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20 de marzo de 2007

Informe de wwf en el dia mundial del agua
Los diez principales ríos del planeta agonizan sin agua y contaminados
Ríos de la Plata, Ganges y Nilo están entre los más amenazados del planeta.

En el documento «Los 10 ríos del mundo en mayor riesgo", publicado con motivo del Día Mundial del Agua, WWF ofrece una lista de diez grandes cursos fluviales que están agonizando como resultado del cambio climático, la contaminación y las presas. «La situación de los ríos estudiados en el informe simboliza la crisis del agua dulce que muchas organizaciones vienen denunciando desde hace años", avisa.

GARA | GASTEIZ

Sólo el 10% de las aguas del Nilo alcanza el Mediterráneo, lo que tiene como una de sus más notorias consecuencias que de las 47 variantes de pescado que se comercializaban hace 30 años, hoy sólo quedan 17. En China, el río Amarillo sólo llega al mar tres ó cuatro meses al año. Son sólo dos ejemplos de la peligrosa precariedad en la que se encuentran algunos de los ríos más importantes del planeta.

Mañana se celebra el Día Mundial del Agua, y la deficiente planeación y protección inadecuada de las áreas naturales son señales de que no podemos suponer que el agua fluirá siempre, asegura WWF, organización mundial de conservación, en su último informe ``Los 10 ríos del mundo en mayor riesgo''. El documento muestra una lista de cómo los principales proveedores de agua del mundo están rápidamente muriendo como resultado del cambio climático, la contaminación y las presas.

Cinco de los diez ríos de la lista del informe se encuentran en Asia: Yangtze, Mekong, Salween, Ganges y el Indo; en Europa, el Danubio; en América, el río de La Plata y el río Bravo o río Grande; en África, el Nilo-Lago Victoria; y en Australia, el Murria-Darling. «La crisis del agua dulce va más allá de los diez ríos mencionados en este informe, pero refleja hasta qué grado el desarrollo desmedido pone en peligro la capacidad de la naturaleza para satisfacer nuestras necesidades», advierte Jamie Pittock, director del Programa Mundial de Agua Dulce de WWF. «Debemos modificar nuestra manera de pensar ahora o pagaremos el precio en un futuro no muy lejano», añade.

El panorama mundial es que más de la mitad de los ríos del mundo están contaminados o sus cauces bajos se secan gran parte del año debido a la sobreutilización. De los 500 ríos principales del mundo, 250 se contaminan seriamente. Baste el dato de que se calcula que cada día dos millones de toneladas de basura van a parar a cauces de agua.

Pero si hay un elemento que está menguando el potencial de los grandes ríos es el del desbordado número de presas y diques en los cursos fluviales. El cauce de los veinte principales ríos se ve interrumpido por estas infraestructuras. Para cuando desembocan en el mar, los ríos Nilo (Egipto) e Indo (Pakistán) se ven reducidos a arroyuelos. Algunos, como el Colorado (EEUU) y el Hoang Ho (China), rara vez llegan al océano. Otros, como el Jordán (entre Palestina y Jordania) y el Bravo (en la frontera entre EEUU y México), están secos en buena parte de su recorrido. Incluso en Gran Bretaña, la cuarta parte de sus 160 principales ríos se están quedando sin agua, porque una gran cantidad se desvía hacia los hogares, la industria y la agricultura, como desvelaba un informe de la propia ONU el año pasado.

Represas alrededor del río Danubio, por ejemplo, han destruido el 80% de los humedales y planicies inundables en la cuenca de este gran río europeo. Como éstas, unas 45.000 presas bloquean los ríos del mundo, atrapando el 15% del caudal que antes fluía de la tierra al mar. Esos almacenamientos cubren ahora casi un 1% de la superficie terrestre. Entre las cuencas más afectadas se incluyen las del Río de la Plata y del Amazonas, en América del Sur, así como la del río Yangtzé, en China, con 46 grandes presas planificadas o en construcción -incluida la represa de las Tres Gargantas, que será la más grande del mundo-, o las del Tigris y el Eufrates en Irak, el Danubio en Europa y el Tocantis de Brasil.

Como resultado, los beneficios, sobretodo económicos, que aportan las presas se ven superados con frecuencia por sus perjuicios al medio ambiente y su impacto social. «Las presas son tanto una bendición como una maldición, los beneficios que aportan a veces suponen altos costes medioambientales y sociales», afirma el responsable sobre presas de WWF, Ute Collier. «Los más afectados por las presas raramente se benefician de ellas», sentencia.

Por ejemplo, buena parte del agua distribuida desde las presas se pierde, fundamentalmente, a causa de su ineficiente uso en los sistemas de irrigación agrícola, que globalmente malgastan alrededor de 1,5 trillones de litros de agua al año. Este malgasto, afirma WWF, equivale a diez veces el consumo de agua habitual en todo Africa

Los glaciares se gastan

¿Y qué hay de la afección del calentamiento global acelerado del planeta? Lo cierto es que las evidencias de sus afecciones son menos visibles. En el río Yukón (Alaska), la considerada corriente más larga del mundo sin presas, están pereciendo los salmones porque sus aguas se calientan demasiado. Pero al margen de hechos que puedan parecer anecdóticos, donde sí tiene influencia es en los glaciares de montaña. Todos los días, una de cada dos personas del planeta apaga su sed con agua de las montañas. Mil millones de chinos, indios y bengalíes, unos 250 millones de africanos y toda la población del estado de California forman parte de los tres mil millones de personas que dependen de la corriente constante de agua fresca de las montañas. Pero el futuro de este vital recurso nunca ha sido más incierto.

Los escurrimientos del casquete glaciar Quelcaya, por ejemplo, ha sido la fuente de agua dulce tradicional de los pobladores de Lima, Perú. Pero ahora, y achacado a ese calentamiento del planeta, muchos glaciares de las montañas se están derritiendo a una velocidad nunca vista. Asimismo, en el norte de la India, unos 500 millones de personas que ya sufren escasez de agua dependen de las ramificaciones de los ríos Indo y Ganges provenientes de los glaciares. Los científicos consideran que conforme se derriten los glaciares del Himalaya, estos ríos crecerán, para luego decrecer a niveles peligrosamente bajos.

Pero no toda la culpa la tiene el cambio climático. Aun sin temperaturas más altas que amenacen con derretir los glaciares del Himalaya, el mismo río Indo afronta una gran escasez debido al exceso de extracción de agua para la agricultura.

El monte Kenya, otro caso, provee de agua a más de dos millones de personas en Africa. Desde hace años, los campesinos de las montañas han venido utilizando cada vez más agua para regar sus cultivos, con lo que se ha reducido considerablemente la que llega río abajo, atizando la animadversión de los que viven de los pastizales de las tierras bajas, la ganadería y el turismo de los parques silvestres.

A todo ello se une la necesidad de agua de las cada vez más megaciudades que crecen por el planeta. Sólo entre 1950 y 1990, el número de ciudades con una población superior a un millón de personas aumentó de 78 a 290. Y las megalópolis que superan ya los 20 millones de personas son unas cuantas.

Para contribuir a satisfacer estas necesidades cada vez mayores de las ciudades, muchos países están elaborando planes para desviar los ríos de las montañas o contenerlos por completo en represas. La represa Tucurui de Brasil, por ejemplo, produce electricidad para ciudades e industrias del norte del país gracias a la desviación del río Tocantins, afluente del Amazonas. Al mismo tiempo, una de las funciones de la represa Tehri, en los Himalaya de la India, será llevar agua dulce a la ciudad de Delhi, que está a unos 250 kilómetros de distancia.

Fuentes:

Gara

Misiones on line

El Tiempo

Telam
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