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17 de agosto de 2012

Colombia: El lago que huele a cebolla, amenazado por el petróleo


El lago de Tota, el más grande de Colombia, huele a cebolla.

Después de todo, el 90% de la cebolla larga (Allium fistulosum) que se consume en el país se cultiva en sus riberas, a más de 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar. 

Las condiciones climáticas de la zona son ideales y el lago además les garantiza a los cebolleros del municipio de Aquitania, en el céntrico departamento de Boyacá, toda el agua que puedan necesitar.

Plantación de cebollas cerca del lago de Tota.

En las riberas del lago de Tota se cultiva el 90% de la cebolla larga de Colombia.

"La región no puede sobrevivir sin la cebolla. Somos cultivadores hace muchos años", le dice a BBC Mundo Tito Pérez, uno de los productores del vegetal.

El impacto del cultivo sobre el lago, sin embargo, no se limita al olor, perceptible incluso a la distancia.

A los cebolleros se les acusa de estar contaminando la fuente de agua con fertilizantes y pesticidas, de invadirla para ampliar sus plantaciones.

Y esa tampoco es la única actividad humana que está impactando negativamente al lago de Tota, que en julio pasado recibió un Globo Gris de la Red Mundial de Humedales.

Una "distinción" que lo identifica como uno de los ecosistemas más amenazados a nivel mundial.

Amenazas múltiples

Efectivamente, la lista de amenazas que se ciernen sobre el segundo lago más alto de Suramérica es variada y extensa.

Piscifactoría en el lago de Tota

La cría de truchas en jaulones flotantes es criticada por los ambientalistas.

"(Los problemas) tienen que ver con las malas práctica en los cultivos de cebolla junca; con cultivos de truchas en jaulones flotantes, que están arrojando todos sus desechos directamente al agua; con el problema de las aguas residuales del municipio de Aquitania", le explica a BBC Mundo Felipe Velasco, de la ONG Fundación Montecito.

Velasco critica, además, el elevado consumo de agua por parte de los acueductos de varias municipalidades cercanas y por parte de la acería Paz del Río -propiedad de la siderúrgica brasileña Votorantim- que juntos suman alrededor de 3.000 litros por segundo, "sin ningún tipo de compensación".

"Hay también un problema muy grave, que tiene que ver con los daños a la cuenca en las partes altas. Cuenca que esta siendo desforestada, que esta siendo dedicada a la agricultura, en zonas altas, zonas de paramo, que deberían ser zonas intocables. Se están reteniendo aguas de los afluentes del lago de Tota", agrega el ambientalista.
"Los problemas con el lago de Tota empiezan con un problema de inconciencia de todos nosotros, como ciudadanos, como Estado"
Felipe Velasco, Fundación Montecito

"Y hay una amenaza nueva que se cierne sobre la zona de cuenca y la cercanía de la cuenca, que es la llegada de la industria del petróleo".

El inicio de las exploraciones petroleras es, de hecho, lo que más parece preocupar a los pobladores y autoridades locales, quienes temen por el impacto de la posible explotación de crudo sobre la principal fuente de agua potable de siete municipios de Boyacá.

Y Velasco espera que estos temores, junto con la llamada de atención de la Red Mundial de Humedales, ayude a generar más conciencia sobre el conjunto de amenazas que penden sobre el lago, las que a su juicio no han recibido suficiente atención.

"Los problemas con el lago de Tota empiezan con un problema de inconciencia de todos nosotros, como ciudadanos, como Estado", le dice a la BBC.

Responsabilidades

La pluralidad de factores que afectan al lago también les ha permitido a los diferentes actores relativizar su cuota de responsabilidad.

Lago de Tota, Boyacá, Colombia

Ubicado a 3.015 metros sobre el nivel del mar, el lago de Tota es el segundo más alto de Suramérica.

"Hay personas, hay sectores de la sociedad colombiana que dicen que somos los cebolleros los culpables de la situación del lago de Tota. Pero realmente no somos nosotros", dice Tito Pérez, para quien la base del problema está en la falta de implementación del plan de manejo y ordenamiento de la cuenca de lago de Tota, responsabilidad de la autoridad ambiental regional.

"Ahí se planteaban cuestiones de tipo educativo, sobre buenas prácticas agrícolas para el sector de los cebolleros, pero eso no se ha hecho".

Y, según Pérez, los cebolleros son los más interesados en trabajar "para que nuestro lago no se deteriore, no sufra, sino que siga siendo una maravilla natural".
"Estamos dispuestos a colaborar y a hacer prácticas cada vez más amigables con nuestro lago, estamos dispuestos a desarrollar todas las técnicas que estén a nuestro alcance para mitigar el impacto que pueda tener la actividad"
Ángel Munar, piscicultor

Lo mismo afirma Ángel Munar, gerente-propietario de Truchicol, uno de los nueve criaderos de truchas arcoíris que funcionan en el lago.

"Los piscicultores estamos dispuestos a colaborar y a hacer prácticas cada vez más amigables con nuestro lago, estamos dispuestos a desarrollar todas las técnicas que estén a nuestro alcance para mitigar el impacto que pueda tener la actividad", le dice a BBC Mundo.

Y Munar realmente parece dispuesto a predicar con el ejemplo.

De hecho, las buenas prácticas de la piscifactoría le han permitido conseguir varias acreditaciones que, según Munar, demuestran su sostenibilidad ambiental.

Pero Velasco considera que más estudios son necesarios. Y también advierte sobre los riesgos de mirar los problemas de lago de forma aislada.

Convención Ramsar

En lo que coinciden todos, sin embargo, es en que un rol más activo por parte de las instituciones del Estado podría hacer la diferencia en el lago de Tota.

Lago de Tota, Boyacá, Colombia

El lago tiene un gran potencial turístico.

Para los cebolleros, como Tito Pérez, se trata de contar con el apoyo necesario para modificar sus prácticas culturales.

Y los piscicultores, como Munar, piden precisamente un "estudio de capacidad de carga" para poder evaluar el verdadero impacto de su actividad.

"Lo que hace falta es que el estado haga presencia y que haga cumplir la ley, que haga cumplir las normas. 

Que mire al lago de Tota con la importancia que merece", dice por su parte Velasco.
Y como criterio de evaluación, el presidente de la Fundación Montecito ofrece la designación del lago de Tota como "sitio Ramsar"; es decir, su reconocimiento por parte de las autoridades colombianas como humedal de importancia internacional.

Por el momento, sin embargo, el gobierno colombiano no está considerando esa posibilidad.

"Un humedal Ramsar tiene una serie de restricciones, restricciones de uso y ocupación. Sería lo deseable, pero no podemos perder de vista hay gente (que vive del lago)", le dijo a BBC Mundo la Viceministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Adriana Soto.

"Primero tiene que haber un proceso de ordenación de la cuenca del lago y los territorios aledaños. Y si el proceso de ordenamiento de la cuenca es efectivo las zonas que se declaren de protección que correspondan a humedal podrían eventualmente considerarse para ello, pero habría que seguir esa secuencia", explicó.

Fuente:


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Martes, 15 de septiembre de 2009

La mitad del pescado que se consume en el mundo viene de piscifactoría


¿Qué es la piscicultura?

La acuicultura se define como la acción y rubro comercial productivo, en la crianza de recursos hidrobiológicos, conocidos también como peces, moluscos, crustáceos y vegetación acuática, en ambientes físicos controlados, con el fin de reemplazar y mejorar las condiciones que estos organismos encuentran en ambientes normales. Actualmente, esta actividad está industrializada totalmente.

¿Qué es una piscifactoría?

Es una instalación dedicada a la cría industrial de peces. En función de si se dedican al cultivo de peces de agua dulce o marina se diferencia entre piscifactorías continentales y marinas.
Mayores detalles en Encarta.



Un trabajador capturando una dorada en una piscifactoría. | E. Salas

Un trabajador capturando una dorada en una piscifactoría. | E. Salas

La acuicultura ya produce la mitad del pescado que se vende en las pescaderías de todo el mundo. El dato, al que las previsiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) auguraban que se llegaría en 2015, puede parecer muy positivo para la salud de las pesquerías salvajes.

Pero nada más lejos de la realidad. Una investigación realizada en la Universidad de Stanford, en California (EEUU), ha revelado que algunas piscifactorías requieren hasta cinco veces más carne de especies marinas, para la alimentación de los animales de la instalación, de la que producen las propias especies comerciales presentes en ellas.

«El salmón de piscifactoría, por ejemplo, requiere cinco kilos de peces salvajes capturados en el mar [pero de escaso valor en el mercado] para obtener un solo kilo de pescado con valor comercial», asegura Rosamond L. Taylor, autora principal del estudio publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' ('PNAS') y directora del Programa de Medio Ambiente y Seguridad Alimentaria de la Universidad de Stanford.

Dos importantes investigaciones recientes, ambas publicadas en la revista Science, dan idea del mal estado de salud en el que se encuentran los océanos. La primera aseguraba que el 91% de las especies marinas de valor económico o ecológico se han reducido a la mitad desde 1950. Mientras que el otro estudio ponía el grito en el cielo al demostrar que el 40% de los océanos de todo el mundo están afectados de forma grave debido a la acción del hombre.

En este escenario, la producción de pescado y marisco para consumo humano se triplicó desde el año 1995 hasta 2007. Y una de las causas principales es el gran aumento de la demanda de especies ricas en ácidos grasos Omega-3, cuyos beneficios en la reducción de los riegos de padecer enfermedades cardiovasculares han sido puestos de manifiesto por la medicina en los últimos años.

Uno de los grandes problemas del incremento en la demanda de este tipo de ácidos grasos es, según los autores, que las especies más ricas en estos nutrientes -como el salmón- son precisamente las que necesitan mayores aportes de piensos y aceites obtenidos a partir de las capturas en mar abierto.

Los mercados mandan

«La gran expansión de la acuicultura está impulsada por la demanda», dice Naylor, «mientras sigamos queriendo cubrir con pescado nuestras necesidades de estos ácidos grasos, estaremos sometiendo a las pesquerías salvajes a una gran presión ambiental para alimentar a las piscifactorías». En los sistemas naturales, las especies sin valor comercial, a partir de las cuales se elaboran los piensos y aceites de pescado, desempeñan un importante papel en la pirámide ecológica transformando el plancton en alimento disponible para los depredadores. «La sobrexplotación de estos organismos puede generar un gran estrés a las especies situadas en la parte alta de la pirámide trófica, como el atún», dice Naylor.

La investigación refleja que la cantidad media de pescado necesario para producir un kilo de carne de una especie de piscifactoría ha descendido de 1,04 kilos en 1995 -más de un kilo de pescado salvaje para generar un kilo de un pez de pescadería- hasta 0,63 kilos en 2007. Sin embargo, para los científicos este dato aún debe mejorarse mucho si queremos que las piscifactorías supongan una ayuda para el mar, en lugar de una amenaza.

Los autores proponen algunas soluciones para reducir la demanda de piensos marinos en estas instalaciones. Entre ellas está reducir los aceites presentes en la dieta de los salmones en un 4%. «Sólo esta medida reduciría las necesidades de pescado salvaje de manera que para producir un kilo de salmón se pasaría a necesitar 3,9 kilos de pescado, en lugar de cinco», dice Naylor.

Además, la investigación señala dos vías principales para lograr reducir el ratio en productos como el salmón: alimentar a las especies de piscifactoría con ácidos grasos Omega-3 de origen vegetal terrestre y desarrollar de forma decidida la incipiente tecnología de la extracción de aceites a partir de microorganismos unicelulares.

Fuente:

El Mundo - Ciencia

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