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10 de diciembre de 2019

NASA confirma presencia de agua en luna de Júpiter

Por primera vez, un equipo detectó directamente el vapor de agua lanzado al espacio por los géiseres de la luna Europa, uno de los satélites de Júpiter.

A la izquierda, una vista de Europa tomada desde 2,9 millones de kilómetros el 2 de marzo de 1979 por la nave espacial Voyager 1. A continuación se muestra una imagen en color de Europa tomada por la nave espacial Voyager 2 durante su encuentro cercano el 9 de julio de 1979. A la derecha hay una vista de Europa hecha a partir de imágenes tomadas por la nave espacial Galileo a fines de la década de 1990 (foto de la NASA)
Hace cuarenta años, una nave espacial Voyager tomó las primeras imágenes de primer plano de Europa, una de las 79 lunas de Júpiter. Estos revelaron grietas marrones que cortan la superficie helada de la luna, lo que le da a Europa el aspecto de un globo ocular venoso. Las misiones al sistema solar exterior en las décadas posteriores han acumulado suficiente información adicional sobre Europa para convertirlo en un objetivo prioritario de investigación en la búsqueda de vida de la NASA.

Lo que hace que esta luna sea tan atractiva es la posibilidad de que posea todos los ingredientes necesarios para la vida. Los científicos tienen evidencia de que uno de estos ingredientes, el agua líquida, está presente debajo de la superficie helada y que a veces puede irrumpir en el espacio en enormes géiseres. Pero nadie ha podido confirmar la presencia de agua en estos penachos midiendo directamente la propia molécula de agua. Ahora, un equipo de investigación internacional dirigido desde el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, ha detectado el vapor de agua por primera vez sobre la superficie de Europa. El equipo midió el vapor mirando a Europa a través de uno de los telescopios más grandes del mundo en Hawai.

Confirmar que hay vapor de agua sobre Europa ayuda a los científicos a comprender mejor el funcionamiento interno de la luna. Por ejemplo, ayuda a apoyar una idea, de la cual los científicos confían, de que hay un océano de agua líquida, posiblemente el doble de grande que el de la Tierra, que se derrama debajo de la capa de hielo de esta luna de kilómetros de espesor. Algunos científicos sospechan que otra fuente de agua para los penachos podría ser depósitos poco profundos de hielo de agua derretida no muy por debajo de la superficie de Europa. También es posible que el fuerte campo de radiación de Júpiter esté quitando partículas de agua de la capa de hielo de Europa, aunque la investigación reciente argumentó en contra de este mecanismo como la fuente del agua observada.

Lea el artículo completo en: El Espectador 

2 de febrero de 2016

Hallan nuevas evidencias de 'lluvia' de helio en Saturno

Se trata de la primera evidencia experimental fiable válida tanto para Júpiter como Saturno.

Mediante uno de los láseres más potentes del mundo, el láser OMEGA -se trata de un láser ultra intenso- del Laboratorio de Lásers Energéticos de la Universidad de Rochester en Nueva York (EE.UU.), un equipo de físicos del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore (LLNL) en Livermore, California (EE.UU.) ha logrado la primera evidencia experimental de “lluvia” de helio en el planeta Saturno, un fenómeno en el que una mezcla de hidrógeno líquido y helio separa las gotitas de helio en la atmósfera del planeta como si se tratara de la mezcla del aceite y el agua.

Los científicos llevan teorizando acerca de la lluvia de helio en el planeta Saturno desde mediados de los 70, pero hasta ahora las evidencias experimentales habían fallado. “Es una sorpresa que esto ocurra en un régimen tan amplio de tales temperaturas y densidades. Algo estaba sucediendo con la conductividad”, explica Gilbert Collins, físico de materia extrema en el LLNL y líder del trabajo.



Para la temperatura con la que cuenta Saturno, el planeta es un 50% más brillante de lo que debería. Una forma de explicar este brillo extra sería mediante el comportamiento de su envoltura masiva de gases de hidrógeno y de helio. Debido a que las temperaturas y las presiones se elevan en el interior del planeta, estos gases se convierten en estado líquido y a niveles aún mucho más profundos, el hidrógeno ya líquido se convierte en un material eléctricamente conductor o metálico, mientras que el helio permanece mezclado.



Sin embargo, cuando las condiciones atmosféricas superan cierto umbral de presiones y temperaturas, el helio líquido cae de esta mezcla en forma de lluvia. Así, según esta teoría, las gotitas de helio líquido formarían una especie de lluvia que desataría la energía potencial gravitatoria haciendo al sexto planeta del Sistema Solar, ser más luminoso de lo que debería.



Para llegar a estos resultados, que evidenciaron que este suceso también podría encontrarse en Júpiter, los científicos necesitaron cerca de 5 años y 300 disparos de láser para esbozar esta transición de fase con temperaturas entre los 3.000 y los 20.000 º kelvin y presiones entre 30 y 300 gigapascales.



Las conclusiones, que para todos han sido “inesperadas y emocionantes”, aparecen en la revista Science y fueron presentadas en la reunión de la Unión Geofísica Americana en San Francisco, California.

Fuente:

15 de octubre de 2013

Sabías que en Júpiter y Saturno "llueven" diamantes

Diamantes

No se creía que Júpiter y Saturno tuvieran atmósferas adecuadas para crear piedras preciosas, como sí ocurre en Urano y Neptuno.

Las condiciones de Júpiter y Saturno podrían provocar "lluvias de diamantes", según un estudio de la Universidad de Winsconsin-Madison, en Estados Unidos.

Los científicos determinaron que en sus atmósferas podrían generarse unas 10 millones de toneladas de esas piedras al año.
Nuevos datos de los gigantes gaseosos indican que en ellos abunda el carbono en forma de cristal deslumbrante, dicen los investigadores.

Las tormentas convierten el metano en hollín (carbono), que se endurece a medida que se precipita en pedazos de grafito y luego diamante.

Este "granizo" de diamantes se funde en algún momento en un mar líquido en los núcleos calientes de los planetas, apuntaron los investigadores en una conferencia.

Los diamantes más grandes serían probablemente alrededor de un centímetro de diámetro, "lo suficientemente grande como para ponérselos en un anillo", dijo el Dr. Kevin Baines, de la Universidad de Wisconsin-Madison y el Jet Propulsion Laboratory de la NASA.

Los resultados aún están bajo revisión de la comunidad científica, pero expertos planetarios consultados por la BBC dijeron que la posibilidad de lluvia de diamantes "no se puede descartar".

Hasta ahora se creía que Urano y Neptuno albergaban piedras preciosas, pero no se pensaba que Júpiter y Saturno tuvieran atmósferas adecuadas para producirlas.

Fuente:

BBC Ciencia

1 de abril de 2013

La migración planetaria como posible causante de la gran tormenta de meteoros

Según un nuevo estudio, la migración de los planetas gigantes gaseosos como Júpiter fue la causante de la mayor tormenta de meteoros en la historia de nuestro Sistema Solar.


La investigación, publicada en la revista Nature Geoscience, esboza de forma clara las causas del Bombardeo intenso tardío (conocido también como cataclismo lunar o LHB, siglas en inglés de Late Heavy Bombardment), una tempestad cósmica de hace unos 3,9 mil millones años, que dio forma al Sistema Solar que hoy conocemos.

Durante mucho tiempo, los científicos han trabajado con la hipótesis de que el Bombardeo fue causado por la migración planetaria, así Júpiter y Saturno se acercaron más hacia el Sol, mientras que Neptuno y Urano se alejaron de donde se formaron.

Los efectos gravitatorios causados ​​por estas migraciones arrojaron un gran número de meteoros hacia el Sistema Solar interior, donde chocaron con todo lo que pillaron por medio, incluidas la Tierra y la Luna. Aunque también se le atribuye el envío de asteroides y cometas que actualmente mantienen su órbitas.
Este nuevo informe de investigadores del Southwest Research Institute en Boulder, Colorado, entre ellos el autor principal, el Dr. Simone Marchi, apoya la hipótesis basada en un estudio de las rocas lunares del Apolo 16 y dos tipos principales de meteoroides.

Estos incluyen Condritas H, que componen casi la mitad de los meteoros y meteoritos que se cree que originó el principal objeto del cinturón de asteroides, Vesta.

Marchi y sus colegas utilizaron lecturas de isótopos de argón para determinar cuando ocurrió el impacto que creó las muestras.

Sus modelos y simulaciones por ordenador indican un período de intenso bombardeo de meteoritos a lo largo del sistema solar entre 3,4 y 4,1 millones de años, coincidiendo con el Bombardeo intenso tardío.

Las lecturas de argón también indican que las muestras de meteoritos sólo podrían haber resultado de impactos de alta energía, de unos 10 kilómetros por segundo.

El apoyo a la teoría del Bombardeo intenso tardío había disminuido después de las revelaciones de que algunos circones lunares y brechas causadas por los impactos eran de más de cuatro millones de años.

Estos hallazgos plantean la posibilidad de una idea alternativa en el que las fechas representan impactos de un bombardeo suavemente decreciente de material sobrante de la construcción planetaria.

Pero el científico Dr. Simon O’Toole del Observatorio Astronómico australiano dice que el nuevo documento aborda las dudas sobre la migración planetaria en nuestro Sistema Solar.

Los nuevos cálculos proporcionan un resultado importante en los modelos existentes de la migración planetaria y de la teoría del Bombardeo intenso tardío
Dice O’Toole.

Los modelos anteriores sólo predecían los impactos de baja velocidad, valores menores de cinco kilómetros por segundo que ocurren en el cinturón de asteroides. Mayores velocidades habrían colocado estos asteroides en órbitas que hubieran cruzado los planetas, estrellándose en ellos, llegando a vaciar rápidamente el cinturón de asteroides
Sin embargo, la influencia gravitatoria de los planetas migratorios cambiaron las órbitas de los asteroides enviándolos muy por encima y por debajo del plano orbital del Sistema Solar, reduciendo los riesgos de una colisión planetaria.

El estudio nos da una buena base para una mejor comprensión del Sistema Solar y de cómo llegó a ser lo que es ahora
Concluye.

Tomado de:

Xakata Ciencia

12 de septiembre de 2012

Viaje a las grandes lunas heladas de Júpiter

Hace 400 años, Galileo Galilei descubrió con su telescopio la presencia de cuatro lunas alrededor del planeta Júpiter. A partir de entonces, las ideas acerca del universo y nuestro lugar en él cambiaron radicalmente. Si había cuerpos girando alrededor de un planeta que no era el nuestro, la Tierra podía no ser el centro del Universo. Mucho más recientemente, se han descubierto planetas alrededor de otras estrellas y la mayoría pueden tomar a Júpiter como un ejemplo. Por esto, comprender la naturaleza de los planetas como Júpiter y sus satélites se ha convertido en un reto científico imprescindible tanto para entender la formación de nuestro sistema solar como para buscar otros mundos, más allá, con características que permitan la aparición de la vida.


Ilustración de la sonda de la futura misión europea JUICE junto al planeta Júpiter y una de sus lunas. / ESA

Por supuesto, Júpiter se convirtió rápidamente en un objetivo claro de la investigación espacial. En 1995, la misión estadounidense llamada, cómo no, Galileo, exploró los satélites principales del planeta gigante encontrando que tanto Europa como Calixto y Ganímedes podrían tener océanos bajo la superficie y que, sorprendentemente, este último tiene un campo magnético. Ahora está en camino hacia Júpiter la misión de la NASA Juno, lanzada el verano pasado, con el objetivo de estudiar la estructura del planeta.

Europa, que alcanzó un enorme éxito con el aterrizaje en la mayor luna del planeta Saturno, Titán, en 2005 —el aterrizaje más lejano que se haya hecho jamás—, se lanza ahora a la exploración de los satélites mayores de Júpiter. Siguiendo la recomendación de la comunidad científica, el Comité del Programa Científico de la Agencia Europea del Espacio (ESA) aprobó el pasado mes de mayo la misión JUICE (Jupiter ICy moons Explorer). La sonda espacial se lanzará en 2022 y tardará siete años y medio en llegar a Júpiter. Al entrar en la órbita del planeta, iniciará un viaje por sus lunas, primero Calixto y Europa, y finalmente Ganímedes. Entonces empezará el estudio completo de este satélite durante un año. Pero, además, JUICE es el elemento europeo de un programa más extenso, coordinado con Rusia, que aportará una sonda que aterrice sobre la superficie de Ganímedes. De esta forma, se hará una caracterización completa del satélite, más allá de lo que sería posible con elementos separados.

Los éxitos alcanzados por la ESA en el estudio de los planetas vecinos, Marte y Venus, con las misiones Mars Express y Venus Express, así como la visita al planeta Saturno y el aterrizaje en su satélite Titán de la misión Cassini-Huygens, se continuarán con Bepi Colombo, destinada al planeta Mercurio, y la misión Rosetta, que se dirige al encuentro de un cometa. JUICE se convierte así en el siguiente paso de Europa para conocer nuestro sistema solar, fijando como objetivo ampliar nuestro conocimiento sobre las lunas de Júpiter y responder a un amplio espectro de preguntas fundamentales de la ciencia planetaria. El estudio del sistema joviano tiene profundas implicaciones para comprender los planetas extrasolares y los sistemas planetarios.

JUICE estudiará las condiciones ambientales de los satélites helados de Júpiter, con especial atención en los tres mundos de agua, en los que creemos que hay océanos subterráneos. Entre ellos, Ganímedes se ha identificado para una investigación detallada, ya que proporciona un laboratorio natural para el análisis de la evolución y posible habitabilidad de los mundos de hielo en general. Además, juega un papel muy importante en el sistema joviano porque tiene un campo magnético propio y el plasma interactúa con su entorno.

Se explorarán tres satélites en los que tal vez haya océanos bajo la superficie

Hoy por hoy solo en la Tierra sabemos que han aparecido organismos vivos. Pero la humanidad se hace preguntas sobre si la vida puede haber aparecido en otros sitios del sistema solar. Para contestar a esta pregunta, incluso sin saber realmente los mecanismos que dieron lugar a la vida en la Tierra, podemos suponer que las mismas condiciones tuvieron que darse y que estas deben incluir la presencia simultánea y relativamente estable en el tiempo de compuestos orgánicos, agua y fuentes de energía.

Los objetivos principales del estudio de Ganímedes son la caracterización de las capas de agua en el subsuelo, hacer mapas topográficos, geológicos y de composición química de la superficie, estudiar las propiedades físicas de la corteza de hielo, determinar la distribución de masa interna, su dinámica y evolución, e investigar su campo magnético y su interacción con la magnetosfera de Júpiter.

JUICE obtendrá información sobre los océanos bajo la superficie helada de los satélites de Júpiter y, por tanto, de las posibles fuentes de energía térmica y química. También estudiará la evolución y la composición química de la superficie, desvelando los procesos que han tenido lugar en los satélites de Júpiter y sus posibles ambientes a lo largo del tiempo. En el caso de Europa, es esencial el estudio de la química asociada a la aparición de la vida, así como entender la composición de la superficie. Finalmente, JUICE hará un sondeo del subsuelo y determinará por primera vez el espesor mínimo de la corteza de hielo en las regiones que muestran cambios recientes.

Por otro lado, la misión caracterizará la diversidad de procesos del sistema de Júpiter que hacen posible una cierta estabilidad en los satélites a escalas de tiempo geológicas, incluyendo el acoplamiento gravitacional entre ellos y la influencia de las mareas mutuas. Los estudios de la atmósfera de Júpiter y de su magnetosfera, así como su interacción con los satélites, aumentará nuestro entendimiento de la evolución del sistema joviano.

Con todo ello, JUICE nos permitirá abordar con cierto detalle dos cuestiones clave del programa científico de la ESA: cómo funciona el sistema solar y cuáles son las condiciones para la formación de planetas y la aparición de la vida.

Fuente:

3 de mayo de 2012

Europa buscará vida en las lunas de Júpiter

Recreación artística de la misión JUICE. | ESA
 Recreación artística de la misión JUICE. | ESA
La Agencia Espacial Europea (ESA) ha anunciado que explorará las lunas heladas de Júpiter en 2030 y durante al menos tres años en busca de restos de vida, a través de su nueva misión, denominada JUICE.

El satélite despegará en un cohete Ariane 5 en 2022 desde el Centro Espacial Europeo de Kurú (Guayana francesa) con dirección al quinto planeta del sistema solar, donde se consagrará al estudio de sus satélites galileanos: Ío, Europa, Ganímedes y Calisto, según indicó la ESA en un comunicado.

Los científicos, que sospechan que Europa, Ganímedes y Calisto, pueden albergar océanos internos, harán que la misión se concentre la búsqueda de restos de vida y que estudie cuáles son las condiciones que rodean la formación de planetas, la emergencia de vida y el funcionamiento del sistema solar.

Además, JUICE analizará la atmósfera y la magnetosfera de Júpiter y la interacción de sus lunas con Júpiter, gigante gaseoso de una masa más de 300 veces superior a la de la Tierra.

"Visitará Calisto, el objeto del sistema solar con el mayor número de cráteres, y efectuará dos vuelos sobre Europa", donde medirá por primera vez el espesor de su corteza helada e inspeccionará los lugares adaptados para una futura exploración "in situ", agregó la ESA.

Océanos subterráneos

A continuación, la nueva misión de la ESA orbitará alrededor de Ganímedes, en 2032, donde estudiará la superficie helada y la estructura interna de esa luna, así como el océano de su subsuelo.

Ganímedes es la única luna del sistema solar que genera su propio campo magnético, recordó la ESA, que precisó que JUICE se dedicará a observar detalladamente sus características.

El director de Ciencia y Exploración Robótica de la Agencia Espacial Europea, el español Álvaro Giménez Cañete, comentó que el nuevo satélite de la ESA ofrecerá una mejor estimación de la manera en que se forman los gigantes gaseosos y los mundos que gravitan a su alrededor, así como de las posibilidades de que éstos alberguen vida".

"JUICE es una etapa necesaria para la futura exploración de nuestro sistema solar externo", aseguró Giménez Cañete.

La misión JUICE (JUpiter ICy moons Explorer) será la primera de gran envergadura seleccionada para el programa Visión Cósmica 2015-2025, tras imponerse a las candidaturas de un nuevo observatorio de ondas gravitatorias denominado NGO y a un telescopio astrofísico de alta energía bautizado como Athena.
NGO y Athena pueden volver a ser candidatas para futuras ocasiones de lanzamiento, precisó la ESA, que recordó que en 2013 se abrirá un segundo concurso para misiones de gran envergadura.

Fuente:

El Mundo Ciencia

22 de marzo de 2012

El gran lago de Europa

Por supuesto, me refiero a la luna de Júpiter, no al continente terrestre. Europa es junto a Marte el lugar más prometedor para la existencia vida en el Sistema Solar fuera de la Tierra. Todo indica que bajo la corteza de hielo superficial podría existir un océano de agua líquida, aunque nadie lo ha podido demostrar con certeza. Puesto que actualmente no tenemos ninguna sonda espacial orbitando alrededor de Júpiter, todos pensábamos que tendríamos que esperar a la futura misión JEO (Jupiter Europa Orbiter) para tener más datos sobre este mundo, pero por suerte no ha sido así.

¿Existe un lago de agua líquida dentro de la corteza de hielo de Europa? (John Hopkins University).

Europa, el satélite de Júpiter (NASA/JHU).

Porque un equipo de la John Hopkins University acaba de publicar un artículo en Nature donde sugieren la existencia de un lago dentro de la corteza de hielo de Europa en la región de Thera Macula, situada en el hemisferio sur de la luna (47,7° sur, 180,9° oeste). El lago tendría un volumen similar al de los Grandes Lagos de Norteamérica y se habría creado a través de varios procesos de mezcla que podrían tener lugar entre la corteza de hielo y el hipotético océano de agua líquida. No es la primera vez que se propone la existencia de lagos dentro de la corteza de hielo de Europa, pero sí es la primera vez que se presentan pruebas concretas de su existencia. Aunque bien es cierto que desde hace años se ha jugado con la posibilidad de que Thera Macula tenga una reserva de agua bajo la superficie.

Si se confirma la presencia de este lago, la posibilidad de presencia de vida en Europa aumentaría considerablemente, por dos motivos. Primero, porque esta clase de lagos necesita una corteza superficial de hielo relativamente gruesa. La comunidad científica está dividida entre los que piensan que en Europa tenemos una corteza fina y otros que abogan por una cubierta de hielo de gran espesor. Hasta hace poco, se pensaba que una corteza gruesa era algo malo para la existencia de vida, ya que el volumen del océano se vería seriamente limitado. Sin embargo, si estos lagos son comunes, una corteza gruesa no tendría por qué disminuir el potencial astrobiológico del satélite. Por otro lado, los mecanismos que crean estas estructuras serían al mismo tiempo los encargados de mezclar las distintas partes que componen la superficie de esta luna, lo que es muy importante desde el punto de vista del intercambio de posibles nutrientes biológicos. De paso, los mecanismos de formación de estos lagos serían también causantes de la renovación de la corteza de hielo, de una extraordinaria juventud. Eso sí, estas estructuras tendrían una vida limitada, ya que se congelarían después de cierto tiempo.


Región de Thera Macula, donde se supone podría existir un lago bajo la corteza de hielo. Resolución de 300 m/píxel (JHU/NASA).

Mecanismo de formación propuesto para el lago (JHU).


Otros modelos anteriores propuestos para explicar Thera Macula (Loïc Mével y Eric Mercier).

El estudio ha usado los datos de la sonda Galileo y se centra en una sola zona de Europa, pero se pueden extrapolar a otras regiones del satélite (como Murias Chaos o Canamara Chaos). Curiosamente, la presencia de estos lagos podría volver a colocar a Europa en un lugar privilegiado para la astrobiología ahora que Encélado le había robado cierto protagonismo. Obviamente habrá que esperar a tener datos de primera mano para poder confirmar esta hipótesis. Eso sí, tendremos que esperar más de una década hasta que JEO -u otra sonda similar- llegue a Europa. Paciencia.

Fuente:

Eureka Blog

14 de marzo de 2012

Venus, Júpiter y Marte, de un vistazo en el cielo

Conjunción de planetas el próximo 27 de marzo. | Pedro Arranz y César González

Conjunción de planetas el próximo 27 de marzo. | Pedro Arranz y César González

Júpiter y Venus brillarán en el cielo hasta el próximo sábado y podrán ser observados, mirando hacia el oeste, siempre que las condiciones meteorológicas lo permitan, desde cualquier punto del planeta. La noche del martes, ambos planetas eran visibles, muy cerca uno de otro, desde cualquier punto de la geografía española sin nubes, incluso en el centro de las grandes ciudades. A la espalda, también será fácil distinguir al rojizo Marte.

Este espectáculo astronómico, para el que no se necesita tener un telescopio a mano (aunque con este instrumento aún es más atractivo), tiene lugar cuando Venus y Júpiter se acercan hasta situarse a tres grados de distancia y a su vez no están lejos de nuestro planeta. De hecho, estos días son los dos objetos más brillantes del cielo nocturno después de la Luna, de manera que la conjunción que formarán los tres cuerpos son perfectamente visibles.

El mejor día para disfrutar de este fenómeno será el próximo 25 de marzo, cuando la Luna se encuentre en su fase creciente y se sitúe cerca de ambos planetas en el cielo nocturno, según adelanta a ELMUNDO.es Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional.

Pero, ¿cómo saber cuál es cuál? Bachiller recuerda que Venus se encuentra mucho más cerca de la Tierra y del Sol (nos separa un 70% de la distancia que hay desde nosotros a la estrella), mientras que Júpiter está cinco veces más lejos, por lo que su brillo es mucho menor, aún siendo mucho mayor su tamaño.

Por otro lado, mirando hacia el este, estos días también es fácil distinguir a Marte, el planeta rojo. "La diferencia entre los planetas y las estrellas es que las segundas titilan, mientras que los planetas son puntos fijos en el firmamento", explica el astrónomo.

Y para aquellos que tengan prismáticos a mano, y un cielo limpio de nubes y de contaminación, hay un 'extra': también es visible, cerca de la Osa Mayor, un cometa con dos colas, una de gas y otra de polvo, bautizado como el cometa Garradd. También es posible observar Mercurio, al atardecer y al amanecer, aunque para ello es mejor contar con un mapa del cielo.

Desde el punto de vista científico, estas conjunciones son interesantes para el lanzamiento de misiones espaciales: se lanzan calculando la máxima cercanía de los planetas para que lleguen cuando están más cerca, lo que supone un gran ahorro de tiempo y, sobre todo, de combustible.

Este acontecimiento no volverá a producirse hasta junio de 2015, ya que en los próximos años, la coincidencia entre Júpiter y Venus tendrá lugar durante el día.

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El Mundo Ciencia

13 de septiembre de 2011

Júpiter y sus lunas, la 'mejor imagen cósmica' del año

La imagen de Júpiter premiada en Londres. | Royal Observatory

La imagen de Júpiter premiada en Londres. | Royal Observatory

Una espectacular imagen de Júpiter, que muestra al gigante gaseoso en todo su esplendor junto a sus lunas Ío y Ganímedes, ha ganado el prestigioso premio al Mejor Fotógrafo Astronómico del Año del Royal Observatory de Greenwich, en Londres.

La impresionante 'postal cósmica' fue tomada por el fotógrafo aficionado Damian Peach desde Barbados, donde la claridad de la atmósfera permite captar imágenes astronómicas con una nitidez extraordinaria. De hecho,el nivel de detalle con el que se puede ver el color de las rayas características y las tormentas en la superficie de Júpiter, asi como en sus dos lunas, es insólito.

"La foto forma parte de una larga serie de imágenes tomadas a lo largo de un periodo de tres semanas desde la isla caribeña de Barbados, donde con mucha frecuencia el cielo está totalmente despejado y la claridad de la atmósfera permite captar imágenes muy detalladas de los planetas", explica el ganador en la página web del Royal Observatory.

"La astronomía me ha fascinado desde que tenía 10 años y me he especializado en la realización de fotos de planetas durante los últimos 14. Estoy muy satisfecho con esta foto y no cambiaría ningún detalle de la imagen", asegura Peach.

Los miembros del jurado se quedaron especialmente impactados por el nivel de detalle con el que se ven las superficies de las dos lunas de Júpiter.

"Es una foto verdaderamente increíble de Júpiter. ¡Damian incluso ha logrado captar detalles de dos de sus lunas! Es impresionante pensar que la imagen fue captada desde la Tierra por un astrónomo aficionado, utilizando sus propios aparatos", afirma Peter Lawrence, uno de los astrónomos que participó en el jurado.

"Parece una imagen captada por el telescopio espacial Hubble. El detalle de las nubes y tormentas de Júpiter es increíble, asi como la nitidez con la que se ven sus lunas", opina por su parte Marek Kukula, otro de los miembros del jurado.

Fuente:

El Mundo Ciencia

NASA. Revela el secreto de la tormenta de Jupiter de más de 360 años

Los científicos están más cerca que nunca de la comprensión de la tormenta extraordinaria de Júpiter, el planeta más grande del sistema solar. Los científicos de la NASA han sido capaces de obtener una visión detallada dentro de la tormenta más grande de nuestro sistema solar, la Gran Mancha Roja de Júpiter, que se ha prolongado desde 200 hasta 350 años.

El uso de imágenes térmicas se reunieron a partir de 26 pies telescopios terrestres, el Jet Propulsion Laboratory ha sido capaz de extraer información nueva sobre la estructura de la tormenta, informa el sitio web Daily Galaxy .

Este punto de vista de Júpiter que fue tomada por el Voyager 1, la Gran Mancha Roja se puede ver claramente en la parte superior derecha de la imagen. “Esta es nuestra primera mirada detallada dentro de la tormenta más grande del sistema solar”, dijo Glenn Orton, científico investigador principal en el JPL en California, que fue uno de los autores del trabajo.

“Nosotros una vez pensamos que la Gran Mancha Roja era un oval viejo y simple, sin mucha estructura, pero estos nuevos resultados muestran que es, de hecho, extremadamente complicada. ”

Las imágenes proceden del Very Large Telescope del Observatorio Europeo del Sur en Chile, el telescopio del Observatorio Gemini en Chile y el Observatorio Astronómico Nacional de Japón telescopio Subaru en Hawaii.

Júpiter es el mayor planeta de nuestro sistema solar, con docenas de lunas y un enorme campo magnético.

Uno de los hallazgos científicos más para excitar es que la más intensa mancha de color rojo anaranjado de la parte central de la mancha es de unos 7.5 grados centígrados más caliente que el ambiente que lo rodea.

Esta ligera diferencia en la temperatura no puede ser enorme, pero es suficiente para permitir la tormenta, por lo general hacia la izquierda, para pasar a una circulación en el sentido de las manecillas del reloj, débil en el mismo centro de la tormenta.

No sólo eso, sino en otras partes de Júpiter, el cambio la temperatura es suficiente para alterar la velocidad del viento y afectar los patrones de nubes en los cinturones y zonas.

“Esta es la primera vez que podemos decir que hay un vínculo estrecho entre las condiciones ambientales – temperatura, vientos, presión y composición – y el color real de la Gran Mancha Roja “, dijo Leigh Fletcher.

Fletcher es el autor principal del artículo, que completó la mayor parte de la investigación con una beca postdoctoral en el JPL y actualmente es miembro de la Universidad de Oxford en Inglaterra.

“Aunque podemos especular, Todavía no sabemos a ciencia cierta qué productos químicos o procesos están provocando el color rojo profundo, pero sí sabemos ahora que está relacionado con cambios en las condiciones ambientales en el centro de la tormenta. ”

Observadores de cielo han estado observando la Gran Mancha Roja en una u otra forma durante cientos de años, con observaciones continuas de su forma actual data del siglo 19.

El lugar, que es una región fría con un promedio de -260 grados Fahrenheit es tan amplia como alrededor de tres Tierras que podrían caber dentro de sus límites. La atmósfera de Júpiter tiene un patrón de zig-zag, de 12 chorros de agua que componen su firma en tonos pastel bandas.

La Tierra, en comparación, sólo tiene dos corrientes en chorro. La Gran Mancha Roja se encuentra entre dos de estos flujos de jets, obligando a los vientos que el poder de los vientos perimetrales para desviar todo el lugar.

FUENTE: Galaxy Daily, Daily Mail

Tomado de:

Universitam

8 de septiembre de 2011

¿Hay un extraño líquido en el interior de Júpiter?

Especial: Astronomía

Noticia viejita pero calientita...

Agosto 27, 2011: El pasado 5 de agosto, despegó la sonda espacial Juno para comenzar un viaje de 5 años hacia un mundo extraño: el planeta Júpiter.

Freaky Fluid (juno, 200px)

El lanzamiento de la sonda Juno tuvo lugar el 5 de agosto de 2011, en el Centro Espacial Kennedy (Kennedy Space Center o KSC, por su sigla en idioma inglés). Créditos: R.S. Wright Jr.

Júpiter tiene una larga lista de rarezas. Para empezar, es enorme, contiene el 70% del material planetario de nuestro sistema solar; aun así, no es como el mundo rocoso que yace debajo de nuestros pies. Júpiter es tan gaseoso, que se parece más a una estrella. La atmósfera de Júpiter fabrica huracanes, los cuales son el doble de ancho que la Tierra misma, monstruos que generan vientos de casi 644 kilómetros por hora (400 millas por hora), y rayos que son 100 veces más brillantes que los rayos terrestres. El planeta gigante también emite un tipo de radiación que resulta letal para los seres humanos sin protección.

De cualquier forma, la característica más extraña de Júpiter puede ser una "sopa" en sus profundidades, compuesta de un líquido exótico que ocupa 40.233 km (25.000 millas), y que se agita en su interior, denominado: hidrógeno líquido metálico.

“Aquí en la Tierra, el hidrógeno es un gas transparente e incoloro”, dice Scott Bolton, quien es el investigador principal de la misión Juno. “Pero en el centro de Júpiter, el hidrógeno se convierte en algo extraño”.

Júpiter está compuesto de un 90% de hidrógeno1, un 10% de helio y una pizca de los otros elementos. En las capas de gas más externas de este gigante, el hidrógeno es un gas al igual que en la Tierra. Pero a medida que se va más profundo, una presión atmosférica intensa gradualmente convierte el gas en un líquido denso2. Finalmente, la presión se torna tan grande que "exprime" los electrones hacia afuera de los átomos de hidrógeno y el líquido se vuelve conductor, como el metal.

¿Cómo es este líquido?

“El hidrógeno líquido metálico tiene baja viscosidad, como el agua, y es un buen conductor eléctrico y térmico”, dice David Stevenson, de Caltech, quien es experto en formación, evolución y estructura planetaria. “Como si fuera un espejo, refleja la luz; de modo que, si usted estuviera inmerso en él (ojalá que nunca lo esté), no podría ver nada”.

Freaky Fluid (splash 558px)

¿Qué hay en el interior de Júpiter? Haga clic en la imagen para ver un video ScienceCast sobre los misterios que se ocultan en el interior de Júpiter (en idioma inglés).

Aquí en la Tierra, se ha fabricado hidrógeno líquido metálico en experimentos llevados a cabo con ondas de choque pero, como dicho hidrógeno no se mantiene en esa forma, sólo se ha producido en pequeñas cantidades durante períodos muy cortos. Si los investigadores están en lo correcto, el núcleo de Júpiter puede estar repleto de océanos de este líquido.

Hay tanto hidrógeno líquido metálico en el interior de Júpiter que transforma al planeta en un enorme generador. “Una capa profunda de hidrógeno líquido metálico y la rápida rotación de Júpiter (aproximadamente 10 horas) crean un campo magnético de 724.200 millones de kilómetros (450 millones de millas) de largo; el más grande en el sistema solar”, comenta Bolton. La magnetósfera de Júpiter puede producir hasta 10 millones de amperes de corriente eléctrica, con auroras que encienden los polos de Júpiter de una manera más brillante que cualquier otro planeta.

A pesar de que los científicos están muy seguros de que el hidrógeno líquido metálico existe en el interior de Júpiter, no saben exactamente cómo está estructurado el interior de este planeta gigante. Por ejemplo, ¿dónde es que el hidrógeno se transforma en conductor? ¿Tiene Júpiter en su interior un núcleo de elementos pesados?

La misión Juno servirá para responder todas estas preguntas clave.

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“Al confeccionar mapas del campo magnético de Júpiter, así como del campo gravitacional y de la composición atmosférica, Juno nos dará valiosa información sobre cómo está compuesto el interior de Júpiter”.

Es importante entender a este gigante ya que ejerció una gran influencia en la formación del sistema solar. Júpiter se formó de la mayoría de los restos que quedaron después de que el Sol tomó su forma a partir de la nebulosa solar. Este planeta conserva el estado y la composición del material que quedó justo después de que se formó el Sol.

“Él tiene la receta secreta mediante la cual se formaron los primeros planetas de nuestro sistema solar”, dice Bolton. "Y nosotros la queremos”.

Con el lanzamiento que tuvo lugar el viernes pasado, “Júpiter se convierte en nuestro laboratorio, y Juno en nuestro instrumento, para descubrir los secretos de los gigantes gaseosos”, afirma Bolton. En realidad, lo que descubra Juno podría ser muy raro.

Fuente:

Ciencia NASA

2 de agosto de 2011

Júpiter: El nuevo destino de la NASA




De acuerdo con un comunicado de la NASA, la misión ayudará a mejorar los conocimientos sobre el origen del sistema solar y la evolución del planeta.

En la conferencia desde el Centro Aeroespacial Kennedy participarán Jim Green, director de la División de Ciencia Planetaaria; Scott Bolton, investigador principal de la misión Juno del Instituto de Investigación Southwest; Jan Chodas investigador principal de la misión Juno del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y Kaelyn Badura, estudiante de la preparatoria Pine Ridge que forma parte del programa educativo que lanzó la agencia.

El lanzamiento de Juno es la primera misión que abre una nueva etapa en la NASA luego de que concluyera el programa de transbordadores.

Tomado de:

El Rotativo

8 de julio de 2011

Descubiertas dos nuevas lunas de Júpiter

Montaje de Júpiter y los satélites galileanos.| NASA/JPL

Montaje de Júpiter y los satélites galileanos.| NASA/JPL

El astrónomo Rafael Bachiller nos descubre en esta serie los fenómenos más espectaculares del Cosmos. Temas de palpitante investigación, aventuras astronómicas y novedades científicas sobre el Universo analizadas en profundidad.


El hallazgo reciente de dos nuevas lunas de Júpiter eleva a 65 el número total de satélites conocidos en torno al gigante gaseoso. Júpiter mantiene así el récord como el planeta con el mayor número de lunas identificadas en el sistema solar, le sigue de cerca Saturno con 62 satélites confirmados.

S/2010 J1 y S/2010 J2

Observaciones recientes han confirmado la existencia de dos nuevas lunas en torno a Júpiter. El descubrimiento ha sido hecho público mediante un 'telegrama' de la Unión Astronómica Internacional que puede ser consultado aquí .

El telescopio Hale.| Palomar Observatory

El telescopio Hale.| Palomar Observatory

El descubrimiento se remonta al pasado 7 de spetiembre cuando, utilizando el telescopio Hale de 5 metros en Monte Palomar (California), los astrónomos Jacobson, Brozovic, Gladman y Alexander realizaron unas primeras observaciones en las que aparecían indicios de un nuevo satélite en torno a Júpiter. La noche siguiente, Christian Veillet dirigió el espejo de 4-m del telescopio Canadá-Francia-Hawai (CFHT) hacia el gigante gaseoso y no sólo confirmó el hallazgo del equipo de Jacobson, sino que descubrió otra luna aún menor. Los descubrimientos se realizaron en un momento especialmente favorable para las observaciones, cuando Júpiter se encontraba en una oposición particularmente cercana a la Tierra. Observaciones posteriores han permitido confirmar la existencia de las lunas y determinar algunas de sus características.

Las dos lunas han sido designadas provisionalmente como S/2010 J1 y S/2010 J2. Las observaciones indican que sus tamaños son de 2 km y 1 km, respectivamente, y que sus órbitas son altamente irregulares (muy excéntricas y muy inclinadas). Ambas lunas orbitan en una zona exterior del sistema joviano y siguen un movimiento retrógrado, esto es, el sentido de su movimiento es contrario al del giro del planeta y al de las órbitas de los mayores satélites interiores. En este enlace de la NASA puede consultarse una tabla comparativa de sus parámetros.

Recreación de la formación del Sistema Solar.| NASA

Recreación de la formación del Sistema Solar.| NASA

Todo ello indica, pues, que estos pequeños satélites son cuerpos que quedaron atrapados en el enorme campo gravitatorio del gigante gaseoso en un tiempo remoto, quizás poco después de la formación del propio sistema solar, cuando el número de fragmentos sobrantes de la formación de los planetas eran muy abundantes en el medio interplanetario.

65 lunas

Los cuatro mayores satélites de Júpiter (Ío, Europa, Ganímedes y Calisto) fueron descubiertos por Galileo en 1610. Estos fueron los primeros cuerpos del sistema solar que fueron observados orbitando en torno a un cuerpo diferente del Sol y la Tierra. Júpiter con estas grandes cuatro lunas tiene el aspecto de un sistema solar en miniatura, lo que transmitió al astrónomo pisano una gran confianza en la teoría heliocéntrica de Copérnico.

Las cuatro lunas galileanas son muchísimo mayores que todas las otras lunas jovianas. Entre las cuatro poseen una masa que es 300 veces mayor que la de todos los otros satélites juntos. Estos cuatro grandes satélites son esferoidales, con órbitas regulares y aproximadamente circulares que siguen el mismo sentido de la rotación del planeta.

Amaltea fotografiada desde la nave Galileo.| NASA

Amaltea fotografiada desde la nave Galileo.| NASA

Similares a los satélites de Galileo, aunque muchísimo menores, hay otros cuatro satélites más interiores: Amaltea, Metis, Adrastea y Tebe. Este grupo (conocido colectivamente como grupo de Amaltea) tiene pues, al igual que el grupo galileano, un origen estrechamente ligado a la formación del planeta.

Sin embargo, los otros 57 satélites conocidos de Júpiter (incluyendo los dos descubiertos ahora) son pequeños cuerpos que orbitan a distancias mucho mayores del planeta, siguiendo movimientos a menudo retrógrados e irregulares. Se piensa que la mayor parte de estas lunas fueron asteroides que pasaban cerca de Júpiter en los momentos iniciales de su formación y que fueron capturados en órbitas heterogéneas.

Muchos de estos asteroides se rompieron en pedazos menores por las tensiones originadas por la captura o mediante colisiones con otros cuerpos. Cada una de estas fragmentaciones dio lugar a una familia de satélites similares de las que hay identificadas varias. Scott Sheppard, uno de los mayores especialistas del mundo en los satélites de Júpiter, ha realizado una compilación de tales familias en esta tabla.

Récord de satélites

Con 65 satélites conocidos, Júpiter consigue un nuevo récord en número de lunas. Le sigue de cerca Saturno con 62 satélites identificados. Después viene Urano con 27 y Neptuno con 13. Si añadimos los dos de Marte y la Luna (no se conocen satélites ni de Mercurio ni de Venus), resulta que entre los ocho planetas del sistema solar suman 170 satélites confirmados.

Naturalmente los planetas enanos (entre los que se encuentran Plutón y Eris) también pueden tener satélites y, de hecho, se conocen, seis satélites de esta clase.

Se da la circunstancia de que algunos de los satélites de los ocho grandes planetas son mayores que los planetas enanos. De hecho, de encontrarse orbitando directamente en torno al Sol, las lunas galileanas debieran ser clasificadas como planetas enanos.

También interesante

  • En la designación S/2010 J2, la letra S significa que se trata de un satélite, la cifra 2010 es el año del descubrimiento y J2 que es el segundo descubrimiento realizado en Júpiter en ese año. Este tipo de designaciones son provisionales hasta que los nuevos satélites reciban un nombre definitivo, que suele ser mitológico y relacionado con el dios Júpiter. Además de estas dos lunas, todavía quedan por nombrar definitivamente 12 de las lunas descubiertas en el año 2003.
  • El descubrimiento de los satélites de Júpiter ha ido de la mano del desarrollo tecnológico. Desde 1610, no se descubrió ningún satélite hasta 1892 cuando se identificó Amaltea. Hasta 1951 se descubrieron otras siete lunas y una más en 1970. Las naves Voyager, gracias a la exploración espacial, permitieron descubrir otras tres en 1979, pero no se produjo ningún otro descubrimiento hasta 1999 en que se identificó otra. Entre los años 2000 y 2003, el equipo de Sheppard y Jewitt (Univ. de Hawai) utilizando grandes telescopios en tierra logró descubrir 45 lunas adicionales.
  • El diámetro de la mayor de las lunas exteriores apenas alcanza los 9 kilómetros. No es imposible que aún queden por descubrir numerosas lunas con tamaños menores de un kilómetro.


Fuente:

El Mundo Ciencia

4 de julio de 2011

La historia del Sistema Solar o de cómo Saturno salvo la Tierra

¿Es nuestro Sistema Solar una rareza? Hasta hace quince años pensábamos que debía ser la norma, uno más del montón. Mundos rocosos cerca del Sol y gigantes gaseosos con satélites de hielo en órbitas alejadas. Un patrón totalmente lógico, ¿qué otra disposición podría tener un sistema planetario? Pero en 1995 comenzamos a descubrir nuevos mundos alrededor de otras estrellas y pronto nos dimos cuenta que, como suele suceder en la historia de la ciencia, las cosas son más complicadas de lo que uno pudiera esperar a primera vista. La mayoría de los exoplanetas descubiertos eran "júpiteres calientes", es decir, gigantes gaseosos que orbitan sus estrellas a muy poca distancia. A tan poca que durante algún tiempo se pensó que su existencia era imposible.


¿Es nuestro Sistema Solar único? (NASA).

De repente tuvimos que cambiar nuestra visión sobre los mecanismos de formación planetaria. La mayor parte de teorías indicaban que los planetas del Sistema Solar se habían formado en sus posiciones actuales hace 4500 millones de años y que desde entonces apenas habían modificado sus órbitas. Por supuesto, era de sentido común pensar que lo mismo habría ocurrido en otros sistemas estelares. Pero la simple existencia de los júpiteres calientes contradecía esta hipótesis tan simplista. Puesto que los gigantes gaseosos no se pueden formar tan cerca de sus estrellas, debían existir mecanismos que los acercasen progresivamente.

Pronto se propuso una explicación a este fenómeno, conocido como migración planetaria. Los planetas no nacen de la nada, sino que surgen a partir del material sobrante de la formación de su estrella, material que recibe el nombre de disco protoplanetario. Pero explicar el nacimiento de planetas en este disco no es nada sencillo. Hasta la fecha se han propuesto dos modelos contradictorios. El primero, denominado "acreción de núcleo" (core accretion), supone que los planetas se forman lentamente mediante la unión de pequeños cuerpos llamados planetesimales. Una vez adquieren una masa considerable, los futuros gigantes gaseosos empiezan a retener los gases del disco hasta alcanzar su masa final en un proceso que dura varios millones de años. El otro modelo, llamado "inestabilidad de disco" (disc inestability) presupone que el disco protoplanetario se divide en pequeñas zonas que colapsan a su vez para formar planetas de manera muy parecida a como se forman las estrellas. Este modelo predice la formación de planetas gigantes y enanas marrones en poco más de mil años. Tradicionalmente, el modelo de acreción de núcleo ha sido el favorito para explicar la creación de planetas rocosos como la Tierra o gigantes de hielo como Neptuno, prefiriéndose la inestabilidad de disco para dar cuenta de Júpiter o Saturno. Sin embargo, esta división dista de estar nada clara y cada vez más científicos invocan el modelo de acreción de núcleo para explicar la existencia de planetas de la masa de Júpiter, siempre y cuando no se hayan formado muy lejos (más de 50 UA) del Sol.


Representación artística de un júpiter caliente (ESO).

Una vez los planetas están en su sitio, la migración planetaria dará comienzo y seguirán una trayectoria en espiral hacia su estrella por culpa de dos mecanismos diferentes. El primero se llama migración de Tipo I y es el más intuitivo. El gas y el polvo del disco "frenan" el movimiento del planeta y, como resultado, éste tiende a orbitar cada vez más cerca (en realidad el fenómeno es mucho más complejo, ya que hay que tener en cuenta la interacción gravitatoria con el disco, los efectos de las ondas de densidad, turbulencias, etc., pero el concepto de "frenado" nos sirve para hacernos una idea). La migración de Tipo II, por contra, es más sutil y surge al tener en cuenta la interacción gravitatoria de un planeta gigante ya formado. En este caso, el planeta orbitará su estrella en una zona del disco relativamente "limpia", pero la interacción gravitatoria con las zonas interior y exterior del disco provocarán que se vaya acercando a la estrella a medida que el disco interior desaparece por la acción de la presión de radiación de la luz y los vientos estelares de la estrella. La migración de Tipo II es mucho más lenta que la de Tipo I y suele ser la preferida para explicar la presencia de júpiteres calientes en otras estrellas.


Migración planetaria (Nature).

Y aquí está el quid de la cuestión. ¿Por qué Júpiter no terminó cerca del Sol destruyendo todos los planetas rocosos -incluida la Tierra- a su paso? Por ahora nadie lo sabe con seguridad, pero todo apunta a que la explicación está en Saturno. Efectivamente, se cree que nuestro gigante anillado nació mucho más lejos del Sol de lo que está ahora. Después de formarse, los mecanismos de migración de Tipo I acercaron la órbita de Saturno hacia el Sol más rápidamente que Júpiter debido a su menor masa. Una vez que su distancia orbital llegó a ser el doble que la de Júpiter, los dos planetas entraron en lo que se conoce como resonancia 2/3. Es decir, por cada tres vueltas de Júpiter alrededor del Sol, Saturno daba dos. El resultado fue que la interacción gravitatoria de Saturno evitó que Júpiter continuase descendiendo hacia el Sol, salvando en el proceso los planetas del Sistema Solar interior.

O lo que es lo mismo, debemos nuestra existencia a Saturno. No es de extrañar que sea el planeta favorito de muchos.


Gracias a Saturno estás leyendo este blog (NASA).

Pero no debemos pensar que sólo hace falta tener un planeta como Saturno para evitar que un sistema estelar sea pasto de los terroríficos júpiteres calientes. Lo cierto es que nadie sabe con exactitud por qué Saturno se acercó al Sol mucho más rápidamente que Júpiter, pero la mayoría de expertos está de acuerdo en que los procesos de formación de los dos gigantes gaseosos tuvieron que ser bastante diferentes. En concreto, Saturno tuvo que crecer mucho más lentamente que su hermano mayor. O lo que es lo mismo, en otros sistemas planetarios donde los gigantes gaseosos hayan sufrido procesos de formación similares, el resultado final seguiría siendo una estrella con uno o dos júpiteres calientes.

Por otro lado, los modelos de resonancia sugieren que el material del disco protoplanetario exterior debería ser recogido (acretado) por Saturno al caer hacia la estrella. Aquí tenemos otro enigma, ya que entonces Saturno debería haber terminado siendo más grande que Júpiter. La explicación más plausible es que ambos planetas terminaron de formarse justo cuando el disco protoplanetario estaba en proceso de disipación. Primero se habría formado Júpiter, seguido de Saturno, Urano y Neptuno. Si Júpiter y Saturno se hubiesen formado antes, la interacción con el disco habría causado una migración hasta el Sistema Solar interior -a semejanza del sistema GJ876- o el encuentro y posterior expulsión de uno de los dos planetas al exterior del sistema.

Seguro que te habrás encontrado en alguna ocasión con la "hipótesis de la Tierra rara". Según esta teoría, los planetas como la Tierra deben ser muy poco abundantes en el Universo puesto que se necesita toda una serie de coincidencias cósmicas para explicar la existencia de nuestro planeta. Por ejemplo, si Júpiter no fuese tan masivo, los cometas y asteroides habrían impactado contra la Tierra con mucha mayor frecuencia, impidiendo la aparición de la vida. Pues bien, hora sabemos además que otro elemento importante para tener un Sistema Solar como el nuestro es la existencia de un mundo similar a Saturno.

En todo caso, la resonancia entre Júpiter y Saturno no sólo explica que se detuviesen los procesos de migración planetaria. Existen evidencias que sugieren que ambos planetas gigantes se volvieron a alejar con el tiempo hasta ocupar sus órbitas actuales, "empujando" a Urano y Neptuno hacia el exterior del Sistema Solar en el proceso.


Evolución de la distancia de los planetas según dos modelos de formación del Sistema Solar. El modelo de la derecha es el favorito actualmente. De acuerdo con el mismo, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno se formaron más cerca del Sol. Júìter y Saturno migraron hacia el interior, pero luego volvieron a alejarse, arrastrándose en el proceso a Urano y Neptuno (Morbidelli).


Variación del perihelio y el afelio de los planetas exteriores con el tiempo (Morbidelli).

Estos mecanismos migratorios deben ser comunes en otros sistemas planetarios, pero probablemente en muchos de ellos el resultado final ha sido muy distinto. En efecto, si los cuatro planetas gigantes del Sistema Solar hubiesen entrado en resonancia mutua, la excentricidad de las órbitas habría variado violentamente con el tiempo, provocando encuentros cercanos entre los planetas. Finalmente, todos los planetas gigantes excepto Júpiter habrían sido expulsados del Sistema Solar y éste permanecería con una órbita fuertemente excéntrica. Precisamente, este patrón es el que observamos actualmente en muchos sistemas exoplanetarios.

Y no es que estas carambolas planetarias no afectasen a la Tierra. Al contrario. Todo el Sistema Solar interior está repleto de pruebas que apuntan a que algo terrible ocurrió hace 3900 millones de años. Los impactos de asteroides y cometas aumentaron dramáticamente durante un periodo de 20 o 200 millones de años, dejando enormes cicatrices en la Luna y en todos los planetas rocosos con excepción de la Tierra, donde la erosión ha borrado las huellas de este cataclismo. Este episodio de violencia inaudita se denomina el Bombardeo Tardío (Late Heavy Bombardment, LHB). Hasta hace poco se interpretaba como los últimos coletazos de la formación planetaria, pero ahora parece que fue resultado directo del periodo de inestabilidad en las órbitas planetarias que estuvo a punto de desintegrar nuestro Sistema Solar. Según esta nueva teoría, la mayoría de cometas y asteroides del LHB procederían de zonas exteriores a la órbita de Neptuno, lo que hoy en día se conoce como el Cinturón de Kuiper.


La expulsión de Neptuno hacia el exterior del Sistema Solar fue una de las causas del Bombardeo Tardío (Nature).

Además, el movimiento de los planetas gigantes explicaría porque Marte es tan pequeño. Si Júpiter se formó más cerca de su posición actual y luego migró aún más adentro del Sistema Solar interior hasta alcanzar 1,5 UA, las perturbaciones gravitatorias impedirían que el planeta rojo aumentase su masa como predicen los modelos de formación con órbitas estáticas. Si esta hipótesis es correcta, el cinturón de asteroides tuvo que ser parcialmente destruido durante la primera migración interna de Júpiter, para volverse a formar una vez el planeta gaseoso llegó a su distancia actual. Si esta teoría fuese cierta, la parte exterior del cinturón debería estar formada por cuerpos con alto contenido en hielos que se crearon a una distancia superior a la órbita de Júpiter (asteroides de tipo C), mientras que la parte interior la compondrían los asteroides rocosos y metálicos de tipo S. Y precisamente, esto es lo que observamos en la actualidad. De paso, este escenario explicaría por qué los asteroides de tipo C del cinturón son tan similares a los cometas que se encuentran a mayores distancias del Sol.


El movimiento de planetas a lo largo del tiempo a movido los asteroides y cometas del Sistema Solar (Morbidelli).

Como vemos la historia del Sistema Solar dista de ser simple, aunque para desentrañarla hemos tenido que descubrir primero cientos de planetas extrasolares. ¿Es nuestro Sistema Solar un bicho raro? No lo sabemos con certeza, pero lo que es seguro es que no es uno más del montón.


Referencias:


Tomado de:

Blog Eureka

9 de mayo de 2011

Se podrá observar una conjunción planetaria en los próximos días


(cc) Conjunción celeste en Paranal

Durante estos días es posible ver antes del amanecer una alineación conjunción celeste poco común en el horizonte, donde los planetas Mercurio, Venus, Marte y Júpiter serán visibles en la misma zona del cielo por escasos 30 minutos antes de la salida del Sol.

Desde el pasado 1 de mayo estos planetas han cambiado su configuración en el cielo pero del 10 al 12 de mayo ocurrirá la máxima proximidad entre ellos. Durante estos días será posible ver a Venus y Júpiter coquetear por apenas unos centímetros de separación, siendo los astros más brillantes en el cielo después de la Luna. El 11 de mayo en particular podrá observarse lo que se conoce como “flor celestial” gracias a la cercanía de Mercurio, Venus y Júpiter.

De acuerdo a la Sociedad Astronómica Urania en el Estado de Morelos (México), los cuatro planetas permanecerán en el cielo durante todo mayo antes de que Mercurio se pierda en el resplandor solar.

Links:
- The Dance of the Planets (Space Daily)
- Conjunciones planetarias, visibles para México (El Universal)

Enlace
Fuente:

Fayer Wayer

4 de junio de 2010

El Hubble identifica al atacante de Júpiter

Viernes, 04 de junio de 2010

El Hubble identifica al atacante de Júpiter

Es probable que el objeto que se estrelló contra Júpiter en 2009, dejando una oscura cicatriz, fuese un asteroide, según un nuevo estudio basado en la luz ultravioleta sobre imágenes del Telescopio Espacial Hubble

Las consecuencias del impacto del 2009 fueron notablemente diferentes de la colisión en 1994 del cometa Shoemaker-Levy 9. Los fragmentos del cometa dejaron manchas oscuras mucho más grandes cuando el planeta se observó en longitudes de onda ultravioleta.

Foto: NASA / ESA / MH Wong y la Universidad de California, Berkeley / HB Hammel / Space Science Institute / I de Pater / Equipo de Impacto Júpiter

Eso podría ser porque los cometas tienen una atmósfera polvorienta, llamada coma, mucho más grandes que sus núcleos sólidos. El material de la coma del Shoemaker-Levy 9 llovió sobre un área amplia y produjo las manchas oscuras especialmente grandes que se vieron en 1994.

Es probable que el agujero más nítido, como la cicatriz de una bala, que dejó el impactador del 2009, fue causado por un asteroide, que carece de coma, de acuerdo con el nuevo estudio del Hubble conducido por Heidi Hammel del Instituto de Ciencia Espacial en Boulder, Colorado.

El asteroide pudo haber tendio 500 metros de diámetro, y la colisión fue poderosa, equivalente a la explosión de miles de bombas nucleares, según un comunicado de prensa del Space Telescope Science Institute, que administra las observaciones del Hubble.

Esta publicación también procura identificar el posible culpable. En base a la forma alargada del impacto, los investigadores calcularon las órbitas posibles del cuerpo que impactó en Júpiter:

El trabajo indica que el objeto vino, probablemente, de la familia Hilda de cuerpos, un cinturón de asteroides secundario que consiste en más de 1100 asteroides que orbitan cerca de Júpiter.

Afortunadamente, los impactos considerables en la Tierra son mucho más raros que en Júpiter. El último que causó graves daños en el suelo se produjo en 1908

Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletta

Tomado de Axxon

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