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4 de marzo de 2017

¿Es cierto que TODOS podemos ser genios en matemáticas?

Un estudio llevado a cabo con 70 niños en Noruega determinó que todos ellos pueden dominar las operaciones matemáticas básicas, y que todo lo que necesitaban era práctica. 

Pero, por qué muchas personas encuentran dificultades con los números...



En primer lugar tienes que ser valiente

Uno de los más grandes obstáculos para convertirse en un genio matemático es el miedo.
Preséntale un problema matemático a un grupo de gente y la mayoría querrá huir.
Aunque no lo creas, existe una condición llamada "ansiedad matemática", y hay escáneres que muestran que el área del cerebro afectada es similar a la que se activa cuando sentimos dolor físico.
El gran problema con esta ansiedad es que la gente se da por vencida. Su mente les dice que no pueden hacerlo y el miedo hace que no insistan.
Pero, por supuesto, las matemáticas no son un monstruo. Lo que tienen es un problema de imagen. Decir que no somos buenos para las matemáticas es casi como una medalla de honor. Sin embargo, no es cierto.
En el fondo, todos somos matemáticos.
Muchos empleos dependen de ello. Por ejemplo, quizás no asocies la enfermería con las matemáticas, pero cuando se están administrando medicinas, un error en un punto decimal puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
La realidad es que usamos las matemáticas a diario. Para navegar en el mundo, tenemos que entender los números y poder calcular los riesgos.
Y ahora lo mejor, te brindo cinco sugerencias para que mejores en matemáticas, tal vez no te conviertas en genio pero mejorarás mucho, te lo aseguro...
5 trucos para ser mejor en matemáticas
1. La confianza es la clave
El 50% de ser un matemático es creer que uno puede solucionar un problema. De alguna manera tienes que poder superar ese pavor que sientes cuando te presentan un ejercicio. Recuerda que todas las herramientas y técnicas ya están inventadas: no tienes que reinventar la rueda. Lo único que hay que hacer es decidir cómo aplicar esas herramientas para solucionar esa pregunta en particular.
2. Aprender matemáticas es como aprender a tocar un instrumento
No puedes pretender que vas a aprender a tocarlo en un día. Tienes que practicar las escalas y después vas a poder tocar una pieza musical. De hecho, las matemáticas se parecen a un lenguaje: es el lenguaje de la naturaleza. Debes dedicarle un poco de tiempo antes de poderlo entender y usar.
3. Está bien atascarse
Como matemático profesional, paso la mayor parte de mi vida atascado en problemas matemáticos. Pero eso es lo que lo hace divertido: ese momento maravilloso en el que de repente te das cuenta de cómo puedes resolver el problema. ¡Si todo fuera fácil, sería aburrido! Y siempre recurre al pensamiento lateral... el truco es encontrar diferentes perspectivas.
4. Divide el problema en pedazos pequeños
Construir un argumento matemático es un poco como un juego de ajedrez: la combinación de todos los movimientos individuales es lo que al final te lleva a ganar la partida.
5. Encuentra el patrón
Cuando juego "Papel, tijera o piedra", lo que trato de hacer es descubrir algún patrón en la conducta de mi oponente. Si lo logro, tengo la ventaja. Eso es una habilidad matemática. Las matemáticas no son habilidades aritméticas, es la ciencia de la búsqueda de patrones. ¡Incluso si nunca pudiste aprender las tablas de multiplicar, puedes ser un buen matemático! (de hecho, muchos de mis colegas no se las saben).
Reflexión final
Si bien es cierto que con estos tips puedes mejorar en matemáticas, no es menos cierto que en esta área necesitarás de alguién que te guíe y oriente; puedes confiar en tu profesor de matemáticas, pero también te puede ayudar tu padre, un hermano mayor, un familiar o un amigo. Éxitos.
Artículo realizado con información de la BBC
Leonardo Sánchez Coello
Proyecto "Conocer Ciencia"

11 de diciembre de 2016

El genio boliviano de la robótica prefiere su humilde taller a la universidad

El joven Esteban Quispe, conocido como "el genio boliviano de la robótica", ha comenzado a ganar un reconocimiento internacional pero prefiere seguir creando en su humilde taller y ha rechazado la beca en una universidad privada.
Hace un tiempo sorprendió en su país al construir con piezas recicladas en un basurero al Wall-E boliviano, una réplica del robot de la película Wall-E, y desde entonces no ha dejado de crear y ahora trabaja en una docena de máquinas.
Su potencial creativo en medio de las necesidades materiales que afronta en su casa en el pueblo de Patacamaya, a 104 kilómetros al sureste de La Paz, ha sido suficiente para ser invitado a Washington por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y participar en el evento "Demand Solutions" (Ideas para mejorar vidas).
Durante ese viaje, la empresa Google también lo invitó a visitar sus instalaciones y ha recibido numerosas ofertas de trabajo de empresas fuera de su país, por ejemplo una colombiana, pero su inspiración está centrada en las necesidades de la comunidad andina agrícola donde vive.
Quispe, de 18 años, terminó sus estudios colegiales en Patacamaya y pese a que fue becado por la Universidad Católica Boliviana "San Pablo" de La Paz para estudiar Ingeniería Mecatrónica, decidió abandonar alegando razones personales.
El joven inventor prefiere no hablar sobre su decisión de abandonar la universidad a la que asistió por un tiempo, pero enfatiza que su lugar favorito es su "laboratorio", un pequeño cuarto de adobe y cemento, rodeado de barriles de metal y cajas de cartón con sus herramientas y asientos hechos de tronco de árbol.
El artículo completo en:

20 de enero de 2014

¿Los genios nacen o se hacen?

Albert Einstein
Ambos. Eso sí, por mucho que estudiemos o practiquemos una disciplina no nos volveremos genios.

Sin embargo, el aprendizaje persistente y la práctica son esenciales incluso para quienes han nacido con un potencial extraordinario.

Una vieja teoría resurgió recientemente al encontrar una nueva evidencia, señala que toma aproximadamente 10 años alcanzar una pericia sólida en cualquier disciplina, ya sea, música, deporte, matemáticas...

También cuenta la personalidad. Se ha probado que los genios están más abiertos a experimentar, también son introvertidos, hostiles, resueltos y ambiciosos.

¿Y la personalidad, se desarrolla o es innata? Nuevamente, son ambas.

Fuente:

BBC Ciencia

21 de mayo de 2012

Taylor Wilson: el niño que crea bombas nucleares

Mientras muchos de sus amigos pensaban en juegos de video, a Taylor Wilson, el físico nuclear más prometedor del mundo, le quitaba el sueño crear un reactor atómico de fusión, y a los 14 años lo hizo. Tal logro solo había sido alcanzado por 31 personas antes que él, todos connotados científicos. Su laboratorio es el garaje de su casa. Ahí, Wilson tiene una colección de materiales radiactivos, muchos de los cuales obtiene de desiertos donde el Gobierno de Estados Unidos hacía experimentos con bombas atómicas. 



Taylor tiene ahora 18 años y ya es un físico nuclear. Se graduó muy joven porque, como todos los genios, empezó a estudiar desde pequeño, apenas detectaron sus extraordinarias cualidades. La información que hay sobre él cuenta que a los 10 años colgó una tabla periódica de elementos en una de las paredes de su cuarto, y en una semana ya había memorizado todos los números, masas atómicas y puntos de fusión de cada elemento. Otro de sus logros fue ganar un premio en la Feria Internacional de Ingeniería y Ciencias, de Intel, por inventar un detector nuclear para escanear cargamentos que vienen del exterior. 


Tal creación le valió estar en conversaciones con el Departamento de Seguridad Nacional estadounidense para volver su proyecto realidad. Taylor, cuyo padre Kenneth es embotellador de Coca-Cola y su madre Tiffany instructora de yoga, comenzó a involucrarse en este mundo cuando su abuela le regalo un libro, El boy scout radiactivo, escrito por Ken Silverstein. 

Cuando Taylor comenzó a armar su laboratorio con materiales radiactivos y su padre, asustado, consultó a un especialista, quien inmediatamente fue a revisar. 

La gran sorpresa fue que el joven genio había adoptado todas las medidas de seguridad necesarias para que no haya problemas. 

Fuente:

23 de agosto de 2011

Buscando la genialidad en el cerebro


Traducción de un artículo original publicado por Rex Jung


La genialidad es un concepto tan grande que intentar estudiarlo puede acabar volviéndose un suplicio. Si se examina la bibliografía, es sorprendente el hecho de que no existen muchos estudios científicos al respecto. Hay numerosos estudios sobre inteligencia, creatividad y personalidad –que son algunos de los ingredientes claves de la genialidad- pero ninguno que verse específicamente sobre “la genialidad”.

Los intentos de medir la inteligencia han estado a nuestro alrededor desde el pasado siglo, con la introducción por parte de Alfed Binet de los test de inteligencia para identificar a los estudiantes que necesitasen ayuda extra en la escuela. Esos test han evolucionado hasta ser bastante precisos y fiables a lo largo del S XX, con resultados contrastados que hoy en día son considerados válidos para medir el comportamiento humano. Si la genialidad fuese simplemente dependiente de una medida de gran inteligencia, seríamos capaces de identificar fácilmente a un individuo genial en sociedades como Mensa -2% de la población con CI más alto-, Glia -0.1% de la población con el CI más alto- o Mega -0.0000001% de la población con el CI más alto-, pero no es así. Una prueba de esto es el trabajo de investigación de Lewis Terman, el cual utilizó los resultados de test de inteligencia para seleccionar a los estudiantes más brillantes -con un promedio de CI de 151 (el normal está en torno a 100)-, y les realizó un seguimiento a lo largo de su vida. Los resultados del estudio mostraron que a estos estudiantes les fue bastante bien en la vida: a muchos les fue muy bien tanto en el ámbito académico como en el industrial -más de 2000 publicaciones científicas y 70 premios “Científico Americano”-. Sin embargo, uno de los hombres no incluidos en el estudio de Terman ya que poseía un CI por debajo de los límites impuestos, se convirtió en su edad adulta en ganador del premio Nobel de física: William Shockley, co-inventor del transistor, y ciertamente, un genio.

Entonces, hay algo que se escapa a los test de inteligencia que tiene gran peso para ser lo que ser considera un genio. Una gran capacidad creativa –entre otras cosas como por ejemplo la motivación- es una de estas características que forman parte de la genialidad y que normalmente no miden los test de inteligencia. Una de las maneras de medir la creatividad es el llamado “pensamiento divergente”. El “pensamiento divergente” consiste, por ejemplo, en pedirle a los participantes que piensen en todas los diferentes usos que puede tener un objeto común como puede ser un “tetrabrik”. Los participantes en el estudio pueden dar respuestas que van desde “para lanzar por una ventana” –poco creativa-, hasta “gemelos para la camisa de un gigante” –muy creativa-. Otra actividad de este test es la de pedirle a los participantes que dibujen cuántos objetos puedan utilizando cuatro líneas –una línea recta, una línea curva, un punto, todo cuenta como una línea- en un intervalo de tiempo determinado.

Estas medidas verbales y no verbales de “pensamiento divergente” se expresan en términos de fluencia –número de ítems producidos-, flexibilidad –número de categorías diferentes producidas-, y originalidad –la baja frecuencia de la respuesta emitida-. Hay métodos similares para medir la percepción, el flujo, el pensamiento convergente, la persistencia, la apertura a la experiencia, la motivación y otras piezas que componen el gran rompecabezas de la creatividad. Si se unen correctamente todas estas piezas y se ponen en relación con datos de estructura y funcionamiento cerebral, podremos hacer inferencias bastante precisas sobre el papel de la creatividad en el cerebro genial.

Pero, ¿cómo se traduce esto en el cerebro? Esta cuestión nos lleva a tener que hablar del concepto de "hipofrontalidad transitoria". Esto no es simplemente jerga neurocientífica, sino que representa el mejor intento de explicar cómo uno de los aspectos de la creatividad –el pensamiento divergente- ocurre en el cerebro. El gran científico en el campo de la creatividad, Arne Dietrich, fue quien acuñó el término. Lo que encontraron en sus investigaciones fue sorprendente: en los individuos con mayor capacidad de pensamiento divergente, también fueron encontrados menores valores de integridad cerebral -medidas por la bioquímica cerebral, organización de materia blanca o espesor cortical-, especialmente en los lóbulos frontales –simplificando mucho, la parte del cerebro que nos inhibe de hacer cosas que no debemos hacer, y controla y organiza nuestro comportamiento-. Los investigadores creen que esta menor integridad en esta zona cerebral provoca una menor inhibición del pensamiento, lo que permite a los individuos cambiar más rápido de idea -pensar fluidamente- y llegar a conclusiones poco comunes -pensar originalmente- durante las pruebas de pensamiento divergente. Para usar una metáfora sencilla, a la hora de pensar, los individuos creativos, tienen el pie más tiempo en el acelerador y menos en el freno en virtud de su organización del lóbulo frontal. Ahora bien, también necesitan un lóbulo frontal lo suficientemente bien organizado para lograr llevar a cabo sus ideas –que no se quede en una mera creatividad infructuosa- en un mundo agresivo y competitivo, así que la "transitoriedad" de su "hipofrontalidad" es muy importante -porque si no estarían todo el tiempo "creando" peor nunca pondrían en orden esas ideas-.

A pesar del hecho de que se usen pruebas extrañas y limitadas para medir la creatividad, el hecho de medir esta capacidad humana es importante porque es una pieza más que puede ayudar a encontrar y explicar la genialidad. El Dr. Simonton ha hecho un trabajo increíble que establece que las personas altamente creativas, genios eminentes incluso, producen un gran número de ideas: son prolíficos, tienen su pie en el acelerador; son un poco estrafalarios; los creadores de campos menos disciplinados -como la poesía, las artes visuales o la psicología- son más propensos a los trastornos mentales, en promedio, que aquellos en los campos más disciplinado -como el periodismo, el diseño o la física; y que la característica derrotista que produce un gran poema o un riff de jazz podría estar asociado con la depresión y otros trastornos asociados con hipoactividad del lóbulo frontal. Obviamente, se necesita más investigación para establecer cualquiera de las bases cerebrales de tales asociaciones interesantes.

En definitiva, se debe estudiar el genio con el mismo entusiasmo que estudiamos la creatividad y la inteligencia. Es muy probable que una combinación de inteligencia elevada -por ejemplo CI de 120-, capacidad creativa muy alta, y variables de personalidad -como persistencia/perseverancia, tenacidad, terquedad, motivación etc- sean características distintivas de un genio. Si la inteligencia es “demasiado” alta, quizás uno se comporte de la manera "correcta" y "sepa" responder con demasiada facilidad, sin explorar las innumerables, potencialmente estúpidas, ingenuas, respuestas alternativas que caracterizan a la capacidad creativa. Por otra parte, sin la suficiente inteligencia, uno no tiene las materias primas necesarias para poner ideas juntas de forma novedosa y útil. Y unido a todo esto, sin personalidad y tendencia a "luchar contra molinos de viento" todas las grandes ideas que pueda tener el cerebro genial no saldrán a la luz, permanecerán ocultas, el implacable paso del tiempo las disolverá en el olvido, y ya nunca se producirá el brote de genialidad.
Enlace
Tomado de:

La Bitàcora del Beagle
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