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24 de noviembre de 2011

Científicos logran crear una médula espinal a partir de células madre humanas


Luego de un proceso de largo aliento y en el que los investigadores quemaron varios juegos de pestañas, un grupo de científicos de la Universidad de Florida Central finalmente consiguieron crear conectores neuromusculares en medio de músculos y células de médula espinal y sólo utilizando células madre.

El logro del equipo liderado por el bioingeniero James Hickman -que aparecerá en la edición de diciembre de Biomaterials- fue posible gracias a la colaboración de Herman Vandenburgh, profesor emérito de la Universidad Brown, que reunió las biopsias de células madre musculares de voluntarios adultos. Tras un detenido análisis, descubrieron que bajo las condiciones adecuadas las muestras podían combinarse con células de médula espinal para formar conectores (o uniones neuromusculares) que el cerebro utiliza para controlar los músculos del cuerpo.

Los ingenieros de la UFC describieron la técnica elaborada como un hito en el desarrollo de estos sistemas que estimulan funciones orgánicas y que tienen el potencial de acelerar de manera drástica la investigación médica y el desarrollo de medicamentos.

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FayerWayer

27 de septiembre de 2011

Barcelona: Logran rehacer discos vertebrales con células madre

Las intervenciones se realizaron tras el cultivo celular de médula ósea de los propios enfermos

Cirujanos de Teknon rehacen en 40 pacientes el tejido discal desgastado que causaba lumbalgia


El uso de células madre adultas para regenerar hueso o tejido cartilaginoso desgastado que causa dolor se va confirmando como una eficaz alternativa de la cirugía ósea convencional, que con frecuencia precisa implantar metales o inmovilizar la zona molesta. Diez pacientes de mediada edad, la mayoría mujeres, han experimentado gracias al implante de células madre la regeneración natural de discos de las vértebras lumbares que les causaban dolor al haberse desgastado. El tratamiento, experimentado en la Unidad de Terapia Regenerativa Tisular del Centro Médico Teknon, de Barcelona, ha consistido en inyectar en el núcleo viscoso de los discos degenerados células madre obtenidas del hueso de la cadera de los propios pacientes. Esas células idénticas a sí mismas fueron previamente cultivadas en el Instituto de Biología Molecular de Valladolid, que copió los más de 20 millones de unidades celulares, puras e inalteradas, que fueron inyectadas en el núcleo de cada disco desgastado. Las intervenciones, autorizadas y supervisadas por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios y sin precedente en el mundo, han sido realizadas por los doctores Lluís Orozco y Robert Soler, de Teknon.

zoom El doctor Lluís Orozco, en el quirófano.

SIN DOLOR / El proceso, cuyo resultado acaba de publicar la revista científica norteamericana Trasplantation, se inició en el 2007. Tres meses después de la inyección celular, nueve de los 10 pacientes habían dejado de sentir dolor, aseguró ayer el doctor Soler. «La regeneración celular del disco desgastado se inició, en un 50% de los pacientes, un año después de la inyección -añadió-. La desaparición del dolor, definitiva, es el dato más valorado por estos enfermos».

Posteriormente, y también bajo control de la citada agencia estatal, los traumatólogos de Teknon han tratado con células madre a otras 30 personas afectadas por lumbalgia en cuyo origen existía el desgaste del disco intervertebral. El resultado ha sido similar al ensayo inicial.

El equipo que coordinan Orozco y Soler se inició en el 2000 en la investigación con células madre adultas obtenidas de la médula ósea de los propios pacientes a tratar. En el 2003 resolvieron, también en ensayo clínico autorizado, una decena de lesiones derivadas de fracturas que la cirugía convencional no lograba soldar y consolidar como huesos compactos. También es esos casos el tratamiento consistió en cultivar células madre de la cadera de los enfermos que posteriormente fueron inyectadas en la zona fracturada. Lentamente, un 90% de ellos inició su regeneración fisiológica. Con el mismo método han recompuesto cartílago articular destruido por artrosis. En total, ya sea en forma de ensayos clínicos o por el procedimiento de uso compasivo -recurso previsto por el Ministerio de Sanidad para facilitar el uso de medicamentos aún no autorizados en España- esta unidad ha tratado a 130 pacientes afectados por degeneración ósea o articular. (Las células madre adultas están consideradas un fármaco).

Aunque la regeneración de tejido humano con células madre adultas permanecerá durante años sometida a estrictos controles de los organismos científicos estatales, su validez en el tratamiento del desgaste óseo es indudable, consideran Orozco y Soler. «Sin duda, estamos ante una solución para quien no encuentra alivio en la cirugía ni en ningún otro tratamiento», afirmó Soler. Los pacientes que han accedido en Teknon a la terapia ósea celular han costeado un porcentaje sustancial de estos costosos tratamientos que, al tratarse de ensayos experimentales, han contado con diversas subvenciones por parte de las instituciones estatales interesadas en su desarrollo.Enlace

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El Periódico

7 de noviembre de 2010

"A veces el dolor se equivoca de camino y se vuelve crónico"


Especial: Cerebro Humano

Entrevista a Linda Watwins. Bioquímica y fisióloga estadounidense, investigadora del dolor crónico.




-¿Todos estamos asociados a un dolor, ese talón de Aquiles que nos acompaña toda la vida?

-Así es.

-¿Y cuál es el suyo?

-A mí me duele el corazón cada vez que tengo que plantearme el papeleo para lograr fondos para proseguir mis investigaciones.

Linda Watkins (Virginia, Estados Unidos, 1954) es bioquímica y fisióloga. Es profesora del departamento de Psicología y del Centro de Neurociencia de la Universidad de Colorado-Boulder. Miembro de las más importantes asociaciones internacionales sobre neurociencia y dolor, recogerá mañana el premio «Príncipe de Asturias» de Investigación Científica y Técnica junto a David Julius y Baruch Minke.


-¿La crisis también afecta a una investigadora de primerísima línea internacional?

-Me afecta, y mucho. En primer lugar se ha vuelto tremendamente difícil lograr ayuda de institutos de investigación y del sector privado para investigaciones de ciencia básica. Yo trabajo en cuatro compuestos concretos de fármacos para el dolor y me esfuerzo en lograr que al menos dos de ellos sean algún día una realidad práctica. Antes de la crisis, todo el mundo me decía que mi investigación era fantástica; ahora me dicen que mi investigación sigue siendo fantástica, pero que vuelva en otro momento. Hay mucha terapia nueva y es difícil conseguir que las grandes compañías farmacéuticas se comprometan. En ocasiones la financiación llega justamente de las pequeñas firmas. Nosotros hemos formado una empresa investigadora en el momento justo en que la economía mundial se vino abajo.

-¿Cuánto necesita?

-Siete millones de dólares.

-Seguro que lo tiene más fácil en los Estados Unidos que en España.

-No lo sé. Si los consigo, será el primero en saberlo.

-¿Es consciente de que lidera una investigación que entronca con una de las grandes preocupaciones de la Humanidad: quitar el dolor?

-Sí, y soy capaz de imaginar un futuro sin dolor, sería algo maravilloso. Pero el dolor normal es muy bueno porque nos ayuda a sobrevivir. Están documentadas personas capaces de no sentir dolor alguno, gente que pone la mano sobre el fuego y que percibe el olor de la carne quemada, pero nada más.

-¿Ausencia de dolor, igual a peligro de muerte?

-Desde luego. La ausencia de dolor nos vuelve vulnerables a las enfermedades y a las infecciones. El problema está cuando el dolor se equivoca de camino, por decirlo de alguna manera. Y estamos hablando de dolores que en ocasiones son tan intensos que llegan a impulsar al suicidio. Nadie merece una cosa así.

-Es sorprendente que el área del cerebro que se activa ante el dolor físico sea la misma que ante el dolor emocional.


-Esto puede deberse a que el dolor no es unidimensional, sino que es un aspecto sensorial más como los afectos, las emociones, el miedo, la desesperanza o la ira. Sensaciones que son capaces de producir dolor.

-¿El dolor está, por tanto, en el cerebro?

-No. En el cerebro están las emociones, pero el dolor sensorial nos llega a través de la médula espinal. Pisas un clavo y ese dolor llega a través de las neuronas a la médula. De alguna forma esas neuronas «hablan» y son capaces de modular el dolor de forma dramática.

-¿Podemos crear un dolor, sentirlo aunque físicamente no exista?


-A través de las emociones se puede amplificar el dolor que después percibe el cerebro. Y al revés: unas emociones muy fuertes logran que nos olvidemos de ese dolor. Se llama analgesia inducida por el estrés. Hay personas con una enorme capacidad para «olvidarse» de sus dolores. No es mi caso.

-¿Por qué un estado emocional vulnerable nos deja más indefensos ante el dolor y a la enfermedad?

-Porque el sistema inmunológico comunica directamente con el sistema nervioso central. Cuando sufrimos una gripe, la mayor parte de lo que nos ocurre se está creando en el cerebro, no en el resto del cuerpo. Conocemos muy bien las vías que utiliza nuestro sistema inmunológico para «hablar» con el cerebro.

-¿Se llegará algún día a lograr un medicamento único contra cualquier clase de dolor?

-Yo creo que no se puede crear un solo modelo. Otra cosa es que los experimentos con animales hayan dado resultado; la terapia no ha fracasado en este sentido, pero hay patologías, como la fibromialgia o los dolores derivados de los herpes, frente a las cuales ni siquiera contamos aún con modelos animales.

Fuente:

La Nueva España

28 de octubre de 2008

Nacidos para salvar: La medicina de la Vida

Nacidos para salvar

La posibilidad de tener bebés seleccionados genéticamente para servir de donantes y curar a hijos gravemente enfermos es una realidad. En España hay cuatro familias que ya lo han conseguido tras seguir un tratamiento en el extranjero. La ley permite esta posibilidad desde 2006, pero no es eficaz. La urgencia de las parejas por salvar a sus niños choca con los trámites que exige la norma.


JAIME PRATS 26/10/2008

Esther González sostiene a su hija pequeña Izel mientras Erine las besa.


¿Cómo puedo curar a mi hija?


-Ten fe. Espera a que salga algo.

A Esther González, de 30 años, los médicos no le dieron más opciones cuando falló la búsqueda de una médula ósea que pudiera tratar la grave leucemia de Erine, su hija. Ahora, en el salón de la casa, la pequeña juega con su hermana Izel, que le ha salvado la vida gracias a las células de su cordón umbilical.

Es una de las cuatro familias españolas que han conseguido curar a sus hijos enfermos gracias a tener otros seleccionados genéticamente. Todas ellas, con las que EL PAÍS ha hablado, viven en lugares muy distantes entre sí y apenas se conocen. Como mucho, han mantenido alguna conversación telefónica ocasional. Para concebir a sus niños, acudieron a los dos principales centros de referencia del mundo en la materia: la Universidad Libre de Bruselas y el Reproductive Genetics Institute (RGI) de Chicago. Unas lo hicieron porque España no autorizaba esta posibilidad hasta mediados de 2006, cuando se aprobó la ley de Reproducción Humana Asistida. Otras, porque se hartaron del alambicado procedimiento administrativo establecido por esta norma, cuya lentitud choca con la enorme prisa que tienen unas familias que ven, día a día, empeorar la salud de sus hijos.

De ahí que algunos españoles, angustiados, continúen probando suerte en el extranjero y que la ley española arroje un balance tan pobre dos años y medio después de entrar en vigor: bajo el paraguas de esta norma sólo ha nacido un niño. Fue hace dos semanas en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Y a la noticia de este acontecimiento sucedió la ofensiva de los obispos españoles, que consideran que para ello "se ha destruido a sus hermanos", en alusión a los embriones descartados.

"Yo he salvado una vida y he creado otra, ¿qué más quieren, qué más se me puede pedir?", contesta Esther, quien, gracias al nacimiento de la pequeña Izel -que ahora tiene diez meses- ha logrado la curación de Erine, de cuatro años y medio. "Deberían informarse bien, estamos hablando de pre-embriones, ¿cómo se pueden comparar con niños?", se pregunta Esther.

A más de 1.200 kilómetros, en Tenerife, Cristina comparte el argumento. "No dan ninguna opción; según los obispos, haga lo que haga, cometo un asesinato", comenta. Esta mujer, cuya hija Clara vive gracias a las células de cordón de su hermana María, que repoblaron su maltrecha médula, ve así el dilema: "O me quedo sentada a esperar a que muera mi hija, o mato embriones para salvarla".

Esta técnica es la única opción con la que cuentan decenas de padres para curar a un hijo. Y es real. Tanto como lo son Izel, Pol, Lucas y María; los hijos de Esther, Yolanda, Blanca y Cristina, concebidos mediante este procedimiento. O las hermanas mellizas de Lucas, de siete meses, que crecen ahora en el vientre de Blanca, su madre, sin conocer aún su primera misión vital: que las células de sus cordones umbilicales permitan salvar a sus hermanos.

En la vida de Blanca y su pareja hay material de sobra para escribir un best-seller de superación personal. Y pese a lo torcidas que llegaron a ponerse las cosas y las malas pasadas que les ha jugado el azar, todo apunta a que tendrá final feliz. "Poca gente sabe cuál es el gran objetivo de su vida; yo sí lo sé: curar a mis chavales", comenta Blanca. Y está a punto de conseguirlo. En poco más de un año, en su casa habrán pasado de tener tres a seis hijos. Los tres últimos para salvar a los tres primeros.

Blanca vive en Huelva, pero desde la semana pasada se aloja en casa de unos amigos en Pozuelo de Alarcón para estar cerca del hospital de Madrid en el que deben recoger las células de cordón de sus hijas, que pueden nacer en cualquier momento. Son un tesoro demasiado valioso como para no cuidar los detalles. Con ellas se ha de curar el grave trastorno del sistema inmunitario que padecen sus hijos mayores, de 15 y 11 años: la enfermedad linfoproliferativa ligada al cromosoma X, también conocida como síndrome de Duncan.

Blanca ya sabe en qué consiste todo este camino que tiene por delante. Hace un año lo recorrió junto a su cuarto hijo, Lucas, de un año, y el tercero, Carlos, de cinco. Como las mellizas, Lucas fue concebido en un laboratorio de fecundación in vitro de la Universidad Libre de Bruselas por medio de un programa de selección genética de embriones. Nació en septiembre de 2007. Dos meses más tarde, las células hematopoyéticas recogidas de su cordón sirvieron para curar a Carlos. "Ya está perfecto, ha tenido una recuperación rapidísima". Ahora, tras el nacimiento de las pequeñas, Blanca y su pareja enfilarán la recta final de una larga carrera de obstáculos cuya meta es la curación de sus críos. "Entonces, cuando todo acabe, me dedicaré a disfrutar de mi familia", dice.

Éste será el final de la historia. El principio fue muy duro, debido, en buena parte, a la forma en la que el azar jugó en su contra. La enfermedad, que sólo se da en uno de cada un millón de nacimientos, es recesiva, por lo que sólo había un 25% de probabilidades de que sus hijos la heredaran. Pese a ello, los tres la adquirieron. Podían haber sido niñas, y no la desarrollarían, ya que como está ligada al sexo, las mujeres sólo pueden ser portadoras de la malformación o estar sanas. Pero fueron todos varones. Como mal menor, la enfermedad podía haberse manifestado al poco de nacer el primer hijo; de esta forma, los padres la hubieran podido detectar y tomar medidas ante el riesgo de que los otros dos hijos la tuvieran. Sin embargo, cuando empezaron a atar cabos, después de la aparente casualidad de que los dos hermanos mayores hubieran desarrollado un linfoma, Blanca ya estaba embarazada del tercero. Aún más malas pasadas del azar: los tres hermanos podrían tener el mismo tipo de antígenos HLA (compatibilidad de tejidos), por lo que un sólo hermano compatible con los tres hubiera bastado para curarlos. Pues tampoco. Los dos mayores comparten estos marcadores entre sí, pero no el pequeño, por lo que serían necesarios dos hermanos. Las cosas no podían salir peor. Además, su hijo mayor ya ha pasado por dos linfomas y el segundo por uno, con sus consiguientes tratamientos de quimioterapia e intervenciones para extirparlos. "Tenía dos opciones: quedarme en casa o luchar. Y decidí luchar", apunta Blanca.

En este punto es cuando la historia da un vuelco. Deciden ir a Bruselas a intentarlo y no fue al primero, ni al segundo intento. Pero a la tercera, Blanca consigue quedarse embarazada de Lucas, que era un embrión de pocos días cuando fue elegido para salvar a Carlos por tener sus mismos marcadores de histocompatibilidad HLA y estar libre de enfermedad. Nació en septiembre. "Fue fascinante la sensación de verlo tan pequeño, tan inocente... y él ignoraba que sólo por haber nacido iba a salvar a su hermano". Dos meses más tarde, en noviembre de 2007, fue el trasplante de médula en el hospital Niño Jesús de Madrid. "Fue todo perfecto, y tuvo una recuperación muy buena", insiste. Tanto, que en mayo ya había vuelto al colegio. Ahora sólo quedaban otros dos por curar.

En febrero vuelven a Bruselas. Y, en esta ocasión, Blanca se queda embarazada en el primer ciclo. "Toda la mala suerte del principio da la vuelta y se convierte en buena suerte". Salen adelante dos embriones, lo ideal para tratar a dos hermanos. Y, además, son niñas. "Hay familias que lo han intentado siete y ocho veces sin conseguirlo", apunta Blanca. Ellos tendrán tres hijos con cuatro intentos.

Pero aún no está todo conseguido. Su hijo mayor, debido a la recaída que sufrió recientemente, será el primero en pasar por las salas de aislamiento del Hospital Niño Jesús de Madrid para someterse al trasplante de médula. Luego será el turno de su segundo hijo, de 11 años. "De momento estoy muy contenta, seguro que todo sale bien".

Un artículo fascinante, sin duda alguna, lea el artículo completo en.

El País - España

Desacargue la Ley de Reproducción Umana Asistida en este enlace:

Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida (PDF)
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