Latest Posts:

Mostrando las entradas con la etiqueta lesiones. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta lesiones. Mostrar todas las entradas

1 de mayo de 2014

Estas son las cosas que no te dicen cuando sales a correr

Salir a correr está de moda. Bueno, en realidad siempre lo ha estado, con sus fluctuaciones. Es una forma de desestresarse, quemar calorías, socializar, participar en maratones solidarios, escapar de todo e incluso de uno mismo. Y también es una forma de viajar (sí, hay turistas que, al igual que se impulsan con bicicletas, lo hacen exclusivamente con sus piernas). Por ejemplo, visitar una ciudad a ritmo de footing puede ser una forma de ver más cosas en menos tiempo. E incluso ya se ha convertido en una forma de visitar lugares de forma más o menos oficial, pues ya tiene un nombre: el sightjogging (ver monumentos corriendo).

Sin embargo, correr no es la panacea. Correr también tiene aparejados una serie de percances que vale la pena conocer, y que quizá influyan en tu decisión a la hora de escoger qué deporte vas a practicar.

Lesiones



A diferencia del spinning o la piscina, correr entraña muchas lesiones. No importa tu peso, si eres experto, si calientas antes o después. Las probabilidades de lesionarte son altas siempre, destrozándote las rodillas, canillas, ligamentos, cadera o talones.

Tampoco puedes hacer nada calzándote la última tecnología. Tal y como explica el experto Christopher McDougall en su libro Nacidos para correr:
Hoy en día es posible comprar zapatillas para correr con resortes de acero incorporados a la suela o unas Adidas que ajustan la amortiguación de tus pisadas gracias a un microchip, pero el índice de lesiones no ha bajado ni un ápice en treinta años. Por el contrario, ha aumentado; las roturas del tendón de Aquiles han incrementado en un 10 por ciento.
Además, la planta de los pies es extremadamente sensible, al nivel del rostro y las manos. Un informe de la Asociación Americana de Cirujanos Ortopédicos concluye que las carreras de larga distancia son “una amenaza intolerable a la integridad de la rodilla”. La Sports Injury Bulletin lo describe de forma más descarnada:
Cada pisada golpea cada una de tus piernas con una fuerza equivalente al doble de tu masa corporal. De la misma manera que un martilleo constante en una roca de apariencia impenetrable, con el tiempo la convertirá en polvo, la carga del impacto relacionado con el hecho de correr puede, en última instancia, dañar tus huesos, cartílagos, músculos, tendones y ligamentos.
Eso no significa que correr significa necesariamente lesionarse, pues hay personas que se pasan años corriendo que nunca se lesionan. Sin embargo, las probabilidades están en nuestra contra. Sabedor de ello, Philippe Fuchs, un investigador de realidad virtual, ha realizado hace poco una megamaratón de 10.185 kilómetros que cubre la distancia entre París y Pekín. En su viaje había cubierto 85 kilómetros diarios. Corría equipado con varios sensores que enviaban su información a un laboratorio en el que se creó un modelo en 3D de su pie, a fin de estudiar cómo le afectaba el esfuerzo. Esta información será de gran utilidad para la medicina deportiva.

Lea el artículo completo en:

Xakata Ciencia

9 de abril de 2011

¿Por qué se nos duermen las piernas?

Lleva media hora sentado en el sofá, con las piernas cruzadas, mientras lee un libro. Llaman al timbre y se levanta para abrir. Inmediatamente nota una incómoda sensación de hormigueo en una pierna. Se la toca con la mano y la impresión es de acorchamiento. Se le ha dormido una pierna.



"Se produce por la compresión de los nervios de una zona y por el bloqueo transitorio de la microcirculación", explica a RTVE.es Javier Cudeiro, catedrático en fisiología de la Universidad de A Coruña.

"Al tener las piernas cruzadas los nervios de la parte posterior del miembro quedan aplastados, empiezan a inflamarse y como consecuencia se altera la transmisión del impulso nervioso", señala.

Hay varios tipos de nervios, los motores, que envían la señal del cerebro hasta un músculo para que se mueva, los sensoriales, que captan los estímulos que llegan del exterior y los envían al cerebro para procesarlos y los nervios mixtos, que hacen las dos cosas. Por eso, cuando se duerme una pierna hay dos tipos de efectos.

Por un lado, al estar interrumpida la señal de algún nervio sensorial, no percibimos adecuadamente los estímulos del exterior y tenemos esa sensación del hormigueo.

Por otro, si el nervio afectado es motor no podemos mover la pierna. Pero no hay nada de qué preocuparse, porque “al ser una compresión transitoria la sensibilidad se recupera rápidamente cuando cambiamos de postura y dejamos de presionar”.

A veces cuesta más recuperarse

En cambio, hay situaciones en las que recuperar la sensibilidad no es cuestión de minutos. Es el caso del síndrome del túnel del carpo y afecta a las manos.

"Los síntomas son un dolor inespecífico acompañado de pérdida de fuerza y adormecimiento de la mano", comenta el especialista.

Suelen padecerlo personas que escriben mucho con el ordenador, que fuerzan la muñeca al teclear, o personas que se dedican a limpiar, y utilizan con frecuencia la fregona y otros instrumentos de limpieza que requieren movimientos constantes de la muñeca.

En este caso sucede lo mismo que cuando se nos duerme una pierna, pero con los nervios que discurren por el canal del carpo, una zona estrecha limitada por los huesecillos de la muñeca y un ligamento.

Lesiones crónicas

Si se fuerza constantemente la lesión puede terminar siendo crónica y el paciente no recupera la sensibilidad. Sucede porque desaparece parte de la mielina de los nervios.

La mielina es una sustancia que recubre los axones de las neuronas. Si los axones son los 'cables' que unen diferentes neuronas, la mielina es e 'aislante' que evita pérdidas y optimiza la transmisión del impulso nervioso. Cuando no hay mielina o hay poca, el impulso nervioso se desvanece por el camino.

Fuente:

RTVE

google.com, pub-7451761037085740, DIRECT, f08c47fec0942fa0