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12 de marzo de 2020

Ciencia: 7 estrategias para aumentar tu fuerza de voluntad



Perder peso, comer sano, hacer ejercicio, ahorrar dinero... esos son algunos de los propósitos que nos hacemos en Año Nuevo. Y cuando estamos en febrero, podemos ver que muchas de esas promesas han quedado en el olvido.

Una investigación de la Asociación Estadounidense de Psicología afirma que el 93% de las personas hacen propósitos con la llegada de un nuevo año, pero el 45% de ellas no las cumple ni siquiera durante el primer mes. Solo el 19% las mantiene durante dos años.

La falta de fuerza de voluntad, es decir, la falta de autocontrol es la razón más común para no cumplir con nuestras metas.

¿Cómo se puede aumentar la fuerza de voluntad y cumplir los propósitos?

Estas siete estrategias se basan en la ciencia del comportamiento y en mi trabajo clínico con cientos de personas que intentan alcanzar sus objetivos a largo plazo.

1. Aclara, y cumple, tus valores

Pregúntate por qué este objetivo es importante para ti. ¿Quieres perder peso porque valoras ponerte en forma para practicar tu deporte favorito o es por las expectativas y presiones de la sociedad?, ¿quieres estar saludable para mejorar tu calidad de vida o es por simple vanidad o ego?

A las personas que se guían por sus valores auténticos les va mejor a la hora de lograr sus objetivos. Tampoco se quedan sin fuerza de voluntad porque la perciben como un recurso ilimitado. Personas con valores elevados son capaces de dar todo su tiempo e inclusive su vida por cumplir sus metas.


Tarea: define los 2 o 3 valores que guiarán tu vida

2. Define tu vida y tus objetivos en términos positivos

Enfócate en lo que quieres lograr, no en lo que no quieres. En lugar de planearte no beber alcohol en días laborables, comprométete a beber tu agua con gas favorita en las cenas de domingo a jueves.


Tratar de eliminar pensamientos requiere mucha energía y además siempre encuentran la manera de volver a tu mente.

También ayuda reflexionar sobre los aspectos de ti y de tu vida con los que ya estás contento. 

Quizás temas que esto te genere autocomplacencia e inacción, pero los estudios muestran que la gratitud y otras emociones positivas conducen a un mejor autocontrol a largo plazo.

Tarea: Realiza una lista, en dos columnas, en una columna escribe todos los aspectos positivos de tu vida, en otra columna escribe los aspectos negativos. define tus objetivos tratando de relacionarlos con los aspectos positivos de tu vida.

3. Cambio tu entorno para hacerlo más fácil

Las personas con gran fuerza de voluntad son excepcionalmente buenas para organizar su entorno con el fin de evitar tentaciones. Por lo tanto, cancela todas las tarjetas de crédito si tu objetivo es ahorrar dinero. Y no mantengas un tazón de chocolates en tu escritorio de trabajo si tienes la intención de comer sano.

Si tus compañeros de trabajo regularmente traen dulces, pídeles que te ayuden con tu propósito (¡podrían inspirarse para unirse!) y trae galletas solo para ocasiones especiales.

Los amigos y familiares pueden aumentar dramáticamente tus posibilidades de lograr tus metas.

Unirse a un grupo cuyos miembros practican comportamientos que te gustaría adoptar es otra gran manera de reforzar tu fuerza de voluntad, porque tener modelos a seguir mejora el autocontrol.

Tarea: Evita las tentaciones para obtener cambios. Juntate con personas que tenga objetivos iguales o similares a los tuyos.

4. Prepara un Plan B

Incluso el mejor propósito no llega a cumplirse ante una agenda apretada y el cansancio.

Formula una serie de planes sobre qué hacer cuando se presenten obstáculos. Se ha demostrado que estos planes alternativos mejoran el autocontrol y el logro de objetivos.

Cada vez que despiertes en medio de la noche con ganas de comer dulces o papas fritas, puedes planear leer algo que te produzca placer o navegar en una comunidad en línea de comedores saludables para inspirarte, o comer una manzana lenta y atentamente, saboreando cada bocado.

Cuando estés cansado y estés a punto de saltarte la clase del gimnasio a la que te inscribiste, llama a alguien que te sirva de apoyo. Anticipa tantas situaciones como sea posible y haz planes específicos, imaginándote vívidamente las situaciones y lo que harás en el momento.

Tarea: Crea tu grupo de apoyo para que te aliente cuando tengas la tentación de dejar de lato tus propósitos. Planifica actividades alternativas a realizar cuando sientas que te desvías de tus propósitos. 

5. Usa un enfoque gradual
 
Cuando te embarques en un nuevo objetivo, comienza con metas pequeñas y crece a partir de ahí.

Usa una cucharada menos de azúcar en el café. Más adelante, es posible que puedas renunciar a cualquier tipo de endulzante. Si resistirse a ese panecillo inicialmente resulta ser demasiado difícil, intenta esperar 10 minutos, es posible que después de ese tiempo el antojo desaparezca.

Es posible que te sorprendas al darte cuenta de que cuando logras un cambio en algún aspecto de tu vida, como abstenerte de comer dulces, ese cambio tiende a reflejarse también en otros aspectos.

Por ejemplo, puedes descubrir que logras andar en bicicleta distancias más largas o moderar tu consumo de cafeína más fácilmente.

Tarea: Cumple tus metas y propósitos de manera gradual, en vez de una gran meta de largo plazo puedes tener varias pequñas metas de corto plazo.

6. Imagina recompensas y luego disfrútalas

Imagina la sensación de las endorfinas que circulan por tu cuerpo después de una carrera o el sol en tu piel al acercarte a la cima de una montaña.

Presta atención a todos tus sentidos: olfato, vista, oído, tacto y gusto. Visualizar las recompensas mejora tus posibilidades de participar en la actividad que te llevarán a obtenerlas.

Si al principio es difícil imaginar o experimentar estas recompensas, elige pequeños obsequios que puedas darte mientras los efectos positivos de los nuevos comportamientos comienzan a notarse.

Por ejemplo, imagina tomarte medio día libre cada mes después de pagar la deuda de tu tarjeta de crédito: visualiza exactamente lo que harías y cómo se sentiría. Y luego hazlo.

Tarea: Date pequeñas recompensas cuando cumplas cada una de tus metas: ¡te lo mereces!

7. Sé amable contigo mismo, incluso durante los reveses

La mayoría de la gente cree que la forma de aumentar la fuerza de voluntad es tratarse duro porque ser amable con uno mismo es indulgente y denota falta de autodisciplina.

Pero la realidad es que ocurre todo lo contrario: las personas que se culpan severamente incluso por pequeñas fallas de fuerza de voluntad tienden a empeorar en el logro de sus objetivos a largo plazo.

Mejor intenta la autocompasión. Déjate llevar y recuerda que ser humano significa ser imperfecto. Cuando caigas ante la tentación de un pastelillo, no te desesperes y no tires la toalla. Trátate con cuidado y comprensión y luego vuelve a comprometerte con tu objetivo al día siguiente.

Recuerda, no es probable que logres tus propósitos siendo autocrítico y duro contigo mismo. En cambio, aumenta tu fuerza de voluntad a través de una serie de pequeños pasos estratégicos que te ayudarán a tener éxito.

Tarea: No seas duro contigo mismo, un estancamiento o retroceso parcial en el cumplimiento de tus objetivos es normal, asúmelo y sigue adelante.

Con información de AQUÍ y de AQUÍ

*Jelena Kecmanovic es profesora de psicología en la Universidad de Georgetown.


19 de diciembre de 2019

Enrique Rojas: ¿Las claves para tener un amor sólido para toda la vida?


¿Por qué a día de hoy se rompen 6 de cada 10 matrimonios? ¿Cuáles son las claves para tener un amor sólido para toda la vida? ¿A qué se debe la inmadurez afectiva de la sociedad actual? ¿Qué papel desempeñan el sufrimiento y el fracaso en el proceso de maduración de una persona? De todo ello nos habla el psiquiatra español Enrique Rojas en Entrevista, de RT. 

Rojas, que durante la entrevista cita con frecuencia y acierto a varios autores clásicos, admite abiertamente que no cree en el amor eterno. Si cree, en cambio, "en el amor que se trabaja día a día a través de las cosas pequeñas". En este sentido, ofrece tres sugerencias para una pareja afectada por una crisis: aprender a perdonar, evitar discusiones innecesarias, y no reprochar el pasado.

7 de diciembre de 2019

10 cosas que cambian tu cerebro (06/10): el dolor crónico

Por muy bien que afronte un enfermo con dolor crónico el sufrimiento físico permanente, a la larga su cerebro se resiente. 


Las alteraciones más importantes se producen en las conexiones neuronales de una zona de la corteza frontal vinculada a la gestión de las emociones. «Si sientes dolor veinticuatro horas al día, siete días a la semana, hay áreas de tu cerebro que se mantienen constantemente activas», explica Dante Chialvo, fisiólogo de la Universidad Northwestern (EE UU) coautor de una investigación que publicaba The Journal of Neuroscience

Y cuando las neuronas están a tiempo completo en ‘modo on’ se trastornan o incluso mueren porque no pueden resistir la falta descanso. El resultado es que el cerebro cambia y se daña para siempre, y aparecen trastornos del sueño y dificultades serias a la hora de tomar decisiones.

4 de marzo de 2018

Niños mimados, adultos débiles: llega la 'generación blandita'

¿Mimamos demasiado a los pequeños? Una nueva ola de expertos aboga por endurecer su carácter.

Suma escolar: padres que llevan la mochila al niño hasta la puerta del colegio + padres que piden que no se premie a los mejores de la clase porque los demás pueden traumatizarse + padres que le hacen los deberes a los niños que previamente han consultado en los grupos de WhatsApp = niños blanditos, hiperprotegidos y poco resolutivos

Cuenta Eva Millet, la autora de Hiperpaternidad (Ed. Plataforma), que ya hay niños que, al caerse, no se levantan: esperan esa mano siempre atenta que tirará de ellos. En ciertos colegios han empezado a tomar nota. Y, en algunos países, el carácter ya forma parte del debate sobre la Educación. 

Esto no es la nueva pedagogía. Gregorio Luri, filósofo y autor del libro Mejor Educados (Ed. Ariel), suele recordar que la educación del carácter es tan tradicional en ciertos colegios británicos como para que haya llegado a nuestros días una frase atribuida al Duque de Welington: «La batalla de Waterloo se empezó a ganar en los campos de deporte de Eton». En los campos de Waterloo o en las canchas del mítico colegio inglés, cuna del establishment, ningún niño esperaba que le levantaran si podía solo. 

En España, se habla de «educación en valores», pero puede que no sea lo mismo. El carácter se entiende como echarle valor, coraje, actuar en consecuencia cuando se sabe lo que está bien o está mal, no limitarse a indignarse. Como dice Luri, «ahora mismo en España les fomentamos la náusea en lugar del apetito». En su opinión, los niños de ahora saben cuándo se tienen que sentir mal ante determinadas conductas, pero educar el carácter es animarles a dar un paso, a ser ejemplo, a que sus valores pasen a la acción. Si están acosando a un niño, no callarse y protegerle. Decir no a la presión del grupo. 

El carácter ha vuelto cuando se ha sido consciente de que podríamos estar criando a una oleada de niños demasiado blanditos. Con padres que se presentan a las revisiones de exámenes de sus hijos, que abuchean a los árbitros en los partidos y que han hecho el vacío a niños que no invitaban a sus retoños a los cumpleaños. «Yo he tenido a un chaval de 19 años que se me ha echado a llorar porque le suspendí un examen», cuenta Elvira Roca, profesora de instituto. «Le dije que no me diera el espectáculo. Vino su madre a verme y me dijo que había humillado a su hijo. Le tuve que decir que estaba siendo ella quien le humillaba a él». 

Lea el artículo completo en:

El Mundo (España)

Sin educación emocional, no sirve saber resolver ecuaciones

Los grados de Magisterio (facultades de Educación) no forman a los profesores en gestión de las emociones, clave para el desarrollo de los niños.

Rafael Guerrero es uno de los pocos profesores de la Universidad Complutense de Madrid que enseña a sus alumnos de Magisterio técnicas de educación emocional. Lo hace de forma voluntaria porque el programa académico de los grados en Maestro en Educación Infantil y Primaria -nombre de la carrera de Magisterio tras la llegada del Plan Bolonia- no incluye ninguna asignatura con ese nombre. “Muchos de los problemas de los adultos se deben a las dificultades en la regulación de las emociones y eso no se enseña en la escuela”, explica Guerrero.
 
Se trata de enseñar a los futuros maestros a entender y regular sus propias emociones para que sean capaces de dirigir a los niños y adolescentes en esa misma tarea. “Mis alumnos me cuentan que nadie les ha enseñado a regularse emocionalmente y que desde pequeños cuando se enfrentaban a un problema se encerraban en su habitación a llorar, era su forma de calmarse”, cuenta el docente. Inseguridad, baja autoestima y comportamientos compulsivos son algunas de las consecuencias de la falta de herramientas para gestionar las emociones. “Cuando llegan a la vida adulta, tienen dificultades para adaptarse al entorno, tanto laboral como de relaciones personales. Tenemos que empezar a formar a profesores con la capacidad de entrenar a los niños en el dominio de sus pensamientos”.

La inteligencia emocional es la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos, según la definición de quienes acuñaron el término a principios de los noventa, los psicólogos de la Universidad de Yale Peter Salovey y John Mayer. La inteligencia emocional se traduce en competencias prácticas como la destreza para saber qué pasa en el propio cuerpo y qué sentimos, el control emocional y el talento de motivarse, además de la empatía y las habilidades sociales.

Tras revisar los programas académicos de los grados en Magisterio, Pedagogía, Psicología y Psicopedagogía de las univerisdades públicas españolas en 2016, el Grup de Recerca en Orientació Psicopedagògica (GROP) de la Universidad de Barcelona (UB) concluyó que en España solo hay una universidad pública que ofrece desde 2012 la asignatura Educación Emocional en el grado de Magisterio, la Universidad de La Laguna, en Tenerife. “Cuando pensamos en el sistema educativo, por tradición creemos que lo importante es la transmisión de conocimientos de profesor a alumno, a eso se dedica el 90% del tiempo. ¿Qué pasa con el equilibrio emocional? ¿Quién habla de eso en la escuela?”, señala Rafael Bisquerra, director del Posgrado en Educación Emocional de la UB e investigador del GROP.

Los jóvenes con un mayor dominio de sus emociones presentan un mejor rendimiento académico, mayor capacidad para cuidar de sí mismos y de los demás, predisposición para superar adversidades y menor probabilidad de implicarse en comportamientos de riesgo -como el consumo de drogas-, según los resultados de varios estudios publicados por el GROP. “La educación emocional es una innovación educativa que responde a necesidades que las materias académicas ordinarias no cubren. El desarrollo de las competencias emocionales puede ser más necesario que saber resolver ecuaciones de segundo grado”, apunta Bisquerra.

El artículo completo en:

El País (España)

12 de julio de 2017

Si quieres tener buenas relaciones, sé auténtico

La autenticidad implica ver al otro, con sinceridad, conversar sobre los hechos y compartir los propósitos comunes.

Si quieres liderar, ten conversaciones auténticas. Y si quieres que una relación funcione, preocúpate para que lo que se hable aporte valor a todos.

La autenticidad es mucho más que sinceridad a pecho descubierto. No vale con decir lo primero que se te pasa por la cabeza, tipo “te queda fatal lo que llevas” o “qué desastre de trabajo has hecho”. Esas frases podrán ser “técnicamente” muy sinceras, pero no sirven de mucho. Al otro lo has dejado hecho una lástima y con ganas, seguramente, de devolvértela. La autenticidad va mucho más allá: crea valor a las personas e indaga en los propósitos de lo que nos mueve. Pero la autenticidad no siempre es fácil. No se nos educa para ser auténticos, no nos engañemos. Muchas veces vamos corriendo, diciendo lo primero que se nos pasa por la cabeza o teniendo charlas superficiales, sin darnos cuenta de que, de ese modo, no construimos relaciones sólidas. Pero hay una buena noticia: la autenticidad se puede entrenar y todo pasa por tener conversaciones de calidad con los otros y con nosotros mismos. Veamos cómo conseguirlo, tomando como referencia el modelo de Connolly, Motroni y McDonald en su libro “The vitality imperative”:

- Apariencia o “no te veo”. Aquí se engloban las broncas, los reproches, las charlas banales y huecas o aquellas en las que hacemos oídos sordos al otro. Todas ellas tienen algo en común: vamos a la nuestra y nos importa bien poco el otro. Ni lo vemos, ni nos interesa ni mostramos realmente lo que nos ocurre. Los minutos que invirtamos en este tipo de charlas son un tiempo perdido. ¿Y cómo pasar al otro nivel? La llave maestra es la escucha. Para ello, cuando alguien está en la apariencia y quiere mejorar su relación ha de comenzar con escuchar y con preguntar. De este modo, salimos de los lugares comunes y de demostrar que solo nosotros tenemos la razón. Por ejemplo, si en vez de echarle la bronca por retrasarse, le preguntas (y escuchas): “¿Por qué me entregas esto tarde?”. O si en vez de demostrar que solo tú tienes la solución, indagas “¿Qué crees que deberíamos hacer?”.

- Sinceridad o “me da igual lo que sientas con lo que te digo”. La sinceridad tiene una implicación mayor que la apariencia. En este caso, la persona hace una reflexión de sí misma y habla de lo que le ocurre. Pero, claro, en aras de la sinceridad se pueden soltar misiles que hacen mucho daño al otro. Dar un paso más en la sinceridad no significa mentir con lo que nos sucede, sino expresarlo de un modo que ayude también al otro. ¿Y cómo? A través de aportar datos concretos, no solo interpretaciones personales, y desarrollar la empatía para entender el otro punto de vista. En el ejemplo anterior, podría decirse “cuando tú te demoras en la entrega de tu parte, nos retrasamos en nuestro compromiso y eso me hace sentirme muy mal con el otro departamento, por lo que te pido que…” (en vez de decirle que te sientes muy mal con lo que ha hecho. De este modo, le aportas datos para mejorar en las siguientes ocasiones).

El artículo completo en:

El País


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