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12 de junio de 2012

La NASA descubre un bosque bajo el hielo del Ártico

Una de las investigadoras, tomando muestras del agua con plantas en el Ártico. |NASA
Una de las investigadoras, tomando muestras del agua con plantas en el Ártico. |NASA
Es un bosque en medio del desierto helado. Así lo describen, en un comunicado, los científicos que han descubierto, en una expedición de la NASA, que el Océano Ártico se está tiñendo de verde por la proliferación de plantas marinas microscópicas, que son esenciales para la vida en otros mares, pero que no habían sobrevivido hasta ahora en un ecosistema tan frío.

El calentamiento global está, según el trabajo que publican esta semana en 'Science' detrás de un fenómeno que hasta ahora no se había detectado en toda su amplitud.

La expedición ICESCAPE (siglas de Impactos del Clima en los Ecosistemas y la Química del Ártico) exploró las aguas de los mares de Beaufort y Chukchi, en Alaska, a bordo de un rompehielos estadounidense. "Hemos observado una masiva expansión del fitoplancton entre 800 centímetros y 1,3 metros en la capa helada del primer año en el mar Chukchi", aseguran los autores.

Comparativa del hielo en 1979 y 2011, recogida por la NASA. |NASA
Comparativa del hielo en 1979 y 2011, recogida por la NASA. |NASA

Esa capa se extiende en más de 100 kilómetros, un fenómeno que no había sido observado hasta ahora. El equipo ahora lo ha descubierto, ya fue capaz de encontrar hace un tiempo una 'selva amazónica' en medio del desierto de Mojave, en California, como recuerda Paola Bontempi, del programa de Biología Oceánica de la NASA.

Los cambios en el Ártico ya habían sido detectados por imágenes de satélite de la NASA. La expedición tenía como objetivo confirmar los datos, en un lugar de difícil acceso desde tierra.

Hasta ahora se pensaba que estas plantas que tiñen de verde el agua y son la base de la cadena alimenticia marina, sólo crecían después de que el hielo del mar se retiraba, lo que ocurre en verano. El problema, dice el biólogo Sam Laney, del Woods Hole Oceanographic Institution, está en que, igual que un aguacero hace florecer el desierto, la acumulación de agua de deshielo en cortos periodos de tiempo en el Ártico tienen importantes efectos sobre el ecosistema.

Flores bajo el hielo

Según sus análisis, al adelgazarse el hielo, la luz solar llega a las aguas que hay bajo la capa helada sobre el mar, lo que permite que la planta se desarrolle. "Si alguien me hubiera preguntado si veríamos flores bajo el hielo, les habría dicho que no era posible", reconoce Kevin Arrigo, de la Universidad de Stanford y líder de la expedición. "Ha sido una completa sorpresa", ha asegurado.

El fitoplancton, además, tuvo un crecimiento extremadamente activo, llegando a doblar su cantidad en un solo día, cuando las flores, en aguas abiertas, tardan dos o tres. Es más, los investigadores estiman que estas tasas pueden llegar a multiplicar por 10 las tasas de crecimiento de las plantas en aguas abiertas.

Como el fitoplancton, a su vez, consume grandes cantidades de dióxido de carbono, los científicos tendrán que evaluar, más adelante, cuánto CO2 está entrando en el Océano Ártico si resulta que estas plantas llegan a ser comunes bajo el hielo. "En este momento no sabemos si estas floraciones acaban de empezar a producirse o si es que no las hemos observado antes", señala Arrigo, quien cree que si el hielo sigue adelgazando, al final se convertirá en un bosque sobre el mar.

Fuente:

El Mundo Ciencia

22 de febrero de 2011

El plancton fue clave para hacer respirable la atmósfera en la Tierra


Investigadores que estudian el origen de la primera atmósfera respirable de la Tierra se han concentrado en el importante papel desempeñado por criaturas tan diminutas como el plancton. En un artículo que aparece en la edición digital de Proceedings, el investigador de la Universidad Estatal de Ohio Matthew Saltzman y sus colegas muestran cómo el plancton proporciona un enlace crítico entre la atmósfera y los isótopos químicos atrapados en las rocas hace 500 millones de años.

Este trabajo se basa en un descubrimiento previo del equipo respecto a que cambios en la corteza terrestre iniciaron una especie de efecto invernadero inverso hace 500 millones años que enfrió los océanos del mundo, dio lugar a una gigante eclosión de plancton, y envió una ráfaga de oxígeno en la atmósfera.

El nuevo estudio ha revelado detalles sobre cómo el oxígeno llegó a desaparecer de la antigua atmósfera de la Tierra durante el Periodo Cámbrico, sólo para volver a niveles más altos que nunca. También alude a cómo, después de extinciones masivas, el oxígeno en grandes cantidades permitió a la vida volver a florecer.

Saltzman y su equipo fueron capaces de cuantificar la cantidad de oxígeno que se liberaba en aquella atmósfera, y vincular directamente la cantidad de azufre en los océanos antiguos con el oxígeno atmosférico y el dióxido de carbono. El resultado es una imagen más clara de la vida en la Tierra en un momento de crisis extrema.

"Sabemos que los niveles de oxígeno en el océano se redujeron drásticamente [una condición llamada anoxia] durante el Cámbrico, y que coincide con un momento de extinción global", dijo Saltzman, profesor asociado de Ciencias de la Tierra.

En un artículo en la revista Nature el mes pasado, los mismos investigadores presentaron la primera evidencia geoquímica de que la anoxia se extendió incluso a las aguas poco profundas. "Todavía no sé por qué la anoxia se extendió por todo el mundo. Puede que nunca lo sepamos", dijo Saltzman. "Pero ha habido muchos eventos de extinción en la historia de la Tierra, con la excepción de los causados por impactos de meteoritos, que cambian el equilibrio de oxígeno y dióxido de carbono en la atmósfera y los océanos"

"Al conseguir una manija en lo que estaba sucediendo en aquel entonces, podemos mejorar nuestra comprensión de lo que está pasando ahora a la atmósfera."

Algo de oxígeno pudo volver a entrar en los océanos y la atmósfera hace 500 millones de años, y el estudio sugiere que pequeñas plantas y formas de vida animal conocidas como plancton fueron la clave.

El plancton puede estar en la parte inferior de nuestra cadena de alimentos de hoy, pero en aquel entonces, gobernaba el planeta. Aparte de la abundancia de los trilobites, la vida en los océanos no era muy diversa.

No fue diversa hasta que un evento geológico que provocó el entierro de grandes cantidades de materia orgánica en los sedimentos oceánicos y que retiró dióxido de carbono de la atmósfera y liberó oxígeno.

Cuanto más oxígeno llegaba a las células del plancton, más selectivamente convertían el isótopo ligero del carbono en dióxido de carbono, y lo incorporaban dentro de sus cuerpos.

Mediante el estudio de isótopos en el plancton fósil en las rocas que se encuentran en el centro de Estados Unidos, el interior de Australia y China, los investigadores determinaron que este evento ocurrió casi al mismo tiempo que una explosión de la diversidad del plancton conocida como la "revolución de plancton". "La cantidad de oxígeno se recuperó, al igual que la diversidad de la vida", explicó Saltzman.

Otros investigadores han tratado de medir la cantidad de oxígeno que había en el aire durante el Cámbrico, pero sus estimaciones han variado ampliamente, desde un pequeño tanto por ciento hasta un 15-20 por ciento. Si las estimaciones más altas fueran correcta, entonces el evento habría aumentado el contenido de oxígeno a más del 30 por ciento o casi un 50 por ciento más rico que el estándar actual del 21 por ciento.

Este estudio ha proporcionado una nueva perspectiva sobre el asunto. "Hemos sido capaces de reunir líneas independientes de evidencias que muestran que si el contenido total de oxígeno fue de alrededor de un 5-10 por ciento antes del evento, y a continuación, se elevó a justo por encima de los niveles actuales por primera vez después del evento", dijo Saltzman.

El estudio tiene relevancia para la geoingeniería moderna. Los científicos han comenzado a investigar lo que podemos hacer para prevenir el cambio climático, y alterando la química de los océanos podría ayudar a eliminar el dióxido de carbono y restaurar el equilibrio de la atmósfera. El plancton sería una parte necesaria de la ecuación, añadió.

Fuente:

Europa Press

28 de julio de 2010

El mar se queda sin plancton

Estudio realizado por Nature

Fitoplanton de la especie de diatomeas 'Rhizosolenia setigera'. | Karl Bruun

Fitoplanton de la especie de diatomeas 'Rhizosolenia setigera'. | Karl Bruun

En 1865, la armada del Vaticano pidió al padre Pietro Angelo Secchi un estudio de la claridad del mar Mediterráneo. No pudo rechazar el cometido, así que inventó uno de los instrumentos oceanográficos más simples que jamás se hayan usado en la ciencia: un disco blanco de 20 centímetros de diámetro que se hunde desde la borda de la embarcación y el investigador apunta a qué profundidad lo deja de ver. Este sistema ha sido una prueba rutinaria en la oceanografía desde hace más de un siglo. Las medidas tomadas mediante este sistema permiten conocer la penetración de la luz en la superficie del océano y se puede relacionar este dato con la abundancia de fitoplancton, unas algas microscópicas presentes en todos los mares y océanos del mundo y que son responsables de la mitad de la producción orgánica del planeta.


Diatomea 'Pleurosigma'. | Harry Taylor

Diatomea 'Pleurosigma'. | Harry Taylor


Gracias a las rutinas de Secchi sabemos ahora que los océanos se están quedando sin estos organismos. Un artículo publicado en la revista 'Nature' revela por primera vez que el fitoplancton está en declive globalmente desde hace 100 años. Estos organismos son la base de la cadena alimenticia y ecológica de los ecosistemas marinos. Sirven de sustento a un buen número de animales, desde los más pequeños como el zooplancton del que se alimentan las ballenas, hasta grandes cetáceos, peces y aves marinas.


"El fitoplancton es el combustible con el que funcionan los ecosistemas marinos. El declive de estas formas de vida afecta a todos los organismos que se encuentran por encima de ellas, incluidos los humanos", asegura Daniel G. Boyce, investigador del Departamento de Biología de la Universidad de Dalhousie (Canadá) y uno de los autores del estudio. De acuerdo con el trabajo, la tasa de reducción que está sufriendo el fotoplancton es de aproximadamente un 1% cada año en todo el planeta.


Debido al calentamiento


Según los autores, esta tendencia está especialmente bien documentada en el Hemisferio Norte y durante la última mitad del siglo XX. La pérdida de fitoplancton en ese periodo puede alcanzar el 40%. Además, pudieron relacionar el descenso en la abundancia de estos organismos con el aumento de la temperatura en la superficie del océano y con las cambiantes condiciones oceanográficas.


Para llegar a esta conclusión, los científicos han analizado una colección sin precedentes hasta la fecha de datos oceanográficos históricos, muchos de ellos procedentes de pruebas de Secchi, y de investigaciones recientes realizadas con satélites. Los autores han tardado tres años en analizar la ingente cantidad de datos procedentes de todos los océanos del mundo. El resultado final es la base de datos más completa sobre las observaciones de transparencia del agua marina y de la presencia de clorofila en ella que se haya realizado jamás. Contiene poco menos de medio millón de observaciones realizadas desde 1899 hasta la actualidad.


La investigación supone un elemento clave en el esqueleto científico que indica que el cambio climático está alterando la base de los elementos más fundamentales de los ecosistemas marinos. "El declive del fitoplancton debido al calentamiento es otra importante dimensión del cambio global que están sufriendo los océanos, que ya están muy amenazados por los efectos de la contaminación y la sobrepesca", asegura Marlon R. Lewis, otro de los autores del Departamento de Oceanografía de Dalhousie.

Fuente:


El Mundo Ciencia

12 de enero de 2010

Los erizos y estrellas de mar comen CO2


Martes, 12 de enero de 2010

Los erizos y estrellas de mar comen CO2


¿Qué son los equinodermos?

Los equinodermos (Echinodermata, del griego ekhinos, "espina" y derma, "piel") son un filo de animales deuteróstomos exclusivamente marinos y bentónicos. Su nombre alude a su exclusivo esqueleto interno formado por osículos calcáreos. Poseen simetría pentarradial secundaria, caso único en el reino animal, y un sistema vascular acuífero característico.

Existen aproximadamente unas 7.000 especies actuales y unas 13.000 extintas, ya que su historia se remonta a principios del Cámbrico, siendo uno de los grupos animales mejor representados en el registro fósil.

La ciencia que los estudia se llama equinología y el científico se llama un equinólogo.


Los erizos y estrellas de mar tienen mucho que decir en el cambio climático. La edición digital de la prestigiosa publicación «Nature» se ha hecho eco de un estudio liderado por el joven oceanógrafo langreano Mario Lebrato que revela la importancia de los equinodermos (como estrellas o erizos de mar) en el ciclo del carbono. Estos animales marinos captan dióxido de carbono del agua para «construir» carbono inorgánico en su esqueleto. El proceso de calcificación permite a los equinodermos «secuestrar» CO2 y llevarlo consigo al fondo del océano cuando mueren como carbonato de calcio. La novedad del estudio de Lebrato reside en que la capacidad de almacenamiento de carbono de los equinodermos es mucho más importante de la que se presumía hasta ahora y tiene un impacto similar a la función realizada en la superficie del agua por el plancton marino.

Lebrato, que en la actualidad cursa sus estudios de doctorado en el Instituto Leibniz de Ciencias Marinas de la ciudad alemana de Kiel, recogió junto a sus colaboradores hasta cinco clases de equinodermos en diversas latitudes del océano Atlántico. Después, los animales, todos ejemplares adultos, fueron limpiados antes de ser congelados, secados y desintegrados en polvo para el análisis del carbono. En el Cabo Vidío, en la zona de Cudillero, Lebrato recopiló erizos y estrellas de mar. El estudio revela que estos animales son auténticas factorías de carbono a nivel global. Sospechábamos que animales que habitan en los fondos, desde las zonas intermareales y charcas a la plataforma continental y pendientes oceánicas, albergaban el potencial de secuestrar muchas toneladas de carbono anuales, pero no imaginábamos que iba a ser similar al plancton», explica el científico langreano.

Las conclusiones del estudio de Lebrato también han sido publicadas en la revista «ESA Ecological Monographs». El artículo de «Nature» resalta, por su parte, el novedoso enfoque de la investigación de Lebrato. También recoge testimonios de expertos en la materia como Justin Ries, paleoceanógrafo de la Universidad de Carolina del Norte, o Craig Smith, biólogo de la Universidad de Hawai, que destacan las posibilidades que abre el trabajo del oceanógrafo langreano.

Mario Lebrato, que tuvo que financiar las fases iniciales del estudio con su dinero «porque nadie creía en ello», resalta las repercusiones de la investigación: «El impacto del estudio es brutal porque estamos desafiando un paradigma de muchos años donde sólo importaba el plancton».

Fuente:

La Nueva España

10 de diciembre de 2009

¿A dónde van los pingüinos?


Jueves, 10 de diciembre de 2009

¿A dónde han ido los pingüinos?

El pingüino Adelia

El Pingüino adelia (Pygoscelis adeliae) es, junto con el pingüino emperador, una de las dos únicas especies de pingüinos que viven en el continente antártico, propiamente. Esta especie es común a lo largo de toda la costa antártica e islas cercanas. En 1830, el explorador francés Dumont D'Urville lo bautizó en honor a su esposa, Adélie. La Isla Ross alberga una colonia de aproximadamente medio millón de pingüinos adelia.

Este pingüino tiene de 60 a 70 cm de longitud y alrededor de 4 kg de peso. Su rasgo distintivo es el anillo circular blanco que rodea el ojo y las plumas en la base del pico. Estas largas plumas ocultan la mayor parte del pico rojo. La cola es un poco más larga que las de otros pingüinos.

Más datos en Wikipedia...





5 de diciembre. Kristen Gorman y Jen Blum salen todos los días temprano y regresan a eso de las 10 de la noche. Están entre las personas que más duro trabajan en la estación. Pero ¡qué trabajo!: pasan la jornada entre pingüinos y cormorane, petreles y skúas (esas aves que parecen enormes gaviotas pardas). Los cuentan, los marcan, los miden, los pesan. Estudian exactamente lo que comen los padres y los bebés, cuándo y dónde. Estudian el esfuerzo que les cuesta a las aves conseguir su alimento (el krill), la dinámica de sus poblaciones, lo que sucede en el nido. Quién muere, cómo y por qué. Quién se come a quién y cómo encaja todo esto con el calentamiento global, pues es una cadena firmemente “apretujada”, y todo, absolutamente todo, afecta a lo demás.

“Las poblaciones de pingüinos adelia en el área del Archipiélago Palmer, en la Península Antártica, están menguando”, dice Kristen. “Porque esta es una especie que depende del hielo marino para muchas cosas. Por ejemplo, necesitan los témpanos y las extensas capas de hielo que cubren el mar para descansar sobre ellas. Y necesitan ese hielo para atrapar el krill que pone sus huevos debajo”. Con menos hielo cubriendo el agua, los pingüinos tienen que nadar más lejos para conseguirlo.

En cambio, los pinguinos gentoo (los que tienen el pico anarajado) necesitan las aguas abiertas para atrapar su propio alimento. Ellos deben nadar a toda prisa y dar saltitos sobre el agua, mientras acumulan impulso para ir rozando la superficie con los picos abiertos. Entonces estos gentoo, a los cuales no les gusta el hielo, han estado estableciéndose en esta área cada vez mas. Y los adelia, han estado decreciendo.

¿A dónde van los adelias? Nadie lo sabe aun con certeza. Es posible que simplemente estén desapareciendo de la península. Hace una década había muchos. Sólo en la isla Torgersen vivían 10.000 parejas; ahora quedan alrededor de 3.000. ¿Habrán migrado hacia otros lugares? No parece muy viable. Lo cierto es que no todas las islas ni las áreas costeras de la península al sur del Archipiélago Palmer son un entorno fácil para los adelias. O bien son sumamente escarpadas, o no tienen las condiciones de alimento adecuadas.

Y sin embargo, Kristen y Jen hallaron una colonia casi inaccesible en la Isla Charcot, hace unos meses. Este fue un gran descubrimiento. Porque Charcot tiene unas costas difíciles. Esa topografía para un pinguino es casi como ir a los Andes para un humano. Y no obstante ahí están, en las alturas, teniendo que bajar al mar constantemente para volver a subir a cuidar del nido. ¿Qué atractivo le encuentran? “Nada menos que el atractivo de la comida en gran abundancia”, dice Jen. “La topografía submarina y la geología de Charcot son semejantes a las de las costas chilena y peruana: tiene paredes casi verticales que descienden hasta el fondo formando cañones submarinos”, dice Fulana. “Esto hace que el agua fría y densa del fondo, que está cargada de nutrientes, pueda subir a la superficie para enriquecerlo todo. Es lo mismo que sucede en Charcot, y en otras islas antárticas parecidas, pero en menor escala que en la costa sudamericana, naturalmente”.

El descubrimiento no habría podido realizarse sin la interacción de diversos instrumentos y disciplinas científicas, pues la geología submarina de las islas y la cantidad de plancton vegetal que hay en ellas la descubrieron los robots gliders. Y a su vez los robots tuvieron que seguir a los pinguinos. “Los pinguinos se comen el krill, pero este a su vez se come al plancton vegetal” dice Kristen.

En enero, ambos equipos de biólogos explorarán Charcot nuevamente. “Para mí es difícil creer que fuimos la primeras en pararnos en esas costas de Charcot”, dice Jen. Pero así es la Antártida: aún hay espacio para el descubrimiento y la exploración.

Fuente:

Muy Interesante

20 de mayo de 2007

Fertilizar los océanos para sembrar beneficios.
Algunos tecnócratas de Silicon Valley estudian las posibilidades del plancton para mitigar los efectos del calentamiento global.

MATT RICHTEL/NYT - San Francisco - 20/05/2007

¿Puede el plancton salvar el planeta? Algunos tecnócratas de Silicon Valley creen que sí. En un esfuerzo por mitigar los efectos del calentamiento global, varios grupos trabajan en iniciativas para cultivar grandes campos flotantes de plancton destinados a absorber el dióxido de carbono de la atmósfera y llevarlo a las profundidades del océano.

Thor Swift para The New York Times- Thor Swift para The New York Times.

Es una teoría, debatida por los expertos durante años, que todavía suena a ciencia-ficción, y algunos eruditos creen que ésa es la categoría a la que pertenece.

Pero, aunque muchas preguntas siguen sin respuesta, se prevé que el primer proyecto comercial se ponga en marcha este mes, cuando el WeatherBird II, un barco de investigación de 35 metros, zarpe de Florida en dirección a las Galápagos y el Pacífico Sur.

El barco planea disolver varias toneladas métricas de hierro, un nutriente del plancton, en un área de 10.000 kilómetros cuadrados.

Cuando los restos de hierro fomenten el crecimiento y la reproducción del diminuto organismo, los científicos del WeatherBird II calcularán qué cantidad de dióxido de carbono ingiere el plancton.

La idea es similar a la plantación de bosques llenos de árboles inhaladores de carbono, pero en extensiones desiertas del océano.

"Esto es jardinería orgánica, no física cuántica", dice Russ George, consejero delegado de Planktos, la empresa responsable del proyecto del WeatherBird II. "¿Es posible que resulte tan sencillo como nosotros decimos? Estamos a punto de descubrirlo", dice.

Para George, esto no es sólo ciencia y ecología, es un negocio, y posiblemente de los grandes. Nuevos tratados y regulaciones por todo el mundo obligan a las empresas a buscar sistemas para compensar sus emisiones de carbono, y tal vez Planktos y su competencia cobren millones por sus servicios.

Planktos y su rival Climos, fundada por un ex millonario de las puntocom, quieren comercializar la fertilización oceánica. Sus iniciativas subrayan el cada vez mayor esfuerzo por eliminar carbono de la atmósfera. Las soluciones incluyen la reforestación de bosques y la recuperación de toneladas de carbono resultante de la quema de carbón para la electricidad y el petróleo, devolviéndolo al subsuelo.

Desde Silicon Valley, donde los innovadores desvían su atención hacia los negocios medioambientales, empiezan a llegar soluciones tecnológicas. Su rentabilidad económica podría ser considerable, afirma Daniel M. Kammen, catedrático de la Universidad de California en Berkeley.

En Europa, donde existe un mercado de créditos de carbono, compensar una tonelada de emisiones de carbono sólo cuesta 1,4 euros. Pero no hace mucho, esa cifra era de 25,7. Planktos cree poder cosechar unos beneficios sustanciales si obtiene 3,6 euros la tonelada por capturar dióxido de carbono. "El coste de la compensación con estas tecnologías es inferior al de la construcción de placas solares o molinos de viento", dice Kammen.

Pero, según algunos expertos oceanográficos, existe el riesgo de hacer más mal que bien al estimular el crecimiento del plancton. Ken Buesseler, científico de la Woods Hole Oceanographic Institution en Massachusetts, dice que, aunque al principio quizá se absorba el carbono, es probable que parte de él vuelva a la atmósfera cuando el plancton sea consumido o se descomponga.

A algunos académicos les preocupa que las floraciones de plancton puedan liberar metano y óxido nitroso, lo cual aumentaría los gases invernadero. Buesseler ha organizado una conferencia en otoño para reunir a los expertos en fertilización oceánica, evaluar los años de investigación en ese terreno y ver la manera de fomentarla.

Entra en escena George, de 57 años y fundador de Planktos, con sede en California. Después de trabajar como asesor medioambiental en Canadá, se le ocurrió el concepto de Planktos en 1997, el mismo año del Protocolo de Kioto, el tratado que ha impulsado el grueso de las normas para la reducción del carbono.

Según George, su objetivo iba más allá de mitigar las emisiones de carbono; también quería restaurar el plancton perdido por el cambio climático. Las iniciativas del WeatherBird II no implican que la ciencia esté lista para su comercialización, dice, pero pretenden ofrecer una investigación que podría probar su efectividad.

Destacados científicos están participando en los esfuerzos de comercialización. Margaret S. Leinen, ex directora adjunta de geociencia en la National Science Foundation, actualmente dirige a los científicos de Climos. Y es la madre de Dan Whaley, su fundador.

Whaley, que hizo su fortuna durante el auge de las puntocom al fundar Get-There.com, ha organizado una junta de asesores científicos, que incluye al ex presidente de la American Association for the Advancement of Science y al director del National Center for Atmospheric Research.

Whaley no revela cuándo y cómo Climos ofrecerá pruebas al mercado de que puede utilizar la fertilización oceánica para una compensación del carbono a largo plazo. Sin embargo, eso no le impide plantear un reto a Planktos.

"Quien se tome esto en serio debe lograr que se involucren los líderes de la comunidad oceanográfica", asegura Whaley, "y no limitarse a navegar por ahí lanzando hierro por la popa de un barco".

Fuente:

El País
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