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14 de febrero de 2020

El circuito del miedo en los seres humanos


El primer sitio donde se localiza el miedo reside en el cerebro, en una estructura -con forma de almendra- denominada amígdala. Encargada de controlar y procesar emociones, la amígdala da la señal de alarma ante nuestros miedos más primitivos y, lo que es más importante, los pone en relación con el resto del cerebro. Gracias a esta estructura compleja nuestra especie ha sobrevivido, puesto que la amígdala ha hecho saltar las alarmas orgánicas de nuestros antepasados cuando se presentaban estímulos amenazadores para su integridad física. De esta manera, ante un indicio de peligro, la amígdala se pone en marcha, emitiendo una señal al resto del cuerpo. Incluso, hay ocasiones, en las que la amígdala se pone activa antes de que seamos conscientes del peligro. Es cuando empieza la sudoración.

Con esto, bien puede decirse que el miedo es una respuesta defensiva tan antigua como el mundo y que nos sirve para ser conscientes del peligro cercano. De hecho, ya hemos visto que en las sociedades primitivas el miedo servía para proteger la vida. De manera parecida, en épocas no muy lejanas, el terror desplegado por los gobiernos totalitarios en Europa sirvió a los regímenes para salvaguardarse a sí mismos.


25 de marzo de 2014

Terrorismo:¿Es una estrategia eficaz para conseguir objetivos?


A diferencia de otras clases de violencia, el terrorismo resulta singular en un aspecto fundamental: se caracteriza por originar un temor desproporcionado a sufrir un daño. Es decir, que el terrorismo generalmente no produce violencia real, y además el temor es desproporcionado porque la probabilidad de sufrir daño a través del terrorismo es muy remota.

Las cifras, comparadas con el número de muertes a causa de homicidio, guerra y genocidio, son irrisorias: menos de 400 muertos al año de resultas del terrorismo internacional desde 1968, y unos 2.500 anuales desde 1998 debidos al terrorismo nacional.

Ahora echemos un vistazo los verdaderos peligros, que han sido calculados por el matemático John Allen Paulos en su libro más importante sobre anumerismo: El hombre anumérico: anualmente, en Estados Unidos mueren 40.000 personas en accidentes de tráfico, 20.000 en caídas, 18.000 en homicidios, 3.000 ahogados (300 de ellos en bañeras), 3.000 en incendios, 24.000 por intoxicación accidental, 2.500 por complicaciones quirúrgicas, 300 asfixiados en la cama, y 17.000 debido a “otros accidentes no especificados ajenos al transporte y sus secuelas.”

Tal y como señala el psicólogo cognitivo Steven Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro:
De hecho, cada año, menos en 1995 y 2001, han muerto más americanos a causa de rayos, ciervos, alergias a los cacahuetes, picaduras de abeja o “por arder o derretirse la ropa de dormir” que por atentados terroristas.
A pesar de ello, la gente se alarma particularmente ante un atentado terrorista, los medios de comunicación ofrecen una cubertura muy superior a otros hechos potencialmente más peligrosos y las administraciones gastan un gran esfuerzo y dinero en combatirlo, sobre todo a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001, tal y como expone Pinker:
Los casi tres mil muertos a causa de los atentados del 11 de septiembre estaban literalmente fuera de la gráfica: en niveles muy inferiores de la cola de distribución de potencia en la que se sitúan los ataques terroristas. Según los datos sobre terrorismo global del National Consortium for the Study of Terrorism and Responses to Terrorism (el principal conjunto de datos públicamente disponible sobre atentados terroristas), entre 1970 y 2007 sólo otro ataque terrorista en el mundo entero ha llegado a matar a quinientas personas.
Aspirar a que no haya muertes por terrorismo es como aspirar a que no haya muertos por absolutamente nada, incluyendo alergias a los cacahuetes. Es un objetivo bonito, pero material y pragmáticamente ineficaz: gastaremos muchos recursos, e invertiremos demasiada cuota de preocupación por un problema desatendiendo otros más apremiantes.

Las muertes por terrorismo son tan improbables que incluso las medidas para evitarlas pueden matar más: durante el año transcurrido desde el atentado del 11-S, murieron 1.500 americanos en accidentes de coche porque prefirieron ir en coche a volar a su destino por miedo a morir en otro atentado terrorista, según ha calculado el psicólogo cognitivo Gerd Gigerenzer.

O dicho de otro modo, el arma más eficaz para combatir el terrorismo es no temer el terrorismo: precisamente el terrorismo existe y sigue adelante debido a que excita nuestro miedo más irracional y anumérico. El terrorismo obtiene su poder, fundamentalmente, de declaraciones como las del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos: “Hoy los terroristas pueden actuar en cualquier lugar y en cualquier momento, y prácticamente con cualquier clase de arma.”

El terrorismo continúa existiendo porque se aprovecha de la quebradiza psicología del miedo, y naturalmente no es algo nuevo: hace ya 2.000 años, tras la conquista romana de Judea, un grupo de luchadores de la resistencia apuñalaban sigilosamente a funcionarios romanos y a los judíos que colaboraban con ellos, esperando así echar a los ocupantes.

No funciona

Por si esto fuera poco, el terrorismo también se ha revelado como una herramienta francamente ineficaz a la hora de conseguir sus objetivos. Israel sigue existiendo, Irlanda del Norte aún forma parte del Reino Unido. El País Vasco no es un estado soberano.

En su artículo de 2006 Why Terrorism Does Not Work, el científico político Max Abrahms examinó los 28 grupos que en 2001 fueron considerados por el Departamento de Estado de Estados Unidos como organizaciones terroristas, la mayoría de ellas activas durante décadas:
Dejando a un lado victorias meramente tácticas (como atención mediática, nuevos apoyos, presos liberados o cobros de rescates), observó que solo tres de ellas (el 7 %) habían alcanzado sus objetivos: en 1984 y 200 Hezbolá expulsó a los pacificadores internacionales y a las fuerzas israelíes del sur del Líbano, y en 1990 los Tigres tamiles lograron el control de la costa nordeste de Sri Lanka, si bien esta victoria fue revocada por la aplastante derrota de los Tigres en 2009, con lo que el índice de éxitos terroristas queda en dos de cuarenta y dos, menos del 5 %. El índice de éxito está muy por debajo de otras formas de presión política como las sanciones económicas, que surten efecto aproximadamente una tercera parte de las veces.
Bien, la gente de Ciencia Xakata, sitio web de dopnde se extrae este artículo, concluye alegremnete de que el terrorismo sirve para poco, y reducirlo es tan fácil como prestarle menos atención.

En otras palabras n les importancia al terrorismo y este se morirá de inanición. Nada más falso, opinamos en el equipó de Conocer Ciencia.

Pongamos un ejemplo para clarificar mejor todo esto:

El terrorismo no tiene como fin la victoria sino que es el producto de unos ideales, que para la gente que los procesa el fin justifica los medios. Se trata de vivir acorde a lo que sientes, aunque esté mal enfocado o no sea aceptado moralmente. Dudo mucho que los vascos se hicieran terroristas si no sintieran unos ideales nacionalistas.


El empleo de la violencia como última estrategia no es algo que solo se vincule al terrorismo sino a las democracias actuales que bajo ese manto de no violencia se esconden siglos y siglos de guerras para alcanzar un estado de bienestar. No olvidemos que el mundo actual se ha construido a base de muertes, guerras, genocidios, dolor y desesperación.

Una última cosa muy importante, muchos paises se han forjado gracias al terrorismo, como EEUU, que fueron un puñado de granjeros exconvictos provenientes de Inglaterra los que se sublevaron contra ella misma. Tanto Thomas Jefferson, Benjamin Franklin o George Washington fueron declarados terroristas contra la corona britanica, antes de ganar la guerra, claro está. Y nunca mejor dicho la historia la escriben los ganadores.

Por eso cada vez que alguien dice que el terrorismo no sirve me rio en su cara. Es como decir que la violencia no sirve de nada pero cada país tiene su ejercito por si acaso, claro, claro.

Y eso que no hemos mencionado el terrorismo de Estado, que, por lo general, realiza para reprimir sondicatos etnias o grupos políticos de oposición. Nadie podrá negar que este terrorismo o guerra de baja intensidad es arrolladoramente eficaz.

En fin, hay mucho panj por rebanar. Esperando sus comentarios que damos de ustedes.


Conocer Ciencia

Ciencia sencilla, ciencia divertida, ciencia fascinante...

25 de abril de 2013

¿Por qué se nos hace un nudo en la garganta?


  • El nudo se forma porque el cuerpo está en estado de alerta
  • Es una reacción involuntaria frente a la angustia y el estrés
  • Los músculos de la garganta y el esófago se tensan

Ampliar fotoMujer angustiada.
Mujer angustiada

Cuando algo nos preocupa, hasta la angustia nuestro cuerpo lo expresa. Sentimos opresión en el pecho, la boca del estómago retorcida y un nudo nos aprieta la garganta, a veces de tal forma, que no nos salen las palabras.

Sucede así porque ante una situación de estrés, nuestro cuerpo se pone a la defensiva. Se desencadenan una serie de reacciones fisiológicas involuntarias, entre ellas el nudo en la garganta, que nos preparan para afrontar una posible agresión.
Nos convertimos en animales al borde de la huida ante un depredador, como antílopes acechados por leonas en la sabana. Pero en nuestro mundo desarrollado, las amenazas son el estrés por la situación laboral, el desamor, el miedo por el bienestar de los hijos o la hipoteca, por ejemplo.


El nudo se produce porque los músculos del esófago y la garganta se contraen. El efecto es de ligero estrangulamiento o de bola que impide tragar. Ocurre porque el acto de la ingesta de alimentos es una acción incompatible con la huida. Por este mismo motivo, también se nos seca la boca. Los vasos sanguíneos que riegan las glándulas salivares se contraen y así se restringe la producción de saliva.

Para optimizar el combustible del cuerpo, que es el oxígeno, la respiración se acelera y los bronquios se dilatan. Así llega más cantidad a los músculos. Las pupilas se dilatan y se eleva el párpado superior para que entre más luz y podamos ver con detalle, aumenta el ritmo cardíaco para elevar la sangre que fluye a los órganos y así tener disponible la energía necesaria en caso de tener que huir repentinamente.

Para evitar pérdidas de energía y concentrarlas en la escapada la sangre se desvía a los órganos internos, las manos y los pies se enfrían, la cara palidece, disminuyen los movimientos intestinales y se contraen los esfínteres para impedir la defecación o la micción. Cuando la situación que nos origina la ansiedad desaparece, nos relajamos, el nudo se deshace y todo vuelve a su estado habitual.

Fuente:

RTVE Ciencia

19 de febrero de 2013

¿Se puede saber por qué llora un bebé?

llantoLos bebés lloran por enfado o miedo cuando tienen los ojos abiertos y por dolor cuando los mantienen cerrados, según han mostrado investigadores de la Universidad de Murcia y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), tras estudiar el llanto de 20 bebés de entre 3 y 18 meses de edad.

“El llanto es la principal forma que tienen los bebés de comunicar las emociones negativas y, en la mayor parte de los casos, la única manera que tienen de expresarlas”, explica Mariano Chóliz, investigador en la Universidad de Valencia, en declaraciones a la agencia SINC. Analizando las diferencias en el patrón de llanto provocado por tres emociones características (miedo, enfado y dolor), su equipo identificó que las principales diferencias se presentan en la actividad ocular y en la dinámica del llanto. Según los resultados, publicados en la revista Spanish Journal of Psychology, cuando están enfadados la mayoría de los bebés mantienen los ojos medio cerrados, con una mirada aparentemente sin dirección o, por el contrario, fija. En el caso del miedo, los ojos permanecen abiertos casi todo el tiempo, incluso a veces las criaturas tienen una mirada escrutadora y mueven la cabeza hacia atrás, y el llanto aparece de forma explosiva. Por último, el dolor se manifiesta con los ojos cerrados casi todo el tiempo, y en los pocos momentos en los que están abiertos, la abertura es mínima y distante de la mirada. Además, cuando algo les duele existe un alto grado de tensión en la zona ocular y el ceño se encuentra fruncido.

En lo que se refiere a la dinámica del llanto, tanto los gestos como la intensidad del lloro se van incrementando gradualmente si se debe a un enfado, mientras que aparecen en su máxima intensidad desde el primer momento en el caso del dolor y del miedo.

Además, el trabajo revela que los adultos no identifican adecuadamente qué emoción es la que induce el llanto, especialmente cuando se trata de enfado y miedo. Sin embargo, “aunque los observadores no sepan reconocer bien la causa, cuando los bebés lloran porque les duele algo esto provoca en los adultos una reacción afectiva más intensa que cuando lloran por estar enfadados o tener miedo”, apunta Chóliz. Para los expertos, el hecho de que el dolor sea la emoción más fácil de reconocer puede tener una explicación adaptativa, ya que el llanto es una advertencia de una amenaza potencialmente grave para la salud o la supervivencia y requiere una respuesta más urgente por los cuidadores. 


Fuente:

Muy Interesante

4 de enero de 2013

¿1+1=dolor físico?





Podría ser el caso para los que odian las matemáticas. Según un nuevo estudio, la simple idea de tener que resolver un problema matemático hace que se activen los centros del dolor en cerebros con miedo a los números.

 

Investigadores de la Universidad de Chicago han medido la actividad neuronal de 28 adultos, la mitad de ellos con alta ansiedad declarada hacia las matemáticas. Cada uno recibió una serie de preguntas de lenguaje y de matemáticas (algunas se encuentran más abajo) mientras se les practicaba una resonancia.
 
Ver vídeo del banco de cerebros
 
El resultado fue que cuando el grupo con ansiedad detectaba un problema matemático reaccionaban la ínsula posterior y la corteza cingulada media, las partes del cerebro que perciben el dolor, igual que si la mano del sujeto en cuestión se quemara en una estufa caliente. Los participantes sin ansiedad no registraron tal respuesta.
 

Es más, según el coautor del estudio Ian Lyons, «la ansiedad solo se registró durante la anticipación, no cuando resolvían los problemas, lo que sugiere que no son las matemáticas en sí lo que duele, si no el pensar en ellas».
 

Estudios anteriores mostraron que los acontecimientos psicológicamente estresantes, como el fin de una relación amorosa, pueden provocar molestias físicas. Este estudio, publicado la semana pasada por Lyons y Sian Beilock en la revista PLOS ONE, podría ser el primero en demostrar que la simple anticipación puede manifestarse en el cerebro a través del dolor.
 

«Se trata de una interpretación psicológica», declara Lyons. «Las matemáticas no son más que números en un papel, no pueden hacerte daño».
  
Y añadió: «A las personas con altos niveles de ansiedad hacia las matemáticas se les suelen dar mal los problemas de este tipo, y suelen elegir carreras profesionales alejadas de las matemáticas».
  
¿Podría desarrollarse esta reacción?
  
«Creemos que no», afirma Lyons. «Las matemáticas son un invento cultural relativamente reciente, no tienen más que algunos miles de años, por lo que las respuestas parecen impulsadas por experiencias directas. Si esas experiencias han sido malas, la persona identifica la idea de las matemáticas como algo amenazador, e incluso doloroso».
 

Lyons cree que los resultados de su estudio podrían aplicarse más allá de las matemáticas. «No nos sorprendería verlos con otras fobias, como el vértigo, por ejemplo, u otros tipos de ansiedad».
 

¿Hay algo para calmar el dolor cerebral de esas personas?
 

«El primer paso es superar la ansiedad», afirma Lyons, y estamos ante un caso en el que la práctica no ayuda: «Hacer montones de problemas matemáticos no es una buena idea, pero sí lo es encontrar la forma de sentirse más cómodo con la idea».
 
¿Tu miedo a las matemáticas se refleja en tu cerebro?
 
Haz la prueba para comprobarlo (Nota: en el experimento real se presentaron los problemas de uno en uno. Los participantes debían resolver cada problema en cinco segundos y no podían utilizar un borrador, debían resolverlos en la cabeza).

1) ¿Son 8×9-16=56?
2) ¿Son 7×8-19=37?
3) ¿Son 5×9-16=27?
4) ¿Son 8×5-19=23?
5) ¿Son 6×7-17=27?
6) ¿Son 9×4-17=19?
 
 
 Respuestas.
  1. si
  2. si
  3. no
  4. no
  5. no
  6. si
 
 
Jeremy Berlin para National Geographic

Tomado de:

National Geographic

9 de diciembre de 2012

¿Sabías que el miedo a los bombardeos nazis mató más de 4000 británicos?

El 25 de agosto de 1939 los ministros de exteriores ruso, Molotov, y alemán, Ribbentrop, firman un pacto de no agresión. La sentencia de Polonia y el comienzo de la II Guerra Mundial estaban firmados. El 1 de septiembre, Alemania invade Polonia y dos días más tarde  el Reino Unido, Australia,  Nueva Zelanda, Francia, Sudáfrica y Canadá le declaran la guerra. A pesar de esta declaración, Hitler seguirá avanzando.

El Reino Unido está en guerra y aunque no ha intervenido activamente se comienzan a tomar medidas desde Londres. Temiendo los bombardeos de la Luftwaffe (fuerza aérea alemana) se establecen restricciones respecto al alumbrado; se prohibe encender cualquier tipo de luz por las noches, incluso llegando al extremo de ser arrestados por encender un cigarrillo en la calle. Al caer la noche la oscuridad invade las calles británicas y la única que se atreve a romper la prohibición es la luna.



A pesar de ello, la gente trata de llevar una vida “normal” con las limitaciones propias de la oscuridad. Caminar por las calles de convierte en una carrera de obstáculos (coches, farolas, bordillos, árboles…), los coches sin luces – incluso las del salpicadero – se esquivan unos a otros, los tranvias pasan a ser “el peligro silencioso”, los accidentes de tráfico se incrementaron un 100% respecto al año anterior…
En los primeros 4 meses de “guerra”, septiembre a diciembre de 1939, habían muerto 4.133 personas en suelo británico (tres cuartas partes peatones) y la Luftwaffe todavía no había lanzado ni una sola bomba.
Fuentes: Wartime – Juliet Gardiner, How We Drive, WW2

Fuente:

Historias de la Historia

3 de diciembre de 2012

¿Qué tres emociones básicas universales transmite la música?

saxoIndependientemente de si se trata de una danza tribal africana o de un sentido solo de jazz tocado por un saxofonista, el lenguaje de la música transmite una serie de emociones comunes básicas que cualquier persona reconoce, incluso si es la primera vez que escucha determinado tipo de música, según demostraba hace poco un estudio encabezado por Thomas Fritz, del Instituto Max Planck (Alemania).

Concretamente, los investigadores trabajaron con miembros de la etnia mafá, de Camerún, a los que hicieron escuchar canciones occidentales de estilos totalmente desconocidos para ellos. Así fue como identificaron tres emociones comunes que la música consigue transmitir a cualquier individuo: felicidad, tristeza y miedo. “Hemos demostrado que el lenguaje de la música es universal, como lo es el reconocimiento de las expresiones faciales humanas”, concluían Fritz y sus colegas en la revista Current Biology.


Fuente:

Muy Interesante

31 de octubre de 2012

¿Qué son las fobias?

fobiasLas fobias son miedos irracionales y muy intensos hacia situaciones o cosas que es muy poco probable que nos hagan daño. Se convierten en un verdadero problema psicológico cuando limitan nuestra vida de una manera drástica. Las más corrientes son la fobia a la sangre (hematofobia), a los hospitales (nosocomefobia), a los lugares cerrados (claustrofobia) o a los demasiado abiertos (agorafobia), a los ascensores, a los exámenes, a la oscuridad (escotofobia), a los perros (cinofobia), a las arañas (aracnofobia), a las cucarachas..., pero existen cientos de ellas. Algunas son tan sorprendentes como el miedo irracional al agua (hidrofobia), a la lluvia (ombrofobia), a estar sentado (catisofobia) o a los payasos (coulrofobia).

Hay quienes le tienen un miedo atroz a elementos naturales como las flores (antofobia), las abejas (apifobia), los arboles (dendrofobia) o las tormentas (astrofobia). El nombre más raro para uno de estos miedos patológicos es el de la hexakosioihexekontahexafobia o fobia al número 666.

Las fobias se generalizan por un doble mecanismo. Primero el afectado comienza a temer algo porque lo asocia a alguna experiencia negativa; después, trata de evitar eso que le genera aprensión, lo cual le lleva a tenerle cada vez más miedo. Rehuir el objeto de su temor le hace mitificarlo y aumenta su ansiedad ante cada encuentro. El resultado es un ser humano consciente de la irracionalidad de su temor, pero al que le resulta muy difícil luchar contra él.

Fuente:

Carlo Strenger: El mundo global aumenta el “miedo a la insignificancia”

Los medios de comunicación y sus estrellas entrampan al “homo globalis” 

En un pasado no lejano, los jóvenes aspiraban a convertirse en abogados o médicos. Ahora, anhelan alcanzar la fama de Mark Zuckerberg o de Angelina Jolie, un deseo que se extiende también a los adultos. La imposibilidad de lograr semejante objetivo causa estragos en la imagen que se tiene de uno mismo y menoscaba nuestro sentimiento de merecimiento personal, advierte el psicólogo de la Universidad de Tel Aviv, Carlo Strenger. En entrevista exclusiva para Tendencias21, Strenger nos explica de manera detallada el fenómeno del miedo a la insignificancia, sus consecuencias para nuestra sociedad y también la manera de superarlo. 

 
Carlo Strenger. Imagen cortesía de Carlo Strenger.
 
Carlo Strenger. Imagen cortesía de Carlo Strenger.
En un pasado no lejano, los jóvenes aspiraban a convertirse en abogados o médicos. Ahora, anhelan alcanzar la fama de Mark Zuckerberg o de Angelina Jolie, un deseo que se extiende también a los adultos. La imposibilidad de lograr semejante objetivo causa estragos en la imagen que se tiene de uno mismo y menoscaba nuestro sentimiento de merecimiento personal, advierte el psicólogo de la Universidad de Tel Aviv, Carlo Strenger.

Strenger ha realizado una extensa investigación interdisciplinar que ha demostrado que, en la última década, el miedo a la “insignificancia” se ha extendido en la sociedad moderna. Los hallazgos de su estudio han sido presentados en un libro reciente, titulado
“The Fear of Insignificance: Searching for Meaning in the Twenty-first Century (El miedo a la insignificancia: buscando el sentido en el siglo XXI).

En este libro, se reflejan las investigaciones llevadas a cabo durante una década acerca de los niveles incrementados de ansiedad y depresión en el individuo. Según Strenger, la “ansiedad global” había sido demostrada en estudios previos, pero hasta ahora no se había analizado y explicado completamente. Para hacerlo, ha sido preciso un análisis extenso e interdisciplinar.


“The fear of Insignificance” integra así cientos de proyectos de investigación, desde modelos económicos a estudios sociológicos y de psicológica existencial experimental. La principal conclusión de este compendio es la siguiente: el miedo a la insignificancia tiene su origen en el acceso mediático global, que propicia que cualquiera pueda compararse con las personas más importantes del mundo.


En entrevista exclusiva para Tendencias21, el psicólogo de la Universidad de Tel Aviv explica de manera detallada el fenómeno del miedo a la insignificancia, sus consecuencias para nuestra sociedad y también la manera de superarlo:


¿Por qué empezó usted a estudiar el fenómeno del “miedo a la insignificancia? ¿Se dio cuenta de que había mayores niveles de ansiedad en sus pacientes, en el marco de su práctica médica regular?


A finales de la década de los años 90, comencé a notar que la gente se preguntaba con mayor frecuencia si estaba llevando una vida importante, y empecé a cuestionarme el porqué. Presenté algunos de los resultados de mis investigaciones a este respecto en un libro anterior,
The Designed Self (2004), pero sentía que era necesario un método interdisciplinar para comprender completamente el fenómeno. Por otro lado, cada vez aparecían más informes dentro de la literatura psiquiátrica acerca del aumento de la depresión y de la ansiedad. Me preguntaba por qué pasaba todo esto, particularmente cuando muchas personas de las que trataba llevaban vidas interesantes y gratificantes. A pesar de todo, se sentían ansiosas y pensaban que no lo estaban haciendo suficientemente bien.

¿Qué es el “homo globalis”?


Estamos siendo testigos de una revolución comparable en alcance con la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX, aunque mucho más rápida que ésta. En un periodo de tiempo muy breve, las nuevas tecnologías de la comunicación han dado lugar a un sistema de infoocio global que está cambiando profundamente la cultura y la economía globales. El “homo globalis” es una nueva especie humana íntimamente vinculada con este sistema, y cuya experiencia viene definida por sus contenidos. 

Carlo Strenger: El mundo global aumenta el “miedo a la insignificancia”
 
¿Cómo pueden los medios de comunicación globales afectar o impactar en la forma en que nos percibimos a nosotros mismos?

El sistema de infoocio global está necesitado de celebridades globales que resulten atractivas a la audiencia global, con fines publicitarios. Como resultado, los medios de comunicación están llenos de historias de éxito global, desde la de
Steve Jobs a la de Oprah Winfrey. Estas historias llegan a formar parte de nuestras consciencias, en las que se perpetúa el mito de que un éxito de este tipo es accesible para todo aquél que, simplemente, tenga iniciativa y talento. Pero esto es completamente falso: los medios de comunicación están llenos de historias que en realidad le pasan sólo a una persona entre un millón. A pesar de eso, todos acabamos sintiendo que si no tenemos tanto éxito es que hemos fallado y nuestra vida no es importante.

Su investigación se hizo siguiendo un método interdisciplinar. En su opinión, ¿qué otros factores podrían estar fomentando la ansiedad creciente del individuo moderno, además de su miedo a la insignificancia?


Hay diversos factores, como la valoración que se hace de la juventud en los medios de comunicación, las historias sobre éxitos a muy temprana edad. Mark Zuckerberg, que a los 26 años ha cambiado el mundo, es un ejemplo perfecto. Estos modelos hacen que la gente tema que aquello que no han logrado antes de los 40 años deje de ser realizable y valioso a partir de entonces. Esta idea aumenta la ansiedad y desvaloriza las carreras tradicionales, que precisan de mucho tiempo para evolucionar y no conducen a un éxito financiero espectacular ni a la fama.


¿Cuáles serían las consecuencias del miedo a la insignificancia para la sociedad?


Este miedo propicia una búsqueda constante del éxito rápido. Las personas talentosas buscan desesperadamente el éxito precoz. Por otro lado, aquéllos que no sienten la necesidad de hacer carrera, están fascinados por la
telerrealidad, el género definitorio de la televisión hoy día. Porque en la telerrealidad podemos ver cómo individuos “corrientes”, como cualquiera de nosotros, se hacen famosos en nada de tiempo. Valores como la investigación en el conocimiento o la contribución a la mejora de la sociedad están menos claros en nuestra sociedad de lo que nunca lo han estado anteriormente.

¿Cómo podemos superar el miedo a la insignificancia?


No creo que pueda eliminarse la comparación en la constitución de la autoestima. En algún grado, todos nos comparamos a nosotros mismos con los demás. Pero necesitamos hacernos conscientes de que si medimos nuestra propia valía a partir de criterios comparativos como la riqueza y la fama, estamos condenados a vivir en un miedo constante a la insignificancia.


He trabajado con muchas personas exitosas, y puedo decir que si sólo te mides a ti mismo a través de la comparación con los éxitos ajenos, nunca te sentirás satisfecho: tu exposición perderá valor; a los críticos no les gustará tu próximo libro; alguien de tu propia empresa llegará más lejos que tú y más rápidamente… Cada logro se convertirá sólo en un punto de referencia a superar, por el logro siguiente.


El camino hacia la auto-realización pasa por sentir que uno está viviendo de manera auténtica su propia vida, que existe una lógica inherente a nuestro propio desarrollo. La autoestima estable se alcanza a través de lo que yo llamo una “auto-aceptación activa”: ésta requiere del autoconocimiento y de unos valores claros, así como de una conciencia creciente sobre nuestra contribución al mundo. Esta contribución no puede ser evaluada con mediciones comparativas.


La segunda herramienta sería la inversión en nuestra propia cosmovisión. Muchas personas buscan el alivio a la ansiedad en libros de autoayuda sin base científica, que prometen el éxito rápido; o en libros de “espiritualidad pop” que prometen el acceso instantáneo a una felicidad duradera. Todo esto es charlatanería, y fomenta la decepción.


Una cosmovisión estable requiere de mucho trabajo. Nadie espera quedar satisfecho con el esfuerzo de tan sólo unos días. Entonces, ¿por qué vamos a adquirir fuerza mental y una cosmovisión estable sin trabajar duro? La educación liberal no debería orientarse sólo hacia la obtención de rápidas y exitosas carreras, sino también hacia cuestiones fundamentales acerca de los valores y verdades que se han perdido en los últimos tiempos, y que necesitan ser reestablecidas. Pero la inversión en la cosmovisión personal no termina cuando te gradúas. Es un proceso para toda la vida, que debería ser valorado y disfrutado.
 
Fuente:
 

¿Qué es un zombi?

Imposible empezar este post sin la magnífica cación de The Cramberries: Zombie



¿Qué es un zombi?

Un zombi (en ocasiones escrito erróneamente con la grafía inglesa zombie) es, originalmente, una figura legendaria propia de las regiones donde se práctica el culto vudú. Se trata de un muerto resucitado por medios mágicos por un hechicero para convertirlo en su esclavo. Por extensión, ha pasado a la literatura fantástica como sinónimo de muerto viviente y al lenguaje común para designar en sentido figurado a quien hace las cosas mecánicamente como si estuviera privado de voluntad.

De acuerdo con la creencia, un houngan, bokor o hechicero vudú, sería capaz, mediante un ritual, de resucitar a un muerto, que quedaría sin embargo sometido en adelante a la voluntad de la persona que le devuelve a la vida. Estos muertos vivientes son llamados zombis.

Zombis en la cultura pop



Los zombis no existen (nunca se pudo probar científicamente su existencia), pero son parte de la cultura popular del mundo globalizado gracias a películas como "el regreso de los muertos vivientes", películas que, sin duda alguna, aparecieron como secuela de famoso video musical Thriller de Michael Jackson.

Otra referencia sería la obra Frankenstein (1818) de Mary Shelley, aunque esta novela no aborda el tema zombi, sí plantea uno de los puntos fundamentales de su origen: el concepto de la resurrección de los muertos, desde la visión de un cientìfico y su carrera contra el tiempo. El relato inspiraría a los estadounidenses Edgar Allan Poe y Ambrose Bierce.

Una de las compañías de videojuegos que ha inculcado en el tema es Capcom, creadora de la saga Resident Evil y Dead Rising, ésta última para la Xbox 360 y Wii en el que el jugador se encuentra en un centro comercial y debe usar cualquier cosa de ahí para matar zombis.

Leonardo Sánchez Coello
(con información de Wikipedia)

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¿Por qué se asocian las calabazas a Halloween?

Dice la leyenda que, debido a su maldad extrema, un hombre irlandés llamado Jack no mereció un lugar ni en el cielo ni en el infierno cuando murió. Su espíritu se vio obligado a vagar por el mundo implorando la entrada en uno u otro sitio. Se manifestaba portando una calabaza hueca con una vela dentro y éste fue el símbolo más representativo desde entonces de la noche de Halloween

Otro relato, por ejemplo, sugiere que la calabaza adoptó semejante aspecto tétrico a causa de un castigo que una bruja impuso a Jack por negarse a ayudarle a preparar la sopa de Halloween. El muchacho desapareció en el interior de la calabaza y ésta adoptó rasgos semejantes al rostro humano.


Fuente:

¿Hay personas que no sienten miedo?

¿Hay personas que no sienten miedo?Es cierto que hay gente que no es temerosa, en el más puro estilo del cuento infantil de Juan sin Miedo. De hecho, éste es el nombre con el que se ha bautizado un síndrome atribuido a las personas que no sienten ningún desasosiego en situaciones críticas

Sin embargo, no es ésta una buena cualidad, ya que indica que el corajudo no sólo no siente el miedo, sino que tampoco es capaz de experimentar otro gran número de emociones. En estos casos, los psicólogos hablan de un trastorno de personalidad severo, sin descartar la figura del psicópata. Afirman los expertos que, en realidad, asustarse en ciertas situaciones es indicativo de buena salud mental.

Fuente:

¿Puede olerse el miedo?

¿Puede olerse el miedo?Que los animales olisquean el pavor de una presa o de un congénere es algo que los zoólogos han constado, aunque aún desconocen qué efluvios corporales informan sobre esta circunstancia. En la universidad, por ejemplo, los profesores de Biología saben que las ratas reaccionan de forma distinta cuando son sacrificadas por ellos o por los alumnos noveles, que muestran miedo y ansiedad. El sistema olfativo de las ratas, así como el de otros mamíferos, que está muchísimo más desarrollado que el nuestro, captaría los "restos" de hormonas liberadas durante el estrés.

Este detector del pánico podría existir también en el ser humano, aunque sería
menos sensible. De este modo opina Denise Chen, psicóloga de la Universidad Rice de Houston, en EE UU. Chen y su equipo sometieron a un grupo de voluntarios a una primera prueba en la que, durante una sesión de películas de terror, recogieron con gasas el sudor de sus axilas. En una segunda fase, los conejillos de indias debían responder a una serie de preguntas mientras olfateaban aleatoriamente las gasas impregnadas en el humor axilar con otras humedecidas en otros aromas. El resultado fue que las respuestas eran más rápidas y efectivas bajo el efecto del hedor a miedo.


Fuente:

30 de octubre de 2012

Discovery Channel: La ciencia del miedo

¡Miedo! ¿Qué es el miedo? ¿De dónde viene? ¿Nos ayuda o nos perjudica? ¿Podemos eliminarlo? ¿Y cuáles serían las consecuencias? Las respuestas están en la sorprendente ciencia del miedo.

Este documental fue publicitado por Discovery Channel como La Ciencia del Temor, pero en el documental es llamado la ciencia del miedo

   

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Más alla del miedo: ¿Qué es el terror?

El terror es una sensación de miedo muy intensa. El miedo se define como una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo real o imaginario; cuando el miedo ya ha superado los controles cerebrales y el sujeto no puede pensar de forma racional, aparece el terror.

Terror 

El terror puede generar sudoración fría, la parálisis del cuerpo y, en los casos más extremos, el fallecimiento por paro cardíaco. La clave para controlar el miedo y el terror es el autocontrol. Los psicólogos recomiendan tratar de respirar de forma lenta e intentar poner la mente en blanco.

Por otra parte, el terror es un género literario y cinematográfico, que reúne a aquellas obras que buscan ocasionar miedo en el receptor. Así nos encontramos, por ejemplo, con los cuentos de terror escritos por autores como Edgar Allan Poe o Stephen King, o con películas de terror como Friday the 13th. (Viernes 13 o Martes 13, según el país).

Se conoce como El Terror al periodo de la Revolución Francesa comprendido entre 1793 y 1794, donde los revolucionarios llevaron a cabo una fuerte represión contra los opositores. Maximilien Robespierre, uno de los líderes revolucionarios, aseguraba que el denominado Terror era sólo la justicia rápida, severa e inflexible. Cabe destacar que el propio Robespierre fue ejecutado sin proceso ni juicio.

Esta concepción política del terror derivó en el terrorismo de Estado, que tiene lugar cuando quienes ocupan el poder estatal utilizan métodos represivos e inconstitucionales para imponer una dictadura y disponer del control absoluto de la sociedad.

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Las 10 películas de terror que más calorías te hacen quemar

resplandorVer una película de terror consume aproximadamente la misma cantidad de calorías que dar una caminata de 30 minutos, según se desprende de un estudio en el que ha participado la Universidad de Wetminster (Reino Unido) y del que se hace eco el diario The Telegraph

Concretamente, la película que más calorías consume es El Resplandor, un thriller psicológico que llega a quemar 184 calorías debido a que acelera el pulso y produce un aumento del latido cardíaco, del consumo de oxígeno del exterior y de la expulsión de dióxido de carbón. Todos estos cambios fisiológicos son consecuencia de la liberación de adrenalina (como consecuencia del miedo) que aumenta el estrés del organismo, reduce el apetito e incrementa la actividad del metabolismo basal, tal y como aclara el fisiólogo Richard Mackenzie, que participa en el estudio, basado en las experiencias de diez voluntarios.

A la cabeza de la lista de las diez películas que más consumo calórico nos producen figuran también Tiburón (161 calorías) y El Exorcista (158 calorías), en segunda y tercera posición respectivamente. Completan el ranking las cintas Alien (152 calorías), Saw (133), Pesadilla en Elm Street (118), Paranormal Activity (11), La Matanza de Texas (107), el Proyecto de la Bruja de Blair (105) y [Rec] (101).

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24 de septiembre de 2012

El miedo se puede borrar

Un estudio de la Universidad de Uppsala en Suecia muestra que, si se interfiere en la memoria del miedo en el momento justo y estos recuerdos son recientes, se puede debilitar su impacto en el cerebro. Este hallazgo ya se había probado en ratones.
El trabajo demostró que este mecanismo de actualización de los recuerdos en el cerebro puede ser interrumpido de tal forma que la amígdala ya no reacciona al miedo. Imagen: NICOLASB

El trabajo demostró que este mecanismo de actualización de los recuerdos en el cerebro puede ser interrumpido de tal forma que la amígdala ya no reacciona al miedo. Imagen: NICOLASB

“Sabemos que la amígdala cerebral es una estructura de vital importancia para centralizar el miedo y almacenarlo a largo plazo. Hemos sido capaces de demostrar que es posible borrar la huella de los recuerdos temerosos en la memoria de dichas amígdalas y debilitarlo al interrumpir el período de reconsolidación en el cerebro”, explica a SINC Thomas Agren, investigador de la Universidad de Uppsala, que lidera este nuevo estudio que publica la revista Science.

Agren y su equipo emplearon una técnica de resonancia magnética funcional para observar los efectos del miedo en personas, y descubrieron que, después de un impacto traumático, su recuerdo y su reconsolidación se fija en la amígdala cerebral, al igual que pasaba con  los ratones.

Este hallazgo podría ayudar a mejorar los tratamientos de problemas como la ansiedad o las fobias.

“Nuestros resultados suponen que existe un mecanismo de actualización de la memoria que se ha conservado en muchas especies a través de su evolución, y la amígdala del cerebro sería el epicentro de la formación de dichos recuerdos traumáticos”, asegura Thomas.

Para comprobar si el proceso de borrado era igual en humanos, el equipo de científicos analizó el comportamiento de un grupo de personas a las que se les presentó varias imágenes que les provocaban temor. Para activar sus recuerdos les mostraron estas fotografías repetidamente hasta interrumpir el proceso de consolidación.

“Los sujetos se mostraban conscientes hasta que recibieron el primer día el estímulo que les produjo el shock. A los cinco días del experimento, ya no mostraron reacciones de miedo al interrumpir el proceso de reconsolidación, ya que la memoria se hizo neutra y no incitó al miedo”, asegura el investigador.

El trabajo demostró que este mecanismo de actualización de los recuerdos en el cerebro puede ser interrumpido de tal forma que la amígdala ya no reacciona al miedo. “Por qué un recuerdo se vuelve inestable no está claro. Posiblemente es un mecanismo de actualización de la memoria que nos ayuda a añadir nueva información a los recuerdos o cambiar su valor emocional”, concluye Agren.

Según los científicos, esta investigación supone un gran avance para conocer más sobre la memoria humana y podría ayudar a mejorar los tratamientos de problemas como la ansiedad o las fobias.

Referencia bibliográfica:

T. Agren, J. Engman, A. Frick, J. Björkstrand, E.-M. Larsson, T. Furmark, M. Fredrikson, "Disruption of Reconsolidation Erases a Fear Memory Trace in the Human Amygdala" Science 337: 1550 - 1552, 21 de septiembre de 2012

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SINC

13 de agosto de 2012

¿Los elefantes le tienen miedo a los ratones?


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En el imaginario colectivo de muchos de nosotros siempre estuvo presente la idea de que los elefantes le temen a los ratones, pero ¿cuán real es esta idea?

Mientras que algunos lo consideran como un simple mito, otros están totalmente seguros de que así ocurre y ya sea en el cine, la televisión o en Internet, uno se puede encontrar con toda clase de respuestas a esta pregunta. En OjoCientífico no quisimos quedarnos atrás y por ello es que intentamos tener nuestra respuesta.

Así es que hoy te invito a analizar juntos si los elefantes le tienen miedo a los ratones. ¿Crees que es posible?

¿Por qué los elefantes podrían temerle a los ratones?

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Posibles raíces del mito

Pensar que un animal tan fuerte y tan grande como un elefante (que de hecho es el animal terrestre más grande del mundo) pueda temerle a uno tan inocente y tan pequeño como un ratón (uno de los animales terrestres más pequeño del mundo), nos puede sonar bastante curioso e ilógico. Por esta razón es que desde hace muchísimos años se lo considera como un mito.

El primer registro que se conoce sobre este hecho o mito, se encuentra en el libro VIII de la enciclopedia del erudito y procurador imperial Plinio el Viejo, titulado Naturalis Historia (Historia natural). Esta enciclopedia fue publicada por el propio Plinio en el año 77 del siglo I y allí se habla de cómo los elefantes le temen a los ratones.

Sin embargo, si recuerdan cuando hablamos sobre los monstruos mitológicos de Plinio el viejo sabrán que este señor tenía una buena imaginación.

A pesar de todo, poco o nada sabemos sobre el origen de este mito y bien podemos especular que mucho habrán tenido que ver los circos. En el pasado, y por suerte ya no tanto en nuestros días, en algunas rutinas de circo se realizaban actos o presentaciones en los que se exhibía el supuesto temor de los elefantes hacia los ratones.

Pero esto tampoco nos sirve de nada pues esos elefantes no se encontraban en su estado natural, sino que eran domesticados y posiblemente obligados a actuar de esa forma.

Con el paso del tiempo, el cine (sobre todo dedicado a los más pequeños como por ejemplo el de Walt Disney) y los dibujos animados, también aportaron su cuota de responsabilidad en el mito con personajes como Dumbo u otros por el estilo. Pero volvemos a lo mismo, no tenemos la posibilidad de saber realmente si esto es o no es así, pues en todos estos casos se trata de una simple ficción.
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Por otra parte, navegando en la web me encontré con numerosas publicaciones que hablan sobre la muerte de un elefante por culpa de un ratón. En ellas se habla de un elefante en un zoológico de Madrid, llamado Pizarro, el cual habría perdido la vida luego de que un ratón se le metiera en la trompa quedándose atascado allí.

Pero la verdad es que ninguna de ellas tenía una fuente fiable, por lo que no podemos decir que esto realmente haya pasado. Si esto fuera cierto, nos serviría para especular sobre una posible razón por la que los elefantes le tengan miedo a los ratones. Pero no podemos hacer más que pedirle una mano a todos nuestros amigos españoles, que si nos pueden dar algún dato les estaríamos muy agradecidos.

Analizando las posibilidades

Volviendo al terreno de las ciencias, el mito dio lugar a que diferentes zoólogos y biólogos se interesaran en el tema. La verdad es que pensar que un elefante pueda temerle a un ratón no es tan ilógico pues, por ejemplo, muchas personas le temen a estos roedores e incluso sufren de profundas fobias casi que incomprensibles.

Lo que fue posible determinar es que los elefantes en cautiverio pueden tanto mostrar temor hacia los ratones como no hacerlo. En algunos casos se los enseña a mostrarse asustadizos y en otros a no hacerlo, por lo que no cuenta para nada.

En la naturaleza, realmente no lo sabemos y tampoco tenemos ninguna evidencia de que así sea. No obstante, algunos años atrás en el programa televisivo llamado Cazadores de mitos (Mythbusters), de la cadena Discovery Channel, se intentó probar esto.

Allí se colocó un ratón de gran tamaño frente a un elefante salvaje y el resultado fue más que claro: el elefante se mostró evidentemente asustado y eso es lo que podemos deducir de su reacción.
Para verlo por ti mismo tan solo échale un vistazo a este vídeo con ese mismo episodio.



Interesante, ¿verdad? El hecho es que la mejor respuesta para esta pregunta es que decir que los elefantes le temen a los ratones es plausible. No es que se muestren terriblemente atemorizados o que provoquen una estampida, pero que los elefantes se ponen muy cautelosos ante la presencia de estos roedores es cierto.
Sin lugar a dudas queda mucho por investigar en este tema. ¿Qué opinas tú? ¿Habías escuchado esto antes? 

¿Conoces alguna otra posible respuesta a esta pregunta?

Fuente:

9 de octubre de 2011

¿Por qué nos asustan las películas de terror?




Justo cuando la mano afilada de Freddy Krueger se asoma tras la cabeza de su primera víctima, la zona de tu cerebro relacionada con las emociones, la amígdala, recibe una avalancha de sangre. Se trata del “punto G” neuronal, el que se activa también cuando sentimos placer.

Ya en 2009, un equipo de investigadores de las universidades de California y de Florida (EEUU) afirmaban que, según sus pesquisas, cuando alguien ve una película de terror, lo que siente realmente es excitación. Y es que la estimulación de la amígdala, después del miedo inicial, produce una sensación de gratificación real. “Por eso, tras una escena de terror intensa, los espectadores se sienten felices. La gente disfruta al tener miedo”, aseguran los autores de esta investigación. Además, durante este tipo de películas también se activa la corteza prefrontal, la zona en la que se procesan los pensamientos más sofisticados y donde se evalúa el peligro.

Así es como llegamos a la conclusión de que no estamos ante una situación real de peligro, que solo es una película y que no tenemos que salir corriendo del patio de butacas. Y este sentimiento de alivio también nos hace sentir bien.

El cine al microscopio

Pues todo esto es lo que comprueba, en el mismo momento en que está sucediendo, el neurocine, una nueva disciplina que utiliza imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para observar qué zonas del cerebro estimula cada escena de una película. De este modo, cada director puede comprobar sin lugar a dudas cómo captar la atención de su espectador, e incluso, si así lo quisiera, mantener su cerebro continuamente estimulado hasta llegar a la extenuación.

El artículo científico que dio pie a la creación de esta nueva disciplina fue el resultado de varias investigaciones llevadas a cabo por un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Nueva York liderados por David Hegeer. Él y sus colabores escanearon el cerebro de 45 voluntarios mientras veían escenas de varias películas y programas de televisión, con el fin de encontrar respuestas comunes de activación en todos los sujetos; es decir, patrones de respuesta. En todos los casos, se activaron numerosas regiones del córtex cerebral, área visual, lóbulos occipitales y los centros del lenguaje y del oído. Y el área de Brodman, donde reside la memoria.

Y es que, según Yadin Dudai, un neurocientífico del departamento de Neurobiología del Instituto Weizman de Israel: “El cine, como producto cultural de expresión narrativa, depende de un componente de nuestra memoria episódica, la llamada memoria del trabajo, que a su vez pertenece a la memoria a corto plazo. La del trabajo es una estructura neurocognitiva de las funciones ejecutivas y atencionales encargada de mantener y recuperar información para su utilización”.

Es la que empleamos para recordar un número de teléfono, que retenemos para anotarlo enseguida en una agenda, pero que acto seguido olvidamos.

En el caso de las películas, este tipo de memoria manipula y organiza los estímulos sensoriales (visuales y auditivos), dándoles una forma narrativa para luego pasarlos a nuestra memoria a largo plazo. Y precisamente es en este proceso en el que a menudo perdemos la información sobre qué nos ha emocionado más o en qué momento concreto de una película pasamos más miedo. Por eso, el neurocine se ha convertido en la alternativa infalible a los grupos de consulta que los directores de cine utilizaban para sondear las impresiones que causaba su producto.

El cerebro siempre tiene la razón

La primera empresa que ha realizado este tipo de “estudio de mercado” de manera comercial es MindSign Neuromarketing, una firma de San Diego, California, dirigida por Philip Carlsen, quien confiesa: “La neurociencia aporta mucho al proceso creativo. Puede ayudar a decidir desde los decorados, el vestuario, los actores y la música, hasta el guión o la narración visual de una escena. Hasta ahora, al igual que en otros mercados, las películas se sometían a grupos de análisis que aportaban sus opiniones a un investigador tras el visionado de la película. Pero estás opiniones estaban a menudo sujetas a demasiada subjetividad. El neurocine ha conseguido convertir lo subjetivo en algo muy objetivo”.

La primera película analizada por MindSign de la que tenemos un resultado público es PopSkull, un filme de terror dirigido por Peter Krantz. Según el propio director: “En el caso de Pop-Skull, el uso de esta tecnología nos permitió saber a posteriori qué imágenes habían impactado más al espectador, y qué efectos visuales y sonoros habían sido más eficaces”.

Con respecto a PopSkull, la investigación fue posterior al estreno de la película, por lo que Kantz no hizo modificaciones sobre el original. Sin embargo, está decidido a utilizar este método de análisis desde el principio en su futuro proyecto. “La próxima vez, además, haré hincapié en dónde tiene su atención puesta exactamente cada espectador durante cada escena”, apunta Kantz. Philip Carlsen, además, me confirma que ya han realizado estudios sobre películas de otros géneros, aunque no está autorizado a desvelar el contenido de dichos estudios y los títulos de las películas a analizar.

“Sin embargo, sí le puedo decir que, aunque el neurocine es una práctica nueva en Hollywood, en los dos últimos años han sido muchos los estudios y las compañías de producción que han comenzado a utilizarlo como parte de sus protocolos de estudios de mercado”, confiesa Carlsen.

Últimamente, de hecho, sí ha trascendido que M. Night Shyamalan, el director de El sexto sentido, ha requerido los servicios de MindSign para rodar Devil, su última producción.

El fin del arte

El gran dilema que se plantea ahora es si el abuso de este tipo de técnicas para hacer productos ad hoc puede acabar con el arte. ¡A partir de ahora, las películas de Hollywood serán más una fórmula que nunca!.

“Todo lo contrario: la fórmula implica narrativa, es decir, que haya picos y valles. Lo que MindSign ofrece es un nuevo modelo donde no haya altibajos, sino que cada escena sea un pico y cada secuencia tan intensa como un tráiler”, afirmaba la prestigiosa revista Wired en una columna reciente que versaba sobre el tema.

Incluso hay quien ha comparado el resultado del posible uso generalizado de esta tecnología con los feelies, unos cines a los que acudían los habitantes de la novela de Aldous Huxley Un mundo feliz, en los que se estimulaba su amígdala para sustituir la falta de sentimientos humanos que tenían en su vida diaria. No será para tanto.

Fuente:

QUO

26 de septiembre de 2011

¿De dónde vienen las fobias?

Fobia

Algunas son formas exageradas de temores que han evolucionado y que todos compartimos. Por ejemplo, los humanos -así como algunos monos- le tienen un miedo natural a las culebras, arañas y ratas, lo que desde el punto de vista biológico tiene sentido.

Esos miedos naturales pueden ser reforzados o no, dependiendo de la manera en la que nuestros padres responden a esos desencadenantes.

El mismo tipo de aprendizaje emocional sucede en otras especies en las que los infantes observan y aprenden de las reacciones de sus padres frente al mundo.

El hecho de que una fobia le parezca irracional incluso a la persona que la sufre no hace que desaparezca.

Otras fobias surgen de eventos, como ser perseguido por una gaviota o quedarse atrapado en un espacio pequeño, pero en muchos casos el origen no es obvio y son difíciles de explicar.

A menudo pueden mejorarse con el tratamiento adecuado.

Fuente:

BBC Ciencia

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