre han estado presentes en la atmósfera terrestre e impiden que parte del calor que desprende la Tierra tras ser calentada por el Sol se pierda en el espacio. Gracias a ellos el planeta tiene una temperatura agradable que lo hace habitable para el hombre. Pero el equilibrio que ha existido durante miles de años se ha roto y la OMM tiene claro el responsable: "Hay múltiples indicios de que el aumento de los niveles atmosféricos de CO2 está relacionado con la quema de combustibles fósiles", es decir, con el empleo por parte del ser humano del carbón, el gas natural y el petróleo.

La utilización de esos combustibles fósiles se disparó a partir de la Revolución Industrial y, con ello, las emisiones de gases de efecto invernadero. En el caso del CO2, la concentración alcanzó en 2018 las 407,8 partes por millón (ppm), lo que supone casi un 47% más que el nivel preindustrial (en 1750, cuando la concentración era de 278 ppm). El metano atmosférico alcanzó las 1.869 partes por mil millones (ppb) en 2018, casi un 159% más que el nivel preindustrial. Y en el caso del óxido nitroso su concentración atmosférica fue de 331,1 ppb, un 23% más que en 1750. Estos son los resultados de las más de 100 estaciones de medición repartidas por el planeta que sirven para elaborar el boletín de esta organización.

Más información en: El País (Ciencia)
 

24 de noviembre de 2019

Golpe mortal para el Polo Norte: EE.UU. no quiso firmar acuerdo de cambio climático

La insistencia del gobierno de Trump en no reconocer la amenaza expone a la región y sus habitantes a problemas dramáticos.


Por primera vez en dos décadas, los países del Consejo del Ártico, reunidos en Rovaniemi (Finlandia), no lograron redactar su tradicional declaración final. Según algunos delegados, esto se debió a la negativa de Estados Unidos a hacer alusión al cambio climático.

Al término de la 11ª reunión ministerial del Consejo del Ártico (mayo de 2019), la habitual declaración común final fue sustituida por un texto -más breve y con un peso simbólico menor-, firmado por todos los ministros de los ocho Estados miembros. No se hizo ninguna referencia al cambio climático en ese documento.

Es la primera vez desde sus comienzos en 1996 que el Consejo del Ártico fracasa a la hora de emitir una declaración final al término de sus reuniones ministeriales, de carácter bienal.
Las organizaciones que representan a las poblaciones indígenas dentro de la instancia expresaron su preocupación unánime.

"Se está atacando a nuestra cultura y a nuestro modo de vida. Los animales, las aves y los peces de los que depende nuestra supervivencia reciben cada vez una mayor presión. Estamos preocupados por nuestra seguridad alimentaria", subrayó James Stotts, del Consejo Circumpolar Inuit.

"Ha llegado el momento de dejar las cosas claras: el cambio climático existe y los humanos son los principales responsables", afirmó. "Pensamos que ha llegado el momento de dejar de pelearnos" sobre esa cuestión.

Fuente: El Clarín (Argentina) 

4 de junio de 2019

¿Qué pasaría si el núcleo de la Tierra se enfriara?


El núcleo
 
Además del nombre de una película de ciencia ficción lanzada en 2003, el núcleo es la parte más interna de la Tierra. Según estudios sismológicos, se encuentra justo en el centro del planeta y tiene un radio de aproximadamente 3.500 km (representa el 60% de la masa de la Tierra). Consiste principalmente en una aleación de níquel-hierro conocida como NiFe ("Ni" para níquel y "Fe" para hierro). El núcleo también es bastante denso, lo que implica que contine una gran cantidad de otros elementos pesados una cantidad muy pequeña de metales más ligeros, junto con rastros de silicio. La gravedad del núcleo es casi tres veces más fuerte que la gravedad en la superficie del planeta.

También se debe tener en cuenta que, aunque es lo suficientemente caliente por sí solo, su temperatura se ve acentuada por el calor generado por la fricción gravitacional, causado por el movimiento de materiales pesados cerca de la región donde se separan el núcleo y el manto.

¿Qué pasaría si el núcleo se enfría?

Aunque parezca un planteamiento curioso, no querremos que ocurra. El núcleo de nuestro planeta realiza una serie de funciones que son esenciales para mantener la vida en la Tierra. Todas esas funciones vitales serían interrumpidas si el núcleo se enfriara. Si el núcleo se enfriara tendríamos un planeta básicamente muerto. Esto resume bastante bien las consecuencias finales, ¿verdad? pero veamos los efectos específicos que serían causados por un enfriamiento del núcleo de la Tierra.

El enfriamiento del núcleo no solo provocaría una ausencia de energía geotérmica, sino que la oscuridad también caería sobre la Tierra, ya que las empresas de energía de todo el mundo utilizan el calor de la corteza terrestre para calentar el agua, que produce vapor, el vapor acciona las turbinas que generan electricidad a través de un proceso complejo... En otras palabras, un núcleo frío significa una Tierra más oscura.

Aparte de eso, el planeta también sería atacado por una gran cantidad de radiación peligrosa del Sol, ya que el núcleo ayuda a formar la capa protectora atmosférica y magnética alrededor de la superficie del planeta. El hierro en constante cambio en el núcleo forma este poderoso escudo alrededor de la Tierra que nos protege de la dañina radiación cósmica y solar.

En ausencia de ese escudo, habría un ataque brutal de rayos de radiación que pueden causar cáncer y sobrecalentar el planeta. También hay vientos solares que soplan sobre nuestro planeta todo el tiempo, pero son desviados en gran medida por estas fuerzas invisibles; Algunas de estas "ráfagas" de viento solar serían lo suficientemente fuertes como para secar océanos y ríos completos, pero nuestro núcleo caliente ayuda a prevenir que eso pase.

La Tierra acabaría convirtiéndose en un nuevo Marte. 
  

 

8 de mayo de 2019

Perú es el sétimo país del mundo con mayor deforestación de bosques primarios

Solo en el 2018 se perdieron 140,185 hectáreas de bosques primarios. Se trata de árboles que podían tener cientos o miles de años.

La selva del Perú perdió 140,185 hectáreas de bosques primarios en el 2018, lo que ubica al país como el sétimo con mayor deforestación de este tipo a nivel mundial, de acuerdo con un análisis de la Universidad de Maryland, publicado en Global Forest Watch. 

A nivel mundial, el año pasado  se desforestaron 3’600,000 hectáreas de bosques  primarios, un área que equivale a la extensión de Bélgica. A la cabeza de la lista se encuentra Brasil, con 1'347,132 hectáreas de bosques primarios deforestadas; seguido por la República Democrática del Congo, Indonesia, Colombia, Bolivia, Malasia y Perú. Por ende, el Perú es el cuarto país de América con la mayor deforestación de estos bosques.

Mientras Brasil ha registrado una disminución en la deforestación desde inicios de este siglo, Colombia, Bolivia y Perú han mantenido una tendencia creciente en la pérdida de estos bosques. 

Los bosques primarios contienen árboles que pueden tener cientos o miles de años, y almacenan más carbono que otros bosques. Al ser desforestados estos bosques, el carbono liberado contribuye al calentamiento global. 

Pero su conservación también es de gran importancia porque los bosques primarios son el hábitat de muchos animales, como los monos o los jaguares.

Bosques
Los 10 principales países que perdieron la mayor cantidad de bosques tropicales primarios en el 2018.

De acuerdo con información brindada por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) a Gestion.pe a fines de febrero, la deforestación en el Perú en gran medida es causada por la agricultura migratoria, y a ella le siguen como causas los cultivos ilegales (principalmente de coca), la minería ilegal y la tala ilegal. 

Sobre estas causas,  Julia Urrunaga, directora de Programas en el Perú de Environmental Investigation Agency (EIA), considera que “no se está considerando varios de los impulsores o ‘drivers’ de la deforestación, como es que las grandes empresas compran sus tierras a los pequeños agricultores y estos agricultores tienen que reubicarse y deforestar nuevas tierras”. 

También indica que debe considerarse el impacto que tiene la construcción de carreteras en la deforestación en los alrededores. 

Como un factor importante que favorece la desforestación señala el excesivo retraso en la titulación de territorios indígenas y la poca o nula acción del Estado cuando las comunidades, ya tituladas, denuncian ataques sobre sus territorios.

“Estudios académicos globales han demostrado que, a nivel global, los bosques con menos deforestación son aquellos que se encuentran bajo la gestión de comunidades indígenas. Pero estamos viendo también ataques y asesinatos de defensores ambientales indígenas sin que el Estado haga mucho por prevenir e investigar estos crímenes”, destaca Urrunaga. 

A ello, agrega, se suman la prioridad que se otorga en la práctica a los inversionistas locales por encima las comunidades, la corrupción y la impunidad de empresas y funcionarios que violan las normas de modo sistemático.

Fuente: Gestión (Perú)


7 de mayo de 2019

"Gran parte de la naturaleza ya está perdida, y lo que queda continúa en declive", según la ONU

¿Qué estamos haciendo con nuestro planeta? Estas son las conclusiones tras un proyecto de estudio de 1.800 páginas según la Organización de las Naciones Unidas.

Los expertos de la ONU sobre la biodiversidad hicieron un informe que enumera los ecosistemas devastados, el agua contaminada, el aire viciado y las miles de especies con amenaza de extinción. Este es un proyecto de la Plataforma Intergubernamental sobre la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES).

Gracias a la naturaleza es que el hombre tiene agua, alimentos, energía, minerales y medicamentos. Entonces, ¿Qué estamos haciendo para cuidar el planeta? ¿Cuando vamos a dejar de destruirlo? 

Para mencionar uno de los trabajos de la naturaleza, está la producción agrícola, la cual se encuentra en constante alza y la pesca que ha aumentado un 50% en los últimos 50 años. Asimismo, más de 2.000 millones de personas usan la madera como fuente de energía. Entre el 25 a 50% de los productos farmacéuticos provienen de la naturaleza. La vegetación es de vital importancia en nuestras vidas, pues filtran el agua y el aire, además, junto al océano absorben más de la mitad de las emisiones de CO2. 

Explotación y contaminación

A pesar de ello, el hombre está explotando y contaminando la naturaleza como nunca antes en la historia.

"Hoy en día el 75% del medio ambiente terrestre, el 40% del medio ambiente marino y 50% de los cursos de agua presentan signos importantes de degradación", afirma el proyecto de informe. 

Más de 40% de las tierras son ahora agrícolas y urbanas, y sólo el 13% de los océanos y 23% de las tierras están clasificados como "vírgenes", en lugares muy aislados o improductivos. 

El deterioro de los suelos redujo la productividad agrícola en más del 20% de la superficie terrestre, afectando a más de 3.000 millones de personas. 

"Más de un tercio de las tierras y tres cuartas partes de los recursos de agua son utilizados para la producción agrícola y ganadera", de acuerdo con el texto. 

Y la agricultura continúa expandiéndose, sobre todo "a expensas del bosque tropical". 

Además, entre 1990 y 2015, la cobertura forestal mundial bajó cerca de 6%, de 4.280 millones de hectáreas a 3.990 millones. 

Más de 80% de las aguas servidas del planeta son vertidas en el medio ambiente sin tratamiento y al mismo tiempo de "300 a 400 millones de toneladas de metales pesados, aguas residuales tóxicas y otros desechos son arrojados por año al agua". Asimismo, "el 40% de la población del globo no tiene acceso a agua limpia y potable". 

Los océanos, es donde se vierten cada año millones de toneladas de plástico. Los 70.000 navíos de la flota de pesca industrial cubren ahora "al menos el 55% de los mares". Además, "cerca del 75% de las principales reservas de peces" se encuentran actualmente agotadas o sobrexplotadas.  

Consecuenciencias
 
Cerca del 25% de las 100.000 especies estudiadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) están clasificadas en peligro de extinción, y 872 se han extinguido desde hace 500 años.

Pero el informe del grupo de expertos del IPBES es mucho más dramático: entre 500.000 y un millón de especies estarían hoy en día en peligro. Y los científicos, que utilizan otro método de estimación basado en la desaparición de los hábitats, llegan a la cifra probablemente "prudente" de medio millón, entre ellos 3.000 vertebrados y más de 40.000 plantas. 

Estas especies están "muertas en suspenso", porque ya se encuentran probablemente "condenadas a la desaparición" a raíz de los daños provocados a su hábitat. 

 

BBC: 4 gráficos que muestran la "alarmante" degradación de la biodiversidad del planeta


La tala de bosques, el saqueo de los mares y suelos, y la contaminación del aire y el agua están llevando al mundo natural al borde del abismo.

Este lunes, la ONU presentó un nuevo informe sobre el estado de la biodiversidad del planeta.

El estudio señala que la destrucción de la naturaleza se está dando a una velocidad nunca antes vista y nuestra necesidad de más alimentos y energía son los principales impulsores.

Un millón de especies animales y vegetales están ahora en peligro de extinción.

Esto es lo que sabemos sobre la salud del planeta en términos de biodiversidad, la
variedad de seres vivos en la Tierra y los ecosistemas a los que pertenecen.

1. La biodiversidad del planeta está desapareciendo rápido

La Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) es una medida crítica de nuestro impacto en la naturaleza.

Casi 100.000 especies forman parte de este inventario de especies amenazadas. De estas, más de un cuarto están en peligro de extinción, desde los lemures de Madagascar hasta anfibios como ranas y salamandras, y plantas como coníferas y orquídeas.
Los científicos creen que la Tierra se dirige hacia un "evento de extinción masiva", el sexto en los últimos 500 millones de años.

"Ahora tenemos pruebas abrumadoras de que estamos perdiendo especies a una velocidad alarmante", le dijo a la BBC el profesor Alexandre Antonelli, director de ciencia en el jardín botánico de Londres, Kew Gardens.

Según las estimaciones, las tasas de extinción actuales son aproximadamente 1.000 veces más altas que antes de que aparecieran los humanos.

2. Pérdida de hábitat, cambio climático y contaminación, las mayores amenazas

Según un estudio reciente, si bien el cambio climático es una amenaza creciente, los principales impulsores del declive de la biodiversidad continúan siendo la pérdida de hábitat natural para obtener alimentos, combustible y madera, y la sobreexplotación de plantas y animales por parte de los humanos a través de la tala, la caza y la pesca.

La tala insostenible está contribuyendo a la disminución de la talla de los monos de Myanmar, mientras que la expansión de la agricultura está expulsando a animales como el guepardo.

"Los gobiernos se han centrado en el cambio climático mucho más que en la pérdida de biodiversidad o la degradación de la tierra", dijo a la BBC el presidente de IPBES, el profesor Bob Watson.

"Los tres son igualmente importantes".

Lea el artículo comleto en: BBC Mundo
 

5 de mayo de 2019

La dieta perfecta para salvar el planeta y la salud del ser humano

Una comisión internacional de científicos urge a un cambio en la alimentación y la agricultura para evitar 11 millones de muertes prematuras y sortear la catástrofe ambiental.


Reducir el consumo mundial de carnes rojas y azúcar; duplicar la ingesta de frutas, verduras y legumbres; que el sector agrícola y ganadero deje de emitir dióxido de carbono y reduzca drásticamente la contaminación de nitrógeno y fósforo; limitar el empleo de agua y no aumentar más el uso de tierras; reducir un 50% el desperdicio alimenticio... Estas son algunas de las recetas que se necesitan para preservar la “salud planetaria”. Bajo ese término la revista científica The Lancet engloba la “salud de la civilización humana y el estado de los sistemas naturales de los que dependen”.

El planeta tiene un problema: el insostenible modelo de consumo que el ser humano empezó a desarrollar a partir de la II Guerra Mundial. “Se necesita urgentemente una transformación radical del sistema alimentario global”, advierte un panel internacional de 37 expertos de 16 países —agrupados en la comisión EAT-Lancet— que durante tres años ha trabajado para elaborar un modelo de dieta saludable para el ser humano y para el planeta, y cuyas conclusiones se conocen ahora.

Nada menos que de la necesidad de una “nueva revolución agrícola” habla Johan Rockström, uno de los coordinadores de la comisión y miembro del Instituto Potsdam para la Investigación del Cambio Climático. “La producción mundial de alimentos amenaza la estabilidad climática y la resilencia de los ecosistemas”, alerta la comisión EAT-Lancet. Y si ahora —con más de 7.000 millones de habitantes en el planeta— se necesita “urgentemente” una transformación “radical” del sistema, más acuciante será con el aumento proyectado de la población para las próximas décadas. El informe pone en el punto de mira el año 2050, para cuando se espera que en la Tierra habiten 10.000 millones de personas. La buena noticia es que esos expertos aseguran que se podrá alimentar a todos esos habitantes, pero se tendrán que aplicar cambios profundos en la dieta y en el modelo de producción si se quiere cumplir con acuerdos como el de París contra el cambio climático. Esas transformaciones en la dieta podrían evitar 11 millones de muertes prematuras al año relacionadas con la alimentación.


LA DIETA DIARIA SOSTENIBLE
 
Fuente: Comisión EAT-Lancet.
Aunque exista una “brecha dietética” en función del país y del área geográfica —en Indonesia y África occidental, por ejemplo, se consumen cantidades muy reducidas de carne y lácteos, a diferencia de en Norteamérica—, el informe de los expertos detecta que de media en el mundo la ingesta de carne roja, vegetales almidonados —como la patata— ricos en hidratos y huevos es demasiado alta. La comisión plantea una dieta ideal —basada en 2.500 kilocalorías diarias— y sugiere que solo 30 de ellas procedan de carnes distintas de las aves, lo que equivaldría, por ejemplo, a consumir una hamburguesa de ternera pequeña a la semana. El objetivo global es doblar el consumo de frutas, hortalizas, legumbres y frutos secos, y reducir a la mitad el de carne roja y el azúcar.

Actualmente, y fundamentalmente en Occidente, el consumo de carne roja y de alimentos procesados y refinados es excesivo, lo que acarrea riesgos para la salud, mayores que los causados por el sexo no seguro, el alcohol, la droga y el tabaco juntos, detalla el informe.

Lea el artículo comeplto en: El País (España)

20 de marzo de 2019

5 sencillos experimentos para comprobar que la Tierra no es plana

Aunque parezca mentira, en pleno siglo XXI aún es necesario insistir en que la Tierra es redonda, algo que se sabe desde hace más de 2.000 años.


Sin embargo, algunas de las teorías de la conspiración que afirman que la Tierra es plana se siguen expandiendo.

Estos son algunas sencillas maneras de comprobar que la Tierra es redonda y rebatir las ideas de los terraplanistas. 

1. Observa un barco

Toma unos binoculares y siéntate a la orilla del mar. Cuando veas que un velero se aleja en el horizonte, notarás que primero dejas de ver el casco de la embarcación, pero aún puedes ver el mástil y la vela, hasta que por fin lo pierdes de vista. 

"Si la Tierra fuera plana, notarías que el velero se hace más pequeño a medida que se aleja, pero siempre lo verías completo", explica Michelle Thaller, astrónoma de la NASA en el portal Big Think.

Funciona igual en el sentido contrario. Si el velero se acerca, primero verás la vela y el mástil y luego el resto de la embarcación. 

2. Trepa a un árbol

Este ejemplo lo explica, Erik Frenz en el portal científico Cell. 

Imagina que estás en una vasta planicie que tiene un árbol en la mitad. 

Si la Tierra fuera plana y miras a lo lejos, verías lo mismo si estás parado en el suelo o si te subes a la copa del árbol. 

Pero, como la Tierra es redonda, si trepas el árbol podrás ver cosas que no lograbas ver desde el suelo. Cuanto más subas más podrás ver en el horizonte.

"Esto se debe a que partes de la Tierra que estaban ocultas, debido a su curvatura, ahora se revelan porque tu posición ha cambiado", explica Frenz. 

3. Mira un eclipse lunar

Durante un eclipse lunar, la Tierra pasa entre la Luna y el Sol, lo cual hace que la Tierra proyecte su sombra sobre la Luna.

Notarás que la sombra que produce es redonda. Incluso si la Tierra fuera plana pero con forma de disco, tampoco produciría este tipo de sombra. 

"La única forma que puede producir una sombra curva sin importar desde que dirección se le ponga la luz, es una esfera", explica Thaller. 

El científico Neil deGrasse Tyson se burló de los terraplanistas con este tuit que dice: "Un eclipse lunar que los terraplanistas nunca han visto": 


4. Viaja en avión

Cuando tomas un largo vuelo puedes notar dos fenómenos interesantes, que describe el sitio Popular Science. 

En un vuelo transatlántico se puede ver, la mayoría de las veces, la curvatura de la Tierra. El Concorde, por ejemplo, ofrecía una de las mejores vistas de esa curvatura.
Se estima que la curvatura de la Tierra comienza a notarse a partir de los 10 km de altitud y se hace aún más evidente a partir de los 15 km de altitud.

Otro hecho es que los aviones pueden viajar en línea relativamente recta durante mucho tiempo sin "salirse" por ninguno de los supuestos bordes del planeta, incluso pueden dar la vuelta al mundo sin hacer escalas. 

5. Mira los husos horarios

Mientras en algunas partes del mundo es de día, en otras es de noche.
Según explica Popular Science, la razón es que la Tierra es redonda y rota sobre su propio eje. Es decir, mientras el sol ilumina una parte la esfera, la otra permanece en la oscuridad.
Además, si la Tierra fuera plana, seríamos capaces de ver el Sol aun si fuera de noche, es decir, cuando el sol no está brillando sobre nosotros.
 
Popular Science explica que eso se podría comparar a lo que ocurre en un teatro, en el que el público, que está sentado en medio de la oscuridad, puede ver los reflectores del escenario aunque estos no alcancen a iluminarlos a ellos. 

Fuente: BBC Mundo
 
 Y Gizmodo nos ofrece una tercera prueba de que la tierra NO es plana: ¿Cómo puede ser que, en el mismo momento se vean estrellas distintas en el cielo de Madrid y en el cielo de Buenos Aires? Lee el artículo AQUÍ.

20 de diciembre de 2018

Unilever lanza el Decálogo para disfrutar de una Navidad sostenible

La Navidad es tiempo para compartir y para disfrutar de la familia y los amigos, y uno de los momentos más especiales del año para los niños. A su vez, las fechas navideñas son una de las principales épocas del año en cuanto al uso de plásticos y en el consumo de alimentos. En este contexto, Unilever y el experto en medio ambiente José Luis Gallego han elaborado el Decálogo para disfrutar de una Navidad sostenible y libre de plástico, siendo solidarios con el planeta. 
 
España es el segundo país de Europa que más plásticos vierte al mar Mediterráneo, sólo superado por Turquía, según un estudio elaborado por WWF. Este material, tan relacionado a los envoltorios de los regalos y a los utensilios de un solo uso, satura el contenedor amarillo los días de Navidad y de Reyes cuando lo usamos sin moderación. 


Además, las fiestas navideñas suelen celebrarse con comidas, cenas y reuniones familiares de todo tipo donde la comida es la protagonista. Planificar, reaprovechar y racionar son tres buenos acciones para tener en cuenta a la hora de evitar derrochar alimentos. Es por eso que Unilever cuenta, además, con una Guía práctica para reducir los desperdicios alimentariosque permite a los consumidores reducir el impacto ambiental, optimizar los recursos naturales y planificar las compras que se hacen estos días. Tal y como asegura AECOC, el 42% del desperdicio de alimentos se produce en los hogares de los consumidores.

Decálogo Unilever para una Navidad más sostenible 

  1. El árbol, mejor natural: Su consumo es más ecológico que la compra de árboles de plástico, porque con ellos se apoya una industria forestal sostenible y se fomenta la economía rural. Además, los abetos actúan como consumidores de CO2 mientras están en las fincas de cultivo. Eso sí, no olvides de depositarlos en los puntos de recogida habilitados cuando terminen las fiestas.
  2. Juguetes sin plástico: Marionetas, rompecabezas, trenes de madera, construcciones… Desde hace unos años, y para atender a un tipo de consumidor cada vez más concienciado con la ecología, están reapareciendo los juguetes tradicionales elaborados con madera, tela o cartón. Son una gran alternativa a los juguetes de plástico, que invaden el mercado por estas fechas y que normalmente requieren el consumo de pilas y baterías, cuyo vertido incontrolado causa un grave impacto en el medio ambiente.
  3. Regalos solidarios: La solidaridad y la fraternidad entre seres humanos son dos de los valores navideños que hay que rescatar. Estas fiestas también podemos regalar productos solidarios de las ONG que trabajan en el tercer mundo: prendas naturales, adornos personales, moda étnica, objetos reciclados. Ayudar a las organizaciones humanitarias que trabajan a favor del medio ambiente y ayudan a las comunidades locales es una buena manera de recuperar ese espíritu.
  4. Con la cesta a todas partes: La bolsa de plástico es uno de los productos que mejor ejemplifica la cultura de usar y tirar. Si vas a hacer la compra para estas fiestas llévate una cesta, capazo, bolsa de tela o de rafia. También puedes recurrir al clásico carrito de la compra y, si acudes a un hipermercado en coche, coloca unas cajas en el maletero: son la mejor opción para llevar la compra ordenada y protegida.
  5. Sé listo y hazte la lista: Un método tan sencillo como acudir a la tienda con una lista previa es una opción imprescindible para evitar el derroche, sobre todo en vísperas de Navidad, cuando es más frecuente comprar por impulso. Además, practicando un consumo razonable contribuimos de manera directa a recortar la generación de residuos de envases y envoltorios de plástico durante las fiestas.
  6. Evita los cubiertos de usar y tirar: Cubiertos y vasos de plástico, servilletas y manteles de papel con motivos navideños. Sabemos que son una tentación, pero a su vez generan buena parte del aumento de residuos asociados a la Navidad. La Unión Europea prohibirá a partir de 2021 los utensilios de plástico de un solo uso; avánzate a la normativa y no te quedes atrás. En las oficinas de Unilever se han suprimido ya todos los vasos, botellas y cubiertos de plástico, y te aseguramos que no cuesta nada acostumbrarse.
  7. Grandes recetas a base de sobras: Son muchas las sobras de alimentos que se generan durante los encuentros navideños. Sácale partido a los alimentos que se quedan en la mesa y prepara nuevas recetas a partir de los trucos que te ofrece Unilever a través de su Guía práctica para reducir los desperdicios alimentarios en los hogares. Contribuirás al medio ambiente y también a la economía familiar.
  8. No te angusties, puedes repetir: Es mejor que sobre comida en la cazuela que en el plato. Ajusta tus recetas al número de comensales y sirve raciones moderadas. Piensa, además, que tiene que quedar un poco de espacio para los turrones, los barquillos y el roscón de reyes por lo que es mejor no llenarse el plato demasiado y, en todo caso, siempre está la opción de repetir.
  9. Dale un segundo uso: Tras el intercambio de regalos de Navidad el salón de casa suele quedar lleno de todo tipo de bolsas vacías. Reutilízalas tantas veces como puedas y, cuando no vayas a usarlas más, utiliza las de plástico como bolsas de basura para los envases que van al contenedor amarillo. Es ahí donde va también el poliestireno expandido (conocido como porexpan) que protegen los electrodomésticos o las ventanillas de plástico de las cajas de juguetes. Durante todo el año, pero especialmente en estas fechas, no te olvides de aplastar las botellas de plástico y bricks: el contenedor amarillo suele saturarse durante estas fiestas.
  10. Si comes fuera: Si eres de los que celebran la Navidad en un restaurante, elige con moderación y no tengas reparo en pedir las sobras para llevar a casa. Con ello contribuirás a reducir el desperdicio alimentario y, además, te ahorrarás tener que preparar la cena cuando llegues a casa. 
Tomado de: Compromiso RSE 
 
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